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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 13 de diciembre de 2011

Primicia

Cuba tiene un plan tentativo para la visita papal

Santa Sede

Satisfacción del gobierno cubano por la visita de Benedicto XVI

Mundo

La Jornada Mundial de la Juventud 2013 será en julio

Ruđer Josip Bosković, modelo de hombre de ciencia

No se trata de catequizar con el cine sino de crear belleza

Ordenados 49 nuevos legionarios de Cristo

Espiritualidad

Ya no hay más ni griego o judío, bárbaro o escita


ANUNCIOS


Primicia


Cuba tiene un plan tentativo para la visita papal
Pudiera coincidir con la fiesta de la Encarnación
MIAMI, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Aunque el papa no ha indicado las fechas concretas para su visita a Cuba, el arzobispo de Santiago de Cuba Dionisio García Ibáñez, ha indicado en una entrevista que tiene ya preparado un programa tentativo.

“Quisiéramos que en El Cobre hubiera una celebración mariana y el encuentro con los obispos cubanos junto a la Madre” en el santuario, indicó. También se prepara una Eucaristía en Santiago de Cuba en presencia de la imagen.

En 1998 Juan Pablo II presidió una Eucaristía de campaña en la plaza Antonio Maceo. Esta vez pudiera hacerse del otro lado de la misma plaza. Los planes de toda la estancia papal se concretarán con la visita, a mediados de diciembre, del enviado del Vaticano.

El papa Benedicto XVI confirmó su anunciada visita, este lunes 12 de diciembre, durante la Eucaristía en la basílica de San Pedro en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Calculando las fechas del inicio de la primavera y el comienzo de la Pascua los medios de prensa han vaticinado que la visita a ambos países sería entre el 23 y el 29 de marzo. No ha habido confirmación oficial.

En conversaciones informales los obispos cubanos ya habían expresado su deseo de que la visita a Cuba coincidiera con la fecha de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo. En esta fiesta “María ocupa un lugar pero Jesús es el centro”, ha indicado el obispo de Holguín Emilio Aranguren, al recordar el lema del Jubileo: A Jesús por María: La caridad nos une.

Durante el proceso de preparación al 400 aniversario, la Iglesia cubana esta insistiendo en el sentido bíblico de un jubileo, momento en que se perdonan deudas y se liberan presos. La visita de Benedicto XVI pudiera dar lugar a un gesto de clemencia por parte del gobierno cubano, hacia grupos de encarcelados, como mujeres o personas enfermas.

Después de la visita de Juan Pablo II en 1998 el gobierno cubano proclamó el feriado del día de Navidad. Ahora, con esta visita papal, cercana a Semana Santa, pudiera darse otro gesto por parte del gobierno dado que el Viernes Santo fue, en el pasado, una fecha feriada y no laboral.

También existe cierta expectativa de que la visita papal pudiera dar un nuevo impulso al proceso de beatificación y canonización del siervo de Dios Félix Varela y Morales. Su nombre surge con frecuencia en los discursos papales referidos a Cuba. Un ejemplo es la carta de Benedicto XVI a los obispos cubanos en 2008 por medio del cardenal Tarcisio Bertone, en la que recordaba que el “anuncio del Evangelio llegó hace cinco siglos y cuyos valores tuvieron gran influencia en el nacimiento de la nación, por obra sobre todo del siervo de Dios Félix Varela”.

Esta visita de Benedicto XVI no es una sorpresa para la Iglesia cubana que lleva tres años preparando el año Jubilar Mariano.

La primera invitación al papa para visitar Cuba en el marco del Año Jubilar la hicieron los obispos, en la visita ad limina de 2008. Le llevaron una imagen réplica de la ermita del Cayo de la Virgen que el Papa bendijo y se hicieron una foto con el papa y con la imagen.
Como parte de los preparativos se han dado pasos en la ejecución de varios templos: el proyecto de la ermita en el Cayo de la Virgen espera la aprobación para iniciar su ejecución y la construcción del templo de Barajagua ya va avanzada. También se realizan mejoras en el santuario de El Cobre y se ha establecido una ruta de peregrinos bajo el nombre “El Camino de la Virgen” con varios ‘pasos’ por los lugares que recorrió la imagen original, después de su hallazgo en 1612, hasta su llegada al santuario actual, situado a unos quince kilómetros de Santiago de Cuba.

Estos quince kilómetros serán los que posiblemente recorra la caravana del papa, por carretera, al acudir Benedicto XVI a El Cobre, desde Santiago, como peregrino de la Caridad.

Monseñor García Ibáñez ha indicado que en su archidiócesis ya se han realizado los necesarios contactos con las autoridades provinciales “y están muy dispuestas a colaborar por el éxito de la visita”.

La Iglesia en Santiago ha creado una comisión diocesana “compuesta casi mitad y mitad por personas que tuvieron responsabilidades en la visita de Juan Pablo II y por jóvenes comprometidos que tienen responsabilidades en la pastoral diocesana”, dijo el arzobispo. “Ya tenemos un esbozo de lo que queremos y estamos esperando”, añadió.

