6.09.11

No se trata de ninguna sensación. Lo que referiremos aquí fue emitido por la Radio Vaticano en el intervalo desde el 27 de enero hasta el 13 de marzo de 1975.
Sabemos quién era el Beato Cardenal Stepinac, héroe de la fe y de la Iglesia, mártir por Cristo y por la Iglesia. Este gigante se tuvo que enfrentar con la tramposa oferta de crear la Iglesia Patriótica Croata, que le ofrecía el presidente-fiera Tito.

Tito no era de bromas, especialmente en los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando en el 1948 se enfrenta a Stalin, por discrepancias respecto a la visión del socialismo que quería para Yugoslavia, Stalin intentó matarlo varias veces, utilizando sus agentes. Tito se había conseguido un círculo impenetrable de guardaespaldas fanáticos que hacían imposible tales cometidos. Tenía un gran apoyo de amplias bases comunistas de Yugoslavia, y de esas filas podía elegir gente que daría su vida por él sin pestañear. De allí su contundente respuesta a Stalin: “Camarada Stalin, has mandado siete hombres para eliminarme, pero si yo mando a uno, no tendré que mandar a otro.” Y el supersticioso y maniático, pero conocedor de las capacidades de Tito, camarada Stalin lo tuvo que dejar en paz.

Ahora está nuestro héroe delante de este chiquitín para él, que le ofrece la primacía de la Iglesia Patriótica Croata, e intenta convencerle y halagarle. La respuesta del gigante no podía ser otra, debido a su carácter, su santidad, su forjado: ¡Cristo y Roma! Porque a los que han entregado la vida a Cristo, no payaso, no les metes miedo. A Stalin sí, a él no. Ni la tortura, ni la muerte lo podrán. Y Stepinac con su vida le repite las palabras de Pablo en los Romanos 8, 35-39: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? Como dice la escritura: ‘Por tu causa somos llevados a la muerte todo el día, somos considerados como ovejas destinadas al matadero’. Pero en todas estas cosas vencemos con creces gracias a aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Los grandes no nacen, se forjan, se forman, se moldean con el cincel de Dios que los esculpe durante toda su vida. Aquí veremos una etapa importante de la vida de nuestro cardenal, y veremos que era ya grande antes de que el mundo lo conociera. Puro, casto, con ideales que le sobresalen del corazón, el luminoso ejemplo de siempre para los jóvenes, novios, padres, patriotas, ¡cardenales, el clero y personas consagradas!
Los hechos que describiremos datan de la época en la cual Alojzije tenía 25 años. Volvía de la Primera Guerra Mundial, hecho prisionero en el frente de Tesalonica. La guerra le llevó tres años de su vida y por suerte sobrevivió. Ya antes era el seminarista, pero con la guerra se alista como voluntario.
¿Por qué no continuó con el seminario al volver? Se estaba planteando qué hacer con su vida, en eso topa con el “movimiento amarillo”, un movimiento en el que 250 sacerdotes católicos croatas pidieron, inclusive su párroco, en el 1919, la abolición del celibato. ¿Seré yo capaz de ser fiel al Señor?, se pregunta Alojzije. No me fío de mi mismo, yo no valgo para el sacerdocio, se dice a sí mismo. Decide casarse y gestionar la tierra de su padre. Y aquí empieza nuestra historia, cuyo final sabemos, porque “no me habéis elegido vosotros a mí, sino yo a vosotros”. Pero os aseguro que merecerá la pena penetrar en los sentimientos de esta pareja de novios. Se han conservado un total de 18 cartas entre Alojzije Stepinac y su novia, Marija Horvat. Doce de ella y seis de él. ¡Una maravilla que no os defraudará, hermanos! Pero seguimos dentro de unos días.
 

P.D. La sería podrá ser interrumpida por algún que otro post.