6.09.11

El tesoro del secreto del sacramento de la confesión

A las 8:12 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

El gobierno de Irlanda lleva tiempo hablando de legislar contra el secreto de la confesión en los sacerdotes y obispos, quienes rompiéndolo delaten a los pederastas que se hayan confesado con ellos. El político irlandés, cuyo nombre no deseo escribir, es un bravucón del oeste americano con dos pistolones al cinto metiendo miedo a todo lo que se mueve dentro de la cantina sobre cuyo mostrador está echado.

Desde aquí le emplazo a que proponga esa ley lesiva de la libertad de conciencia individual cristiana, y perderá el gobierno en las siguientes elecciones. Le emplazo a que presente ya el proyecto de ley, y se deje de soltar bravuconadas en emisoras de radio de su país.

El secreto de la confesión sacramental ha sido siempre un tesoro que han deseado arrebatar los perseguidores de la Iglesia a los sacerdotes antes de llevarlos al pelotón de fusilamiento. Nunca lo han conseguido conquistar.

Con el sigilo sacramental los sacerdotes nos vamos de este mundo y con nosotros muere. Grandes cintas del cine como Una victima del secreto de confesión, son la mejor prueba de lo que significa para un sacerdote ser condenado falsamente y no delatar al verdadero culpable del delito que se había confesado con él tras cometerlo.

Los secretos de confesión no son algo añadido a la conciencia del sacerdote, sino que somos los mismos curas los que hacemos nuestros esos pecados, aunque los haya cometido el penitente, lo mismo que Cristo, el cordero inocente cargó con todos nuestros pecados y los lavó con su Sangre en el altar de la Cruz muriendo y resucitando para nuestra salvación.

Aquí está el sentido teológico del secreto del sacramento de la penitencia. Aquí tenemos los curas uno de los muchos motivos para derramar nuestra sangre, si llegado el momento tenemos que callar, como siempre hacemos, ante cualquier fuerza humana que desee sacarnos lo más mínimo sobre el secreto de la confesión de tal o cual persona.

El político irlandés, que, además, forma parte del partido popular europeo, pierde el tiempo en creer que puede legislar contra el tesoro del sigilo sacramental. Desde Cristo a hoy, son muchos los perseguidores de la Iglesia, ninguno ha conseguido arrancar nada de ningún sacerdote. Se han llevado solamente la vida de los curas, que hoy son mártires de la fe y defensores de su ministerio pastoral con su muerte.

Más, le vale a este político irlandés en preocuparse de su propia conciencia que desear entrar en las conciencias ajenas a través del secreto de la confesión. Es posible que si mira en su ojo encuentre una viga en él, cuando a lo mejor lo que él persigue en los demás de modo fraudulento es una simple mota de polvo.

Tomás de la Torre Lendínez

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