11.11.11

Darwin a juicio (3)

A las 9:55 AM, por Daniel Iglesias
Categorías : Existencia de Dios, Creación y Evolución, Libros
 

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el post anterior presenté el excelente análisis que, en la segunda parte del Capítulo 2, Phillip Johnson hace de tres de las cuatro formas diferentes en que los darwinistas consideran la selección natural: como una tautología, como un argumento deductivo y como una hipótesis científica. Corresponde ahora presentar la cuarta forma.

4. La selección natural como una necesidad filosófica (cf. pp. 48-52).

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos ha declarado que la característica más básica de la ciencia es la “dependencia de explicaciones naturalistas”, en oposición a “medios sobrenaturales inaccesibles al entendimiento humano”. Así se clasifica como científicamente inaceptable la idea de que Dios de algún modo dirige la evolución. Si la ciencia ha de tener alguna explicación de la complejidad biológica, debe arreglárselas con lo que queda después de haber excluido lo considerado inaceptable. La selección natural es quizás la mejor de las alternativas restantes, y probablemente la única alternativa. En esta situación algunas personas deciden que el darwinismo simplemente debe ser verdadero. Para ellos no hay necesidad de comprobar la teoría misma, porque no hay ninguna alternativa respetable.

Aunque no se llegue al extremo de aceptar al darwinismo simplemente como principio filosófico, hay una gran diferencia entre estas dos actitudes hacia la evidencia empírica: la de quien busca probar si una teoría dudosa es cierta o no, y la de quien sólo busca confirmar la única teoría que está dispuesto a aceptar. Ya hemos visto que muchos científicos distinguidos a menudo aceptaron acríticamente la cuestionable analogía entre la selección natural y la selección artificial o no detectaron las falacias de las formulaciones de la selección natural como tautología o como deducción lógica. Tales absurdos sobrevivieron y se reprodujeron por la misma razón que a veces una especie incompetente evita la extinción: no había una competencia efectiva en su nicho ecológico.

Si no se requiere una confirmación positiva de la potencia creativa de la selección natural, hay poco peligro de que la teoría sea refutada por evidencia negativa. Los darwinistas han desarrollado un conjunto de conceptos subsidiarios (la selección de grupo, la selección de parentesco, la selección sexual, la pleiotropía, etc.) capaces de proveer una explicación plausible (al menos verbal) de casi cualquier eventualidad concebible. Johnson da el siguiente ejemplo: “Los fósiles vivientes, que han permanecido básicamente incambiados durante millones de años mientras sus primos estaban supuestamente evolucionando…, no son una vergüenza para los darwinistas. Ellos no pudieron evolucionar porque las mutaciones necesarias no llegaron, o a causa de “restricciones al desarrollo”, o porque ya estaban adaptados adecuadamente a su ambiente. En breve, no evolucionaron porque no evolucionaron.” (pp. 49-50).

Julian Huxley escribió lo siguiente: “La improbabilidad debe ser esperada como un resultado de la selección natural; y tenemos la paradoja de que una improbabilidad aparente excesivamente alta en sus productos puede ser tomada como evidencia de su alto grado de eficacia.” El comentario de Johnson es lapidario: “Sobre esta base la teoría no tiene nada que temer de la evidencia.” (p. 52). (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes


Nota: Los textos citados han sido traducidos por mí.