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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 14 de noviembre de 2011

Santa Sede

El diario vaticano y la regulación de las agencias de calificación

Mundo

La teología del cuerpo, un enfoque original

Tres mil alumnos no pueden ir a clase de Religión

Multitudinaria peregrinación al santuario de la patrona de Uruguay

Van Rompuy: Europa se fundó contra la barbarie y el totalitarismo

Vivir juntos en la Europa de hoy

Análisis

La empresa libre y la Iglesia Católica

Flash

Honor y gran alegría la visita papal a Cuba

Documentación

El fundamento de la sacramentalidad del matrimonio


Santa Sede


El diario vaticano y la regulación de las agencias de calificación
L'Osservatore Romano opina sobre el proyecto de nueva regulación europeo
ROMA, lunes 14 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- La guerra del rating ha comenzado. Las tres hermanas americanas --Fitch, Moody's y Standard&Poor's- están en la cuerda floja –afirma hoy en un artículo el diario vaticano L'Osservatore Romano. En Estados Unidos y Europa, el mundo de la política exige con insistencia que se le ponga la brida a un mercado demasiado potente, capaz de crear enormes desequilibrios en los mercados y de arriesgar la vida de los Gobiernos.

El día después “de la metedura de pata de Standard&Poor's sobre la deuda de Francia --afirma el diario vaticano--, desclasificada por error, se filtra desde Bruselas el proyecto de la nueva regulación UE sobre las agencias de rating”.

Y no son de color de rosa, anuncia: sanciones en caso de errores, suspensión de las valoraciones de los países en dificultades e informaciones previas a quien es juzgado, para corregir eventuales errores.

Las nuevas reglas serán presentadas el martes en Estrasburgo por el comisario del mercado interior, Michel Barnier, que ya había explicado sus objetivos: “reducir la dependencia de las agencias, reforzar la competencia, hacer más transparente el análisis y aumentar el rigor cuando se trata de valorar las deudas soberanas”.

Por primera vez, señala L'Osservatore, “se indica el camino de las sanciones civiles a la agencia 'responsable de infringir, intencionadamente o por negligencia grave, la regulación comunitaria', 'causando perjuicios a los inversores'.

La nueva regulación impone a las agencias la obligación de informar a la autoridad que emite el título --Estado u otra entidad administrativa- sobre los elementos en qué se basan las valoraciones.

La notificación debe darse al menos “un día laborable pleno antes de la publicación”, de modo que se puedan corregir las eventuales inexactitudes (como sucedió este verano con la deuda estadounidense).

La Comisión pretende, además, según el dirio vaticano “la limitación del papel de las agencias en 'situación de peligro existente e inminente por el funcionamiento' de los mercados financieros o 'por la estabilidad financiera de todo o de parte del sistema económico de la UE'.

El proyecto incluye, además, la posibilidad de suspender el rating de aquellos países que están “negociando un programa de asistencia económica internacional” de modo que se pueda reducir los “efectos de recaída” sobre valoraciones de otros países.

Un punto sobre el que, sin embargo, la Comisión UE no ha dado el gran paso, advierte L'Osservatore Romano, es el de una agencia de rating europea, una petición ya formulada por el Parlamento UE en junio y sobre el que no hay acuerdo unánime. La propuesta se considera interesante pero de “difícil” actuación.

Las agencias de rating son criticadas, a menudo, por los analistas financieros porque no siempre son fiables sus análisis, ya que como sociedades privadas no están exentas de conflictos de intereses. Apenas una semana antes de la caída de Lehman Brothers, en 2008, las agencias habían emitido un rating positivo sobre la banca estadounidense.

Muchos analistas, además, destacaron que eventuales agencias gubernamentales serían menos fiables al depender de los ejecutivos nacionales y de las esferas de la política local.

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Mundo


La teología del cuerpo, un enfoque original
Congreso interdisciplinar celebrado en Roma
ROMA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Un original congreso interdisciplinar sobre la Teología del Cuerpo, término introducido por el beato Juan Pablo II en la doctrina católica más reciente, tuvo lugar del 9 al 11 de noviembre en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. En el evento internacional, participaron expertos que trataron el tema desde la bioética, la comunicación, la filosofía, las ciencias jurídicas, humanas, la teología, la pastoral e incluso el arte.

En la primera sesión, a puertas cerradas, moderada por el profesor Michael Ryan LC, el rector del centro académico Pedro Barrajon LC abrió los trabajos.

El profesor Michael Waldstein, docente de Nuevo Testamento en la Ave Maria University de Naples, Estados Unidos, afrontó el cuerpo como materia teológica. Habló sobre el libro del Génesis y el desarrollo de la Teología del Cuerpo del beato Juan Pablo II.

El padre Barrajón introdujo el tema en la doctrina del papa Wojtyla. La expresión “teología del cuerpo” no era usada en los ambientes teológicos católicos, dijo. “No es que el cuerpo hubiera sido completamente olvidado por la reflexión teológica sino que el interés se centraba en otros temas”. Gracias a las catequesis de Juan Pablo II, que se extienden desde el 5 de noviembre de 1979 al 28 de noviembre de 1984, aunque con numerosas pausas, se difunde el término “teología del cuerpo” que aparece ya en la primera de estas lecciones doctrinales del pontífice.

El padre Thomas Williams LC, docente del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, afrontó la originalidad del cuerpo para la visión cristiana de la persona humana; Rocco Buttiglione, vicepresidente de la Cámara de los Diputados de Italia, expuso “La teología del cuerpo en el pensamiento de Karol Woityla”; el profesor Ramón Lucas, profesor ordinario de antropología filosófica y bioética de la Universidad Gregoriana afrontó el argumento desde el punto de vista teorético desde tres ángulos: estético, ético y teológico.

