ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 24 de octubre de 2011

Santa Sede

Reformar la arquitectura del sistema financiero mundial

Mercados libres y respeto a la subsidiariedad

Hombres y mujeres en uniforme llenos de la fe en Jesús

Te amo Señor, mi fuerza

Mundo

Obispo vasco se ofrece como instrumento de reconciliación

Honduras: Mensaje del arzobispo de Tegucigalpa a los damnificados

CD de la peregrinación de la Cruz e Icono de la JMJ 2013

Análisis

¿Hacia dónde marchan las creencias religiosas?


Santa Sede


Reformar la arquitectura del sistema financiero mundial
Propuestas de la Nota del Consejo Pontificio Justicia y Paz
ROMA, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- En su intervención en la rueda de prensa de presentación de la Nota del Consejo Pontificio Justicia y Paz “Por una reforma del sistema financiero internacional en la perspectiva de una Autoridad pública de competencia universal”, el profesor Leonardo Becchetti afirmó que “la crisis financiera global es una oportunidad para reformar la arquitectura del sistema financiero mundial, reforzar la Unione Europea desde el punto de vista de la armonización de las políticas fiscales, procediendo de manera más expeditiva hacia la meta de una unidad política, e aumentar la disciplina de las políticas fiscales nacionales”.

El profesorBecchetti, docente de Economía política en la universidad romana de Tor Vergata, señaló dos caminos por los que avanzar:

El primero, construir un conjunto de reglas de gobernanza global que en lo posible sirvan de marco a la acción de las instituciones globales.

El segundo: reformar el sistema financiero internacional con una serie de propuestas específicas.

Sobre el primer punto, subrayó que “la gobernanza global es urgente y necesaria para superar la asimetría entre la globalización de los mercados globales y las reglas que siguen siendo sobre todo nacionales”.

“La globalización --explicó- nos hace cada vez más interdependientes y hace prácticamente imposible desinteresarse de los problemas de otros países un tiempo lejanos,” e ilustró sobre las consecuencias tipo ‘dominó’ que hubo en el mundo, ya fuera la crisis en Estados Unidos o en la Unión Europea, y sobre factores tales como la amplia posesión de títulos del tesoro estadounidense por parte de China, o de los griegos por parte de los bancos franceses y alemanes”.

Sobre las reglas para los mercados financieros, el profesor Becchetti precisó que “el documento hace propias algunas propuestas ya lanzadas por la ley Dodd-Frank en Estados Unidos, y por la comisión Vickers en el Reino Unido, que todavía no han entrado en vigor por diversas dificultades”.

Según el docente de Economía política el punto fundamental sin embargo es el de “devolver a las finanzas al servicio de la economía real”.

Para hacerlo, es necesario: reducir el apalancamiento de los bancos demasiados grandes para quebrar; adoptar la llamada Volckerrule que impide a los bancos comerciar con los depósitos de los clientes y reglamentar de modo más severo el mercado de los derivados que nacen como instrumentos aseguradores.

Una cuarta propuesta se refiere a la institución de una tasa sobre las transacciones financieras, idea que está ganando un vasto consenso.

Para introducir tal tasa existen sin embargo cuatro objeciones principales.

El docente de la universidad de Roma-Tor Vegata informó sobre los argumentos de quienes se oponen a la tasa sobre las transacciones financieras porque: “no se puede imponer si no es a nivel global; no habría ingresos por la fuga de capitales; la tasa aumenta significativamente el coste del capital; la tasa reduce la liquidez de los mercados”.

Según el profesor Becchetti tales argumentos son “falsos o infundados o por la evidencia de los hechos (los primeros dos), o por la falta de pruebas (los otros dos)”.

Una tasa sobre las transacciones financieras –concluyó el docente universitario- “puede ser una etapa importante en el reequilibrio de las relaciones entre instituciones y finanzas, y la recuperación de aquella confianza por parte de la sociedad civil hacia las instituciones financieras de la que tenemos urgente necesidad”.

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Mercados libres y respeto a la subsidiariedad
Presentada en el Vaticano la Nota por una reforma del sistema financiero internacional
ROMA, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio Justicia y Paz presento hoy, lunes, 24, el documento “Para una reforma del sistema financiero internacional en la perspectiva de una Autoridad pública de competencia universal”, que propone la creación de un organismo a nivel internacional super partes, con una constitución aceptada por todos, capaz de regular las finanzas internacionales, ponerlas al servicio no de la especulación sino de economía real, de la persona humana y respetando el principio di subsidiariedad.

En la presentación de la nota, en la Sala de Prensa de la Santa Sede, intervinieron el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz; monseñor Mario Toso, secretario del mismo Consejo Pontificio;y el profesor Leonardo Becchetti, profesor de Economía política de la universidad romana de Tor Vergata.

Monseñor Toso explicó que la Nota es “una relectura de la grave crisis económica y financiera en la que todavía estamos inmersos, señalando, entre otras causas, no sólo las éticas sino más específicamente las ideológicas”.

“Las viejas ideologías han visto el ocaso –recordó el secretario de Justicia y Paz--, pero han surgido nuevas, no menos peligrosas para el desarrollo integral de la familia humana. Estas han repercutido negativamente sobre el sistema monetario y financiero internacional y globalizado, provocando desigualdades en cuanto a desarrollo económico sostenible, así como graves problemas de justicia social, poniendo a dura prueba sobre todo a los pueblos más débiles”.