Por Araceli Cantero Guibert

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Santa Sede


Satisfacción del gobierno cubano por la visita de Benedicto XVI
Declaraciones del embajador de Cuba ante la Santa Sede
ROMA, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- El embajador de Cuba ante la Santa Sede Eduardo Delgado, hizo este martes declaraciones respecto al anuncio de la visita papal a su país. El embajador expresó la satisfacción del gobierno cubano “por la visita apostólica de su santidad”.

“La declaración hecha este lunes 12 de diciembre, por su santidad Benedicto XVI, durante la homilía de la Santa Misa con motivo del bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos, confirmando su intención de realizar un viaje apostólico a México y Cuba antes de la Pascua del 2012, ha sido acogida con especial satisfacción por el gobierno y el pueblo de nuestro país”, dijo este martes el embajador de Cuba ante la Santa Sede.

Y añadió que “la Conferencia de Obispos por su parte ha reiterado su gran alegría por dicha visita, para la cual ha trabajado con gran entrega”.

“Todos los latinoamericanos y especialmente el pueblo cubano, acogerán al papa con grandes muestras de cariño y de respeto, le brindarán su hospitalidad y darán testimonio de los valores de su cultura y ética”, subrayó.

Esta será la segunda visita de un papa a Cuba y también la segunda del papa Benedicto XVI a América Latina.

En el caso de Cuba, coincide con el 400 Aniversario de la aparición de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona del país, que ha hecho una peregrinación por todo el país desde agosto del 2010 que culminará próximamente en la capital. El 2012 será además el Año Jubilar que conmemorará el IV centenario del hallazgo de la imagen de la Virgen.

“La unidad entre la doctrina y el pensamiento revolucionario en relación con la fe y a los creyentes, tiene su raíz en los fundamentos mismos de la nación cubana y su base principal es el sentimiento de justicia, de amor al prójimo, de igualdad y de ayuda al necesitado, sea de nuestro propio pueblo o de otra nación hermana”, aseguró el embajador.

“El Gobierno cubano, a través del embajador ante la Santa Sede, reitera su especial satisfacción por la visita apostólica de su Santidad, y expresa que lo recibirá con todo el respeto y amor que él merece y hará todo lo que esté dentro de su competencia para brindarle una estancia feliz y que guarde un recuerdo muy grato de nuestro pueblo y de su estancia, como ocurrió en el caso del beato Juan Pablo II cuando realizó su viaje en enero de 1998”, concluyó.

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Mundo


La Jornada Mundial de la Juventud 2013 será en julio
Confirmada la fecha del evento en Río de Janeiro
CIUDAD DEL VATICANO, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- La fecha oficial de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ya ha sido establecida, será del 23 al 28 de julio de 2013.

La fecha fue decidida durante una reunión entre el Consejo Pontificio para los Laicos, organizxador de la Jornada, y una comisión del Comité Organizador local de Río de Janeiro, que está en Roma, según informó el sector de comunicación de la JMJ.

El Comité local está formado por el presidente de la comisión y arzobispo de Río de Janeiro Orani João Tempesta, dos obispos auxiliares que acompañan más directamente la Jornada, Antônio Augusto Dias Duarte y Paulo Cezar Costa, monseñor Joel Portella Amado, coordinador general, y los padres Márcio Queiroz, responsable de Comunicación y Renato Martins, responsable para los Actos Centrales.

El Comité de Río está en Roma desde este lunes para tratar de diversas cuestiones sobre el evento, incluída la elección de una logomarca.

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Ruđer Josip Bosković, modelo de hombre de ciencia
Simposio en la Gregoriana sobre el jesuita croata
ROMA, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- El simposio científico “Padre Ruđer Josip Bošković: cultor de la verdad”, que se realizó el 10 de diciembre en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, recordó la figura del jesuita croata, capaz de establecer un diálogo profundo entre ciencia y fe en el siglo XVI. Una figura símbolo en tiempo de relativismo.

El padre Boškovic nació en Brosnica, transcurrió gran parte de su vida en Roma, en el Colegio Romano, en donde trabajó en tiempos difíciles que vieron el cierre de la Compañía de Jesús. Su interés por la ciencia era sometido al amor por Cristo, a tal punto que rechazó una cátedra que le ofrecieron en la universidad de Pisa, a cambio a cambio de renunciar al hábito talar.

El jesuita croata se distinguió en modo brillante en el estudio y desarrollo de una pluralidad de disciplinas científicas y buscando al mismo tiempo la relación entre lo creado y el Creador.

El rector de la Gregoriana, padre François-Xavier Dumortier SI, ha considerado el simposio como “un deber porque sin memoria, instituciones como la nuestra estarían condenadas a lo efímero” y recordó cómo el “padre Boscovic abre un camino que debe ser también el nuestro: un diálogo profundo y eficiente entre fe y ciencia”. Un religioso que “dejó una huella viva y profunda, que hoy en el tercer centenario de su muerte, tenemos la oportunidad para recordar su contribución”.

El padre Anto Tustonjic SI, superior provincial de los jesuitas en Croacia, indicó que “el relativismo y escepticismo omnipresente en tantos medios de comunicación presenta los valores centrales de nuestra fe católica no adecuados ya. Se dice que todo sea relativo, que no exista seguridad sobre nada, como la bondad que es siempre buena. En cambio todo es reducido a lo que me sirve o no, a una cuestión de oportunismo”:

Y prosiguió recordando que “queremos proponer este modelo de hombre de ciencia también a los jóvenes, porque estas dos cosas, ciencia y fe, no son opuestas. En cambio son elementos que vuelven al hombre más íntegramente hombre”.