El aspecto filosófico fue tratado en primer lugar por Ales Bello, profesora de filosofía en la Universidad Pontificia Lateranense quien expuso “La fenomenología como método filosófico en la teología del cuerpo”. Intervinieron también el profesor José Antonio Izquierdo LC, profesor de este centro académico, el profesor Xavier Lacroix, profesor de teología moral en la universidad de Lyon y el padre Pascal Ide, director de la Oficina de Universidad de la Congregación para la Educación Católica.

El enfoque teológico corrió a cargo en primer lugar del padre Giovanni Boer, docente de teología bíblica en este centro; Manlio Sodi OSB, docente de liturgia en la Universidad Pontificia Salesiana; Walter Schu LC, docente del Centro Superior de Humanidades Clásicas, Cheshire, Estados Unidos; y Paolo Scarafoni LC, rector de la Universidad Europea de Roma.

El 11 de noviembre, intervino en primer lugar monseñor Savio Hon Tai-Fai, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Janet Smith, docente de teología moral en el seminario mayor Sacred Heard en Detroit, Estados Unidos; monseñor Sygmund Zymonsky, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios; Christopher West, docente del Theology of the Body Institut, Exton, Estados Unidos; Katrina Zeno, coordinadora del John Paul II Resource Center for Theology of the Body and Culture, diócesis de Phoenix, Estados Unidos; Yvonne Dohna, docente en la Universidad Pontificia Gregoriana.

El itinerario bioético tuvo como ponentes a George Woodall, docente de bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum; y los profesores Gonzalo Miranda LC, decano de la Facultad de Bioética, el profesor. Joseph Tham LC y la profesora Giorgia Brambilla, del mismo ateneo.

En la sesión final, intervinieron Guido Traversa, docente de la Facultad de Filosofía de este centro, el profesor Mario Morcellini, presidente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad La Sapienza de Roma y el profesor Michael Waldstein, docente de Nuevo Testamento de la Ave Maria University en Naples, Estados Unidos que afrontó “El futuro de la teología del cuerpo”.

ZENIT ha tenido acceso a los textos de algunas de estas intervenciones que han sido publicadas en nuestra edición en italiano (www.zenit.org/italian), y que por su eminente interés recomendamos a nuestros lectores, aunque por el momento no han sido traducidas. Ofrecemos aquí el enlace a una de las comunicaciones en español: 

http://www.zenit.org/article-40901?l=spanish

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Tres mil alumnos no pueden ir a clase de Religión
El calvario de las diócesis españolas
ALMERÍA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El Ministerio de Educación lleva desde el verano sin oficializar los contratos de los seis profesores que este año se incorporan a la asignatura de Religión en educación primaria en la diócesis de Almería, España. Desde que comenzara el curso escolar en septiembre, casi tres mil alumnos de primaria de varios centros educativos de la provincia de Almería continúan sin recibir sus clases de Religión. Un hecho que se repite en otros lugares en lo que sigue siendo el calvario de las diócesis a la hora de enseñar Religión.

La responsabilidad de este problema, denuncia la diócesis almeriense, recae sobre el Ministerio de Educación que “está retrasando en el tiempo un trámite tan sencillo como es oficializar media docena de contratos”.

Un total de seis profesores de Religión y moral católica llevan más de dos meses en paro a la espera de que el Ministerio de Educación resuelva el trámite.

La situación no es nueva y se repite cada año, tal y como asegura el delegado episcopal para la Enseñanza Católica Ignacio López Román, quien explica que “cuando se solicita en el mes de julio a las administraciones la ampliación del número de horas de la asignatura de Religión, los trámites se alargan inexplicablemente durante meses, lo que provoca que cuando comienza el curso los alumnos de esta asignatura no cuenten con profesor”.

Esta dejación por parte de la administración crea malestar en los padres de los alumnos que han elegido la asignatura de Religión --un 77% de los escolares de toda la provincia--, en los propios alumnos que se ven privados de su derecho a recibir esta enseñanza y en el resto de profesores de los centros educativos que tienen que hacer horas extra para suplir a los docentes de Religión.

Pero es más, añade, “con esta medida el Ministerio de Educación está dejando sin justificación durante meses en el paro a seis personas que desde el mes de septiembre deberían estar ejerciendo como profesores de Religión”.

El delegado episcopal afirma que “aunque en estos momentos la asignatura goza de muy buena salud --ha aumentado el número de alumnos tanto en primaria como en secundaria- parece que exista cierta intención de desgastarla y desprestigiarla por parte de las administraciones que no están cumpliendo con la legislación en materia educativa ni con el acuerdo que firmó el gobierno de España con la Santa Sede”.

Por ley, una baja debe cubrirse en quince días, pero en el caso de los profesores de Religión el trámite se prolonga, llegando a darse el caso de que un profesor que tiene que cubrir una baja de dos meses puede incorporarse cuando tan sólo quedan dos semanas.

La dejación por parte de las administraciones provoca que se culpe de forma equivocada al obispado de la situación.

“Muchas personas, incluso desde los mismos centros educativos, llaman al obispado pidiendo una explicación por el retraso en la incorporación de los profesores de Religión, cuando en realidad son el Ministerio de Educación y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía las administraciones responsables del problema en educación primaria y secundaria, respectivamente. Siendo ellas la encargadas de oficializar los contratos y de pagar directamente las nóminas de los profesores”, tal y como afirma Ignacio López Román quien asegura que desde el obispado “lo único que se pide es que no se menosprecie la asignatura de Religión y que se le dé el mismo trato que al resto de asignaturas porque no se está jugando con ella con honestidad”.

