8.09.11

Felicidades, Madre

A las 12:27 PM, por Luis Fernando
Categorías : María, Espiritualidad cristiana

 

Hoy celebramos la Natividad de la Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra. María, nombre precioso que llena de alegría el corazón de los afligidos. María, fiel a Dios para que el Señor nos salve. María, consuelo de Cristo, su Hijo, a los pies de la Cruz. María, a quien Cristo nos dio por Madre para que como Madre la honremos y alabemos. María, destructora de todas las herejías.

Mis torpes palabras no pueden servir para decir quién es de verdad esa criatura, la más bella creada por Dios. Por eso os dejo con la homilía que San Cirilo de Alejandría le dedicó durante el Concilio de Éfeso. Concilio en el que fue proclamado el dogma de María como Madre de Dios. Y es que en verdad su Hijo es Dios hecho carne:

Dios te salve, María, Madre de Dios, tesoro veneradísimo de todo el orbe, antorcha inextinguible, corona de virginidad, cetro de recta doctrina, templo indestructible, habitación de Aquél que es inabarcable, Virgen y Madre, por quien nos ha sido dado Aquél que es llamado bendito por excelencia, y que ha venido en nombre del Padre.

Salve a ti, que en tu santo y virginal seno has encerrado al Inmenso e Incomprehensible. Por quien la Santísima Trinidad es adorada y glorificada, y la preciosa Cruz se venera y festeja en toda la tierra. Por quien exulta el Cielo, se alegran los ángeles y arcángeles, huyen los demonios. Por quien el tentador fue arrojado del Cielo y la criatura caída es llevada al Paraíso. Por quien todos los hombres, aprisionados por el engaño de los ídolos, llegan al conocimiento de la verdad. Por quien el santo Bautismo es regalado a todos los creyentes, se obtiene el óleo de la alegría, es fundada la Iglesia en todo el mundo, y las gentes son movidas a penitencia.

¿Y qué más puedo decir? Por quien el Unigénito Hijo de Dios brilló como Luz sobre los que yacían en las tinieblas y sombras de la muerte. Por quien los Profetas preanunciaron las cosas futuras. Por quien los Apóstoles predicaron la salvación a los gentiles. Por quien los muertos resucitan y los reyes reinan, por la Santísima Trinidad.

¿Quién de entre los hombres será capaz de alabar como se merece a María, que es digna de toda alabanza? Es Virgen y Madre, ¡oh cosa maravillosa! Este milagro me llena de estupor. ¿Quién ha oído decir que al constructor de un templo se le prohíba habitar en él? ¿Quién podrá ser tachado de ignominia por el hecho de que tome a su propia Esclava como Madre?

Así, pues, todo el mundo se alegra; también nosotros hemos de adorar y respetar la unión del Verbo con la carne, temer y dar culto a la Santa Trinidad, celebrar con nuestros himnos a María, siempre Virgen, templo santo de Dios, y a su hijo, el Esposo de la Iglesia, Jesucristo Nuestro Señor. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Amén y amén.

Luis Fernando Pérez Bustamante