“Nosotros oímos con frecuencia –añadió- que la ciencia y la fe se oponen. En cambio los científicos más famosos y expertos han descubierto que existe algo más, las leyes de la naturaleza no pueden haber aparecido de la nada, es necesario un ente, algo superior y fundamental”.

“Y Boskovic en sus escritos --prosiguió- decía que quien considera todo lo creado como fruto de la casualidad, no puede cometer un error más grave””. Pues “los científicos así como el jesuita croata se dan cuenta de que existe un diseñador y lo reconocen. Y todos los que son verdaderos científicos así lo hacen”.

El secretario de Estado del Ministerio de Exteriores de Croacia, Mario Nobilo, por su parte revivió el viaje de Benedicto XVI en junio a Croacia y las diversas veces que citó al jesuita. Pero también el importante sostén de Juan Pablo II a su pueblo durante la reciente guerra y la fidelidad de los croatas a Roma, desde hace más de mil años.

El embajador de Croacia ante la Santa Sede, Filip Vucak, recordó las recientes exposiciones en honor del sacerdote polaco, como las de Londres y París.

El simposio fue realizado por la Universidad Gregoriana, el Ministerio de Exteriores y de Integración de Croacia y la facultad de Filosofía de la Compañía de Jesús de Zagreb, en ocasión del tercer centenario del nacimiento del jesuita croata, científico, filósofo, matemático, astrónomo y diplomático.

Le siguieron dos conferencias sobre “Boskovic en el contexto de la espiritualidad y de la ciencia de los Jesuitas” y “Boskovic en el contexto europeo”, con profesores de la universidad de Sevres-París, Zagreb, del Observatorio Astronómico vaticano y de los Museos Vaticanos.

Poco después fue inaugurada la exposición dedicada al jesuita, con diversos paneles sobre su obra y fue descubierta una placa recordatoria de su estadía en Roma.

La conmemoración del padre croata, prosiguió el domingo 11 con una misa celebrada por el cardenal Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb, en la iglesia romana de San Jerónimo.

Este año el parlamento croata dedicó el presente año en honor de Boscovic.

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No se trata de catequizar con el cine sino de crear belleza
Afirma el presidente del dicasterio vaticano para las Comunicaciones
ROMA, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- “No tenemos necesidad que sean filmes catequéticos sino más bien bellas películas”. Con estas palabras monseñort Claudio María Celli, presidente del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, dio un indicio importante sobre la relación del buen cine con la fe.

Lo hizo en la conferencia Film and faith, el 2 de diciembre, en la Universidad Pontificia Lateranense en Roma, organizada por la italiana Fundación Ente del Espectáculo y, en posteriores declaraciones, en una entrevista a la periodista Silvia Guidi del diario vaticano L'Osservatore Romano.

“Es suficiente mirar la producción cinematográfica reciente –indicó el arzobispo italiano- para ver que lo sagrado emerge en muchas películas, a veces apenas susurrado, como si fuese un hilo conductor. Más allá de los efectos sensacionalistas, o especiales, veo en muchas películas que el elemento espiritual no está separado del mundo, no es una cosa abstracta sino más bien que se mezcla con las pequeñas cosas de cada día, casi escondido como si fuera una luz sutil que la vuelve especial”.

El presidente de la filmoteca vaticana añadió que “se percibe una cierta presencia de Dios en muchas películas, como una vibración apenas perceptible que cada artista sugiere, para que el espectador pueda detectarla por si mismo”.

El subsecretario emérito de las Relaciones del Vaticano con los Estados consideró que “el arte es desde siempre maestra en transmitir la identidad de cada pueblo y época, en particular el cine en cuanto es la suma de tantas artes diversas, con su lenguaje sugestivo que puede llevar imágenes, ideas, valores que pueden hacer florecer desde lo más intimo reflexiones fundamentales, levantando dudas, preguntas, y sobretodo llevándonos a un camino de búsqueda más profundo de nuestro yo. A partir de allí el paso es breve: está el otro, está Dios.

Añadió que el buen cine “debe ayudar al hombre a encontrarse consigo mismo, predisponiéndolo a aceptar la diversidad y a compartir la espiritualidad”. Y consideró que una buena película no termina con los títulos finales pero allí inicia, pues se elaboran las emociones. Apeló por tanto a la sensibilidad de los artistas para puedan iluminar con sus obras.

Indicó entretanto, que es fundamental una educación al lenguaje de la imagen, un recorrido formativo que lleve a los espectadores, desde la infancia, a un análisis consciente de los contenidos cinematográficos, desarrollando el sentido crítico.

Y más que demonizar a un filme porque deseduca, prosiguió, “hay que abrir espacios de diálogo reiterando que el hombre ha sido creado a imagen de Dios y que tiene una dignidad que no puede ser ultrajada. Pues el hombre tiene una aspiración más alta y sobre todo busca la verdad, aquella verdad que una película puede ayudar a descubrir”.

Entre las películas recientes, monseñor Celi citó Uomini di Dio, que sin artificios lograr narrar una historia de fe y de dolor, una verdadera pasión, o tambiénThe Tree of Life di Terrence Malick, una verdadera y propia parábola visiva sobre la creación, el pecado, la redención y el amor”, si bien precisó que la lista podría ser mucho más larga y que citó a estos porque a pesar de no ser fáciles lograron conquistar al público.