Una situación que se repite en otras diócesis españolas, sobre todo cuando se pide una ampliación del número de profesores de Religión, que siguen siendo discriminados respecto a los profesores de otras asignaturas.

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Multitudinaria peregrinación al santuario de la patrona de Uruguay
Llamamiento de los obispos a la unidad
FLORIDA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Ante miles de peregrinos, este domingo 13 de noviembre, congregados en el santuario de la Virgen de los Treinta y Tres, para honrar a la patrona de Uruguay, en los cincuenta años de su coronación, los obispos hicieron pública su nueva carta pastoral “Nuestra Patria: gratitud y esperanza”, que elaboraron con el fin de contribuir al diálogo nacional “para el mejoramiento de nuestro pueblo”.

Convocados por el lema “Madre contigo coronamos las esperanzas de nuestro pueblo”, sacerdotes, religiosos, seminaristas, diáconos y laicos de todos los rincones del país compartieron, la celebración de la Eucaristía presidida por el obispo de Florida Martín Pérez y concelebrada por el nuncio apostólico en Uruguay Anselmo Guido Pecorari, junto a los demás obispos, ante el santuario, en la plaza principal de la ciudad de Florida, informa la Conferencia Episcopal (CEU).
Los obispos, en su mensaje, abogan por el diálogo nacional, el respeto de la dignidad humana, y la libertad de educar y de conciencia.

Tras el saludo de bienvenida del obispo de la diócesis, el secretario general de la CEU monseñor Heriberto Bodeant, obispo de Melo, dio lectura al mensaje enviado por el papa Benedicto XVI con motivo de esta peregrinación y el cincuenta aniversario de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres.

El mensaje, firmado por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano, asegura que Benedicto XVI “saluda cordialmente a los obispos, sacerdotes, seminaristas y fieles de ese amado país, que, en tan fausta circunstancia, renuevan su filial amor a la Virgen Santísima bajo esa entrañable advocación, a la vez que le presentan confiados su ferviente alabanza y humilde súplica”.

También el papa les exhorta a “acrecentar la devoción a la Madre de Dios, tan intensamente vivida en el seno de las familias y comunidades cristianas de esa bendita tierra, que se goza en el Bicentenario del proceso de emancipación oriental, para que, siguiendo fielmente el ejemplo de la Reina del Cielo, acojan con docilidad el Evangelio y se dediquen asiduamente a la plegaria”.

“De este modo --añade--, encontrarán fuerzas para ser auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo, permaneciendo hondamente arraigados en la fe, firmes en el amor a la Iglesia y siempre dispuestos a colaborar con todos en la construcción de una sociedad cada vez más justa, fraterna y solidaria”.

En la homilía, el presidente de la CEU Carlos Collazzi SDB, obispo de Mercedes, repasó algunas celebraciones que animan a la comunidad católica en este año especial en que los uruguayos conmemoran el inicio del proceso de emancipación de la patria.

Mencionó entre otras, además de la coronación, los 50 años de fundación de la diócesis de Canelones y de Caritas Uruguay, así como las bodas de oro como obispo del obispo emérito de Melo Roberto Cáceres.

El pastor presentó un avance de la reciente carta pastoral de los obispos que “ofrecemos con la esperanza de que contribuya al diálogo nacional para el mejoramiento de nuestro pueblo”.

“Nos sentimos llamados con todos los uruguayos a vivir la unidad y a buscar construirla en nuestro caminar hacia el futuro”, precisó.

Monseñor Collazzi aclaró que “la búsqueda de la unidad no encubre las diferencias, por el contrario, en el mutuo respeto, en la sana confrontación es donde reconocemos que el fin no es vencer al otro, sino que hay realidades superiores que trascendiendo las diferencias impulsan a la unidad”.

“En este año tan especial de nuestra patria, hacemos este llamado a la unidad, este llamado a abrir el corazón a Dios y a su Palabra”, manifestó.

“En primer lugar, en esta carta pastoral, se encuentra un mirar la historia con ojos positivos y abrir nuestra mirada a tantos hermanos nuestros que en el camino de la fe nos han precedido con un corazón grande para amar con los talentos, las dificultades, con la grandeza de la acción de la gracia y la fragilidad humana y se dieron con todo a construir una patria libre, soberana, basada en la verdad, la justicia, la libertad y el amor”, adelantó.

“Y a la vez, en esta carta pastoral queremos subrayar con todo nuestro corazón de pastores, nuestro deseo de que Jesús, salvador de todos, encuentre en nuestros corazones de uruguayos tierra para que su Palabra y su Vida, se encarnen para gozar de tiempos cada día mejores”, agregó.

En su homilía, interrumpida en varios momentos por el cerrado aplauso de los miles de peregrinos, monseñor Collazzi adelantó que en esta carta pastoral se destaca “la consideración de la dignidad de cada persona humana”. “A ella se une la búsqueda sincera de la verdad, que va más allá de lo útil y lo conveniente, así como la valoración de la virtud de la honestidad, de la rectitud de conciencia y de la acción”.

El presidente de la CEU explicó que, tras subrayar luces y sombras de la vida del pueblo hoy, los obispos se detienen en dos temas particulares: la familia y la educación.