“Se trata –añadió- de ideologías neoliberales, neoutilitaristas y tecnocráticas que, mientras reducen el bien común a dimensiones económicas, financieras y técnicas absolutizadas, ponen en peligro el futuro de las mismas instituciones democráticas”.

El cardenal Turkson precisó que es un documento que estará sobre la mesa del G20 el 3 y 4 de noviembre, en la ciudad francesa de Cannes, de modo que los reunidos puedan imaginar “una reforma del sistema financiero y monetario internacional, en la perspectiva de una autoridad pública de competencia mundial”.

Una propuesta que no significa, como explicó monseñor Toso, “la ampliación actual del G7 en G20”, porque “se trataría de una solución todavía insatisfactoria e inadecuada”.

Según el documento del Consejo Pontificio, “el G20 no responde plenamente a la lógica de Naciones Unidas”, porque “adolece de legitimación y de un mandato político por parte de la comunidad internacional”.

La Nota del Consejo Pontificio trata de pasar del actual “sistema de governanza a un sistema que, además de la coordinación horizontal, disponga de una Autoridad super partes, con potestad de decidir con método democrático y de sancionar conforme a derecho”.

Tal paso, no puede darse sin “el multilateralismo, tanto a nivel diplomático como en el ámbito de los planes de desarrollo sostenible y por la paz”.

En este contexto, monseñor Toso subrayó que la Nota indica que “los mercados financieros son un bien público, no una realidad a demonizar”, aunque se trate de regularlos.

Respondiendo sobre algunas coincidencias con las peticiones de los “indignados”, el prelado mantuvo las distancias, recordando que “la base es la doctrina social de la Iglesia y su centro es la dignidad de la persona humana”.

Además, “no es un documento papal, y ni siquiera de la Secretaría de Estado –precisó el portavoz vaticano padre Federico Lombardi--. Es una aportación del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Por tanto, no es de magisterio papal sino de un autorizado dicasterio de la Santa Sede”.

En el turno de preguntas y respuestas, monseñor Toso subrayó que “no se trata de crear un Moloch”, sino una gobernabilidad aceptada por todos porque “hoy nuestro problema es huir del hecho de que pocos decidan por los demás”.

Por tanto, de favorecer “mercados libres y estables, disciplinados por un adecuado marco jurídico, funcionales para el desarrollo sostenible y el progreso social de todos, inspirados en los valotes de la caridad en la verdad”.

Sobre la dificultad de traducción de la palabra gobernanza, el cardenal Turkson recordó que no se piensa en un gobierno mundial, sino que se entiende como un ente con “una buena capacidad de gestionar” y que “respete la soberanía de cada país”.

El presidente del Consejo Pontificio recordó la sintonía del actual documento con la Pacem in Terris, la Populorum progressio, la Caritas in Veritate, y concluyó con las palabras de Benedicto XVI: “La crisis nos obliga a volver a proyectar nuestro camino, a darnos nuevas reglas, y a encontrar nuevas formas de compromiso, que apunten a experiencias positivas y a rechazar las negativas”.

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Hombres y mujeres en uniforme llenos de la fe en Jesús
Discurso del Santo Padre en el Encuentro Internacional para los Ordinariatos Militares
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- A continuación les ofrecemos el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió a los participantes del Encuentro Internacional para los Ordinariatos Militares, al recibirlos en la Sala Clementina el pasado sábado 22 de octubre.

* * * * *

Señores cardenales, venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos amigos,

estoy contento de acogeros con ocasión del sexto Congreso Internacional de los Ordinariatos Militares y del tercer Curso Internacional de formación de los capellanes militares en derecho humanitario, promovidos conjuntamente por la Congregación para los Obispos y por el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. Al saludar cordialmente a todos, agradezco al cardenal Marc Ouellet las corteses palabras que me ha dirigido también en vuestro nombre.

Estas iniciativas vuestras asumen una importancia particular, porque se colocan -como se ha dicho ya- en el contexto del 25 aniversario de la Constitución Apostólica Spirituali militum curae, promulgada por el Juan Pablo II, de la que hoy celebramos la memoria litúrgica. Mediante tal procedimiento legislativo, se pretende dar a los Ordinariatos Militares la posibilidad de promover una acción pastoral cada vez más adecuada y mejor organizada por una parte importante del Pueblo de Dios, es decir, los militares y sus familias, con sus instituciones como cuarteles, escuelas militares y hospitales. 25 años después del documento, es necesario poner de manifiesto que los Ordinariatos Militares han demostrado, en general, haber adoptado un estilo cada vez más evangélico, adecuando las estructuras pastorales a las urgentes exigencias de la nueva evangelización.

En estas jornadas de estudio, os proponéis recorrer idealmente el camino histórico y jurídico de los Ordinariatos Militares, su misión eclesial, así como está delineada por la Spirituali militum curae, separando las trayectorias comunes de la pastoral a favor de los militares y profundizando en los problemas más actuales. En la expresión de mi cordial aliento, deseo llamar vuestra atención sobre la exigencia de garantizar a los hombres y a las mujeres de las Fuerzas Armadas una asistencia espiritual que responda a todas las exigencias de una vida cristiana coherente y misionera. Se trata de formar a cristianos que tengan una fe profunda, que vivan una práctica religiosa convencida y que sean testigos auténticos de Cristo en sus ambientes. Para alcanzar este objetivo, es necesario que los obispos y capellanes militares se sientan responsables del anuncio del Evangelio y de la administración de los Sacramentos ahí donde estén presentes los militares y sus familias.

