4.11.11

Los adventistas del Septimo día y el juicio investigador

A las 5:41 PM, por José Miguel Arráiz
Categorías : Adventistas
 

En 22 de octubre de 1844 forma parte importante de la doctrina escatológica de los adventistas del Septimo día, ya que primero fue la fecha profetizada para la segunda venida de Cristo, y posteriormente el inicio de un evento trascendental para ellos: “El juicio investigador”. La clave de dicha fecha se encuentra oculta en el capítulo 8 de Daniel:

 

Daniel 8

1 El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión después de la tenida anteriormente.

2 Miré durante la visión y me veía en Susa, la plaza fuerte que está en la provincia de Elam; en la visión miré, y me encontraba en la puerta del Ulay.

3 Levanté los ojos para ver, y vi un carnero que estaba delante de la puerta. Tenía dos cuernos; los dos cuernos eran altos, pero uno más que otro y el más alto había despuntado el último.

4 Vi que el carnero acometía contra el oeste, el norte y el sur. Ninguna bestia podía resistirle, nada podía escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande.

5 Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente, recorriendo la tierra entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno “magnífico” entre los ojos.

6 Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie delante de la puerta y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza.

7 Vi cómo alcanzaba al carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que librara al carnero de su mano.

8 El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en la plenitud de su poder, el gran cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro “magníficos” en la dirección de los cuatro vientos del cielo.

9 De uno de ellos salió un cuerno, pequeño, que creció mucho en dirección del sur, del oriente y de la Tierra del Esplendor.

10 Creció hasta el ejército del cielo, precipitó en tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó con sus pies.

11 Llegó incluso hasta el Jefe del ejército, abolió el sacrificio perpetuo y sacudió el cimiento de su santuario

12 y al ejército; en el lugar del sacrificio puso la iniquidad y tiró por tierra la verdad; así obró y le acompañó el éxito.

13 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: “¿Hasta cuándo la visión: el sacrificio perpetuo, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?”

14 Le respondió: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario".

15 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí como una apariencia de hombre,

16 y oí una voz de hombre, sobre el Ulay, que gritaba: “Gabriel, explícale a éste la visión".

17 El se acercó al lugar donde yo estaba y, cuando llegó, me aterroricé y caí de bruces. Me dijo: “Hijo de hombre, entiende: la visión se refiere al tiempo del Fin".

18 Mientras él me hablaba, yo me desvanecí, rostro en tierra. El me tocó y me hizo incorporarme donde estaba.

19 Luego dijo: “Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al fin de la Ira, porque el Fin está fijado.

20 El carnero que has visto, sus dos cuernos, son los reyes de los medos y los persas.

21 El macho cabrío velludo es el rey de Yaván; el cuerno grande entre sus ojos, es el primer rey.

22 El cuerno roto y los cuatro cuernos que despuntaron en su lugar, son cuatro reinos salidos de su nación, pero que no tendrán su fuerza.

23 “Y al término de su reino, cuando lleguen al colmo los pecados, surgirá un rey, insolente y hábil en engaños.

24 Se hará poderosa su fuerza - mas no por su fuerza misma - tramará cosas inauditas, prosperará en sus empresas, destruirá a poderosos y al pueblo de los santos.

25 Y, por su habilidad, triunfará el engaño entre sus manos. Se exaltará en su corazón, y por sorpresa destruirá a muchos. Se alzará contra el Príncipe de los Príncipes, pero - sin que mano alguna intervenga - será quebrantado.

26 Es verdad la visión de las tardes y mañanas que se ha dicho, mas tú guarda en secreto la visión, pues habrá aún para muchos días".

27 Yo, Daniel, desfallecí y estuve enfermo unos cuantos días. Luego me levanté para ocuparme de los asuntos del rey. Seguía perplejo por la visión, que no se podía comprender.

