ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 27 de agosto de 2011

Entrevistas

Ya se trabaja para la Jornada de la Juventud de Río 2013

Foro

Diez claves para la comunicación de la fe (versión completa)

Jóvenes cimentados en Cristo


Entrevistas


Ya se trabaja para la Jornada de la Juventud de Río 2013
Primeros contactos del cardenal Ryłko con los responsables brasileños
CIUDAD DEL VATICANO,  sábado, 27 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- La Jornada mundial de la juventud ya está en obras. Lo sabe muy bien el cardenal Stanisław Ryłko, ya proyectado hacia la próxima cita en Río de Janeiro en el año 2013. Respondiendo a las preguntas de “L’Osservatore Romano”, el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos subraya el gran trabajo preparatorio que acompaña normalmente el tiempo que separa la celebración de estos grandes eventos eclesiales  «siempre nuevos».

En efecto, sería un error considerarlos repetitivos, pues expresan -explica el purpurado- la continua novedad del Evangelio y, al mismo tiempo,  «la continuidad  de la Iglesia». El cardenal conoce bien todos los mecanismos que se mueven en torno a estas celebraciones, al haber sido jefe de oficina de la sección de jóvenes en los encuentros de Santiago de Compostela en 1989,  Częstochowa en 1991  y Denver en 1993; luego secretario, desde 1995; y, por último, desde 2003, presidente del dicasterio vaticano para los laicos.

--El camino desde Madrid 2011 hasta Río de Janeiro 2013 es largo.

--Cardenal Ryłko: Sí, pero el tiempo apremia. Por eso ya comenzamos a trabajar en Madrid. Ya tuve un primer encuentro con el arzobispo de la ciudad carioca y con una representación de la Conferencia episcopal nacional. Hemos fijado una agenda para las próximas citas. Mientras tanto, ya se está dirigiendo hacia Brasil la gran cruz de madera que siempre precede a las JMJ, como un arado que prepara el terreno para la siembra. Llegará a la archidiócesis de Sao Paulo y desde allí iniciará la peregrinación por las 274 diócesis del país, en el arco de los dos años de preparación para el evento.

--Así pues, ¿un desafío pastoral continuo?

--Cardenal Ryłko: El objetivo de toda JMJ es construir puentes entre el evento extraordinario de los encuentros internacionales con el Papa y la celebración en la vida ordinaria y concreta de los jóvenes que viven en la realidad actual.  En este terreno se mide la calidad de la pastoral juvenil.

--¿Desde dónde se debe comenzar?

--Cardenal Ryłko: Es muy importante insistir en que, cuando se apagan los reflectores y todo vuelve a la normalidad diaria, es preciso dar un seguimiento a las JMJ en la pastoral ordinaria. En los encuentros de Madrid se realizó una siembra grandiosa gracias a la presencia y a la palabra tan penetrantes de Benedicto XVI. Pero ahora llega el tiempo de la cosecha, de las verificaciones: debemos controlar cómo se ha recibido y cultivado en las realidades locales lo que hemos invertido a nivel de Iglesia universal. Sobre todo los jóvenes que han optado por la vida consagrada o sacerdotal merecen un acompañamiento especial, para que su vocación no sea fuego de paja. 

--¿Qué comporta la experiencia vivida en Madrid?

--Cardenal Ryłko: Sobre todo el clima de espiritualidad del vía crucis en la plaza de Cibeles. La representación de la Pasión de Cristo en las JMJ no es algo accesorio. Al contrario, debe ser un catalizador, porque es necesario que los jóvenes se encuentren con Jesús. Muchos de ellos, por lo demás, han intuido ya desde hace varias ediciones que uno de  los lugares donde eso puede acontecer es en el misterio pascual. De aquí la importancia del vía crucis, y en la edición de este año era muy evidente la simbiosis entre la tradición y la actualidad. Fue un momento verdaderamente fuerte de la JMJ de Madrid, porque condensó en sí dos aspectos: por una parte, las imágenes de los pasos tan elocuentes y las palabras de las meditaciones que los acompañaban hicieron revivir el misterio pascual de Cristo en el hoy de un joven del tercer milenio; y, por otra, el canto y la música verdaderamente impresionantes, síntesis maravillosa entre palabra, imágenes y jóvenes, que se vieron literalmente involucrados en este misterio.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Foro


Diez claves para la comunicación de la fe (versión completa)
Por Juan Manuel Mora, vicerrector de la Universidad de Navarra
ROMA,  sábado, 27 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la conferencia “Diez claves para la comunicación de la fe”, pronunciada por Juan Manuel Mora, vicerrector de la Universidad de Navarra. Una versión sintética había sido publicada precedentemente en forma de artículo por “L’Osservatore Romano”, suscitando el interés los lectores de ZENIT.