Respecto a la familia, los obispos resaltan su carácter de patrimonio de la humanidad y el deseo de que “la vida sea valorada siempre y en todas sus expresiones, especialmente cuando es más débil y más frágil”. “Sentimos ese deber de decir siempre que la vida debe ser respetada en todas sus etapas y nos vamos a jugar todos para que esta dignidad de la vida humana sea siempre respetada y valorada por todos”.

Monseñor Collazzi añadió que, tras hacer una reflexión de la educación hoy, los obispos reivindican que la libertad de educar y la libertad de conciencia “sean expresiones fuertes de la educación, que siempre sean respetadas y que Dios no sea jamás dejado de lado”.

“Nos detenemos en la educación de nuestros niños y jóvenes en tiempos de tantas turbulencias, de tanto hablar de la educación, de tantos programas y proyectos. La educación es cuestión del corazón y arranca en la familia, y la actitud subsidiaria de las instituciones que trabajan por educar deben respetar estos principios que vienen de la familia y de lo que es la persona humana, porque desde la concepción de qué es el hombre se desprenden todos los principios para la educación”, enfatizó monseñor Collazzi.

El obispo comentó en este avance de los contenidos de la carta, que las últimas páginas están dirigidas a las comunidades católicas “para que estas expresiones encuentren eco” e invitó a vivir estos tiempos juntos, llenos de gratitud y esperanza y plenos en el Señor.

En horas de la tarde, los peregrinos continuaron su homenaje a la Virgen de los Treinta y Tres con una concurrida procesión desde el Prado a la catedral de la ciudad de Florida.

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Van Rompuy: Europa se fundó contra la barbarie y el totalitarismo
Elogió en Roma las raíces cristianas del viejo continente
ROMA, lunes 14 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- La visita a Roma de Herman Van Rompuy, presidente del Consejo de Europa, duró toda la jornada del sábado 12 de noviembre. Por la mañana, Van Rompuy fue recibido en audiencia por el papa Benedicto XVI, con el que mantuvo una conversación que duró veinte minutos.

“Vivimos un periodo de crisis”, declaró el papa en su discurso al eurodirigente belga. “Europa tiene grandes problemas”, añadió el santo padre, refiriéndose a la crisis económica. Después Van Rompuy le presentó a su mujer y al resto de su delegación.

Según las informaciones de la Sala de Prensa vaticana, el encuentro tuvo lugar en “un clima de cordialidad” que permitió “un útil intercambio de opiniones sobre la situación internacional y sobre la contribución que la Iglesia Católica desea ofrecer a la Unión Europea”.

El presidente del Consejo Europeo dió al papa el libro Europe epure du dessin (Europa esbozo de un proyecto), mientras que Benedicto XVI honró a Van Rompuy y a su delegación con la medalla del pontificado.

Después del encuentro con el papa, Van Rompuy fue recibido por el secretario de Estado Vaticano cardenal Tarcisio Bertone y por el secretario para las Relaciones con los Estados monseñor Dominique Mamberti.

El presidente del Consejo Europeo visitó a la Comunidad de San Egidio donde fue invitado a comer, y allí se debatió una vez más sobre crisis económica y compromiso de la Unión Europea en el norte de África, después de la llamada “Primavera Árabe”.

Van Rompuy participó finalmente en la conferencia: Vivir juntos en la Europa de hoy, invitado por la Universidad Pontificia Gregoriana, donde defendió las raíces cristianas del viejo continente.

Citó al historiador belga Jacques Pirenne, que afirmaba: “Europa era un verdadero caos, formado por antiguos pueblos romanos, cuya civilización tiene un origen milenario, y por pueblos nuevos en los que se encontraban todos los grados de barbarie y de semibarbarie. La Iglesia, reuniéndolos en el cristianismo, crea Europa. No fue una entidad política, ni una entidad económica, era exclusivamente una comunidad cristiana”.

El cristianismo fue un “elemento constitutivo” que marcó “profundamente las estructuras”del viejo continente, añadió elex primer ministrobelga.

Europa como proyecto político “fue la respuesta a la guerra, al horror”. Esta “está fundada sobre este rechazo y sobre esta elección por el hombre, contra la barbarie y el totalitarismo”, observó Van Rompuy.

La unión de los valores que deberían unir a nuestras comunidades no podrá ser sólo la “solidaridad”, concepto que “para no ser estéril, implica una noción de comunión y de amor”. Es justo el amor, según Van Rompuy, el elemento base: un amor “gratuito”, en el sentido del donarse.

El amor es “una fuerza trascendente”, sin ser “abstracto”. “Necesita, también, ser concreto, prosiguió el euro-dirigente. “El amor, como también la fe, se muere si no se traduce en obras”.

Después de haber alabado a la Compañía de Jesús y a la gran herencia religiosa, cultural y civil de la Congregación de San Ignacio de Loyola, Van Rompuy concluyó con un elogio a la ciudad de Roma, citando una frase del papa Pío XII: “Roma, la madre, la anunciadora, la tutora de la civilización y de los valores eternos de vida”.

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Vivir juntos en la Europa de hoy
Van Rompuy y Flick, dos figuras de primera línea en la Gregoriana
ROMA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- La Universidad Pontificia Gregoriana celebró este sábado una conferencia con el título “Vivir junto en la Europa de hoy” en la que intervinieron Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo y el profesor Giovanni Maria Flick, expresidente de la Corte Constitucional de Italia.

A ambos conferenciantes les dio la bienvenida el rector del centro académico François-Xavier Dumortier SJ, quien, dirigiéndose al profesor Flick, cuando se celebra el 150 aniversario de la unidad italiana, expresó su alegría por que fuera el ponente sobre la historia reciente “de este gran pueblo que tan querido es para nosotros, para nosotros que no somos italianos pero que vivimos en Roma y que, de alguna manera, somos invitados del pueblo italiano”.