Su interpretación parte específicamente de los versículos 13 y 14 en donde se dice que el tiempo en el cual el santuario sería pisoteado serán “dos mil trescientas tardes y mañanas” que para ellos simbolizan 2300 años contando desde el momento en que salió el edicto para reedificar a Jerusalén, al que atribuyen el año 457 a.C.. Así, contando 2300 años después del 457 a.C. obtienen el año 1844.

Ahora, alguien podrá preguntarse: ¿en base a qué razones ellos concluyen que estos 2300 años comienzan a partir del edicto a reedificar Jerusalén?. La razón es que suponen que como en el capítulo 8 de Daniel no se especifica el punto de partida de los 2300 años, el ángel Gabriel lo explica más adelante en el capítulo 9 versículo 25: “Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos”

Como en 1844 no ocurrió la parusía y comenzaron las deserciones en lo que se conoció como “el gran chasco”, Ellen White hace ajustes a la doctrina que había predicado el fundador del movimiento[1] y explica que no se había equivocado del todo, y que lo que ocurrió es que ese día dio inicio el juicio investigador, en el cual Dios examinará las vidas de todas las personas que creyeron en Jesús para juzgarlas[2].

Problemas de la eiségesis adventista

La eiségesis adventista cuenta con múltiples problemas entre los que se podrían mencionar:

1) Es una interpretación fuera de contexto. La profecía no hace ninguna referencia al segundo advenimiento del Mesías, tampoco se hace mención a ningún juicio investigador. Ellos han entendido eso porque en el versículo 17 se menciona el “tiempo del Fin” en el cual será “reivindicado el santuario” , pero en el versículo 19 se aclara que se refiere al “fin de la ira”, expresión que no tiene por qué entenderse de esa manera, como se verá más adelante.

2) Que en algunos textos bíblicos, los días simbolicen años[3] no significa que necesariamente se deba aplicar ese criterio a cada profecía. Suele ocurrir que cuando se utiliza la palabra días de forma alegórica el texto mismo indica cómo debe entenderse.

En Números 14,34 por ejemplo, se deja claro que un día allí equivale a un año: “cargaréis cuarenta años con vuestros pecados, un año por cada día” . Lo mismo ocurre en Ezequiel 4,6: “…Cuando hayas terminado estos últimos, te acostarás otra vez del lado derecho, y llevarás la culpa de la casa de Judá durante cuarenta días.. Yo te he impuesto un día por año” . En Daniel 8,14 por el contrario hay una ausencia absoluta de alguna mención de que la expresión “tardes y mañanas” deba entenderse como años. El uso mismo de esta expresión denota la sucesión de días y noches.

Así que aquí tenemos dos suposiciones de los adventistas: que la expresión tardes y mañanas equivale a días, y que se puede aplicar el principio de días por año aplicado en otras profecías.

3) Tampoco hay nada en el capítulo 8 de Daniel que indique que esos 2300 días que entienden como años deban ser contados a partir del edicto para reedificar a Jerusalén. En el capítulo 9 de Daniel el ángel explica una profecía distinta y no hay razón para asumir que ambas tienen el mismo punto de partida.

4) La explicación que el propio ángel Gabriel da a Daniel en los versículos del 20 al 25 es bastante clara y no concuerda con la eiségesis adventista, sino con la exégesis tradicional de la Iglesia a lo largo de la historia.

Exégesis ortodoxa y tradicional

Una correcta explicación del capítulo 8 de Daniel la da San Jerónimo y la podríamos resumir de la siguiente manera:

- El carnero de los dos cuernos uno más alto que el otro (versículo 3) representa al imperio Persa: imperio al que ningún pueblo podía resistir, y que identifica al propio Daniel en su explicación de la profecía[4].

“[Daniel] da el nombre de carnero a Darío, el tío abuelo de Ciro, que sucedió en el trono de los medos a su padre Astiages. Por otra parte, el cuerno más alto que el otro y que habría brotado más tarde representa al propio Ciro, rey de los medos y los persas después de Astiages, su abuelo materno, junto con su tío materno Dario, que en griego recibe el nombre de Ciaxares”. [5]

- El macho cabrío con un cuerno grande representa a Alejandro Magno: quien obtiene la victoria total sobre el imperio persa, primero derrotando al rey Darío Codomano para posteriormente conquistar Egipto y derrotar los restos del imperio persa en Arbela en el 331 a.C.

