Oferta de Mons. Sanz Montes a las religiosas de Murcia

El monasterio asturiano de Valdediós podría ser ocupado por monjas trapenses

 

Javier Morán informa en la Nueva España que el conjunto de Valdediós, en la parroquia de Puelles (Villaviciosa), podría retornar a su condición de monasterio de vida contemplativa, tal y como fue concebido desde sus orígenes en el siglo XIII, con monjes cistercienses. No obstante, si se lograra ahora la recuperación del cenobio como tal -que fue disuelto en enero de 2009 por la Santa Sede- sus ocupantes no serían monjes, sino monjas, concretamente de la orden trapense, de la misma familia religiosa que la orden cisterciense.

28/10/11 10:35 AM


 

(Javier Morán/LNE) En efecto, el Arzobispado de Oviedo ha ofrecido Valdediós a las monjas trapenses del monasterio Nuestra Señora de la Paz, en La Palma (Cartagena), región de Murcia. Estas religiosas llevan tiempo buscando un nuevo emplazamiento para su monasterio, ya que el que ocupan desde los años setenta del pasado siglo ha quedado rodeado en los últimos años por infraestructuras viarias y ferroviarias que dificultan una vida de silencio y recogimiento.

La comunidad de estas monjas, formada por unas diez o doce religiosas, se sostiene económicamente gracias a sus trabajos artesanales en cerámica y repostería, labores que podrían seguir realizando en Valdediós. La orden trapense ha aceptado estudiar el ofrecimiento y la superiora de La Palma visitará el monasterio de Villaviciosa para conocerlo y dar paso a las decisiones.

Según ha podido saber La Nueva España, el hecho de que Valdediós esté habitado en la actualidad por la comunidad de San Juan no será obstáculo para su restauración como cenobio contemplativo. Dicha comunidad de San Juan, que llegó al monasterio maliayo en febrero de 2009, ha reconocido que el emplazamiento apartado de Valdediós dificulta su labor apostólica, principalmente dirigida a los jóvenes y, por tanto, más propia de un medio urbano. La comunidad de San Juan, una congregación religiosa de origen francés, de moderna creación y muy pujante, llegó a Valdediós al atender el llamamiento del anterior arzobispo de Oviedo, Mons. Carlos Osoro, quien decidió que la comunidad cisterciense que desde 1992 residía en el monasterio no podía continuar, dado su estancamiento en número de monjes y vocaciones.

Mons. Osoro mantuvo fuertes diferencias con el entonces prior de Valdediós, Jorge Gibert Tarruell, que quería mantener el monasterio en activo y para ello llegó a solicitar su integración en la orden trapense. No obstante, la vaticana Congregación para los Institutos de Vida Consagrada respaldó a Osoro y el 26 de enero de 2009 decretó la disolución del priorato cisterciense de Valdediós. A las pocas semanas, los tres monjes que habitaban en Valdediós salieron hacia sus nuevos destinos: Gibert a Santa María de Viaceli, en Cobreces (Cantabria); Lawrence Curran, a Sobrado de los Monjes (La Coruña), y Massimo Marianella, a la abadía de Casamari, en Italia.

En esas mismas fechas llegaban los primeros religiosos de la comunidad de San Juan, cuya relación con la diócesis ha sido buena y especialmente con motivo de la celebración de la Jornada mundial de la juventud (JMJ), el pasado verano, cuando congregaron y animaron a gran número de jóvenes en Asturias. Pero es precisamente esa labor con jóvenes la que es difícil mantener desde Valdediós. El monasterio del Valle de Dios -como lo bautizaron sus primeros ocupantes-, fue fundado el año 1200 por Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, y en el emplazamiento donde ya existía la pequeña iglesia de San Salvador, hoy joya del Prerrománico. Fue encomendado a la orden cisterciense y pasó por diversos avatares, hasta que la Desamortización de Mendizábal, en 1835, provocó su supresión.

El conjunto -iglesia, dos claustros y hospedería- fue después seminario de la diócesis de Oviedo, hasta 1951. La Santa Sede lo restauró como priorato cisterciense en 1992, después de que el Arzobispado lo ofreciese a dicha orden y de que el Principado de Pedro de Silva contribuyese a su restauración material. La orden cisterciense, al igual que la trapense, en sus ramas masculina y femenina, son reformas, o ramificaciones, de la orden benedictina.