Si el desafío de los Ordinariatos Militares es el de evangelizar el mundo castrense, haciendo posible el encuentro con Jesucristo y la santidad de vida a la que todos lo hombres están llamados, parece evidente que los sacerdotes, comprometidos en este ministerio, deben tener una sólida formación humana y espiritual, una constante atención por la propia vida interior y, al mismo tiempo, estar disponibles a la escucha y el diálogo, para poder acoger las dificultades personales y ambientales de las personas a ellos confiadas. Estas, de hecho, necesitan un continuo apoyo en su itinerario de fe, ya que la dimensión religiosa tiene un significado especial también en la vida de un militar. La razón por la que existen los Ordinariatos Militares, es decir la asistencia espiritual a los fieles en las Fuerzas Armadas y de la Policía, hace referencia a la solicitud con la que la Iglesia ha querido ofrecer a los fieles militares y a sus familias todos los medios de salvación para facilitarles la atención pastoral ordinaria y la ayuda específica que necesitan para desarrollar su misión con el estilo de la caridad cristiana. La vida militar de un cristiano, de hecho, se pone en relación con el primer y más grande mandamiento, el de amor a Dios y al prójimo, porque el militar cristiano está llamado a realizar una síntesis por la que sea posible ser un militar por amor, cumpliendo el  ministerium pacis inter arma.

Me refiero, en especial, al ejercicio de la caridad en el soldado que socorre a las víctimas de los terremotos y de las inundaciones, como también a los prófugos, poniéndose a disposición de los más débiles su valentía y su competencia. Pienso en el ejercicio de la caridad en el soldado comprometido en la desactivación de minas, con su peligro y riesgo personales, en las zonas que han sido escenario de guerras, como también en el soldado que, en el ámbito de las misiones de paz, patrullan las ciudades y los territorios para que los hermanos no se maten entre ellos. Hay muchos hombres y mujeres en uniforme llenos de la fe en Jesús, que aman la verdad, que quieren promover la paz y que se comprometen como verdaderos discípulos de Cristo en el servicio a la propia nación, favoreciendo la promoción de los derechos humanos fundamentales de los pueblos.

En este contexto, se inserta la relación entre el derecho humanitario y los Capellanes Militares, ya que una colaboración entre las organizaciones humanitarias y los responsables religiosos desarrolla energías fecundas dirigidas a aliviar los sufrimientos de los conflictos. En las devastadoras heridas producidas por las guerras y ante los ojos de todos, la dignidad humana es ultrajada a menudo y la paz destruida. Sin embargo, la sola dinámica del derecho no basta para restablecer el equilibrio perdido; es necesario recorrer el camino de la reconciliación y del perdón. Así escribió el beato Juan Pablo II en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2002, que siguió a los trágicos atentados del 11 de septiembre de 2001: “La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes, y sobre la distribución ecuánime de beneficios y cargas. Pero, puesto que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas truncadas” (nº3).

Queridos amigos, también a la luz de estas consideraciones, las motivaciones pastorales que son la base de la identidad del Ordinariato Militar son de gran de actualidad. La obra de evangelización en el mundo militar exige una creciente asunción de responsabilidades, para que, en este ámbito, haya un anuncio siempre nuevo, convencido y gozoso de Jesucristo, única esperanza de vida y de paz para la humanidad. Él, de hecho, dijo: “sin mí, no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Que vuestra particular misión y vuestro ministerio y el de vuestros colaboradores, presbíteros y diáconos, favorezcan una renovación general de los corazones, presupuesto de la paz universal, a la que todo el mundo aspira. Con estos sentimientos os aseguro mi oración y os acompaño con mi bendición, que imparto de corazón a vosotros y a los que se confían a vuestros cuidados pastorales.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

© Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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Te amo Señor, mi fuerza
Homilía del Papa en la canonización de los santos Guido Conforti, Luis Guanella y Bonifacia Rodríguez de Castro
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- A continuación les ofrecemos la homilía que el Santo Padre Benedicto XVI realizó con ocasión de la canonización de Guido María Conforti, Luigi Guanella y Bonifacia Rodríguez de Castro el pasado domingo.
 

* * * * *

¡Queridos hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas!

Nuestra liturgia dominical se enriquece hoy por diversos motivos de agradecimiento y de súplica a Dios. Mientras que, de hecho, celebramos con toda la Iglesia la Jornada Mundial Misionera -cita anual que pretende renovar el impulso y el compromiso por la misión-, damos gracias al Señor por tres nuevos santos: el obispo Guido María Conforti, el sacerdote Luigi Guanella y la religiosa Bonifacia Rodríguez de Castro. Con alegría dirijo mi saludo a todos los presentes, en particular a las Delegaciones oficiales y a los numerosos peregrinos venidos para celebrar a estos tres ejemplares discípulos de Cristo.

La Palabra del Señor, que se ha escuchado antes en el Evangelio, nos ha recordado que toda la Ley divina se resume en el amor. El evangelista Mateo relata que los fariseos, después de que Jesús responda a los saduceos cerrándoles la boca, se reúnen para probarle (cfr 22,34-35). Uno de estos interlocutores, un doctor de la ley, le pregunta: “Maestro, en la ley ¿cuál es el mandamiento más importante?”(v. 36). A la pregunta, totalmente intencionada, Jesús responde con absoluta sencillez: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer y más importante de los mandamientos”(vv. 37-38). En efecto, la exigencia principal para cada uno de nosotros es que Dios esté presente en nuestra vida. Él debe, como dice la Escritura, penetrar todos los estratos de nuestro ser y colmarlos plenamente: el corazón debe conocerlo a Él y debe dejarse tocar por Él; así también el alma, las energías de nuestra voluntad y decisión, así como también la inteligencia y el pensamiento. Es un poder decir como San Pablo: “no vivo sólo yo, sino que Cristo vive en mí”(Gal 1,20).