“Este macho cabrío, que venía de occidente, y que debido a la gran velocidad que traía parecía que no tocaba el suelo, es Alejandro, rey de los griegos, que tras destruir Tebas, tomó las armas contra los persas y, tras una primera batalla en la ribera del rio Gránico, venció a los generales de Darío, atacó directamente al propio carnero y le rompió sus dos cuernos, lo medos y los persas, lo arrojó a sus pies y sometió a los dos cuernos a sus poderío .”[6]

- La muerte de Alejandro Magno es representada por la rotura del cuerno grande: a raíz del cual, surgen cuatro reinos que se formaron del desmembramiento de su imperio, y que están simbolizados por los cuatro cuernos que surgen luego de que el cuerno grande se rompe:

“El cuerno grande es el primer rey, Alejandro, y una vez muerto él en Babilonia cuando contaba treinta y dos años, despuntaron en su lugar cuatro generales, que dividieron el imperio entre ellos –Ptolomeo, el hijo de Lago, obtuvo Egipto; Filipo de Macedonia, conocido también como Arideo, hermano de Alejandro, Siria y Babilonia; y Seleuco Nicátor, todos los reinos de Oriente; En Asia reinó Antígono -, pero no tenían su fuerza (Daniel 8,22), dice: ninguno, en efecto, pudo igualar la grandeza de Alejandro”


- El cuerno pequeño, que abolió el sacrificio perpetuo simboliza a Antíoco Epífanes:

Y al cabo de los años, en Siria, surgirá un rey insolente y hábil en engaños, Antíoco Epífanes, hijo de Seleuco, que también recibió el nombre de Filopátor.

Tras haber sido rehén en Roma, y sin saberlo el Senado, haberse apoderado del imperio con engaños, se enfrentó a Ptolomeo Filométor, es decir, al medio día y a los egipcios[7], y luego al oriente[8], a aquellos que preparaban levantamientos en Pesia, finalmente, se enfrento a los judíos y, tras tomar Judea, entró en Jerusalén y erigió una estatua a Jupiter Olímpico en el templo de Dios[9]. Y hasta el ejército del cielo -es decir, los hijos de Israel, protegidos por los ángeles- llegó su magnificencia[10], de forma que sometió a muchos santos a la idolatría y los aplastó bajo sus pies como su fueran estrellas del cielo[11], y todo ocurrió de forma que sometió a su imperio al mediodía y el oriente, es decir, Egipto y Persia.

Y lo que dice: Y se equiparó en grandeza incluso con el jefe del ejército[12], significa que se levantó contra Dios y persiguió a sus santos, y abolió el sacrificio perpetuo que se ofrecía por la mañana y por la tarde, y mancilló y sacudió el cimiento del santuario[13]. Y esto no lo consiguió gracias a su valor, sino gracias a los pecados del pueblo, y ocurrió que la verdad cayó por los suelos[14] y, mientras florecía el culto a los ídolos, se desvanecía el respeto a Dios”[15]

- Las dos mil trescientas tardes y mañanas corresponden al tiempo que duraría la profanación del templo: tiempo en el cual también se habían abolido los sacrificios en el templo:

¿Hasta cuándo se pisoteará la visión, el sacrificio perpetuo, el pecado de la desolación que se ha cometido, el santuario y el ejército? [16]. Un ángel pregunta a otro ángel hasta cuándo, por sentencia de Dios y bajo el reinado de Antíoco en Siria, va a estar desolado el templo y hasta cuándo va a permanecer la estatua de Júpiter en el templo de Dios.

