9.10.11

De vaticanistas y pensamientos conexos

A las 9:55 PM, por Andrés Beltramo
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Los “vaticanistas” ¿realmente existen? Es la pregunta que pulula en mi mente desde febrero de 2006 cuando llegué a Roma como corresponsal para cubrir periodísticamente las actividades del Papa y la Santa Sede. Ese adjetivo nunca me ha gustado, pienso que carece de verdadero significado. ¿Acaso existen los “casablanquistas” o los “mediorientistas”? Pues no. Al menos no les llaman así.

Pero, por alguna razón, sí se usa el término “vaticanista” para determinar genéricamente a los periodistas que cubren El Vaticano. En español dicha acepción es intrínsecamente contradictoria porque, según la Real Academia, el término tiene dos definiciones: “perteneciente o relativo a la política del Vaticano, sede de la corte pontificia” o “partidario de esta política”.

Como los informadores que cubren las actividades del obispo de Roma ni pertenecen a la corte papal ni, mucho menos, son partidarios de ella (aunque algunos sí, según sea el caso), resulta cuando menos impreciso llamarles “vaticanistas”.

Quizás para salvar la situación en España se acuñó el neologismo “vaticanólogo”. Menos me gusta. Suena a cerebrito de biblioteca que estudia durante años y desarrolla teorías grandilocuentes sobre el mundo vaticano, tan hermético como críptico. Bien dijo el sacerdote José Antonio Fortea, días atrás en su blog, que resulta como los “kremlinólogos” durante la Guerra Fría, quienes se pavoneaban de conocer los más íntimos secretos del Politburó pero, en realidad, de esos asuntos moscovitas sabían muy poco.

Toda esta reflexión viene a cuento de ese artículo del exorcista. Bajo el título “En el mundo hay tres tipos de vaticanólogos”, el texto del buen Padre Fortea me honró por partida doble: primero porque, sin seguir blog alguno, confesó conocer Sacro&Profano y, sobre todo, porque consideró lo publicado aquí como “profesional” y “serio”. Algo que se agradece, aún más si viene de un presbítero correcto y preciso como pocos.

Como indicó el sacerdote, autoproclamarse “vaticanólogo” resulta ser muy peligroso. Puede darle a uno la impresión de estar por encima de sus capacidades, de formar parte de una categoría a la cual no pertenece. Cuando se escribe el margen de error es muy alto, particularmente si se decide abordar los llamados “temas incómodos”.

Otro buen colega, Francisco José Fernández de la Cigoña, demostró la veracidad de esa tesis en (este artículo de) su blog hace unos días, donde aclaró algunos de los errores contenidos en un reciente artículo del autor de estas líneas. Y, al hacerlo, fue bastante condescendiente. Algo que me sorprendió, la verdad. Porque suele ser filoso a la hora de criticar, esa es su principal virtud. Aún demostrando con propiedad mis superficialidades (producto más de la falta de tiempo que de la mala fe) lo hizo con estilo, reservándome palabras de respeto que también agradezco. Ahora tengo certeza que Cigoña (el periodista más leído de España en temas eclesiásticos) revisa “siempre con interés” los aportes de Sacro&Profano.

Estos dos comentarios, debo confesarlo, provocaron en mí una profunda reflexión. Por un lado sobre la importancia de tener constantemente los pies en la tierra y, por otro, sobre la fragilidad de nuestro trabajo, sujeto en todo momento a errores involuntarios (que debemos prevenir y erradicar).

También me hicieron pensar sobre la naturaleza del blog y su impacto. Se trata de un diario periodístico que tiene trazos de bloc de notas, con anotaciones al margen y todo. Así es propuesto y así debe ser consultado. Por lo tanto no tiene mayores pretensiones, sólo aquellas de poner ahí, a la vista de todos, datos que permitan comprender de mejor manera la realidad.

Un ejercicio que tiene sus límites. La información ofrecida nunca es total y absoluta, sino una simple aproximación a la verdad desde un ángulo. Algo sobre lo cual, espero, los lectores también puedan reflexionar. Para comprender correctamente lo aquí escrito. Sería un error “absolutizar” o tomarse como un asunto personal la información de este espacio.

La máxima aspiración de Sacro&Profano es, tal vez, abrir algunos debates sobre temas de interés general sobre la Santa Sede y la Iglesia católica. Nada más. Por eso, si nos equivocamos, apelamos a la corrección, a la crítica y a la indulgencia. El periodismo es así y, cada tanto, es bueno reflexionar sobre ello. En “voz alta”, claro, para que todos puedan leerlo.