15.12.11

Vaticano reconoce a la Universidad Pontificia de México

A las 11:16 PM, por Andrés Beltramo
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Era una asignatura pendiente, pero finalmente El Vaticano reconoció de manera oficial a la Universidad Pontificia de México. Se trata de una institución centenaria y nueva a la vez, porque es heredera de una de las casas de estudio más antiguas de América pero, en la práctica, apenas cuenta con 25 años de funcionamiento. Cerrada y refundada en numerosas ocasiones, finalmente la Congregación para la Educación Católica le dio su aval, no sin algunos inconvenientes.

El pasado sábado 10 de diciembre el prefecto de ese organismo de la Santa Sede, el cardenal polaco Zenon Grocholewski, entregó la constancia al también purpurado Norberto Rivera Carrera, arzobispo de la Ciudad de México. Todo parece indicar que no lo hizo de buena gana, sus razones habrá tenido y pocos la conoce, porque la arquidiócesis de la capital mexicana cumplió con los requisitos hace ya bastante tiempo.

Para destrabar el problema, el cardenal Rivera debió escribir una carta directamente al Papa Benedicto XVI solicitándole su intervención. Aún así y con la venia de Joseph Ratzinger, debieron pasar unos seis meses antes que el prefecto para la Educación Católica concediese finalmente el reconocimiento.

No está de más recordar que el antecedente más antiguo de ésta fue la Real y Pontificia Universidad de México promovida por el primer obispo de la capital mexicana, Fray Juan de Zumárraga, y erigida en septiembre de 1551. En la práctica esa institución se diluyó en 1867.

Hoy por hoy la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) también se abroga ser heredera de aquella primera institución educativa no sólo del país, sino también de América Latina. Sobre este punto existe una disputa, porque según las autoridades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima (Perú) es la suya la más antigua del continente.

Y en los papeles lo es. Porque la peruana fue creada gracias a una cédula firmada por el rey Carlos V en la ciudad de Valladolid, el 12 de mayo de 1551, mientras la mexicana debe su origen a una cédula del príncipe Felipe que data del 21 de septiembre de ese mismo año. Aunque las fechas de inicio de actividades de ambas instituciones son prácticamente simultáneas, la limeña comenzó a operar el 2 de enero de 1553 y su contraparte lo hizo apenas 23 días después, el 25 de enero.

Lo cierto es que la actual Universidad Pontificia de México es muy distinta a la UNAM, que se convirtió en un verdadero “monstruo” educativo y uno de los claustros de mayor prestigio del continente. En cambio la casa de estudios de la Iglesia reabrió en 1895 y debió cerrar de nuevo en 1932. A partir de 1967 la estrategia cambió: primero se creó una facultad de teología, después una de filosofía y así hasta que, en 2001, la Conferencia del Episcopado Mexicano la recuperó definitivamente.

Serafines susurran.- Que fue demasiado evidente la ausencia de altas personalidades del Consejo Episcopal Latinoamericano en la misa presidida el pasado lunes 12 de diciembre por el Papa Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, nada menos que en recuerdo del bicentenario de las independencias de los países de esa región.

Se trató de un hecho sin precedentes, una celebración eucarística en homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe que congregó a personalidades religiosas, civiles y políticas de América Latina. Todo un acontecimiento. Por eso no resultó comprensible tan evidente desinterés en las autoridades del Celam, que ni siquiera enviaron una delegación oficial, para estar con el Papa justo cuando estaba previsto el anuncio oficial del viaje apostólico a México y Cuba antes de la Pascua de 2012.

Querubines replican.- Que quienes sí estuvieron presentes en la ceremonia fueron los pastores mexicanos de Puebla: el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, con sus auxiliares Eugenio Lira Rugarcía y Dagoberto Sosa. Ellos aprovecharon porque un día después, el martes 13, participaron en la inauguración de la muestra cultural “Navidad mexicana en El Vaticano. Puebla”.

Su viaje a Roma tuvo una escala peculiar: la noche del sábado 10 de diciembre los obispos asistieron al clásico de futbol Real Madrid-Barcelona, en el Estadio Bernabeu de la capital española. Tuvieron suerte, porque el cotejo fue un lujo que dio finalmente la victoria a los catalanes por 3 a 1.

Quien más lo disfrutó fue el arzobispo Sánchez, gran apasionado del balompié quien -a lo largo de su vida- ha coleccionado una sorprendente lista de asistencias a los clásicos más famosos del mundo: estuvo en el Boca-River de Argentina, en el Nacional-Peñarol de Uruguay, en el Roma-Lazio de Italia y en el Bayer Munich-Bayer Leverkusen de Alemania, entre otros.