5.11.11

El visitador “olvidado”

A las 7:42 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Legionarios de Cristo
 

Abril de 2009. Roma. En un departamento del Borgo Pío, a unos pasos del Vaticano, converso con un oficial de buen nivel de la Curia Romana. Entre uno y otro tema el informado personaje aborda la situación de los Legionarios de Cristo. “¿Sabes algo de los visitadores apostólicos?”, me pregunta. Dudo. Él se anticipa a mi respuesta y continúa: “ya están nombrados y no han gustado a los Legionarios. El padre Álvaro Corcuera se ha lamentado en público porque cree que están en su contra, especialmente el mexicano”.

A esas alturas ya estaba decidido: a instancias del Papa la Santa Sede iba a intervenir en la congregación tras los escándalos ligados a su fundador, Marcial Maciel Degollado. Lo haría con una “visita apostólica”, una auditoría a fondo. Pese a Corcuera, director general, y a la cúpula de la congregación. El resto de la historia es pública y conocida.

Este recuerdo viene a cuento porque aquel “mexicano indeseable”, al menos para los superiores legionarios, era Ricardo Watty Urquidi, misionero del Espíritu Santo y obispo de Tepic, quien falleció apenas el lunes pasado. Padecía cáncer de páncreas, enfermedad fatal.

No mucho tiempo después de aquel coloquio de 2009 comenzaron a circular en el ambiente romano algunos extraños rumores sobre el prelado. El más insistente se refería a supuestas ligerezas humanas suyas. Señalamientos fuera de la realidad, que parecieron responder a un intento por complicarle su labor.

Lejos estuvieron esas invenciones de disminuir su ánimo. Finalmente visitó 43 comunidades legionarias en México y una en El Salvador, donde entrevistó a unos 360 miembros de la congregación. Tras su imprevista muerte el lunes pasado, su diócesis y la Iglesia mexicana toda se volcó en un sentido homenaje.

No dejó de llamar la atención que la agencia de noticias de los Legionarios de Cristo, Zenit, ignorara completamente la noticia. A esta hora no existe reporte sobre el hecho en esa plataforma informativa, al menos en su edición en español.

Quizás esa evidente omisión respondió a la falta de personal que padece Zenit tras la crisis que significó el despido de su fundador y director editorial, Jesús Colina. Tras la salida del periodista español dejaron la agencia 16 empleados, nada menos. Prácticamente toda la plantilla.

De todas maneras quienes sí se quedaron podían haber notado tan importante noticia o, en el peor de los casos, simplemente haber publicado el boletín de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). Así hubiera actuado una agencia de y para la Iglesia, toda.

Serafines susurran.- Que hablando de Legionarios de Cristo, la más reciente entrevista (a una agencia estadounidense) del visitador apostólico Velasio De Paolis dejó en claro algunas cosas. La primera y más importante: no habrá “comisión de la verdad” para identificar a quienes supieron de los actos inmorales de Marcial Maciel y no actuaron para frenarlos.

“No sé de qué serviría. Correríamos el riesgo de sumergirnos en una intriga sin fin. Porque estas cosas son demasiado privadas para que yo las investigue”. Con esas palabras el purpurado liquidó un asunto que, por otra parte, ya se sabía. En marzo pasado publicamos (aquí) el contenido de una reunión durante la cual el mismo delegado descartó tal comisión de la verdad.

Esa revelación se convirtió en una bomba mediática. Apenas dos días después, en medio de la tormenta, De Paolis salió públicamente a aclarar que “nunca cerró la puerta” a buscar la verdad y anticipó que no tendría miedo de constituirla, si se aportaban pruebas.

Y las pruebas llegaron. Una serie de fotografías de Marcial Maciel con su amante, su hija española y algunos legionarios disfrutando del sol y del mar en diversos destinos turísticos. Las imágenes, que datan de 2005 y fueron publicadas por la televisión mexicana, son esas pruebas que De Paolis necesitaba para iniciar una investigación. Decidió no hacerlo, sus razones tendrá. Ahora lo reconoce públicamente y está muy bien. La verdad siempre emerge, siempre.