* * *

La comunicación de la fe es una cuestión antigua, presente en los dos mil años de vida de la comunidad cristiana, que siempre se ha considerado mensajera de una noticia que le ha sido revelada y es digna de ser comunicada. Pero es también una cuestión de candente actualidad. Desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, los Papas no han dejado de señalar la necesidad de mejorar la comunicación la fe.

Con frecuencia, este tema se relaciona con la “nueva evangelización”.  En ese contexto, Juan Pablo II ha afirmado que la comunicación de la fe ha de ser nueva "en su ardor, en sus métodos, en su expresión". Aquí nos referiremos en particular a la novedad en los métodos.

Hay factores externos que obstaculizan la difusión del mensaje cristiano, sobre los que es difícil incidir. Pero cabe avanzar en otros factores que están a nuestro alcance. En ese sentido, quien pretende comunicar la experiencia cristiana necesita conocer la fe que desea transmitir, y debe conocer también las reglas de juego de la comunicación pública.

Partiendo, por un lado, de los documentos eclesiales más relevantes y, por otro, de la bibliografía esencial del ámbito de la comunicación institucional, articularé mis reflexiones en una serie de principios. Los primeros se refieren almensajeque se quiere difundir; los siguientes, a lapersonaque comunica; y los últimos, almodode transmitir ese mensaje en la opinión pública.

1. Veamos primero los principios relativos al mensaje.

Ante todo, el mensaje ha de ser serpositivo. Los públicos atienden a informaciones de todo género, y toman buena nota de las protestas y las críticas. Pero secundan sobre todo proyectos, propuestas y causas positivas.

Juan Pablo II afirma en la encíclica “Familiaris consortio” que la moral es un camino hacia la felicidad y no una serie de prohibiciones. Esta idea ha sido repetida con frecuencia por Benedicto XVI, de diferentes maneras: Dios nos da todo y no nos quita nada; la enseñanza de la Iglesia no es un código de limitaciones, sino una luz que se recibe en libertad.  

El mensaje cristiano ha de transmitirse como lo que es: un sí inmenso al hombre, a la mujer, a la vida, a la libertad, a la paz, al desarrollo, a la solidaridad, a las virtudes... Para transmitirla adecuadamente los demás, antes hay que entender y experimentar la fe de ese modo positivo.

Adquieren particular valor en este contexto unas palabras del Cardenal Ratzinger: “La fuerza con que la verdad se impone tiene que ser la alegría, que es su expresión más clara. Por ella deberían apostar los cristianos y en ella deberían darse a conocer al mundo”. La comunicación mediante la irradiación de la alegría es el más positivo de los planteamientos.

En segundo lugar, el mensaje ha de serrelevante, significativo para quien escucha, no solamente para quien habla.  

Tomás de Aquino afirma  que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan;  y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

Comunicar la fe no es discutir para vencer, sino dialogar para convencer. El deseo de persuadir sin derrotar marca profundamente la actitud de quien comunica. La escucha se convierte en algo fundamental: permite saber qué interesa, qué preocupa al interlocutor. Conocer sus preguntas antes de proponer las respuestas.

Lo contrario de la relevancia es la auto-referencialidad: limitarse a hablar de uno mismo no es buena base para el diálogo.

En tercer lugar, el mensaje ha de serclaro. La comunicación no es principalmente lo que  el emisor explica, sino lo que el destinatario entiende. Sucede en todos los campos del saber (ciencia, tecnología, economía): para comunicar es preciso evitar la complejidad argumental y la oscuridad del lenguaje. También en materia religiosa conviene buscar argumentos claros y palabras sencillas.  En este sentido, habría que reivindicar el valor de la retórica, de la literatura, de las metáforas, de las imágenes, de los símbolos, para difundir el mensaje cristiano.

A veces, cuando la comunicación no funciona, se traslada la responsabilidad al receptor: se considera a los demás como incapaces de entender. Más bien, la norma ha de ser la contraria: esforzarse por ser cada vez más claros, hasta lograr el objetivo que se pretende.

