8.09.11

Un encuentro con el nuevo ateísmo (1)

A las 1:36 PM, por Daniel Iglesias
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Durante gran parte del siglo XX, el marxismo fue la columna vertebral del ateísmo militante en Europa y América. Después de la caída de la Unión Soviética y de sus regímenes “satélites” de Europa Oriental, se pudo pensar que el ateísmo militante iba a sufrir un gran eclipse en Occidente. Sin embargo, desde ese entonces ha resurgido bajo una forma nueva, que algunos han llamado el “nuevo ateísmo”. Las características básicas del nuevo ateísmo son su profundo desprecio y hostilidad contra toda religión (sobre todo el catolicismo) y su dependencia de la ideología cientificista.

El representante más célebre del “nuevo ateísmo” es el biólogo inglés Richard Dawkins, celoso propagandista del ateísmo. En este capítulo citaré íntegramente y comentaré detalladamente una alocución suya, titulada “¿Es la ciencia una religión?”, pronunciada en ocasión del nombramiento de Dawkins como “Humanista del Año” por la Asociación Americana de Humanismo, en 1996. La traducción de esa alocución del inglés al español es obra de Rolón Ríos, quien tuvo la gentileza de proporcionarme este texto. Citaré el texto de Dawkins en letra itálica, intercalando mis comentarios en letra normal. La división del texto en secciones y el agregado de subtítulos son obras mías.

1. La religión y la ciencia

“Están de moda los pensamientos apocalípticos sobre los peligros que se ciernen sobre la humanidad debidos al SIDA, la enfermedad de las vacas locas y otras. Pienso que podemos argüir lo mismo sobre la fe, uno de los grandes males del mundo, comparable al virus de la viruela, pero aún más difícil de erradicar. La fe, aquellas creencias que no se basan en evidencias, es el principal vicio de toda religión.”

Según Dawkins, la fe es uno de los grandes males del mundo y debe ser erradicada. Esta opinión extremista y más bien trasnochada depende de una mala definición de la fe ("creencias que no se basan en evidencias") y de una falsa asociación entre la fe y el fanatismo religioso. Mi religión católica rechaza el fideísmo –es decir una fe que desdeña todo fundamento racional– y propone una fe basada en motivos racionales de credibilidad. La verdadera fe no es irracional, sino suprarracional. Supone la razón y la perfecciona. La certeza de la fe no proviene de una evidencia, pero sí de la adhesión razonable al testimonio de otros, que a su vez proviene de una evidencia. Esta adhesión concuerda con los resultados de una reflexión sobre la realidad cósmica e histórica y sobre la propia experiencia espiritual y moral. Por lo tanto la fe tiene una garantía de verdad propia, distinta de la evidencia sensible y de la evidencia intelectual.

“¿Y quién, después de ojear la Irlanda del Norte o el Oriente Medio, puede estar seguro de que el virus mental de la fe no es extremadamente peligroso? Una de las historias que oirá el joven musulmán que se suicida con sus bombas, cuenta que el martirio es el camino mas rápido al paraíso, y no cualquier paraíso, sino un apartado especial donde será cabalmente recompensado por 72 novias vírgenes. Se me ocurre que nuestra mejor esperanza será proveernos de una clase de “control espiritual de armas": empardar en teólogos expresamente entrenados la devaluación de la actual tasa de vírgenes.”

Dawkins comete un error lógico tan común como burdo: la generalización infundada. Del hecho de que existan creyentes fanáticos no se sigue (en buena lógica) que todos los creyentes sean fanáticos. De hecho la gran mayoría de los creyentes no son fanáticos. Abusus non tollit usum: el abuso de la religión no invalida su uso legítimo: la verdadera religión, correctamente comprendida y vivida.

“Señalados los peligros de la fe –y considerando los méritos de la razón y la observación, en la actividad que denominamos ciencia– encuentro irónico que, doquiera que doy una conferencia, siempre haya alguien que avanza y dice: “Por cierto, su ciencia es una religión como la nuestra. ¿Fundamentalmente, la ciencia deviene en religión, no es así?”

Bien, la ciencia no es religión, y no deviene en fe. Si bien la ciencia tiene algunas de las virtudes de la religión, por cierto no tiene sus vicios. La ciencia se basa en la evidencia verificable. La fe religiosa no sólo carece de evidencia, es independiente de ella, y hace de este hecho su orgullo y alegría. ¿Por qué otra razón critican los cristianos al dubitativo Tomás? Los otros apóstoles se nos muestran como ejemplos de virtud por causa de su fe: ésta era suficiente. Tomás, por otra parte, solicitaba evidencias. Quizás debiera ser él el Santo Patrono de los científicos.”

