11.11.11

 

Las demandas «Wrongful life» –’una vida injusta’– todavía no son muy frecuentes en USA y Canadá. Al menos no tan habituales como las de daños por electrodomésticos o tan abundantes como las de «negligencia médica».

También se les llama, a veces, demandas de «eugenesia fallida», porque se fundamentan en que no se ha evitado el nacimiento de una persona minusválida. Hace unos días os contaba el caso de Florida, en el que los padres ganaron la demanda, habrían abortado a su hijo de haberlo sabido, un «nacimiento injusto».

Donde parece que empieza a ser más usual es en Israel. Según informa New Scientist, desde la primera en 1987 ya se han presentado 600 demandas, con un gran crecimiento en los últimos años. Hay que tener en cuenta que en Israel la tasa de malformaciones genéticas causadas por relaciones de consanguinidad es alta, y la legislación israelí atrae a los abogados como la sangre a los tiburones.

No es extraño que el intento de buscar la «pureza de sangre» tenga como resultado malformaciones genéticas. Ocurre en todas las especies animales. Pero sí, que siendo religioso el motivo de esa «pureza» –no mezclarse con los goyim–, haya tan poquitos escrúpulos como para tratar al ‘producto’ como una simple mercancía defectuosa.

Supongo que es lo que termina ocurriendo cuando la religión deviene en ideología o en un aspecto meramente cultural. La vida no es un asunto específicamente religioso, pero sin su razón última siempre queda cojo el tratamiento. Y aunque la concepción de la vida no es exactamente igual para judíos que para cristianos, estamos ante un caso de tal deshumanización que abre las carnes.

Como bien dice el rabino Abraham Steinber, experto en ética médica de la Escuela Hebrea de la Universidad de Medicina Hadassa:

Me resulta difícil de entender cómo los padres pueden subir al estrado y decirle a sus hijos: ‘mejor que no hubieses nacido’

La búsqueda de beneficios económicos por parte de abogados desaprensivos –y de padres desaprensivos– ha provocado la creación de un comité –Matza– que analice los hechos. Porque, como efecto secundario, se están dando casos de médicos que ‘curándose en salud’ exageran la probabilidad de que el niño pueda tener una discapacidad, lo que se traduce en el aumento del número de abortos.

Siempre me resultó difícil entender a Isaías, como al rabino Steinber: «¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!» (Is 49, 15) Se ve que el tema no es nuevo. ¿Cuanto tiempo tardará en llegar a aquí?, porque no lo dudéis, llegará.