“Es una lectura –añadió- basada en su experiencia como eminente jurista que sabe lo importante que es la ley cuando se desea vivir juntos, a pesar de todo lo que pueda diferenciar, separar o incluso oponer los unos a los otros”.

Es una reflexión, dijo “que dirige la mirada hacia un futuro que no es solamente un horizonte, sino que es una responsabilidad común para todos los que constituyen la Ciudad humana”, “un camino que lleva hasta el final el cuidado de toda persona humana en su grandeza y en su valor, es decir en su vocación”.

Dirigiéndose al presidente Van Rompuy dijo que “es un privilegio y un honor así como una alegría el acogerle en el interior de estos muros, en la Universidad Pontificia Gregoriana”.

Le expresó su “profundo agradecimiento” por haber respondido a la invitación hecha hace pocos meses, y por haber venido para expresar a título personal, así como intelectual y como cristiano, “una cierta idea de Europa, una cierta idea de vivir juntos en 'la Europa de hoy'”.

“Nosotros –dijo- sabemos las pesadas responsabilidades que ostenta como primer presidente permanente del Consejo Europeo, y sobre todo en estos tiempos en los que no faltan las preocupaciones económicas y financieras”.

“La valentía política exige mucho al hombre de Estado, sobre todo cuando se trata de continuar este entusiasmante proyecto que es la construcción de una Europa más solidaria, que sea una tierra de paz y de justicia donde encontrar, día tras día, a través de las luces y de las sombras de la actualidad histórica, las vías y los medios para que vivir unidos tenga un sentido”, subrayó el recyor de la Gregoriana.

“¿Puedo decir, señor Presidente, que hay, de alguna manera, una 'gracia' de tener, en su cargo, a un hombre que ose citar a Paulo Coelho cuando sostiene que 'las cosas simples son las más extraordinarias', un hombre que es un hombre de Estado pero también un poeta?”, se preguntó el padre Dumortier.

Y concluyó: “Nosotros sabemos que el poeta, para escribir lo que trata de expresar, es no sólo un artesano que tiene la lengua como material, sino que es también un hombre interior que sabe escuchar y llevar a la luz lo que podría mantener en silencio”.

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Análisis


La empresa libre y la Iglesia Católica
La moral del negocio y del trabajo
Por el padre John Flynn, LC

ROMA, lunes 14 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- La nota reciente del Vaticano sobre los mercados financieros junto con los protestas que se han producido en muchas ciudades en contra de lo que consideran los fracasos del capitalismo, ha planteado una vez más la cuestión de lo que enseña exactamente la Iglesia Católica en materia económica.

Una reciente contribución en este tema se ha realizado con la publicación reciente en Australia del libro “El espíritu empresarial en la tradición católica” (Connor Court, publicado previamente en Estados Unidos por Lexington Books).

Escrito por el padre Anthony G. Percy, rector del seminario del Buen Pastor en Sydney, Australia, el libro analiza el desarrollo del pensamiento de la Iglesia sobre el trabajo y el negocio. Comenzando por la evidente necesidad de trabajar que se ve en el Libro del Génesis, a través de los Padres de la Iglesia hasta llegar a las encíclicas sociales del último siglo y más, el libro resume el desarrollo de la reflexión teológica en este tema.

El libro se centra especialmente en la figura del empresario y en su introducción Percy afirma que la Iglesia ha realizado una profunda apreciación de este perfil. Las Escrituras condenan con firmeza la avaricia y el amor al dinero pero no al dinero en sí mismo, destacó.

Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento contienen un número de referencias al trabajo y a la colaboración del hombre con Dios para hacer fructífera la creación.

Un conjunto de parábolas de Jesús reflexionan sobre la actividad empresarial. El hombre que busca el tesoro en el campo, el mercader que busca perlas finas, la parábola de los talentos y el siervo honesto y el deshonesto son algunas de ellas.

El libro admite que obviamente el significado de estas parábolas es espiritual, pero que al mismo tiempo hay una apreciación por el trabajo humano que implican estas actividades.

Talentos

En la parábola de los talentos los dos sirvientes que multiplican lo que les ha sido entregado son alabados por su energía y perseverancia en la consecución de un beneficio. El criado perezoso que escondió el talento quiso evitar los riesgos y los obstáculos que forman parte del trabajo empresarial.

Este tema no aparece mucho en los escritos de los Padres de la Iglesia, pero esta claro que no consideraban la actividad comercial como incompatible con el Cristianismo, explica el libro. El empresario está llamado, como todos, a usar los recursos naturales del mundo y contribuir al bien común.

Una parte del libro está dedicada a un breve análisis de lo que Tomás de Aquino y otros teólogos han dicho sobre esta cuestión. En general, la tradición teológica católica contempla esta figura como poseedora de un conjunto de virtudes, alguien que es creativo y que disfruta trabajando con los demás, a la vez que modera su amor por el dinero.

Una consideración más detallada se da en las encíclicas sociales, comenzando por la publicación en 1891 de la encíclica de León XIII, Rerum Novarum. La encíclica que rechazó el socialismo y defendió el derecho a la propiedad privada.

La Rerum Novarum también insistió en que el estado no debería controlar al individuo o a la familia, sino que ambos deberían ser libres para poder tener una iniciativa privada en la economía.

En la Quadragesimo Anno, Pío XI se enfrentó con una situación mundial más complicada en 1931, después de la I Guerra Mundial y en medio de la Gran Depresión defendió la propiedad privada, mientras que mantenía la enseñanza tradicional de que debe ser usada por el bien de todos.