Justo después, Jesús añade algo, que en verdad, no lo había preguntado el doctor de la ley: “El segundo es igual a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo”(v. 39). Declarando que el segundo mandamiento es similar al primero, Jesús deja entender que la caridad hacia el prójimo es tan importante como el amor a Dios. De hecho, el signo visible con el que el cristiano puede mostrar al mundo el amor a Dios, es el amor a los hermanos. ¡Qué providencial resulta ahora el hecho de que justo hoy la Iglesia presente a todos sus miembros, tres nuevos santos que se dejaron transformar por la caridad divina y de ella haya recibido la impronta toda su existencia. En distintas situaciones y con distintos carismas, ellos amaron al Señor con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos “de manera que se convierten en modelo para todos los creyentes” (1Ts 1,7).

El Salmo 17, poco antes proclamado, invita a abandonarse con confianza en las manos del Señor, que es “fiel a su consagrado” (v. 51). Este comportamiento interior guió la vida y el ministerio de san Guido María Conforti. Incluso desde que era joven, tuvo que superar la oposición del padre para entrar en el seminario, donde dio pruebas de tener un carácter decidido en el seguimiento de la voluntad de Dios, en el corresponder en todo a aquella caritas Christi que en la contemplación del Crucifijo, lo atraía a sí. Sintió fuertemente la urgencia de anunciar este amor a todos los que no habían recibido este anuncio y el lema “Caritas Christi urget nos” (cfr 2Cor 5,14) sintetiza el programa del Instituto Misionero, al que, apenas con treinta años, dio vida: una familia religiosa puesta enteramente al servicio de la evangelización, bajo el patrocinio del gran apóstol de Oriente, San Francisco Javier. Este empuje apostólico de San Guido María, fue llamado a vivirlo en el ministerio episcopal, primero en Rávena y después en Parma, donde se dedicó, con todas sus fuerzas, al bien de las almas que se le confiaron, sobre todo de las que se habían alejado del camino del Señor.

Su vida estuvo marcada por numerosas pruebas, muchas de ellas graves. Él supo aceptar todas las situaciones docilidad, acogiéndolas como indicación del camino marcado para él por la divina Providencia; en toda circunstancia, también en las derrotas más mortificantes, supo reconocer el diseño de Dios, que lo guiaba a edificar su Reino sobre todo en la renuncia de sí mismo y en la aceptación cotidiana de su voluntad, con un abandono confiado cada vez más pleno. Él, en primer lugar, experimentó y testificó lo que enseñaba a sus misioneros, que la perfección consiste en hacer la voluntad de Dios, siguiendo el modelo de Jesús Crucificado. San Guido María Conforti tuvo su mirada interior fija en la Cruz, que dulcemente lo atraía a sí; en esta contemplación veía abrirse el horizonte entero, donde surgía el “urgente” deseo, escondido en el corazón de todo hombre, de recibir y acoger el anuncio del único amor que salva.

El testimonio humano y espiritual de San Luigi Guanella es para toda la Iglesia un particular don de gracia. Durante su existencia terreno, vivió con coraje y determinación el Evangelio de la Caridad, el “gran mandamiento” que también hoy la Palabra de Dios ha recordado. Gracias a la profunda y continua comunión con Cristo, en la contemplación de su amor, el padre Guanella, guiado por la Providencia divina, se convirtió en compañero y maestro, consuelo y alivio de los más pobres y de los más débiles. El amor de Dios animaba en Él el deseo del bien por las personas que se le confiaron, en la realidad de la vivencia cotidiana. Dedicaba a todos una rápida atención, respetando sus tiempos de crecimiento y cultivando en el corazón la esperanza que todo ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, gustando la alegría de ser amado por Él – Padre de todos-, que puede obtener y dar a los demás lo mejor de uno mismo. Queremos hoy alabar y dar gracias al Señor porque en San Luigi Guanella nos ha dado un profeta y un apóstol de la caridad. En su testimonio, tan cargado de atención y de humanidad hacia los últimos, reconocemos un signo luminoso de la presencia y de la acción benéfica de Dios: el Dios -como se ha oído en la Primera Lectura- que defiende al forastero, a la viuda, al huérfano, al pobre que debe dar en prenda su propia capa, la única que tiene para cubrirse por la noche (cfr Ex 22,20-26). Que este nuevo Santo de la caridad sea, para todos, en particular para los miembros de las Congregaciones fundadas por él, modelo de profunda y fecunda síntesis entre la contemplación y la acción, así como él la vivió y la puso por obra. Toda su experiencia humana y espiritual la podemos resumir en las últimas palabras que pronunció en su lecho de muerte: “in caritate Christi”. Y el amor de Cristo que ilumina la vida de todo hombre, revelando como en el don de uno mismo al otro no se pierde nada, sino que se cumple verdaderamente nuestra felicidad. Que San Luigi Guanella nos regale crecer en la amistad con Dios, para promover la vida en todas sus manifestaciones y condiciones, y hacer que la sociedad humana se convierta cada vez más en la familia de los hijos de Dios.

