El Santo Padre visita la cárcel romana de Rebibbia

El Papa dice a los presos que pidan al Niño de Belén que nos libere de la prisión del pecado, de la soberbia y del orgullo

 

Con gran alegría y conmoción, Benedicto XVI ha visitado ayer por la mañana la cárcel romana de Rebibbia. «Estaba en la cárcel, y vinisteis a verme». Estas son las palabras del juicio final, relatado por el evangelista Mateo, y estas palabras del Señor en las cuales se identifica con los detenidos expresan en plenitud el sentido de mi visita de hoy entre vosotros», ha dicho el Papa a los detenidos en su discurso.

19/12/11 8:32 AM


 

(RV) “Dondequiera que haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un encarcelado, allí está Cristo”. “Es ésta la razón principal por la que estoy aquí, “feliz” entre vosotros, para rezar, dialogar y escuchar”. El Pontífice ha puesto de relieve la atención de la Iglesia por el mundo judicial y carcelario:

"Hay una necesidad urgente de establecer sistemas independientes judiciales y penitenciarios, con el fin de restaurar la justicia y rehabilitar a los culpables. Se han de desterrar también los casos de errores judiciales y los malos tratos a los reclusos, así como las numerosas ocasiones en que no se aplica la ley, lo que comporta una violación de los derechos humanos, y también los encarcelamientos que sólo muy tarde, o nunca, terminan en un proceso. ‘La Iglesia reconoce su misión profética respecto a todos los afectados por la delincuencia, así como la necesidad que tienen de reconciliación, justicia y paz’. Los reclusos son seres humanos que merecen, no obstante su crimen, ser tratados con respeto y dignidad. Necesitan nuestra atención”.

“La justicia humana y la divina –ha explicado Benedicto XVI- son muy diversas. Ciertamente, los hombres no son capaces de aplicar la justicia divina, pero al menos deben verla, tratar de captar el espíritu profundo que la anima, para que también ilumine la justicia humana, para evitar -como lamentablemente sucede frecuentemente- que el detenido se convierta en un excluido:

Justicia y misericordia, justicia y caridad, puntos cardinales de la doctrina social de la Iglesia, son dos realidades diferentes sólo para nosotros, los hombres, que distinguimos atentamente un acto justo, de un acto de amor. “Justo” para nosotros es “lo que al otro le es debido”, mientras “misericordioso” es lo que es donado por bondad. Y una cosa parece excluir a la otra. Pero para Dios no es así: en Él justicia y caridad coinciden; no hay una acción justa que no sea también acto de misericordia y de perdón y, al mismo tiempo, no hay ninguna acción misericordiosa que no sea perfectamente justa.

El Papa hablando luego del sistema de detención ha afirmado que “gira en torno a dos puntos firmes, ambos importantes: por un lado tutelar a la sociedad de eventuales amenazas y, por otro, reintegrar a quien se ha equivocado, sin pisotear su dignidad y sin excluirlo de la vida social”. Dos aspectos importantes que tienden a no crear ese “abismo” entre la realidad carcelaria real y la pensada por la ley, que prevé como elemento fundamental la función reeducadora de la pena y el respeto de los derechos y de la dignidad de las personas”:

Sé que la aglomeración y el deterioro de las cárceles pueden hacer aún más amarga la detención: he recibido varias cartas de detenidos que lo subrayan. Es importante que las instituciones promuevan un análisis atento de la situación carcelaria hoy, verifiquen las estructuras, los medios y el personal, de modo que los detenidos jamás descuenten una “doble pena”; y es importante promover uno desarrollo del sistema carcelario, que, si bien en el respeto de la justicia, sea cada vez más adecuado a las exigencias de la persona humana, con el recurso también a las penas de no detención o a modalidades diversas de detención.

Recordando, la cercanía de la Navidad del Señor, el Santo Padre ha dicho a los presos de Rebibbia que “el Niño de Belén será feliz cuando todos los hombres vuelvan a Dios con el corazón renovado. Pidámosle en el silencio y en la oración que seamos todos liberados de la prisión del pecado, de la soberbia y del orgullo: en efecto, cada uno tiene necesidad de de salir de esta cárcel interior para estar verdaderamente libre del mal, de las angustias y de la muerte. ¡Sólo ese Niño colocado en el pesebre es capaz de dar a todos esta plena liberación!:

Quisiera terminar diciéndoos que la Iglesia sostiene y anima todo esfuerzo tendente a garantizar a todos una vida digna. Estad seguros de que yo estoy cerca de cada uno de vosotros, de vuestras familias, de vuestros niños, de vuestros jóvenes, de vuestros ancianos y os llevo a todos en mi corazón ante Dios. ¡Que el Señor os bendiga a vosotros y vuestro futuro!

El Papa respondiendo, luego, a las palabras de algunos detenidos les ha dicho que estaba “conmovido por la amistad que les habían manifestado”. Rocco, Omar, (un extranjero de color), Alberto, (un detenido de acento típicamente romano y padre de una niña que desea abrazar), Federico (que ha hablado en nombre de los presos internados en la enfermería y todos de los que viven enfermos en la cárcel), han sido los que han dirigido unas palabras al Pontífice, el cual ha saludado personalmente a cada uno de ellos.

“Estoy aquí -ha dicho el Papa, respondiendo a uno de los detenidos- para mostraros mi amistad, pero mi visita es un gesto público” que recuerda a nuestros conciudadanos “las dificultades que se viven en la cárcel”. “Tengo esperanzas en que el gobierno hará todo lo posible para mejorar vuestra situación, según los auspicios expresados por la ministro de justicia, Paola Severino.

La ministro de justicia había leído poco antes un conmovedor texto escrito precisamente por uno los detenidos en el que se describía “el mundo de humillación de la cárcel, la soledad, el sufrimiento, la desesperación” y pedía a las autoridades más “respeto, escucha, comprensión y espíritu fraterno, sin prejuicios ni falsas moralidades”. “Para no perder las fuerzas de seguir viviendo”.

“Es verdad que muchos hablan mal y de manera feroz de los presos, pero también hay muchas personas que tienen presente la situación que se vive en la cárcel” ha afirmado el Santo Padre. “Tenemos que soportar que algunos hablen ferozmente. También hablan de modo feroz contra el Papa y sin embargo, vamos hacia delante”. “Es importante proseguir, ir hacia delante” ha dicho Benedicto XVI respondiendo a otra pregunta. A final del encuentro un detenido de Rebibbia ha leído una oración: “Dios, acuérdate de mi, está cerca de nosotros, ayúdanos a superar nuestras noches insomnes. Amen”.