A la vez que defendía los mercados libres Pío XI también criticó un excesivo individualismo que ignora la dimensión social y moral de la actividad económica.

Libertad

En un mensaje en la radio para celebrar el 10 aniversario de la Quadragesimo Anno, Pío XI dijo que la gente tenía el derecho fundamental a usar los bienes materiales y participar en el comercio para intercambiarlos.

En un discurso a los banqueros en 1950, Pío XII describió el trabajo como un elemento social y necesario, diciendo que debería ser dirigido hacia el bien común. Llevado a cabo adecuadamente el trabajo puede ser una forma de servir a Dios y de llegar a la santificación personal.

En otra charla, esta vez a los representantes de cámaras de comercio, Pío XII tocó el tema de la vocación de hombre de negocios. Defendió la importancia de la iniciativa privada y su papel en la creación del bienestar material. También los exhortó a tener ante ellos el ideal de servicio y a no traicionar su vocación quedándose sólo en el propio beneficio.

En otros discursos, Pío XII repitió la idea de que el negocio debería servir al bien común. La libertad de la actividad económica se justifica sobre la condición de que sirve a una libertad mayor, explicó.

Dos de los capítulos del libro hablan de las contribuciones que Juan Pablo II realizó a la enseñanza social de la Iglesia. En el primero de estos dedicado al trabajo humano, Percy explicó que en la primera encíclica papal sobre temas económicos, Laborem Exercens, nos deja tres ideas fundamentales: El trabajo tiene un significado objetivo, subjetivo y espiritual.

El trabajo tiene un sentido objetivo externo que implica el trabajo de crear algo. Juan Pablo II lo puso dentro del contexto del don de la creación. Por esto, Percy comentó que la creatividad del empresario es también un don y está sujeto al orden querido por Dios y no algo completamente autónomo.

En la dimensión subjetiva una persona trabaja para construir su humanidad mientras lleva a cabo la acción humana. Hablando a hombres de negocios en Buenos Aires en 1987, Juan Pablo II dijo que el empresario realiza una tarea vital en la sociedad produciendo bienes y servicios. En esta actividad deberían considerar su papel como un servicio a los demás y trabajar para crear una sociedad que sea más justa y pacífica, añadió.

Salvífico

Con respecto al tercer tema importante de la Laborem Exercens, Percy comenta que nuestro trabajo personal es un modo de colaborar en el trabajo redentor de Cristo. Por esta razón es una actividad que es a la vez creativa y salvífica.

Refiriéndose a la encíclica de Juan Pablo II Centesimus Annus, el libro destaca que contiene una consideración extensiva sobre la economía de mercado.

El Papa reconoció que el factor humano se ha convertido en algo que predomina más en la economía con el desarrollo de habilidades y tecnología que juegan un papel decisivo en la creación de riqueza. Así el trabajo empresarial es una fuente de riqueza.

El trabajo empresarial con los demás y cooperar libremente para satisfacer las necesidades, Juan Pablo II puso de relieve la importancia de esta orientación a la necesidad de los demás. El trabajo toma al individuo y lo coloca dentro de una comunidad, a través del que se sirve a los demás.

Percy valora la Centesimus Annus como una extensión y desarrollo de la enseñanza teológica y no un radical cambio que algunos consideraron que tenía que ser. El Papa aprobó la economía libre, pero no un punto de vista libertario.

Hay algunos conceptos innovadores en la encíclica, destaca Percy, como la consideración del negocio en la promoción de la comunión de las personas.

Concluyendo, el libro afirma que la Iglesia mantiene la iniciativa privada y el trabajo empresarial en alta consideración. Esta actividad, sin embargo, está llamada a reconocer la dignidad de la persona humana y debe ser puesta al servicio de los demás.

Si más personas y empresarios trabajaran de esta manera ciertamente no estaríamos en la crisis actual.

[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]

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Honor y gran alegría la visita papal a Cuba
Primera reacción oficial al probable viaje apostólico
LA HABANA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón dijo el viernes en La Habana a los medios de comunicación, en el transcurso de un encuentro internacional, que la probable visita del papa Benedicto XVI es una “gran alegría” y un “honor”, en la primera reacción oficial cubana al anuncio del Vaticano.

Esa visita “nos causa francamente una gran felicidad, una gran alegría”, dijo Alarcón a la prensa sobre el anuncio hecho el jueves, de que el papa desea visitar Cuba y México en la próxima primavera.

El telediario cubano informó en la noche del viernes sobre la visita papal citando medios vaticanos e internacionales.

“Esperamos recibirlo para brindarle la hospitalidad y el cariño que los cubanos sienten por él”, añadió el también miembro del Buró Político del Partido Comunista.

El papa “le ha dado prioridad a Cuba. México era como una deuda, pero Cuba es una prioridad", había dicho el cardenal Jaime Ortega tras hacer el anuncio a los fieles congregados en el templo Jesús de Miramar, en el oeste de La Habana, el jueves.

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Documentación


El fundamento de la sacramentalidad del matrimonio
La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II
ROMA, lunes 14 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores los pasajes más relevantes de la comunicación al congreso internacional sobre la Teología del Cuerpo, celebrado en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, del 9 al 11 de noviembre, por el profesor Miguel Paz LC*.