Entretanto precisó que su dicasterio, el de las Comunicaciones Sociales, buscó siempre no teorizar demasiado sobre la comunicación, pero de actual, por lo cual está en constante sinergia con todas las realidades mundiales que puedan ayudar a responder a la necesidad de verdadera comunicación que tiene el mundo.

E invitó a los jóvenes que entran en el mundo del cine a no traicionarse a sí mismos, ni a su credo y aspiraciones. “Sean verdaderos –dijo- con la misma verdad del Evangelio. Escuchen el mundo y sus necesidades, sus ansias y esperanzas. El corazón anhela un mundo en el que reine el amor, donde los dones sean compartidos, donde se edifique la unidad, donde la libertad encuentre el propio significado en la verdad y donde la identidad de cada uno sea realizada en una comunión respetuosa”.

O sea, invitándoles a “estar listos para recibir este desafío con vuestras películas. Sed artistas apasionados de la verdad y de la belleza”.

Concluyó recordando que el festival Tertio Millennio nació de una sinergia de propósitos hacia el final de los años noventa. El Ente del Espectáculo, el Pontificio Consejo de la Cultura, el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, consideraron que era el momento de abrir un diálogo constructivo entre Iglesia y mundo del cine, considerándolo un vehículo de cultura y propuesta de valores.

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Ordenados 49 nuevos legionarios de Cristo
El cardenal de Paolis presidió el rito en San Juan de Letrán
ROMA, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Este lunes 12 de diciembre, 49 religiosos legionarios de Cristo recibieron la ordenación sacerdotal de manos de delegado pontificio de la Legión de Cristo, cardenal Velasio De Paolis. La ceremonia se desarrolló en la basílica de San Juan de Letrán.

Los nuevos sacerdotes proceden de los siguientes siete países: Brasil (5), Colombia (5), España (1), Estados Unidos (15), Hungría (1), Italia (2) y México (20). En la misma ceremonia recibió también el sacramento del orden el padre Pablo Galván, religioso de los padres somascos y hermano del padre Marcos Galván LC, que también fue ordenado el mismo día.

Con el cardenal Velasio De Paolis concelebraron y asistieron monseñor Paolo Schiavon, obispo auxiliar de la zona sur de Roma y monseñor Óscar Rizzato, limosnero emérito del papa. Al iniciar su homilía, el cardenal De Paolis señaló que «el sacerdocio es un don precioso porque hace presente a Jesús en medio de todos nosotros. Lo hace presente para santificarnos; es un don precioso que necesitamos descubrir cada día más».

Manifestó su gratitud a las familias porque «siguen considerando la vocación de uno de sus hijos como un don».

Refiriéndose a la Legión de Cristo, subrayó que los 49 nuevos sacerdotes son «un número precioso y relevante; un motivo de consolación en el camino de redescubrimiento de la misión de la congregación, camino a veces fatigoso pero que están cumpliendo fiándose de la Iglesia. En este camino se enmarca este momento de consolación para la Legión […] Estas vocaciones abren la esperanza y hacen mirar hacia el futuro».

Destacando el lugar de la ceremonia y enlazándolo con la festividad mariana de la Virgen de Guadalupe, el delegado pontificio mencionó que era una «ocasión en la que podemos poner en las manos de María el sacerdocio de estos religiosos».

Valoró el significado del sacerdocio común de los bautizados para luego ponderar el sacerdocio ministerial «que no sustituye a Jesús sino que nos lo hace presente. Es un ministerio no para decir la opinión personal o las diversas palabras que van y vienen sino la Palabra de Jesús. Es a Él a quién tenemos que anunciar».

Y añadió: «Tenemos necesidad de Jesús y mediante el sacerdote esta cercanía de Dios se nos manifiesta todavía más».

Como en otros años, las historias vocacionales de los neosacerdotes han quedado recogidas en un libro que en esta edición lleva por título «Dios lo da todo».

Este miércoles 14 de diciembre, los ordenandos, sus familiares y las comunidades de Roma asistirán a la audiencia con el papa.

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Espiritualidad


Ya no hay más ni griego o judío, bárbaro o escita
La segunda gran ola evangelizadora tras las invasiones bárbaras
ROMA, martes 13 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la segunda predicación del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, en este Adviento 2011, realizada el viernes 9 de diciembre en el Vaticano.

En esta meditación querría hablar de la segunda gran ola de evangelización en la historia de la Iglesia, la que siguió a la caída del imperio romano y a la mezcla de los pueblos provocada por las invasiones bárbaras, siempre con el objetivo práctico de ver qué podemos aprender de ésto hoy. Dada la amplitud del periodo histórico examinado y la brevedad impuesta a una predicación, no podrá tratarse más que de una reconstrucción “a vuelo de pájaro”.

1. Época de decisiones

En el momento del fin oficial del imperio romano en el 476, Europa presenta, ya desde hacía tiempo, un rostro nuevo. En lugar del imperio único hay muchos reinos llamados romano-bárbaros. A grandes rasgos, partiendo desde el norte, la situación es la siguiente: en lugar de la provincia romana de Britania, están los anglos y los sajones; en las antiguas provincias de las Galias, los francos; al este del Rin, los frisones y alemanes; en la península ibérica, los visigodos; en Italia, los ostrogodos y más tarde los lombardos; en África septentrional, los vándalos. En oriente resiste todavía el imperio bizantino.

