8.11.11

 

Vaya por delante que tras ver el debate de ayer entre Rubalcaba y Rajoy, mi impresión es que el candidato del PP ganó al socialista. En el primer bloque, sobre la situación económica, Mariano se merendó literalmente a Alfredo. Lo hizo trizas. Es más, quedó bien claro que hasta el mismísimo candidato del PSOE da por ganador al popular.

De hecho, más que un debate para las elecciones pareció el primer cara a cara entre el más que probable nuevo presidente del gobierno y el hipotético líder de la oposición. Digo más que probable e hipotético porque hasta que los españoles no voten, conviene mantener cierta prudencia. Y está por ver que Rubalcaba siga en política si, como dicen todas las encuestas, el PSOE se mete el castañazo que se merece por su absoluta incapacidad de gobernar este país en tiempos de crisis económica.

Pero como saben mis lectores, yo tiendo a fijarme en cosas que al 98% de los votantes les trae sin cuidado o lo consideran como un tema menor a la hora de votar. Me refiero a las políticas de ingeniería social que se están implantando en este país de la mano de la izquierda y ante la pasividad activa de la derecha.

Ayer Rubalcaba le pidió a Rajoy que tranquilizara a los homosexuales que se han “casado". Y Mariano hizo de nuevo de Don Tancredo dejando la decisión en manos del Tribunal Constitucional. Como quiera que el uno y el otro saben que el TC cuenta actualmente con mayoría “progresista", pues salvo sorpresón de última hora, ya sabemos cuál será su sentencia sobre el matrimonio gay.

Mariano explicó que cuando Zapatero quiso sacar esa ley, él le pidió la aprobación de una que reconociera a las uniones civiles de homosexuales todos los derechos del matrimonio, pero sin llamarlo matrimonio. Al PP le ocurre en este tema lo mismo que con el aborto. Se piensa que con no llamar a las cosas por su nombre, estas no existen. Por ejemplo, durante el gobierno de Aznar el aborto fue prácticamente libre en España. De iure no era un derecho. De facto sí. Quien quería abortar, lo hacía. El PSOE fue más allá y decidió que fuera legalmente lo que ya era en la práctica. Con el matrimonio gay ocurre lo mismo. Si lo que el PP propone es una unión que legalmente es equiparable al matrimonio, ¿qué más dará que se llame matrimonio?

Sí, ya sé que la terminología tiene su importancia. Es mejor que legalmente el aborto no sea un derecho y que la unión civil entre homosexuales no sea matrimonio. Pero eso es como los cánceres. Unos son peores que otros, pero todos te pueden llevar a la muerte si no son correctamente tratados. Si me dan a elegir, prefiero un cáncer de mama que uno de páncreas, pero lo que deseo es no tener cáncer.

Me parece importante que volvamos a reflexionar sobre un hecho que no admite discusión. Mientras la izquierda política de este país sabe el modelo de sociedad que quiere, totalmente alejada de sus raíces cristianas, la derecha no tiene un programa en esa materia. Todo lo centra en la gestión económica. El PP va a remolque del PSOE en el aborto, la eutanasia y el matrimonio gay. Supongo que es lo que nos merecemos los católicos tras varias décadas de ausencia en la configuración política de esta nación. Los pocos que quieren hacer algo en ese sentido son tildados de extrema derecha y no encuentran repercusión mediática ni siquiera en los medios de comunicación de la Iglesia. Así nos va. Así nos seguirá yendo. Recogemos lo que hemos sembrado.

Luis Fernando Pérez Bustamante