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Juan Pablo II pone el fundamento de la sacramentalidad del matrimonio en la “imagen y semejanza con Dios que desde “el principio”, esto es, en el “plan original” de Dios, tiene la unión entre el hombre y la mujer. El paralelismo que encontramos en Génesis 1, 27: “A imagen suya los creó / macho y hembra los creó” revela que la “unión de los dos” representa la más originaria visibilidad del amor de Dios (o de Dios que es Amor) en el mundo. Esta idea la resume Juan Pablo II en la Familiaris Consortio n. 11:

Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión.

La “unidad de los dos” en el capítulo segundo del Génesis se expresa como unión en “una sola carne”. Adán después de haber pasado revista a los animales sin encontrar en ellos un “ayuda semejante” (una “ayuda adecuada” traduce Juan Pablo II), reconoce en el cuerpo de Eva su propia humanidad, la imagen de Dios: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn 2, 23) y de este reconocimiento surge la unión: “por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y se harán una sola carne” (Gn 2,24). El cuerpo sexuado lleva “inscrita” en su visibilidad la llamada al amor y a la comunión más íntima. Es lo que Juan Pablo II llama el “significado esponsal” del cuerpo humano.

Jesucristo, al expresar su concepción del matrimonio en su respuesta a la cuestión del divorcio (cfr. Mt 19 = Mc 10) se remite “al principio” : Moisés permitió el divorcio, pero “al principio no fue así” (Mt 19, 8) y une Gn 1,27 con Gn 2, 24: «¿No habéis leído que el Creador, al principio, “los hizo varón y hembra”, y que dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?” De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Mt 19,4-6).

San Pablo, recogiendo la enseñanza de Cristo, tiene en mente Gn 2, 23-24 cuando expresa lo que Juan Pablo II llama la “gran analogía” entre la unión del hombre y la mujer en “una sola carne” y la unión entre Cristo y la Iglesia. En el capítulo 5 de la Carta a los Efesios, exhortando a los esposos cristianos a amar a sus esposas, pone como modelo el amor entre Cristo y su Iglesia: «Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne”. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia» (Ef 5, 29-32).

Esta “gran analogía” recorre la Sagrada Escritura. Procede de la tradición profética y conecta perfectamente con el hecho de que “la unidad de los dos” “en una sola carne” sea “imagen y semejanza de Dios” desde el punto de vista del amor y la comunión. Y el amor y comunión de Dios con respecto a la humanidad, en la Escritura se llama “Alianza”, primero de Dios con su Pueblo, luego perfectamente cumplida en la unión de Cristo con su Iglesia, la “Nueva Alianza”.

El matrimonio, para S. Pablo es “misterio” con respecto a Cristo y la Iglesia, esto es, manifestación y participación del plan de salvación de Dios escondido desde la eternidad y en la plenitud de los tiempos revelado y realizado en Cristo. Es sacramento de la Nueva Alianza.

Vamos a profundizar algo más en esta línea a partir de la expresión “una sola carne”, ¿cuál es su significado? La expresión “una sola carne” en su sentido más físico, hace referencia inmediata a un dato biológico común a todos los seres sexuados: que los órganos masculino y femenino funcionan como un solo órgano para realizar una función que ninguno de los dos puede realizar solo: la generación de un nuevo ser viviente, semejante al padre y a la madre y de su misma especie.

Este hecho biológico, en el ser humano adquiere un significado muy superior, pues se integra en la unidad de la persona humana y en su relación con los demás y con Dios: «La índole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida», nos enseña el Concilio Vaticano II (Gaudium et Spes, n. 51). Es un significado de amor, un “significado esponsal”, que al mismo tiempo es una exigencia moral, una “vocación al amor” pues toda digna relación humana de algún modo se resume en el amor. Esta “vocación al amor” se realiza en el matrimonio o en la castidad consagrada por el reino de los cielos. (También podemos decir que la realiza quien sin casarse o consagrarse vive la castidad propia de su estado y se esfuerza por cumplir el precepto del amor a Dios y al prójimo.)

La diferencia-complementariedad entre el hombre y la mujer es el más básico ser-el uno-para-el-otro que existe a nivel de relaciones humanas, y hace posible el amor que llamamos sexual. En el ser humano el acto sexual se abre a la procreación como acto de amor. El amor de los progenitores se difunde en el amor hacia el hijo que viene procreado. El matrimonio es el único “lugar” existencial en que el ejercicio físico de la sexualidad alcanza su dignidad de amor, pues se integra en la donación mutua de toda la persona. Dice Juan Pablo II en la Familiaris Consortio n. 11:

El único "lugar" que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección conscien­te y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo (Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadera significado.

Y es que en el ser humano, este fenómeno de la diferencia-complementariedad entre el hombre y la mujer, que llamamos sexualidad, abarca todos los niveles de la persona: el biológico-corporal, el psicológico, el espiritual, este último entendido no sólo como inteligencia y libertad, sino también en su apertura a Dios. Esta apertura la llena Dios mismo con su gracia, elevando al hombre al nivel de participación a la misma vida divina, a nivel sobrenatural. Los tres primeros niveles están unidos por la naturaleza humana, que es naturaleza racional, capaz de conocimiento y amor, es la naturaleza de la persona humana. El nivel sobrenatural, que da al amor la plenitud última a la que tiende, se alcanza solamente por don de Dios y, aunque implique directamente y en primer lugar el nivel espiritual, precisamente por la unidad sustancial de la persona humana, alcanza también los otros niveles. Es toda la persona la que por la gracia queda unida a Dios. De nuevo citamos el n. 11 de la Familiaris Consortio:

En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.

El sacramento del matrimonio encuentra su explicación precisamente en este encuentro entre dos realidades que atañen a toda la persona humana: la sexualidad y la gracia. El matrimonio adquiere un significado y una realidad superior, sobrenatural, a la luz del “misterio”, es decir, de la realización del plan eterno de salvación en Jesucristo.

Como enseña el Concilio Vaticano II, «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, revela plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación» (Gaudium et spes n. 22). ¿De dónde viene últimamente la capacidad y la exigencia de amor interpersonal a la que está llamada la sexualidad humana? Toda verdadera unión de amor entre los seres humanos participa del amor de Dios, es su reflejo “a su imagen y semejanza”. Más en concreto, la unión de amor entre el hombre y la mujer es el modo más “originario” en que se refleja el amor de Dios por la humanidad, que encuentra su culmen en Jesucristo, Dios y hombre verdadero, la perfecta Imagen del Padre.

Jesucristo en los Evangelios se presenta como “el Esposo”; viene a culminar la Alianza entre Dios y la humanidad. Por el amor que recibe de Dios en Cristo, la persona recobra su integridad y la armonía entre todos los niveles de su ser, llega a ser en sí misma “imagen y semejanza” de Dios. Al mismo tiempo, se hace capaz de amar verdaderamente a los demás “a imagen y semejanza” del Amor de Dios. Este Amor ha sido derramado en los corazones de los cristianos con el Espíritu Santo que les ha sido dado (cfr. Rm 5,5). Y es que el matrimonio no sólo es imagen de la comunión Cristo-Iglesia, sino también de la comunión Padre-Hijo en el Espíritu Santo. Estas dos analogías se deducen la una de la otra: la entrega mutua de Cristo y su Iglesia es imagen y realización en la historia de la entrega eterna del Padre y el Hijo. Así se expresa Juan Pablo II, en la Mulieris Dignitatem, n. 7:

Ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta también el existir en relación al otro “yo”. Esto es preludio de la definitiva autorreve­lación del Dios uno y trino: unidad viviente en la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu San­to. (...) Dios, que se deja conocer por los hombres por medio de Cristo es unidad en la Trinidad: es unidad en comunión. (...) El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer, sea imagen de Dios no significa solamente que cada uno de ellos individual­mente es semejante a Dios como ser racional y libre; significa además queel hombre y la mujer, creados como "unidad de los dos" en su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor y, de este modo, reflejar en el mundo la comunión de amor que se da en Dios, por la que las tres Personas se aman en el íntimo misterio de la única vida divina.

Podemos decir que si la unidad del hombre y Dios en Jesucristo es afirmada y aceptada, entonces se afirma también la unidad entre los diversos componentes de la persona, y la unidad de las personas entre sí en relaciones de verdadero amor. Si se niega la encarnación de Cristo, se niega la unión entre la humanidad y la divinidad y se termina por negar la unidad psicofísica del hombre y la unión entre los seres humanos. No se capta ya el significado humano de lo biológico, y menos todavía el significado sobrenatural de lo humano. Esta disgregación de significados es, según Juan Pablo II, el gran error del pensamiento moderno, como podemos ver en la Carta a las Familias, n. 19:

La separación entre espíritu y cuerpo en el hombre ha tenido como consecuencia que se consolide la tendencia a tratar el cuerpo humano no según las categorías de su específica semejanza con Dios, sino según las de su semejanza con los demás cuerpos del mundo creado, utilizados por el hombre como instrumentos de su actividad para la producción de bienes de consumo. Pero todos pueden comprender inmediatamente cómo la aplicación de tales criterios al hombre conlleva enormes peligros. Cuando el cuerpo humano, considerado independientemente del espíritu y del pensamiento, es utilizado como un material al igual que el de los animales —esto sucede, por ejemplo, en las manipulaciones de embriones y fetos—, se camina inevitablemente hacia una terrible derrota ética.

(…)

Para el racionalismo es impensable que Dios sea el Redentor, y menos que sea«el Esposo»,fuente originaria y única del amor esponsal humano. El racionalismo interpreta la creación y el significado de la existencia humana de manera radicalmente diversa; pero si el hombre pierde la perspectiva de un Dios que lo ama y, mediante Cristo, lo llama a vivir en él y con él; si a la familia no se le da la posibilidad de participar en el «gran misterio», ¿qué queda sino la sola dimensión temporal de la vida?Queda la vida temporal como terreno de lucha por la existencia, de búsqueda afanosa de la ganancia, la económica ante todo.

El gran esfuerzo de la Iglesia en los tiempos modernos está siendo el de suturar este desgarramiento, esta fragmentación en la auto-comprensión del ser humano. El Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et Spes, la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, las Catequesis sobre el amor humano en el plan divino de Juan Pablo II, junto con la monumental producción de su pontificado en torno al matrimonio y a la familia, son las piedras miliares en este camino contracorriente a una civilización que con lógica implacable se precipita a las conclusiones de unas premisas mal puestas y ciegamente mantenidas.

Podemos resumir así el evangelio del matrimonio, que hoy más que nunca la Iglesia debe proclamar:

El amor entre el hombre y la mujer, fundado sobre su diferencia-complementariedad sexual, que les hace ser uno para al otro y les abre a la transmisión de la vida humana, alcanza su digna realización en el matrimonio, el cual, a la luz del plan divino de salvación, es imagen y participación en el mundo visible y sensible del amor único, indisoluble y fecundo de Dios por la humanidad, que encuentra su plenitud en el amor entre Cristo y la Iglesia, imagen y participación a su vez del amor entre el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo,en el seno de la Trinidad.

* Miguel Paz LC es profesor extraordinario de Teología del Sacramento del Matrimonio en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.

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