26.10.11

 

Sí, son muy osados. Les dejas votar y, en vez de apoyar a los partidos laicistas que quieren para sus países una democracia según el modelo de las democracias liberales de Occidente, van y tiene el cuajo de votar a los partidos islamistas. Es decir, a los partidos que quieren que la sociedad se guíe por los principios de la religión musulmana.

Es lo que acaba de pasar en Túnez, un país que no se caracteriza precisamente por ser un nido de fundamentalistas islámicos. A pesar de que los partidos laicisas se las prometían muy felices, la realidad les ha golpeado en el rostro con un triunfo del partido islámico moderado En Nahda en 24 de las 27 circunscripciones electorales. Los medios hablan de desolación en las élites tunecinas, copadas por laicistas. Pero ya sabemos que en las sociedades a veces ocurre que las élites tienden a ir por un lado y el pueblo por otro.

Está por ver cómo de moderados son los dirigentes de En Nahda una vez que tomen el poder. En Libia ya están hablando de imponer la sharia y no sería descartable que en Túnez la legislación que tome como fundamento los principios éticos y morales del Corán. Al fin y al cabo, es lo que la mayoría de tunecinos han querido.

Hablando de élites, las de Occidente mirarán seguramente con estupor lo que está ocurriendo en los países de la “primavera árabe". Aquellos que piensan que el modelo político democrático-liberal laicista es exportable, así sin más, a todo el mundo, van a tener que aceptar que la realidad va en las naciones de mayoría islámica va por otras veredas y caminos. El Occidente apóstata no entiende cómo es posible que la cultura musulmana no apostate de su fe. La Europa que renuncia a Cristo se asombra ante la fortaleza de Mahoma en el norte de África.

Ni que decir tiene que, como cristiano, no me seduce lo más mínimo el avance del Islam. La situación de los cristianos en los países de mayoría musulmana es muy complicada y el triunfo de los partidos islamistas hará que sea aún peor. Pero menos me seduce la traición al cristianismo que tiene lugar en mi país y en la mayoría de los países que se supone que son cristianos. Y de hecho, tengo que reconocer que veo la mano de la Providencia en todo lo que está pasando. Los musulmanes fieles a su fe están dando a los cristianos infieles a Cristo una lección de coherencia. Para ellos la fe marca su existencia, sus leyes. Nosotros estamos empeñados en una carrera loca para ver qué país se aleja más, en su legislación, de los principios del evangelio. Y todo ello con los votos de los bautizados.

No es de extrañar que los pocos políticos provida en los países cristianos acaben hartos de tanta apostasía político-social. En Argentina ha aparecido uno de ellos, Pablo Tschirsch, diciendo verdades como puños. Asegura que él pensaba que “el cristianismo defiende la familia, los valores y la unidad". Y así es. El problema es cuando los cristianos votan exactamente a quienes ni defienden la familia, ni defienden la vida, ni ninguno de los valores que se suponen que son elementos de su fe. De eso sabemos mucho en España. Y no parece que la Iglesia haga mucho para que cambie esa realidad. No nos extrañe que un día muy lejano, la cada vez más numerosa comunidad musulmana residente en este país nos dé una lección de coherencia electoral. Esa que hemos despreciado desde la llegada de la democracia a este país.

Luis Fernando Pérez Bustamante