La Iglesia se encuentra ante una decisión que hará época: ¿Qué actitud tomar frente a esta nueva situación? No se llegó enseguida y sin heridas a la determinación que abrió la Iglesia al futuro. Se repetía, en parte, lo que sucedió en el momento de la separación del judaísmo para acoger a los gentiles en la Iglesia. La confusión general de los cristianos alcanzó su culmen con el saqueo de Roma del 410 por parte de Alarico rey de los godos. Se pensó que había llegado el fin del mundo, ya que este se identificaba con el mundo romano y el mundo romano con el cristianismo. San Jerónimo es la voz más representativa de esta confusión general. “¿Quién habría creído, escribió, que esta Roma, construida con las victorias conseguidas sobre en el universo entero, tuviera que derrumbarse un día?”i

Quién contribuyó más, desde el punto de vista intelectual, a llevar la fe al nuevo mundo fue Agustín con la obra De Civitate Dei. En su visión, que marca el comienzo de una filosofía de la historia, distingue la ciudad de Dios de la ciudad terrena, identificada a grandes rasgos (forzando un poco su mismo pensamiento), con la ciudad de Satanás. Por ciudad terrena entiende toda realización política, incluída la de Roma. Por tanto, ningún fin del mundo, sino ¡sólo el fin de un mundo!

En la práctica, el papel determinante en la apertura de la fe a la nueva realidad y en la coordinación de las iniciativas fue del pontífice romano. San León Magno tiene la clara conciencia de que la Roma cristiana sobrevivirá a la Roma pagana e incluso “presidirá con su religión divina más ampliamente de cuanto lo hubiera hecho esta con su dominación terrena”ii.

Poco a poco la actitud de los cristianos hacia los pueblos bárbaros cambia; de seres inferiores, incapaces de civilización, comienzan a ser considerados como posibles hermanos en la fe. De amenaza permanente, el mundo bárbaro comienza a parecer a los cristianos un nuevo, extenso campo de misión. Pablo había proclamado abolidas con Cristo las distinciones de raza, de religión, de cultura y de clase social con las palabras: “Ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos” (Col 3,11); ¡Pero cuánto costó traducir esta revolución a la realidad de la historia! ¡Y no sólo entonces!

2. La reevangelización de Europa

Ante los pueblos bárbaros, la Iglesia se encontró combatiendo dos batallas. La primera fue contra la herejía arriana. Muchas tribus bárbaras, sobre todo los godos, antes de penetrar como conquistadores en el corazón del Imperio, en oriente habían tenido contacto con el cristianismo y lo habían acogido en la versión arriana, entonces en auge, también por la obra realizada por el obispo Ulfila (311-383), traductor de la Biblia al godo. Una vez introducidos en el territorio occidental, habían llevado consigo esta versión herética del cristianismo.

El arrianismo no tenía una organización unitaria, ni siquiera una cultura y una teología comparable a la de los católicos. En el transcurso del siglo VI, uno tras otro, los reinos bárbaros abandonaron el arrianismo para adherirse a la fe católica, gracias a la gran obra de algunos obispos y escritores católicos y, también, a veces, por cálculos políticos. Un momento decisivo fue el Concilio de Toledo de 589, animado por Leandro de Sevilla que marcó el final del arrianismo visigodo en España y prácticamente en todo occidente.

La batalla contra el arrianismo no era algo nuevo, ya comenzó en el lejano 325. La verdadera empresa nueva llevada a cabo por la Iglesia tras la caída del imperio romano, fue la evangelización de los paganos. Esta se dió en dos direcciones, por así decir, ad intra y ad extra, en los pueblos del antiguo imperio y en los que habían aparecido hacía poco en escena. En los territorios del antiguo imperio, Italia y provincias, la Iglesia hasta entonces se había implantado sólo en las ciudades. Se trataba de extender su presencia al medio rural y a los pueblos. El término “pagano” viene, como se sabe, de “pagus”, pueblo, y tomó el significado que tiene ahora del hecho de que la evangelización del campo se dió, en general, mucho después que en las ciudades. Sería ciertamente interesante seguir el filón de esta evangelización que llevó al nacimiento y al desarrollo del sistema de las parroquias, como subdivisiones de la diócesis, pero por el objetivo que me he fijado debo limitarme a otra dirección de la evangelización, la ad extra, destinada a llevar el Evangelio a los pueblos bárbaros asentados en la Europa insular y central, es decir, en la actual Inglaterra, Holanda, Francia y Alemania.

Un momento decisivo en esta empresa fue la conversión del rey merovingio Clodoveo que en la Noche de Navidad de 498 o 499 se hizo bautizar por el obispo de Reims, san Remigio. Decidía así, según la costumbre de la época, no solo el futuro religioso del pueblo franco, sino también el de otros pueblos más acá y más allá del Rin, conquistados por él. Es célebre la frase que el obispo Remigio pronunció en el momento de bautizar a Clodoveo: Mitis depone colla, Sigamber; adora quod incendisti, incende quod adorasti: “Inclina humildemente la nuca, fiero Sicambro, adora lo que incendiaste, quema lo que adoraste”iii. A este hecho de Francia su título de “hija primogénita de la Iglesia”

La cristianización del continente culminó en el siglo IX con la conversión, obra de los santos Cirilo y Metodio, de los pueblos eslavos que llegaron a ocupar, en la Europa oriental, los territorios dejados libres por las precedentes olas migratorias que se desplazaron a occidente.