Dawkins establece una distinción y una oposición entre la ciencia y la religión. La distinción es correcta: la ciencia no es una religión. Pero la oposición es falsa: la ciencia y la religión (al menos la verdadera religión) no se oponen, sino que se complementan mutuamente, refiriéndose a dos aspectos distintos de la realidad. El catolicismo reconoce la legítima autonomía de la ciencia. Sin embargo, para que de hecho no existan conflictos entre ciencia y religión, es necesario que la ciencia sea efectivamente ciencia, y no se transforme subrepticiamente en una falsa filosofía. El concepto de ciencia empleado por Dawkins abarca las ciencias particulares (matemática, física, química, biología, astronomía, etc.) y seguramente excluye la metafísica (ciencia universal). La ideología subyacente a su discurso es el cientificismo, que no se deriva en modo alguno de las ciencias particulares, sino que es una postura filosófica errónea. El cientificismo consiste en aceptar como verdadero conocimiento sólo el que surge de las ciencias particulares. Obviamente esta doctrina rechaza el conocimiento que surge de la fe. Pero la ciencia no puede demostrar que sólo existe el conocimiento científico. Éste es un presupuesto filosófico que se acepta sin ninguna evidencia. Según la definición de “fe” dada por el propio Dawkins, el cientificismo sería una especie de fe.

“Una razón por la que recibo el comentario de que la ciencia es una religión tiene que ver con el hecho de la evolución. Incluso creo en ella con apasionada convicción. Para algunos, esto puede parecerse superficialmente a la fe. Pero las evidencias que hacen que yo crea en la evolución no son sólo abrumadamente fuertes; están libremente disponibles a quienquiera que se tome el trabajo de estudiarlas. Cualquier persona puede estudiar las mismas evidencias que yo estudié, y presumiblemente llegará a las mismas conclusiones. Pero si usted tiene una creencia y ésta está basada solamente en la fe, ya no puedo examinar sus razones. Usted puede replegarse tras las murallas privadas de esa fe, donde no puedo alcanzarlo.”

Dawkins sugiere que la fe es irracional y subjetiva y, por lo tanto, incomunicable. Éste es uno de los falsos estereotipos del secularismo: la razón sería lo eminentemente público, mientras que la fe sería algo puramente privado, precisamente por su falta de racionalidad. Es un hecho que la fe puede transmitirse a otros, aunque no exclusivamente por medio de razonamientos lógicos, sino sobre todo por medio de una invitación a participar en la experiencia de apertura confiada al misterio de Dios, con esperanza y amor. Sin embargo, la razón tiene un lugar muy importante en la propuesta y la defensa de la fe. Según la doctrina católica, la fe es un acto de la inteligencia, movida por la voluntad.

Por otra parte, como hemos visto en otros capítulos de este libro, el evolucionismo materialista de Dawkins está muy lejos de ser un hecho demostrado por la ciencia.

“En la práctica, por supuesto, hay científicos que individualmente caen algunas veces en los vicios de la fe. Algunos creerán tan obtusamente en una teoría favorita que ocasionalmente falsificarán la evidencia. Sin embargo, el hecho de que esto ocurra algunas veces, no altera el principio de que cuando se hace esto, se hace con vergüenza y no con orgullo. El método científico está diseñado de manera que usualmente detecta estos engaños en el proceso de sus búsquedas.”

Dawkins afirma que la ciencia está libre de la fe, principal vicio de la religión. Pero en realidad ocurre que cada científico individual, debido a la finitud de las capacidades humanas, es completamente incapaz de verificar por sí mismo todos los hechos, datos, hipótesis, teorías, leyes, etc. relevantes de su ciencia particular, y mucho menos de la totalidad de las ciencias. De modo que el ámbito de la ciencia –aunque en grado menor que otros ámbitos de la vida humana– también requiere el ejercicio de la “fe humana", entendida como confianza otorgada o negada en función de un discernimiento racional de la credibilidad de los testimonios. (Continuará).

(Daniel Iglesias Grèzes, En el principio era el Logos. Apologética católica en diálogo con los no creyentes, Centro Cultural Católico “Fe y Razón”, Montevideo 2011, Capítulo 14).

El libro citado está disponible en: http://stores.lulu.com/feyrazon .