2. Pasemos ahora a los principios relativos a lapersonaque comunica.

Para que un destinatario acepte un mensaje, la persona o la organización que lo propone ha de merecercredibilidad. Así como la credibilidad se fundamenta en la veracidad y la integridad moral, la mentira y la sospecha anulan en su base el proceso de comunicación. La pérdida de credibilidad es una de las consecuencias más serias de algunas crisis que se han producido en estos años.

Por otra parte, en comunicación, como en economía, cuentan mucho los avales. El aval de una autoridad en la materia, o de un observador imparcial, representa una garantía para la opinión pública. Con otras palabras, nadie se avala a sí mismo. Existen instancias que, con mayor o menor fundamento, ejercen esa función evaluadora. En el ámbito de la opinión pública, ese aval lo otorgan principalmente los periodistas. Por eso, es crucial considerarlos como aliados, nunca como enemigos, en el proceso de comunicación.

El segundo principio es laempatía. La comunicación es una relación que se establece entre personas, no un mecanismo anónimo de difusión de ideas. El Evangelio se dirige a personas: políticos y electores, periodistas y lectores. Personas con sus propios puntos de vista, sus sentimientos y sus emociones.

Cuando se habla de modo frío, se amplía la distancia que separa del interlocutor. Una escritora africana ha afirmado que la madurez de una persona está en su capacidad de descubrir que puede “herir” a los demás y de obrar en consecuencia.

Nuestra sociedad está superpoblada de corazones rotos y de inteligencias perplejas. Hay que aproximarse con delicadeza al dolor físico y al dolor moral. La empatía no implica renunciar a las propias convicciones, sino ponerse en el lugar del otro. En la sociedad actual, convencen las respuestas llenas de sentido y de humanidad.

El tercer principio relativo a la persona que comunica es lacortesía. La experiencia muestra que en los debates públicos proliferan los insultos personales y las descalificaciones mutuas. En ese marco, si no se cuidan las formas, se corre el riesgo de que la propuesta cristiana sea vista como una más de las posturas radicales que están en el ambiente. Aun a riesgo de parecer ingenuo, pienso que conviene desmarcarse de este planteamiento. La claridad no es incompatible con la amabilidad.

Con amabilidad se puede dialogar; sin amabilidad, el fracaso está asegurado de antemano: quien era partidario antes de la discusión, lo seguirá siendo después; y quien era contrario raramente cambiará de postura. 

Recuerdo un cartel situado a la entrada de un “pub” cercano al Castillo de Windsor, en el Reino Unido. Decía, más o menos: En este local son bienvenidos los caballeros. Y un caballero lo es antes de beber cerveza y también después. Podríamos añadir: un caballero lo es cuando le dan la razón y cuando le llevan la contraria.

3. Veamos por último algunos principios que se refieren almodode comunicar:  

El primero es laprofesionalidad. “Gaudium et Spes” recuerda que cada actividad humana tiene su propia naturaleza, que es preciso descubrir, emplear y respetar, si se quiere participar en ella. Cada campo del saber tiene su metodología; cada actividad, sus normas; y cada profesión, su lógica.

La evangelización no se producirá desde fuera de las realidades humanas, sino desde dentro: los políticos, los empresarios, los periodistas, los profesores, los guionistas, los sindicalistas, son quienes pueden introducir mejoras prácticas en sus respectivos ámbitos. San Josemaría Escrivá  recordaba que es cada profesional, comprometido con sus creencias y con su profesión, quien ha de encontrar las propuestas y soluciones adecuadas. Si se trata de un debate parlamentario, con argumentos políticos; si de un debate médico, con argumentos científicos; y así sucesivamente.

Este principio se aplica a las actividades de comunicación, que están conociendo un desarrollo extraordinario en los últimos años, tanto por la calidad creciente de las formas narrativas, como por las audiencias cada vez más amplias y por la participación ciudadana cada día más activa.

El segundo principio podría denominarsetransversalidad. La profesionalidad es imprescindible cuando en un debate pesan las convicciones religiosas. La transversalidad, cuando pesan las convicciones políticas.

En este punto, vale la pena mencionar la situación de Italia. Al hacer la declaración de la renta, más del 80% de los italianos marcan la casilla correspondiente a la Iglesia, porque desean apoyar económicamente sus actividades. Eso quiere decir que la Iglesia merece la confianza de una gran mayoría de ciudadanos, no solamente de quienes se reconocen en una tendencia política.