La evangelización de los bárbaros presentaba una condición nueva, respecto a la anterior del mundo grecorromano. Allí, el cristianismo tenía ante sí un mundo culto, organizado, con un orden, leyes, lenguas comunes; tenía, en resumen, una cultura con la que dialogar y con la que compararse. Ahora se encuentra, con tener que hacer, al mismo tiempo, una obra de civilización y de evangelización; debe enseñar a leer y a escribir, mientras enseña la doctrina cristiana. La inculturación se presentaba bajo una forma totalmente nueva.

3. La epopeya monástica

La obra gigantesca de la que sólo he podido trazar aquí las grandes líneas, fue llevada a cabo con la participación de todos los integrantes de la Iglesia. En primer lugar del papa, a cuya iniciativa directa se debe la evangelización de los anglos y que tuvo una parte activa en la evangelización de Alemania por obra de san Bonifacio y de los pueblos eslavos por obra de los santos Cirilo y Metodio; después, por los obispos, los párrocos, a medida que se iban formando comunidades locales estables. Un papel silencioso, pero decisivo, fue ejercido por algunas mujeres. Detrás de las grandes conversiones de los reyes bárbaros, a menudo nos encontramos con la creciente influencia ejercida por sus respectivas mujeres; santa Clotilde en el caso de Clodoveo, santa Teodolinda en el del rey lombardo Autari, la esposa católica del rey Edvino, que introdujo el cristianismo en el norte de Inglaterra.
Pero los verdaderos protagonistas de la reevangelización de Europa, después de las invasiones bárbaras, fueron los monjes. En Occidente el monaquismo, comenzado en el siglo IV, se difundió rápidamente en dos tiempos y direcciones distintas. La primera ola parte de la Galia meridional y central, especialmente de Lerín (410) y de Auxerre (418), y gracias a san Patricio, que se formó en aquellos dos centros, llegó a Irlanda cuya entera vida religiosa fecundará. Desde aquí, en un primer tiempo, pasa a Escocia y a Inglaterra y después vuelve al continente.

La segunda ola monástica, destinada a asumir y unificar las distintas formas de monaquismo occidental, tuvo su origen en Italia por parte de san Benito (+547). Del siglo V al VIII Europa se cubre literalmente de monasterios, muchos de los cuales desarrollarán una tarea primaria en la formación de Europa, no sólo de su fe, sino también de su arte, cultura y agricultura. Por esta razón san Benito fue proclamado patrono de Europa y el santo padre, en 2005, eligió Subiaco para su lección magistral sobre las raíces cristianas de Europa.

Las grandes figuras de monjes evangelizadores pertenecen, casi todas, a la primera de las dos corrientes recordadas, la que vuelve al continente desde Irlanda e Inglaterra. Los nombres más representativos son los de san Columbano y san Bonifacio. El primero, partiendo de Luxeuil, evangelizó numerosas regiones del norte de la Galia y las tribus alemanas meridionales, llegando hasta Bobio, en Italia; el segundo, considerado el evangelizador de Alemania, desde Fulda extendió su acción misionera hasta Frisia, la actual Holanda. A él, el santo padre Benedicto XVI dedicó una de sus catequesis del miércoles 11 de marzo de 2009, destacando su estrecha colaboración con el pontífice romano y la acción civilizadora en los pueblos evangelizados por él.

Leyendo sus vidas se tiene la impresión de revivir la aventura misionera del apóstol Pablo: el mismo anhelo de llevar el evangelio a toda criatura, el mismo coraje al afrontar todo tipo de peligros e inconvenientes y, para san Bonifacio y muchos otros, también la misma suerte final del martirio. Las lagunas de esta evangelización de amplio espectro son conocidas, y la comparación con san Pablo destaca la principal. El apóstol, junto a la evangelización, procuraba, en todas partes, la fundación de una Iglesia que asegurase la continuidad y su desarrollo. A menudo, por la escasez de medios y la dificultad de moverse en una sociedad todavía en estado de magma, estos pioneros no eran capaces de asegurar un seguimiento de su obra.

Del programa indicado por san Remigio a Clodoveo, los pueblos bárbaros tendían a poner en práctica sólo una parte: adoraban lo que habían quemado, pero no quemaban lo que habían adorado. Mucha parte de su bagaje idólatra y pagano permanecía y surgía a la primera ocasión. Sucedía como con ciertos caminos trazados en el bosque: al no ser mantenidos, son recuperados y borrados por la naturaleza circundante. La obra más duradera de estos grandes evangelizadores fue justo la fundación de una red de monasterios y, con Agustín en Inglaterra y san Bonifacio en Alemania, la erección de diócesis y la celebración de sínodos que asegurarán luego la reanudación de una evangelización más duradera y más en profundidad.