En la segunda Lectura hemos escuchado un pasaje de la Primera Carta a los Tesalonicenses, un texto que usa la metáfora del trabajo manual para describir la labor evangelizadora y que, en cierto modo, puede aplicarse también a las virtudes de Santa Bonifacia Rodríguez de Castro. Cuando san Pablo escribe la carta, trabaja para ganarse el pan; parece evidente por el tono y los ejemplos empleados, que es en el taller donde él predica y encuentra sus primeros discípulos. Esta misma intuición movió a Santa Bonifacia, que desde el inicio supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano. Faenar, como había hecho desde pequeña, no era sólo un modo para no ser gravosa a nadie, sino que suponía también tener la libertad para realizar su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres, que en el obrador pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa, discerniendo su propio proyecto de vida y capacitándose para llevarlo a cabo. Así nacen las Siervas de San José, en medio de la humildad y sencillez evangélica, que en el hogar de Nazaret se presenta como una escuela de vida cristiana. El Apóstol continúa diciendo en su carta que el amor que tiene a la comunidad es un esfuerzo, una fatiga, pues supone siempre imitar la entrega de Cristo por los hombres, no esperando nada ni buscando otra cosa que agradar a Dios. Madre Bonifacia, que se consagra con ilusión al apostolado y comienza a obtener los primeros frutos de sus afanes, vive también esta experiencia de abandono, de rechazo precisamente de sus discípulas, y en ello aprende una nueva dimensión del seguimiento de Cristo: la Cruz. Ella la asume con el aguante que da la esperanza, ofreciendo su vida por la unidad de la obra nacida de sus manos. La nueva Santa se nos presenta como un modelo acabado en el que resuena el trabajo de Dios, un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su testimonio con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la contrariedad, difundiendo en todas partes la Buena Noticia del Reino de los cielos. Nos encomendamos a su intercesión, y pedimos a Dios por todos los trabajadores, sobre todo por los que desempeñan los oficios más modestos y en ocasiones no suficientemente valorados, para que, en medio de su quehacer diario, descubran la mano amiga de Dios y den testimonio de su amor, transformando su cansancio en un canto de alabanza al Creador.

“Te amo Señor, mi fuerza”. Así, queridos hermanos y hermanas, hemos aclamado con el Salmo responsorial. De tal amor apasionado son signo elocuente estos tres nuevos santos. Dejémonos atraer por su ejemplo, dejémonos guiar por sus enseñanzas, para que toda nuestra existencia se convierta en testimonio del auténtico amor a Dios y al prójimo.

Nos obtenga esta gracia la Virgen María, Reina de los Santos, y también la intercesión de San Guido María Conforti, San Luigi Guanella y Santa Bonifacia Rodríguez de Castro. Amén.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

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Mundo


Obispo vasco se ofrece como instrumento de reconciliación
Monseñor Munilla celebra el fin de la actividad armada de ETA
SAN SEBASTIÁN, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- El obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla hizo pública una carta este domingo para ser leída en todas las parroquias, monasterios, santuarios y comunidades de la diócesis, donde se celebrara la eucaristía dominical, con el título “Cristo es nuestra paz”. La carta es una respuesta desde la Iglesia guipuzcoana a la declaración que hizo pública la banda terrorista ETA este 20 de octubre, en la que anunciaba el fin de la actividad armada.

“Hoy, Día del Señor –inicia la carta--, celebramos la Eucaristía en un contexto inmediato muy concreto, después de que la organización terrorista ETA ha hecho pública la decisión de 'cese definitivo de su actividad armada'. La eucaristía es 'acción de gracias', y hoy agradecemos a Dios poder ver más cerca la ineludible y urgente disolución de ETA”.

“En esta Eucaristía --añade--, queremos recordar de forma especial a cada una de las víctimas del terrorismo. Seguimos estando unidos a las familias que sufren, a veces en el silencio de la soledad, la injusta ausencia de sus seres queridos, que son los nuestros. La comprensible ilusión social generada por la noticia del cese de la violencia terrorista, no puede acallar el dolor de las víctimas, que no ha cesado”.

Monseñor Munilla da las gracias “a quienes, desde la primera acción terrorista, y de forma desinteresada, se han comprometido públicamente contra la violencia y han trabajado por la paz, a título individual, en asociaciones eclesiales y civiles, en los partidos políticos, en la judicatura, en los medios de comunicación social, en las fuerzas de seguridad…”.

El trabajo que se presenta a partir de este momento, subraya el obispo vasco, “sigue siendo grande”. “Como Iglesia del Señor, queremos ofrecernos a Dios y, con su ayuda, a la sociedad, como instrumentos de reconciliación, para que las heridas abiertas puedan llegar a sanarse. Haciendo nuestra la oración de San Francisco de Asís, le pedimos a Dios en esta Eucaristía: 'Señor, haz de nosotros un instrumento de tu paz'”.

“Esta tarea de pacificación y reconciliación –concluye la misiva episcopal- debe comenzar desde el interior de nuestros corazones, de forma que cada uno de nosotros completemos el camino de nuestra conversión personal, acogiendo a Cristo como aquel que ha derribado los muros que nos separan y haciendo posible una sociedad donde el vínculo de la caridad no sea una utopía y donde la verdad sea buscada en libertad y aceptada con humildad. Los cristianos estamos implicados personalmente y como Iglesia en esta tarea y ponemos al servicio de todos nuestra fe”.

