No es turismo religioso, y menos aún un “show”

 

2011-09-18 Radio Vaticana
 

RV- En la vigilia del Viaje Apostólico que realizará a Alemania del 22 al 25 de setiembre, el Santo Padre Benedicto XVI, intervino en la transmisión “Wort zum Sonntag” de la televisión pública alemana ARD, con una grabación registrada días pasados en Castel Gandolfo, que fue en onda el sábado 17 por la tarde.

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¡Señoras y Señores, queridos connacionales!

En pocos días partiré en mi viaje a Alemania, y estoy muy contento. Pienso con alegría particularmente en Berlín, donde tendremos muchos encuentros, y, naturalmente, en el discurso que tendré en Bundestag (Parlamento) y la gran Misa que podremos celebrar en el Estadio Olímpico.

Uno de los momentos importantes de la visita será Erfurt: en aquel monasterio agustiniano, en aquella iglesia agustiniana donde Lutero ha iniciado su camino, podré encontrar a los representantes de la Iglesia Evangélica de Alemania. Ahí rezaremos juntos, escucharemos la Palabra de Dios, pensaremos y hablaremos juntos. No esperamos ningún evento sensacional: de hecho, la verdadera grandeza del evento consiste propiamente en esto, que en este lugar podremos pensar juntos, escuchar la Palabra de Dios y rezar, y así estaremos íntimamente cerca y se manifestará un verdadero ecumenismo.

Algo particular para mí es el encuentro en Eichsfeld, esta pequeña franja de tierra que, aún habiendo pasado a través de todas las peripecias de la historia, a permanecido católica; después el Sudoeste de Alemania, en Friburgo, la gran ciudad, con muchos encuentros que se desarrollarán ahí, sobre todo la vigilia con los jóvenes y la gran Misa que concluirá el viaje.

Todo esto no es turismo religioso, y menos aún un “show”. ¿De qué se trata? Lo dice el lema de estos días: “Donde está Dios, ahí hay futuro”. Debería tratarse del hecho de que Dios regrese a nuestro horizonte, este Dios muy seguido totalmente ausente, pero del cual tenemos necesidad.

Quizá me pregunten: “Pero, ¿Dios, existe? Y si existe ¿se ocupa verdaderamente de nosotros?, ¿Podemos llegar nosotros hasta Él?”. Ciertamente, és verdad: no podemos poner a Dios sobre la mesa, no podemos tocarlo como un utensilio o tomarlo en la mano como cualquier objeto. Debemos desarrollar de nuevo la capacidad de la percepción de Dios, capacidad que existe en nosotros. Podemos intuir algo de la grandeza de Dios en la grandeza del cosmos. Podemos utilizar el mundo a través de la técnica, porque ello es construido de manera racional. En la gran racionalidad del mundo podemos intuir el espíritu creador del cual esto proviene, y en la belleza de la creación podemos intuir algo de la belleza, de la grandeza, de la bondad de Dios. En la Palabra de la Sagrada Escritura podemos sentir la palabra de vida eterna que no viene simplemente de los hombres, sino que viene de Él, y en ella sentimos su voz. Y finalmente, vemos casi a Dios también en el encuentro con las personas que han sido tocadas por Él. No pienso solamente en los grandes: de Pablo a Francisco de Asis, hasta la Madre Teresa; sino que pienso en tantas personas simples de las cuales ninguno habla. Sin embargo, cuando los encontramos, de ellos promana algo de bondad, de sinceridad, alegría, y nosotros sabemos que ahí está Dios y que Él nos toca también a nosotros. Por lo tanto, en estos días queremos empeñarnos para volver a ver a Dios, para volver nosotros mismos a ser personas por las cuales entre en el mundo la luz de la esperanza, que es luz que viene de Dios y que nos ayuda a vivir.

Traducción al español de la trascripción italiana: jesuita Guillermo Ortiz