4. Misión y contemplación

Ahora ha llegado el momento de extraer alguna indicación para el hoy del marco histórico trazado. Notamos, antes que nada, una cierta analogía entre la época que hemos recordado y la situación actual. Entonces el movimiento de los pueblos era de este a oeste, ahora es de sur a norte. La Iglesia, con su magisterio, ha hecho, también en este caso, su elección de campo que es la de apertura hacia lo nuevo y de acogida a los nuevos pueblos.

La diferencia es que hoy no llegan a Europa pueblos paganos o herejes cristianos, sino, a menudo, pueblos en posesión de una religión bien constituida y consciente de sí misma. El hecho nuevo es, por tanto, el diálogo que no se opone a la evangelización, sino determina su estilo. El beato Juan Pablo II, en la encíclica Redemptoris Missio, sobre la perenne validez del mandato misionero, se expresó con claridad a este respecto: “El diálogo interreligioso forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Entendido como método y medio para un conocimiento y un enriquecimiento recíproco, no está en contraposición con la misión ad gentes, más bien tiene un especial vínculo con ella y es expresión de la misma... A la luz de la economía de la salvación, la Iglesia no ve un enfrentamiento entre el anuncio del Cristo y el diálogo interreligioso; siente, sin embargo, la necesidad de integrarlos en el ámbito de su misión ad gentes. Es necesario, en efecto, que estos dos elementos mantengan su vínculo íntimo y, al mismo tiempo, su distinción, por lo que no hay que confundirlos, ni instrumentalizarlos, ni juzgarlos equivalentes, como si fuesen intercambiables”iv.

Lo que sucedió en Europa tras las invasiones bárbaras nos muestra, sobre todo, la importancia de la vida contemplativa en vista de la evangelización. El decreto conciliar Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, dice a este respecto: “Merecen especial consideración las distintas iniciativas destinadas a establecer la vida contemplativa. Ciertos institutos, manteniendo los elementos esenciales de la institución monástica, tienden a implantar la riquísima tradición de la propia orden; otros buscan volver a la simplicidad de las formas del monaquismo primitivo. Todos, sin embargo, deben buscar una adaptación real a las condiciones locales. Dado que la vida contemplativa supone la presencia eclesial en su forma más plena, es necesario que esta se constituya en todas partes en las jóvenes Iglesias”v.

Esta invitación a buscar nuevas formas de monaquismo pensando en la evangelización, incluso inspirándose en el monaquismo antiguo, no ha sido ignorada.

Una de las formas en que se ha realizado son las “Fraternidades monásticas de Jerusalén”, conocidas como los monjes y las monjas de ciudad. Su fundador, el padre Pierre-Marie Delfieux, tras haber pasado dos años en el desierto del Sáhara, en compañía solo de la Eucaristía y la biblia, entendió que el verdadero desierto son hoy las grandes ciudades secularizadas. Iniciadas en París en la fiesta de Todos los Santos de 1975, estas fraternidades están presentes ya en varias grandes ciudades de Europa, incluída Roma, donde han asumido la iglesia de la Trinità dei Monti. Su carisma es evangelizar a través de la belleza del arte y de la liturgia. Su hábito es monástico, el estilo de vida sencillo y austero, el entrelazamiento entre trabajo y oración; pero es nueva la situación en el centro de las ciudades, generalmente en iglesias antiguas de gran atractivo artístico, así como la colaboración entre monjas y monjes en el ámbito litúrgico, incluso en la total independencia recíproca en cuanto a vivienda y autoridad.

No pocas conversiones de alejados y retornos a la fe de cristianos sólo de nombre se han dado en torno a estos lugares.

De distinto tipo, pero que forma parte también de este florecimiento de nuevas formas monásticas, es el monasterio de Bose en Italia. En el ámbito ecuménico, el monasterio de Taizé en Francia es un ejemplo de una vida contemplativa directamente comprometida también con el frente de la evangelización.

El 1 de noviembre de 1982, en Ávila, acogiendo a una amplia representación de la vida contemplativa femenina, Juan Pablo II expuso la posibilidad, también en la vida de clausura femenina, de un compromiso más directo en la obra de evangelización. “Vuestros monasterios --dijo- son comunidades de oración en medio de las comunidades cristianas, a las que dais ayuda, alimento y esperanza. Son lugares consagrados y podrán ser también centros de acogida cristiana para aquellas personas, sobre todo jóvenes, que a menudo buscan una vida sencilla y transparente, en contraste con la que se les ofrece desde las sociedad de consumo”.

El llamamiento no fue ignorado y se está traduciendo en iniciativas originales de vida contemplativa femenina abierta a la evangelización. Una de estas pudo darse a conocer en el reciente Congreso promovido, aquí en el Vaticano, por el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. Todas estas formas nuevas no sustituyen las realidades monásticas tradicionales, muchas de las cuales centros también de irradiación espiritual y de evangelización, pero las acompañan y las enriquecen.