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Honduras: Mensaje del arzobispo de Tegucigalpa a los damnificados
El cardenal Rodríguez Maradiaga anima a la generosidad
TEGUCIGALPA, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, y presidente de Caritas Internacional, ha dirigido un mensaje a los hondureños solidarizándose con los damnificados de las últimas lluvias torrenciales y animando a los hondureños a la generosidad con sus hermanos afectados.

“Muchos de nuestros compatriotas están viviendo momentos difíciles, debido a la inclemencia del tiempo que ha dejado muchas lluvias y con esto, se han generado inundaciones y derribamientos de puentes y viviendas, dejando a miles incomunicados”, constata el cardenal Maradiaga.

“En estos momentos de incertidumbre que puede llegar a la desesperación quiero recordarles que si pierden lo material, de alguna forma lo pueden recuperar, pero si pierden la fe en Dios, eso les puede ocasionar mayor tristeza y dificultades”, añade.

Ofrece un texto de las Sagradas Escrituras que siempre le ha ayudado a mantenerse firme “a pesar de las dificultades”. De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos, capitulo 8 versículos 35 al 39: “¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. Que nada nos aparte del amor de Dios, ni la tristeza, ni el dolor, ni la angustia,ni la incertidumbre por el mañana”.

“No están solos –subraya el arzobispo de Teguciogalpa--, no están abandonados de la mano de Dios. Tengan la certeza de que Él les acompaña y les anima”.

Invita a todos a que sigan demostrando su generosidad siendo solidarios: “Todas las Caritas están activas y en nuestras Parroquias pueden llevar sus donaciones para compartir con nuestros hermanos damnificados”.

Afirma que san Mateo, en el capítulo 25 versículo 45, recuerda que “lo que le hagamos a nuestros hermanos a Jesús se lo hacemos”.

Invocando el auxilio de la Virgen María de Suyapa para que “sea nuestro auxilio y sea ella el modelo, para que todos compartamos con alegría con quienes sufren”, anima a todos a la generosidad.

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CD de la peregrinación de la Cruz e Icono de la JMJ 2013
Lanzado por la Conferencia Episcopal de Brasil
BRASILIA, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- La colaboración entre la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB) y las productoras de música católicas produjo el primero de los tres CD especiales de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2013, en Río de Janeiro.

El primero se dedica a la peregrinación de la Cruz de la JMJ y del Icono de Nuestra Señora por las diócesis de Brasil. Titulado No peito eu levo uma cruz (En mi corazón llevo una cruz), este primer álbum es una colección de trece canciones católicas conocidas, relacionadas con los temas de la cruz y la Virgen, cantadas por voces como Ziza Fernandes, José Vincente, y el padre Fabio de Melo, entre otros, informa a ZENIT Tiago Miranda.

Pero lo más destacado del disco es una nueva versión de la canción Nova Geração (Nueva Generación), del Padre Zezinho, cuyo estribillo da nombre al CD. También hay una aplicación interactiva con imágenes, música, y el clip de la canción tema.

La canción comienza con la voz del compositor, en su primera grabación en los años 70. La música continúa en las voces de cantantes de diferentes estilos musicales de varias partes del país, y concluye de nuevo con la voz de Padre Zezinho, casi 40 años después, cantando la frase: “Yo creo en el poder del joven que sigue el camino de Cristo Jesús”. El coro lo hacen todos los músicos en ritmo de samba, característico de la ciudad que acogerá la próxima Jornada Mundial de la Juventud de 2013.

La grabación se produjo en una reunión histórica de los cantantes católicos, en la sede de los estudios de Ediciones Paulinas, en São Paulo, el 21 de junio. En esa ocasión, más de ochenta músicos compartieron sus experiencias en la misión de evangelizar a través de la música.

En la reunión, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral para la Juventud (CEPJ), obispo Eduardo Pinheiro da Silva, obispo auxiliar de Campo Grande (MS), compartió con los músicos la preocupación de la CNBB, por que los cantantes y compositores hicieran canciones que promuevan el encuentro entre los jóvenes, así como la necesidad de expresar en las canciones los diferentes proyectos sociales que los propios jóvenes tienen en la Iglesia.“La Iglesia Católica hace muchas cosas hermosas en la sociedad y la cultura y, a veces no se la comunican”, dijo.

A la hora de hacer el CD, el padre Joãozinho, cantante y compositor, fue invitado por la Comisión para la Juventud a promover la unidad de las diferentes expresiones dentro de la música católica en este proyecto de evangelización de la juventud. El sacerdote dehoniano explicó que se hará otro CD con doce himnos que marcaron la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

El tercer CD tendrá temas inéditos creados para la JMJ 2013. El padre Joãozinho dijo sentirse muy feliz de participar en el proyecto. Según él, la elección de la canción tema del CD correspondió a la propuesta de la CNBB para “mostrar la unidad de los jóvenes en Brasil”.

El sacerdote informó también que la forma en que los músicos fueron invitados fue de lo más sorprendente. Cuando se lanzó la idea del CD en las redes sociales, especialmente en Twitter, los músicos empezaron a hablar y participar en el proyecto. Sólo no participaron quienes no podían cancelar sus compromisos. “Todo fue a través de Internet”, dijo.

Según declara el padre Joãzinho, la Iglesia en Brasil está impulsando una preparación muy fuerte para la Jornada Mundial de la Juventud. Sin embargo, advirtió que la Iglesia no vive sólo para momentos de celebración. “Creo que la preparación para la JMJ con la cruz indica que habrá algo después de la JMJ”, argumentó, en referencia a una continuidad después de la jornada.