En ese país, y en muchos otros, los católicos no plantean su acción pública poniendo su esperanza en un partido. Saben por experiencia que lo importante no es que una formación  política incorpore a su programa la doctrina social cristiana, sino que esos valores se hagan presentes en todos los partidos, de modo transversal.

El tercer principio relativo al modo de comunicar es lagradualidad.Las tendencias sociales tienen una vida compleja: nacen, crecen, se desarrollan, cambian y mueren. En consecuencia, la comunicación de ideas tiene mucho que ver con el “cultivo”: sembrar,  regar, podar, antes de cosechar.

El fenómeno de la secularización se ha ido consolidando en los últimos siglos. Procesos de tan larga gestación no se resuelven en años, meses o semanas.

El cardenal Ratzinger explicaba que nuestra visión del mundo suele seguir un paradigma “masculino", donde lo importante es la acción, la eficacia, la programación y la rapidez. Y concluía que conviene dar más espacio a un paradigma “femenino", porque la mujer sabe que todo lo que tiene que ver con la vida requiere espera, reclama paciencia.

Lo contrario de este principio es la prisa y el cortoplacismo que llevan a la impaciencia y muchas veces también al desánimo, porque es imposible lograr objetivos de entidad en plazos cortos.

A estos nueve principios habría que agregar otro que afecta a todos los aspectos mencionados: al mensaje, a la persona que comunica y al modo de comunicar. El principio de lacaridad.

Algunos autores han destacado que, en los primeros siglos, la Iglesia se extendió de forma muy rápida porque era una comunidad acogedora, donde era posible vivir una experiencia de amor y libertad. Los católicos trataban al prójimo con caridad, cuidaban de los niños, los pobres, los ancianos, los enfermos. Todo eso se convirtió en un irresistible imán de atracción.

La caridad es el contenido, el método y el estilo de la comunicación de la fe; la caridad convierte el mensaje cristiano en positivo, relevante y atractivo; proporciona credibilidad, empatía y amabilidad a las personas que comunican; y es la fuerza que permite actuar de forma paciente, integradora y abierta.  Porque el mundo en que vivimos es con demasiada frecuencia un mundo duro y frío, donde muchas personas se sienten excluidas y maltratadas y esperan algo de luz y de calor. En este mundo, el gran argumento de los católicos es la caridad. Gracias a la caridad, la evangelización es siempre y verdaderamente, nueva. 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Jóvenes cimentados en Cristo
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS,  sábado, 27 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud.

VER

Ha terminado la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Algunos informativos dieron demasiado espacio a las manifestaciones contrarias a la visita del Papa, y no resaltaron tanto los lúcidos contenidos de sus mensajes. ¿Eso es informar con objetividad? Esa es una prueba más de la superficialidad en que nos movemos. Muchos se resisten a la luz de la Verdad; tienen ojos y no quieren ver; son inamovibles en sus posturas ideológicas, en sus conveniencias morales (o inmorales), y las fallas de nuestra Iglesia les sirven de pretexto para no aceptar el Evangelio. Como decía Jesús, no cambian ni aunque resucite un muerto.

Por otra parte, alienta la esperanza comprobar nuevamente que cientos de miles de jóvenes tienen hambre de verdad y de amor, y siguen acudiendo con confianza a nuestra Iglesia, a pesar de sus deficiencias. ¿Cuántos aclamaron al Papa, y cuántos lo rechazaron?

JUZGAR

El lema de la Jornada fue: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cf. Col 2, 7). De entre la enorme riqueza de las intervenciones de Papa, resalto algunos pasajes:

“Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros ‘espíritu y vida’, raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.

Enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos que se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos. Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios.

Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor” (18-VIII-2011).

ACTUAR

Jóvenes: Conozcan a Jesús. Empiecen por leer los evangelios. Vayan a una iglesia donde esté sacramentalmente presente en el Sagrario y platiquen con El lo que les salga del corazón. Hagan la prueba de poner en práctica sus palabras. Pidan consejo a quienes ustedes perciben que tienen experiencia de El. Urjan a sus coordinadores y asesores de pastoral juvenil que les hablen más de El, que les enseñen a hablar con El, que les organicen celebraciones de la Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación, que prevean momentos de oración en silencio y en forma comunitaria. No se sentirán defraudados.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba