La ‘Era Común’, una hipocresía históricamente insensata

 

Hay que denunciar que bajo ese ‘respeto’ a otras religiones, lo que pretende en realidad es borrar cualquier rasgo de cristianismo. O sea que se trata de un atentado más a la base cristiana de nuestra cultura, lenguaje e historia, en declaraciones de un obispo anglicano.

05/10/11 11:00 PM


 

La televisión británica, BBC,  ha propuesto la sustitución de las tradicionales siglas del antes o después de Cristo [aC - dC] por un genérico ‘era común’.  La razón que aduce: no ofender o alienar a los no cristianos. La alternativa que propone es usar ‘era común’ como algo ‘religiosamente neural.

Hay que denunciar que bajo ese ‘respeto’ a otras religiones, lo que pretende en realidad es borrar cualquier rasgo de cristianismo. O sea que se trata de un atentado más a la base cristiana de nuestra cultura, lenguaje e historia, en declaraciones de un obispo anglicano.

Lucetta Scaraffia, profesora de Historia en la Universidad La Sapienza de Roma, ha respondido señalando que se trata de una fenomenal hipocresía. Por tres razones principales: 1ª) La hipocresía radica en recurrir al momento del nacimiento de Cristo sin mencionarle. 2ª) “Muchísimos no cristianos han dicho que no se sienten ofendidos por la datación tradicional antes de Cristo, aC, y después de Cristo, dC.“; 3ª) Porque “negar la función históricamente revolucionaria de la venida de Cristo a la tierra, aceptada también por quienes no le reconocen como Hijo de Dios, es una estupidez y desde el punto de vista histórico lo saben tanto los judíos como los musulmanes“, destaca la historiadora italiana. Además, recuerda que con Cristo se extiende la idea de que todos los seres humanos son iguales, «principio sobre el que se fundan los derechos humanos,  un principio que hasta ese momento nadie había mantenido». Por eso, añade, «no es cuestión de fe, sino de razón. Judíos y musulmanes lo han entendido claramente».

Con propuestas como esta de la BBC y otras  del mismo cuño, ¿se garantiza un futuro para Europa? Ha escrito recientemente el cardenal Cañizares: “Una sociedad organizada en clave de progreso y bienestar material en la que los aspectos religiosos y morales fuesen dejados de lado, o recluidos a la esfera de lo privado, y en la que la felicidad se pretendiese que quedase garantizada por el funcionamiento de las condiciones materiales, estaría –ya lo vemos– abocada al fracaso, a la disolución de Europa“.

Con todo, la pregunta más radical la ha planteado y respondido Benedicto XVI en su viaje reciente a Alemania: “El hombre tiene necesidad de Dios, o acaso las cosas van bien sin él? Cuando en una primera fase de la ausencia de Dios, su luz sigue mandando sus reflejos y mantiene unido el orden de la existencia humana, se tiene la impresión de que las cosas funcionan bastante bien incluso sin Dios. Pero cuanto más se aleja el mundo de Dios, tanto más resulta claro que el hombre, en la hybris del poder, en el vacío del corazón y en el ansia de satisfacción y de felicidad, ‘pierde’ cada vez más la vida. La sed de infinito está presente en el hombre de tal manera que no se puede extirpar. El hombre ha sido creado para relacionarse con Dios y tiene necesidad de él. En este tiempo, nuestro primer servicio ecuménico debe ser el testimoniar juntos la presencia del Dios vivo y dar así al mundo la respuesta que necesita. Naturalmente, de este testimonio fundamental de Dios forma parte, y de modo absolutamente central, el dar testimonio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que vivió entre nosotros, padeció y murió por nosotros, y que en su resurrección abrió totalmente la puerta de la muerte“.

Dejémonos de falsas tolerancias y demos al mundo y al hombre de hoy lo que realmente necesita: la presencia del Dios vivo y verdadero manifestado en Jesucristo.

+ Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol