15.11.11

Nostradamus y el fin del mundo en 2012

A las 8:42 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Fragmentos de apocalipsis

 

Fragmentos de apocalipsis (4)

Volvemos al visionario francés, que nos sigue proporcionando materia para escribir. Quién sabe si no le dedicaremos más artículos… pero como yo no tengo el don de la profecía, no puedo asegurarlo. Así que retomamos la figura de Michel de Nôtre-Dame, el célebre médico y agorero del siglo XVI que ha dado juego a lo largo de su posteridad para atribuirle mil y un aciertos en su libro de las Centurias. Después de presentarlo en el artículo anterior, ahora nos toca ver qué relación tiene Nostradamus con las predicciones que apuntan al año 2012.

En 2007, ya pasados y olvidados los furores milenaristas del año 2000, el canal de televisión History Channel emitió un documental titulado El libro perdido de Nostradamus, y que consta de dos capítulos. Es el típico producto posterior al hallazgo de un documento histórico antes oculto cuya veracidad se afirma sin contemplaciones y cuyo valor se magnifica sin medida –algo así como lo que sucedió hace unos años con el Evangelio apócrifo de Judas–. A mediados de la década de los 90, la periodista italiana Enza Massa descubrió un libro peculiar en la Biblioteca Nacional de Italia, y se dio cuenta de que se le atribuía al visionario francés (así que de perdido, nada). Dicha obra, bajo el título de Códice de vaticinios de Nostradamus, tiene ochenta ilustraciones atribuidas al famoso profeta provenzal. A partir de este hecho, el reportaje televisivo en dos entregas elabora un interesante argumento que intentaré sintetizar a continuación.

El mundo está muy mal –no hay mejor inicio para estas cosas– y cobran actualidad las profecías de Nostradamus. “Ha habido otros profetas, pero ninguno tan increíble” como él, dice uno de los expertos consultados por History Channel (que, por cierto, no son otros que videntes, estudiosos del agorero, especialistas en profecías y gente del estilo). Puesto el marco, llega la historia del hallazgo del códice por parte de la periodista italiana, que en cuanto vio la acuarela con una torre en llamas “se dio cuenta” de que anticipaba, varios siglos antes, los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York de 2001. ¡Cómo no! Los expertos del documental constatan cómo después del 11-S “todo el mundo pensó en Nostradamus”, que habría aludido en sus Centurias a este lamentable suceso.

El nuevo libro sería el correlato pictórico a los versos interminables y oscuros del visionario, y en el reportaje se desgranan los acontecimientos que en uno y otro lugar, en prosa y en dibujo, habrían sido predichos por Nostradamus: la Revolución Francesa, la Primera Guerra Mundial, el nazismo y el comunismo, la guerra fría, etc. Junto a esto, un ingrediente que no puede faltar en este tipo de ensaladas: la conspiración de la Iglesia católica para ocultar o neutralizar el documento. Por contener éste el avance de sucesos alarmantes para la humanidad, habría sido ocultado durante estos siglos por el Vaticano, ya que, además, las profecías no dejaban bien parada a la Iglesia, con ilustraciones de Papas amenazados. Estos dibujos, en concreto, se han relacionado en nuestra historia reciente con los pontífices Juan Pablo I y Juan Pablo II (en concreto, la prematura muerte del primero, que habría sido envenenado, y el atentado perpetrado por Alí Agca contra el segundo). Como puede verse, lo típico en estas tramas conspirativas y esotéricas.

En el documental se juega constantemente con la intriga, ya que se va avanzando cada poco el aviso de que todo culmina, en el libro ilustrado, “en una predicción de asombrosa magnitud”, y que nos lleva “hacia un futuro incierto”. Entre los presagios, no muy claros, una gran cruzada islámica y diversas catástrofes. En el horizonte, el fin de la historia y/o el inicio de un período completamente nuevo. Con esta incógnita en el aire termina la primera entrega, y la segunda avanza lo que el espectador está deseando contemplar: “Cómo se producirá el fin del mundo”. Al menos puede verse el lado “práctico y formativo” del documental. Y ahora viene lo bueno. El rigor y la seriedad de la producción quedan reflejados en la voz en off que inicia el reportaje: “una sobrecogedora serie de ilustraciones proféticas que supuestamente revelan con precisión la fecha y hora de un aterrador acontecimiento que supondrá nuestra destrucción”. No me digan que no es sensacionalista. Si esto es lo habitual en el que se autodenomina “Canal de la Historia”…