De acuerdo con el asesor nacional de la juventud de la CNBB, padre Carlos Savio Ribeiro, la Iglesia en Brasil vive un momento privilegiado en relación a la evangelización de la juventud, que fue confirmado por la participación de Brasil en Madrid, con casi quince mil registrados, pero sobre todo por la elección de Río de Janeiro como sede delpróximo evento.

Para conocer el video clip de Nova Geração:

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=4z1wjTP7AAk.

Por otra parte, los pasados días 13 y 14 de octubre, los responsables del sector de Juventud en todo Brasil, referentes para la JMJ, se reunieron en las Obras Misionales Pontificias, en Brasilia.

En la agenda, la organización de la peregrinación de los símbolos de la JMJ, la elaboración de los proyectos de la prejornada, una semana antes, y un estudio sobre lo que es la Jornada, sus objetivos, informes, avisos y cómo hacer que su desarrollo implique a la juventud de Brasil y del mundo.

Según el asesor nacional de la Comisión Episcopal de Pastoral para la Juventud de la Conferencia Episcopal (CNBB), padre Carlos Sávio, en la reunión se dialogaron los detalles del proyecto JMJ-2013 y la situación de los sectores de Juventud.

“Este encuentro ayuda a proyectar la Jornada de la Juventud que tendrá lugar en Río, y también nos informa de la situación de la juventud en cada región para que podamos trazar un trabajo que realmente alcance a los jóvenes en las bases fe la Iglesia de Brasil”, dijo el padre Sávio.

Según el asesor, una de las preocupaciones del grupo es una Jornada que no se limite al acontecimiento: “Estamos elaborando un proyecto que piensa en la JMJ no sólo en el período en el que acontece el evento, sino en tres momentos claves antes, durante y después, a través de un proyecto de evangelización que debe durar hasta 2015”.

Para el secretario nacional de la Obra Pontificia de Propagación de la Fe (OMP) y Juventud Misionera (JM), padre Marcelo Gualberto, la Iglesia en Brasil quiere dar prioridad a la prejornada porque se trata de un momento fuerte de evangelización que debe marcar a la juventud.

“Queremos, en ese momento, reanimar la fe de la juventud a partir de Cristo con la conciencia misionera que nos propone el Documento de Aparecida (DAp) y el propio tema de la JMJ-2013: 'Id y haced discípulos en todos los pueblos'; así será también posible la oportunidad de que los jóvenes se conciencien respecto a su protagonismo en la evangelización”, dijo el secretario.

Por Nieves San Martín

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Análisis


¿Hacia dónde marchan las creencias religiosas?
Los jóvenes evalúan la moral: entre lo correcto y lo tonto
Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, lunes 24 octubre 2011 (ZENIT.org).- Un par de libros recientes ofrecen una interesante perspectiva sobre la situación actual de la religión en Estados Unidos y lo que al respecto podemos esperar de quienes están llegando a la edad adulta.

El primero, FutureCast: What Today's Trends Mean for Tomorrow World (Barna Books), lo ha escrito George Barna, un prolífico escritor que ha fundado el Barna Research Group. Basado en numerosas encuestas de opinión, el libro trata de dónde está la sociedad actual en una serie de temas sociales.

Tres de los capítulos del libro se ocupan de la creencia y práctica religiosa. La pertenencia religiosa se ha mantenido muy estable, con un 84% de personas que se consideraban cristianos en 1991, y un 85% en el 2010. Barna observaba, sin embargo, que muchos utilizan este título sin el respaldo de una práctica religiosa.

Por ejemplo, sólo el 45% creen firmemente que la Biblia acierta totalmente con los principios que enseña. Esta cifra disminuye hasta sólo el 30% para los nacidos de 1984 en adelante. Sólo el 34% de los adultos creen en público que hay una verdad moral absoluta, con apenas una variación del 3% para los nacidos en 1984 o después.

Barna señalaba también que entre los adultos pertenecientes a una Iglesia cristiana sólo la mitad afirman estar comprometidos de modo profundo con su fe cristiana.

Espiritual

Uno de los últimos cambios en la propia identidad religiosa es el aumento de aquellos que se consideran a sí mismo espirituales pero no religiosos. Cerca de una cuarta parte de los adultos afirman esto y, para los menores de 30 años, es la norma. La frase puede significar muchas cosas, pero Barna comentaba que, por lo general, refleja una indiferencia general hacia los programas, acontecimientos y tradiciones de las iglesias.

Esto se refleja en el hecho de que sólo el 17% creen que su fe en Dios está destinada a desarrollarse sobre todo a través de la participación en una iglesia local. A pesar de esto, el nivel de asistencia semanal a la Iglesia se ha mantenido en un 40%-45% durante los últimos 20 años.

Esta aparente constancia esconde grandes cambios en cuanto a los miembros de las iglesias. Las Iglesias protestantes más antiguas, conocidas como Iglesias históricas, son ahora más parecidas a iglesias marginales debido a su continuo descenso. Las Iglesias protestantes a las que les va bien son las de los evangélicos y pentecostales.

También hay un aumento de formas alternativas de iglesia. Las Iglesias hogar, en las que pequeños grupos de personas se reúnen en un casa, están empezando a hacerse populares en Estados Unidos. Otras formas alternativas incluyen lo que Barna denomina cyberiglesias, reuniones vía internet.

