5.12.11

 

El P. Carlos Novoa ha publicado un artículo en el que intenta explicarnos que, al hablar del aborto, donde dijo “digo", en realidad quiso decir “diego”.

Yo creo que la cosa está claro. El sacerdote jesuita colombiano ha rectificado. Su rectificación la presenta como aclaración. El problema no era que necesitáramos que nos aclarara lo que dijo, ya que todo el mundo le entendió en el mismo sentido. Pro-abortistas y provida, fieles y no fieles, entendieron sus palabras como un apoyo a la despenalización del aborto. Ahora nos dice que no, que en ningún caso él ha querido hacer tal cosa. El caso es que lo hizo, pero digamos que aceptamos “pulpo como animal de compañía". Vamos a quedarnos con su última declaración.

Dicha declaración es bien clarita:

“La más pura tradición católica defiende la vida y, en especial, la humana, don de Dios sobre el cual nosotros no podemos disponer y que debemos proteger y cultivar. Por esto, la Iglesia Católica rechaza el aborto. De todo corazón yo hago propio este rechazo, como ministro presbítero servidor de la Iglesia que soy”

Muy bien, P. Novoa, ese es el camino. Como sacerdote usted hace suyo, de corazón, el rechazo de la Iglesia al aborto y a su despenalización. Mucho nos alegramos de que así sea. Y más nos alegraremos si en un futuro sus declaraciones son igual de claras tanto en este tema como en cualquier otro donde entre en juego la postura de la Iglesia ante temas que son controversiales en medio de nuestras sociedades.

Es posible que haya quien piense que el sacerdote ha sido “animado” a rectificar ante el escándalo mediático y eclesial que produjeron sus anteriores intervenciones. Sólo Dios sabe si el religioso habla, como dice, desde el corazón o desde la obediencia a un mandato de sus superiores. Es probable que su reunión con jóvenes provida en la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana le haya abierto los ojos. El caso es que la postura de la Iglesia ante el aborto queda reivindicada.

En España tenemos a una religiosa, la benedictina Teresa Forcades, que ha llegado a decir que tan importante es el derecho de autodeterminación de la madre como el de la vida del hijo. ¿Veremos en breve su rectificación? ¿dirá que en realidad no la hemos entendido bien? Estaremos pendientes de lo que ocurra, pero me da la sensación de que no es factible que sor Teresa se encuentre con jóvenes provida españoles en Añastro, sede de la Conferencia Episcopal Española.

Luis Fernando Pérez Bustamante