Y vuelta a lo mismo sobre el libro supuestamente escrito por Nostradamus, con afirmaciones como las siguientes: “leyendo sus profecías nos damos cuenta de que sabe que se aproxima algo de gran envergadura”, o “son tan oscuras como alarmantes”. Se habla, por ejemplo, del empeoramiento de la situación de la Iglesia en el mundo, y los expertos ven en una ilustración el anuncio del pontificado de Benedicto XVI. Según un especialista, “nos está diciendo que la Iglesia católica será destruida. Creo que esto sucederá justo antes del fin. La gente rechazará a la Iglesia católica, lo cual ya está sucediendo significativamente en este momento”. Otro habla del exilio del Papa que suceda al actual. Y cosas peores, ya que a la comunidad de los creyentes le acecha un peligro mayor que los escándalos y problemas que ha tenido hasta ahora: “daños físicos, guerra, terror, destrucción… algo en esa línea”, escuchamos.

Nos encontramos, según el hilo argumental del reportaje, en un cambio de era, lo que explicaría el momento turbulento actual. Además de sacar a pasear el “coco” de la amenaza islamista, no puede faltar la otra figura típica de los temores milenaristas, extraída del libro del Apocalipsis: el Anticristo. Una figura temida por toda la humanidad, según explica el guión, y que Nostradamus habría visto encarnado en tres figuras que no llegó a conocer: Napoleón, Hitler y Osama ben Laden. En cuanto al último de los tres anticristos, una experta señala que “él es el que provocará el apocalipsis independientemente de cómo suceda”.

Otro dato que destaca el documental es que el visionario francés habría escrito el libro precisamente para esta época, para que fuera conocido por toda la humanidad –¿a través de este canal de televisión, quizás?– justo antes del fin. Pero, obviamente, como dice uno de los especialistas en la materia, “no podemos comprender los dibujos hasta que llegue el momento adecuado”, lo que sospecho que quiere decir que las profecías se interpretan después de su supuesto cumplimiento, un ejercicio ya típico en este ámbito, y que denota muy poca creatividad –y un escasísimo riesgo de fracaso, por supuesto–.

El reportaje sigue aumentando el embrollo, ya que, según algunos, el libro tendría también un mensaje oculto que mezcla astrología y Biblia. Las siete ilustraciones finales darían la clave de la obra –y el desenlace que ya tarda en llegar, y que ansían los espectadores–: cómo y cuándo tendrá lugar el fin del mundo. Se habla de una alineación solar en el centro de la galaxia, y de un mensaje cifrado en los dibujos, que precisamente habría querido ocultar la Iglesia católica, ya que anuncian el momento en el que sucederá el apocalipsis. La alineación astral prefigurada en el libro profético sólo se da una vez cada 13.000 años. La cuestión es que la última vez que se dio fue en torno al año 11.000 a.C., “lo cual significa que el fenómeno está a punto de volver a ocurrir”. De hecho, un experto dice que hay una imagen que “muestra el momento justo en el que llegará el apocalipsis”.

Se interpreta que hay eclipses solares y lunares en un dibujo, lo que correspondería al período entre 1992 y 2012. Y, claro está, el año 2012 tiene una “gran importancia planetaria”, cuya única referencia en Occidente sería este libro atribuido a Nostradamus, y que coincidiría con la fecha señalada por otras culturas, como los mayas. El núcleo de la predicción sería el siguiente: cuando se alinee el sol con el centro de la galaxia, que es el centro de la humanidad, llegará el punto crítico, se acabarán los recursos y todo se agotará. Eso sí: en esta ocasión Dios no empleará el agua para la destrucción (en alusión al primitivo diluvio universal), sino el fuego.

Y el remate del documental, como siempre sucede en este tipo de productos, viene marcado por una pregunta que se deja en el aire y por una afirmación igualmente ambigua. El interrogante lo plantea así el guionista: “¿Se están deteniendo las agujas de nuestro reloj cósmico? Ésa es la pregunta que subyace no sólo tras estos dibujos, sino también tras los inquietantes titulares que leemos a diario”. Y, a continuación, la conclusión, que ha sido muy medida en su indeterminación: “Tal vez nunca sepamos si Nostradamus tuvo algo que ver con este extraño e impactante manuscrito. En cualquier caso, aunque las páginas del libro perdido contengan más preguntas que respuestas, más miedo que esperanza, hay quien opina que éste era su propósito”. Termina el doble reportaje y uno se queda como al principio, ya que no se ha demostrado nada, y se han echado por tierra todos los métodos utilizados por los historiadores, para proponer hipótesis y fantasías de lo más variopinto. Un buen ejemplo, por tanto, de subcultura apocalíptica actual, que llega a la población a través de productos audiovisuales de formato atractivo que consiguen, al menos, sembrar la duda y el miedo en la gente.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 15/11/11.