También se ha vuelto común que los norteamericanos cambien de Iglesia. La Iglesia católica es la gran perdedora aquí, habiendo perdido un número que equivale al 10% de todos los adultos del país, una pérdida compensada, no obstante, por la afluencia de católicos latinoamericanos a los Estados Unidos.

Barna también encontró que no son tantos los factores doctrinales los que motivan a la gente a cambiar de Iglesia. Actualmente las razones son mucho más subjetivas, centradas en las personalidades, la conveniencia, y el potencial de relaciones y experiencias.

Adultos emergentes

El segundo libro se centra en un grupo más reducido de personas. Christian Smith, profesor de sociología en la Universidad de Notre Dame, llevó a cabo, junto a algunos colegas, una serie de entrevistas en profundidad con una amplia gama de personas de entre 18 y 23 años.

Los sociólogos llamaban a estas personas “adultos emergentes” y han reflejado sus hallazgos en el libro Lost in Transition: The Dark Side of Emerging Adulthood (Oxford University Press).

En primer lugar, enumeraban una serie de factores que han jugado un papel crucial en la formación de estos jóvenes.

- El espectacular crecimiento de la educación superior, lo que ha significado que muchos extiendan su educación más allá de cumplidos los 20.

- El retraso de la edad de casarse, lo que ha dado lugar a dado lugar a una libertad sin precedentes durante la década posterior al fin del instituto.

- Cambios económicos que hacen más difícil a los jóvenes encontrar un puesto de trabajo estable y bien remunerado.

- La voluntad de los padres de apoyar económicamente a sus hijos hasta bien pasados sus 20 años.

- La disponibilidad del control de natalidad que ha desligado las relaciones sexuales de la procreación.

- La amplia difusión de teorías postestructuralistas y postmodernistas que promueven el subjetivismo individualista y el relativismo moral.

El libro comienza con un largo capítulo titulado “A la deriva moral”. Los adultos emergentes han pensado que la moral, que han encontrado, no era consistente, ni coherente ni articulada. Un factor que ha contribuido a esto es que pocos miembros de este grupo se han dedicado antes a pensar sobre el tipo de cuestiones que se les plantes en temas morales.

El libro observaba que muchas de las deficiencias en sus respuestas se deben a dos factores principales. Primero, al intentar dar con el bien en sus juicios morales tienen la predisposición a estar en contra de aceptar lo que el libro describe como “absolutismo moral coercitivo”. Segundo, la mayoría de los adultos emergentes han recibido una educación muy pobre a la hora de pensar en cuestiones morales.

Los jóvenes tienen una visión muy individualista de la moral. Esto les lleva a decir que no se debe juzgar a nadie en asuntos morales, ya que tienen derecho a sus opiniones personales. Una estudiante universitaria explicaba, por ejemplo, que ella no hacía trampas en sus estudios, pero se abstenía de juzgar a sus compañeros que sí las hacían.

A otra de las entrevistadas se le preguntó si era correcto que una persona rompiera las normas morales para salirse con la suya y lograr un beneficio. Respondió diciendo que si la persona pensaba que no estaba mal, entonces, por definición, no estaba mal. Admitía que el robo era algo tonto, pero después decía que cometer un robo no te convertía en una mala persona.

Tonto

Llegaron a la conclusión que, según esta postura: “Algunas cosas están bien, y otras son tontas, si bien no está claro que algo sea objetiva y moralmente bueno o malo”.

El relativismo moral caracteriza también a muchos de los entrevistados. Por otro lado, muchos de ellos expresaron ideas que eran racionalmente inconsistentes.

La idea de que la moral es una construcción de la sociedad y de la cultura puede llegar tan lejos en un debate que un joven no expresó juicio negativo alguno sobre la esclavitud. Otro defendió la rectitud moral de los terroristas que causan la muerte de mucha gente.

“Son así, hacen lo que creen que es lo mejor que podrían hacer y, por eso, hacen el bien”, fue parte de la explicación dada por este joven.

Este fuerte relativismo era profesado por un tercio de los entrevistados, con los otros dos tercios no muy alejados. Muchos de este último grupo tampoco tenían clara su postura moral. Ni tampoco fueron capaces de explicar o defender sus afirmaciones morales que hacían.

Todos los adultos emergentes creían, de alguna forma, en algo llamado moral. Los sociólogos descubrieron que, al preguntarles acerca de las fuentes de la moral, la mayor parte de lo que decían simplemente no resistía un examen crítico básico.

No menos del 34% declaró que no sabían lo que hacía que una cosa fuera moralmente correcta o incorrecta, y algunos de ellos simplemente no entendían las preguntas sobre este tema.

En cuanto a los demás, sus respuestas fueron muy diversas. Algunos pensaban que la moral se definía por lo que otras personas pensaban de alguien. El 40% de este grupo citó, en mayor o menor medida, este criterio.

Otros describían la base de la moral en función de si mejoraba la situación de la gente. Otro factor determinante para algunos era si algo dañaba a otras personas.

En su conclusión al capítulo sobre la moral, los autores señalaban que los adultos emergentes tienen muy poco bagaje para afrontar los desafíos del presente y del futuro, y forman una generación que ha fracasado en cuanto a formación moral.

Aunque hay que ser precavidos a la hora de generalizar las encuestas y sondeos de opinión hechas a grupos pequeños, no obstante, las evidencias recogidas en ambos libros son un buen recordatorio de los desafíos a que se enfrentan las iglesias y todas las personas preocupadas por la moral.

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