13.12.11

El acta de los mártires

A las 10:35 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Se han publicado los datos definitivos correspondientes al año 2010 sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo. Con aparente rigor estadístico y con multitud de cuadros se levanta acta del martirio de 113.031 seres humanos que han sido eliminados antes de nacer.

El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad dice en la presentación de este documento que la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo “garantiza la protección y eficacia de los derechos fundamentales de la mujer que solicita la intervención, en particular, su derecho al libre desarrollo de la personalidad, a la vida, a la integridad física y moral, a la intimidad, a la libertad ideológica y a la no discriminación”.

El aborto procurado, la muerte voluntaria y violenta del propio hijo no nacido, se considera un “derecho fundamental” de la mujer que se integra en una constelación de derechos; entre ellos, el derecho a la vida. Una ley que ampara la muerte se presenta, paradójicamente, como garantía del derecho a la vida.

La justicia, a un nivel muy elemental, consiste en dar a cada uno lo suyo; lo que le corresponde o pertenece. Pues se ve que de justicia nada de nada. No existe ni el mínimo atisbo de simetría. Unos tienen derecho a todo. Otros, los concebidos aún no nacidos, no tienen derecho a nada. Pasaron, por arte de la jurisprudencia, de ser personas a ser “bienes” y, en una pendiente depravada, de ser “bienes” a no ser y a no merecer ninguna atención.

Pero “la información estadístico-epidemiológica sobre el perfil de las mujeres que interrumpen su embarazo en nuestro país” tiene, quieran o no, como contrapartida el dejar constancia, al menos numérica, de las víctimas; es decir, de aquellos a los que no se les ha permitido nacer.

¿Qué perfil predominante nos ofrecen estos datos? Resumiendo mucho, el de una mujer joven – entre 20 y 29 años - , soltera, con un cierto nivel de estudios, asalariada, con una pareja que también trabaja y sin ningún hijo. La gran mayoría de estas mujeres abortan a las 8 semanas o menos de gestación; es decir, casi en cuanto se dan cuenta de estar embarazadas y por petición propia, sin que aleguen ningún motivo, ya que eso les permite hacer la nueva ley.

La mayoría de las mujeres que han abortado son de nacionalidad española. Las regiones que sobresalen en estas prácticas son Madrid, Barcelona, Murcia y Baleares. Se ve que es una “intervención” sin grandes complicaciones, ya que no requiere, normalmente, ni una sola noche de estancia en el hospital o en la clínica. El método más empleado es el de “aspiración”.

¿Qué conclusiones podemos sacar? Pues que el aborto no solo se ha normativizado, sino que también se ha “normalizado”. Es ya una práctica socialmente asumida, sin mayores cargas de dramatismo – yo diría que, en la mayor parte de los casos, sin ninguna - . Jamás ha habido tantos mecanismos – físicos y químicos – a favor de la contracepción. Jamás, tampoco, tanto recurso al aborto.

El aborto ha conseguido respetabilidad social, presentándose como “derecho” de la mujer. De los padres – varones - y de los hijos no se dice nunca nada.

Solo cabe pedirle a Dios que haga justicia y que, en su misericordia, se apiade de nosotros.

Guillermo Juan Morado.

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Oración del Beato Juan Pablo II:

Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.