Y le respondió: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas, después de purificará el santuario[17]. Leamos los libros de los Macabelos y la historia de Josefo, y allí encontraremos escrito que ciento cuarenta y tres años después de Seleuco, que fue el primer rey de Siria tras Alejandro, Antíoco entreó en Jerusalén y la devestó completamente y que tres años más tarde volvió y colocó en el templo una estatua de Júpiter, y hasta Judas Macabeo, es decir, hasta ciento cuarenta y ocho años más tarde, durante los seis años que duró la devastación de Jerusalén y los tres en que se mancilló el templo, transcurrieron dos mil trescientos días y tres meses, después de los cuales se purificó el templo”[18]

“Y lo que añade: Se purificará el santuario, hace referencia a la época de Judas Macabeo, que, con el apoyo de los hermanos y parientes de la aldea de Modim y otros muchos judíos, vence a los generales de Antíoco junto a Emmaus, conocida ahora con el nombre de Nicópolis[19]; Al oír esto Antíoco –que se había levantado contra «el príncipe de los príncipes», es decir, «el Señor de los poderosos» y «rey de reyes»[20]-, que se encontraba en Elymais, que es una provincia de Persia, con la intención de expoliar el templo de Diana, que contenía valiosos tesoros, allí mismo pereció sin violencia, es decir, murió enfermo y de tristeza[21].

Una explicación no solo es mucho más racional, sino que se ha cumplido cabalmente y puede ser verificada por la historia.

Doctrina adventista comprometida

No así ocurre con las interpretaciones adventistas, basada en suposiciones, eiségesis y textos fuera de contexto que fueron aceptadas por los creyentes a base de que la “profeta” Ellen White las soportara a base de “revelaciones privadas” a las que atribuía origen divino.

El juicio investigador no fue sino el recurso al que recurrieron los adventistas para justificar su gran chasco y no reconocer su error, pero es un recurso ya caduco que cada día es más difícil de sostener, pues ya entre ellos mismos comienzan a preguntarse cómo es posible que ese juicio que no es mencionado en ninguna parte de las Escrituras dure 167 años y contando, para un Dios Omnisciente que todo lo sabe. Algunos se conforman con la excusa que les dan sus dirigentes: Dios demora porque es misericordioso y quiere dar tiempo para la conversión.

 

NOTAS

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[1] William Miller

[2] En la Biblia hay referencias al juicio particular de cada creyente después de la muerte (Hebreos 9,27) y del juicio final (Mateo 24, 30- 31; Ap. 20, 11-14). No hay mención alguna de ningún juicio “investigador”.

[3] Números 14,34; Ezequiel 4,6

[4] Daniel 8,20

[5] Obras Completas San Jerónimo, Edición Bilingüe, Tomo Vb, Biblioteca de Autores Cristianos 662, Madrid 2006, Pág. 644

[6] Ibid. Pág. 644-645

[7] 1 Macabeos 1,19-20

[8] Daniel 8,9

[9] 1 Macabeos 1,21-28; 43-57; 2 Macabeos 5,11-26; 6,1-7

[10] Daniel 8,10

[11] 1 Macabeos 1,30-42; 58-67; 2 Macabeos 5,24-27; 6,8-7,42;

[12] Daniel 8,11

[13] Pasaje de controvertida interpretación. Quizá alude a los hechos sacrílegos acaecidos el 25 de diciembre del año 167 p.C. Cf. C. G. OZANE, «Three textual problems in Dan 8,12; 9,26; 11,18»: JthSt 16 (1965), p. 445-448

[14] Daniel 8,12

[15] Obras Completas San Jerónimo, Edición Bilingüe, Tomo Vb, Biblioteca de Autores Cristianos 662, Madrid 2006, Pág. 645

[16] Daniel 8,14

[17] Ibid.

[18] Obras Completas San Jerónimo, Edición Bilingüe, Tomo Vb, Biblioteca de Autores Cristianos 662, Madrid 2006, Pág. 647

[19] 1 Macabeos 4,3-25; 2 Macabeos 8,1-36; Ioseph., Ant. Iud. 12,7,304 (298-312)

[20] Daniel 8,25;11,36

[21] Daniel 8,25; 1 Macabeos 6,9-16; 2 Macabeos 9,5-10 y 28; Ioseph., Ant. Iud 12,9,1 (354-358)