17.11.11

La Iglesia como madre de los creyentes

A las 9:47 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

La eclesialidad de la fe (IV)

La Iglesia es la Madre de los creyentes, “que responde a Dios con su fe y que nos enseña a decir: ‘creo’, ‘creemos’ ” . La salvación viene de Dios, pero recibimos la vida de fe a través de la Iglesia. La misma expresión “creer en la Iglesia” debe interpretarse como “creer eclesialmente”. La Iglesia es el modo, el contexto y el lugar desde donde se cree, gracias al impulso del Espíritu Santo, en Dios uno y trino.

La Iglesia no es primeramente objeto, término o contenido de la fe, sino una dimensión intrínseca del creer . Es verdad que la Iglesia puede ser definida, por aparecer como un artículo del credo, como un objeto material de la fe y, de manera instrumental, forma parte también del objeto formal de la fe, ya que, a través de ella, se manifiesta la autoridad de Dios revelante . Pero la Iglesia no forma parte de la fe como un objeto cualquiera, sino como principio y órgano de discernimiento de lo que debe ser creído.

La expresión patrística Ecclesia Mater hace referencia a este carácter de la Iglesia como medio y contexto comunitario de la fe. Según Tertuliano, es la Iglesia Madre la que garantiza la fe, ya que sólo en ella resulta posible el bautismo. En paralelismo con Eva, la Iglesia es la verdadera madre de todos los vivientes. Y San Cipriano, con una expresión que recordará San Agustín, afirma que “nadie puede tener a Dios como padre si no tiene a la Iglesia como madre” . Para el Obispo de Hipona, la Iglesia es una Madre que engendra hijos y que, a semejanza de María, permanece íntegra y fecunda.

La Iglesia es la Madre que convoca y congrega a sus hijos. Ella es portadora de salvación y generadora del hombre nuevo mediante la palabra de Dios, que suscita la fe, y la celebración de los sacramentos. Esta función materna resulta tan imprescindible que, ya desde los inicios de la creación, la Iglesia estaba prefigurada (cf LG 2).

Entre creación y salvación no se puede establecer una separación tajante, un hiato. Todo se unifica, en el plan de Dios, con vistas a un solo objetivo: hacer partícipes a los hombres de la comunión de la vida divina. Este propósito se realiza mediante la Iglesia, la “convocación” de los hombres en Cristo. Clemente de Alejandría supo expresarlo bellamente: “Así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salvación de los hombres y se llama Iglesia” .

A través de la palabra y de los sacramentos, la Iglesia expresa y genera, significa y causa, la personal comunión de gracia con Dios; una comunión que se incoa en la tierra por medio de la fe y que tiene su consumación en la vida eterna .

La fe de la Iglesia Madre “precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe” . Ella es, simultáneamente, transmisora de la revelación y sujeto de la fe: “Se puede afirmar, en un cierto sentido, que la Iglesia es ella misma el gran creyente. Los creyentes singulares están unidos en una única fe, que es la de la Iglesia” .

De la Iglesia, cada creyente recibe el contenido y el modo de creer. Al hacer suya la fe de la Iglesia, cada creyente se convierte en Iglesia; la edifica y contribuye, por ello mismo, al nacimiento de nuevos creyentes. Al profesar su fe, lo hace como hijo y como miembro de la Iglesia, participando de su fe.

Guillermo Juan Morado.