No basta que en la Iglesia haya quien se dedique a la contemplación y quien se dedique a la misión; es necesario que la síntesis entre estas dos cosas se dé en la misma vida de todo misionero. No basta, en otras palabras, la oración “por los” misioneros, hace falta la oración “de los” misioneros. Los grandes monjes que reevangelizaron Europa tras las invasiones bárbaras eran hombres salidos del silencio de la contemplación y que volvían a ella apenas se lo permitían las circunstancias. Es más, con el corazón no salían nunca del todo del monasterio. Ponían en práctica, anticipándose, el consejo que Francisco de Asís daba a sus hermanos antes de enviarlos por las calles del mundo: “Nosotros, tenemos un eremitorio siempre con nosotros allá donde vamos, y cada vez que queremos podemos, como eremitas, regresar a esta ermita. El hermano cuerpo es la ermita y el alma el ermitaño que habita dentro de ella para rezar a Dios y meditar”vi.

De esto tenemos un ejemplo mucho más autorizado. La jornada de Jesús era un entrelazamiento admirable de oración y predicación. No oraba solo antes de predicar, oraba para saber qué predicar, para extraer de la oración las cosas que anunciar al mundo. “Las palabras que digo --afirmaba--, las digo como el Padre me las ha dicho” (Jn 12, 50). De allí venía aquella “autoridad” de Jesús que tanto impresionaba en su hablar.

El esfuerzo por una nueva evangelización está expuesto a dos peligros. Uno es la inercia, la pereza, el no hacer nada y dejar que los demás lo hagan todo. El otro es lanzarse a un activismo humano febril y vacío, con el resultado de perder, poco a poco, el contacto con la fuente de la palabra y de su eficacia. Se dice: ¿pero cómo estar tranquilos rezando cuando tantas exigencias reclaman nuestra presencia, cómo no correr cuando la casa se quema? Es verdad, pero imaginemos a un grupo de bomberos que corriese a apagar a un incendio y que se diera cuenta de que no tenía en las reservas ni una gota de agua. Así estamos nosotros cuando corremos a predicar sin rezar. La oración es fundamental para la evangelización porque “la predicación cristiana no es en primer lugar una comunicación de la doctrina sino de la existencia”. Evangeliza más quien ora sin hablar que quien habla sin orar.

5. María, estrella de la evangelización

Terminamos con un pensamiento sugerido por el tiempo litúrgico que estamos viviendo y por la solemnidad de la Inmaculada que celebramos ayer.

Una vez, en un diálogo ecuménico, un hermano protestante me preguntó, sin hacer polémica, sólo para poder entenderlo: “¿Por qué vosotros, los católicos, decís que María es 'la estrella de la evangelización'? ¿Qué ha hecho María para merecer este título?”Y para mí fue la ocasión para reflexionar sobre el tema y no tardé en descubrir la razón profunda. María es la estrella de la evangelización porque ha llevado en sí la Palabra, no a tal o tal pueblo ¡sino al mundo entero!

Y no solo por esto. Llevaba la Palabra en el seno, no en la boca. Estaba plena, físicamente, de Cristo y lo irradiaba con su sola presencia. Jesús se le salía por los ojos, el rostro, por toda su persona. Cuando uno se perfuma, no necesita decirlo, basta estar cercano a él para darse cuenta, y María, sobre todo en la época en la que lo llevaba en su seno, era plena del perfume de Cristo. Se puede decir que María fue la primera claustral de la Iglesia. Después de Pentecostés, entró como en clausura. A través de las cartas de los apóstoles, conocemos a innumerables personajes y también muchas mujeres de la primitiva comunidad cristiana. Una vez encontramos mencionada a una tal María (cf Rm 16, 6), pero no es ella. De María, la madre de Jesús, nada. Desaparece en el silencio más profundo. ¡Pero qué significó para Juan tenerla a su lado mientras escribía el Evangelio y qué pudo significar para nosotros tenerla cerca mientras proclamamos el Evangelio! “Primicia de los Evangelios --escribe Orígenes- es el de Juan, cuyo sentido profundo no puede captar quien no haya apoyado la cabeza sobre el pecho de Jesús y no haya recibido de Él a María, como su propia madre”vii.

María ha inaugurado en la Iglesia aquella segunda alma, o vocación, que es el alma escondida y orante, junto al alma apostólica o activa. Lo expresa de maravilla el tradicional icono de la Ascensión, del que tenemos una representación a la derecha de esta capilla. María está en pie, con los brazos abiertos, en actitud orante. En torno a ella los apóstoles, todos con un pie o una mano alzada, es decir en movimiento, representan a la Iglesia activa, que va a la misión, que habla y actúa. María está inmóvil bajo Jesús, en el punto exacto desde donde Él asciende, casi como para mantener viva su memoria y la espera su retorno.

Terminamos escuchando las palabras finales de la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, en la que, por primera vez en los documentos pontificios, María recibe el título de Estrella de la Evangelización: “En la mañana de Pentecostés, presidió con su oración, el inicio de la evangelización bajo la acción del Espíritu Santo. ¡Que ella sea la Estrella de la Evangelización siempre renovada en la Iglesia, dócil al mandato de su Señor, que debe promover y adecuar, sobre todo en estos tiempos difíciles pero llenos de esperanza!”

 

i San Jerónimo, Comentario a Ezequiel, III, 25, pref.; cf. Epistole LX,18; CXXIII,15-16; CXXVI,2.

ii San León Magno, Sermón 82,

iii Gregorio de Tours, Historia Francorum, II, 31.

iv Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 55.

v L.G., 18.

vi Legenda Perugina, 80 (FF, 1636)

vii Orígenes, Comentario al Evangelio de Juan, I, 6,23 (SCh, 120, p. 70)

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