Diócesis
08/11/2011

La Iglesia continúa con las beatificaciones de los mártires españoles del S.XX. Este año se cumplen 75 años del comienzo de esta celebración

La Iglesia celebró este domingo la fiesta litúrgica de los mártires de la persecución religiosa en España. Más de 10.000 fueron asesinados por su fe. Este año, precisamente, se cumplen 75 años del martirio de miles de españoles que dieron su vida por Cristo.


 

"Otorgamos la facultad de que sean venerados como beatos a los que, en España, durante el siglo XX, derramaron su sangre por Cristo", así concluía el cardenal Saravia en 2007 en una abarrotada Plaza de San Pedro la formula de beatificación de los 498 españoles que recibieron el martirio durante la Guerra Civil.

Desde entonces la Iglesia celebra el seis de noviembre la fiesta litúrgica de los mártires del siglo XX en España, es decir, aquellos cristianos que fueron asesinados durante la Guerra Civil por el hecho de vivir su fe y ser consecuentes con ella. Representan un ejemplo para el resto de la cristiandad.

Hasta el momento son cientos los beatificados en varias tandas en esta persecución religiosa en el siglo XX en España. La más numerosa se produjo en 2007 en la Plaza de San Pedro en el Vaticano donde fueron beatificados juntos 498 mártires.

Sin embargo, justo 75 años después del inicio de la Guerra se cuentan en más de 10.000 los mártires en esta persecución religiosa. A esta cifra habría que sumar 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 monjas.

Los seglares que fueron asesinados a causa de su fe ascienden a 3.000. Muchos de ellos fueron asesinados por el bando republicano en Paracuellos del Járama, tierra regada por la sangre de los mártires. Y la magnitud de esta masacre ha quedado reflejada en los estudios de historiadores como Ricardo de la Cierva o César Vidal.

Ante esta festividad, el obispo de Córdoba ha vuelto a hablar con meridiana claridad sobre lo que ocurrió en aquellos años no tan lejanos.

Además, ante los más que probables ataques de una izquierda que pueda ver en esta fiesta una llamada a la confrontación, monseñor Fernández explica que la Iglesia no celebra en esta festividad "la crueldad de las torturas, ni trae a la memoria la impiedad de los verdugos y menos aún la ideología que sustenta el odio. La Iglesia celebra el amor más grande que cada uno de sus hijos ha sido capaz de expresar".