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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 21 de diciembre de 2011

Santa Sede

Benedicto XVI: Dios toma nuestra carne para vencer a la muerte

Nuevo embajador del Paraguay asume sus funciones ante la Santa Sede

Mundo

Expectación en México y Cuba por la visita papal

Tras la muerte de Kim Jong-il, es posible la reunificación de Corea

Las diócesis españolas se preparan a la cumbre de la familia

La fuerza de la Caritas cristiana que irradia de Belén

El espíritu de la liturgia

Fe y Liturgia

Flash

El crucifijo recupera la presidencia de España

Documentación

Benedicto XVI: Navidad, misterio que conmueve nuestra fe y existencia


Santa Sede


Benedicto XVI: Dios toma nuestra carne para vencer a la muerte
Catequesis del papa en preparación al nacimiento de Jesús, hoy
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- En la Audiencia General de esta mañana, desarrollada en el Aula Paulo VI, el santo padre Benedicto XVI se ha encontrado con grupos de peregrinos y fieles venidos de Italia y de varias partes del mundo. El papa ha centrado su discurso en lengua italiana, en el misterio de la Navidad que ya está cerca. Después de haber resumido su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha dirigido particulares expresiones de saludo a los grupos de fieles presentes.

La Audiencia General ha concluido con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida junto a los obispos presentes.

El papa se ha hecho eco del saludo que está estos días en boca de todos: “¡Feliz Navidad! “Verifiquemos que, también en la sociedad actual, el intercambio de los saludos no pierda su profundo valor religioso, y la fiesta no sea absorbida por los aspectos exteriores, que tocan las fibras del corazón”, advirtió Benedicto XVI. Los signos externos, insistió, “son hermosos e importantes, siempre que no nos distraigan, sino que nos ayuden a vivir la Navidad en su verdadero sentido”.

Con la liturgia navideña la Iglesia nos introduce en el gran Misterio de la Encarnación. La Navidad, dijo, “no es un simple aniversario del nacimiento de Jesús; es también esto, pero es más aún, es celebrar un Misterio que ha marcado y continua marcando la historia del hombre”.

E hizo preguntas que cualquiera se hace: ¿cómo es posible que yo viva ahora este evento tan lejano en el tiempo? ¿Cómo puedo participar provechosamente en el nacimiento del Hijo de Dios, ocurrido hace más de dos mil años?

En la Santa Misa de la Noche de Navidad, se repite la respuesta al salmo responsorial: “Hoy ha nacido para nosotros el Salvador”.

Este adverbio de tiempo, subrayó el papa, “hoy”, se utiliza más veces en las celebraciones natalicias y está referido al hecho del nacimiento de Jesús y a la salvación que la Encarnación del Hijo de Dios viene a traer.

“En la Liturgia, tal venida sobrepasa los límites del espacio y del tiempo y se vuelve actual, presente; su efecto perdura, en el transcurrir de los días, de los años y de los siglos. Indicando que Jesús nace 'hoy', la Liturgia no usa una frase sin sentido, sino subraya que esta Navidad incide e impregna toda la historia, sigue siendo una realidad incluso hoy, a la cual podemos acudir precisamente en la liturgia”.

“El Eterno ha entrado en los límites del tiempo y del espacio, para hacer posible 'hoy' el encuentro con Él. Los textos litúrgicos navideños nos ayudan a entender que los eventos de la salvación realizados por Cristo son siempre actuales, interesan a cada hombre y a todos los hombres. Cuando escuchamos o pronunciamos, en las celebraciones litúrgicas, este 'hoy ha nacido para nosotros el Salvador', no estamos utilizando una expresión convencional vacía, sino entendemos que Dios nos ofrece 'hoy, ahora, a mí, a cada uno de nosotros, la posibilidad de reconocerlo y de acogerlo, como hicieron los pastores de Belén, para que Él nazca también en nuestra vida y la renueve, la ilumine, la transforme con su Gracia, con su Presencia”.

Aludió el papa a un segundo aspecto: el evento de Belén debe ser considerado a la luz del Misterio Pascual: el uno y el otro son parte de la única obra redentora de Cristo. “La Encarnación y el nacimiento de Jesús nos invitan a dirigir, desde ya, la mirada sobre su muerte y su resurrección: Navidad y Pascua, ambas son fiestas de la redención”.

cuando la luz y el calor del sol no llegan a despertar a la naturaleza, envuelta por el frío; pero sin embargo, bajo su manto palpita la vida y comienza de nuevo la victoria del sol y del calor.

“En Navidad encontramos la ternura y el amor de Dios que se inclina sobre nuestros límites, sobre nuestras debilidades, sobre nuestros pecados y se abaja hasta nosotros”. “Miremos a la gruta de Belén: Dios se abaja hasta ser acostado en un pesebre, que es ya el preludio del abajamiento en la hora de su pasión. El culmen de la historia del amor entre Dios y el hombre pasa a través del pesebre de Belén y el sepulcro de Jerusalén”.

“Les deseo a todos ustedes y a sus familias, la celebración de una Navidad verdaderamente cristiana, de modo que también los intercambios de saludos en aquel día sean expresión del gozo de saber que Dios está cerca de nosotros y quiere recorrer con nosotros el camino de la vida”.

Leer la catequesis completa en: http://www.zenit.org/article-41170?l=spanish.

Al final de la catequesis, el papa se dirigió a los peregrinos de lengua castellana con estas palabras: “En la sociedad actual, donde por desgracia las fiestas que se avecinan están perdiendo progresivamente su valor religioso, es importante que los signos externos de estos días no nos alejen del significado genuino del misterio que celebramos. A saber: el Verbo de Dios se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros. Vivamos, por tanto, con gozo este hecho maravilloso. El Eterno ha entrado en los límites del espacio y el tiempo para hacer posible que hoy nos encontremos con Él. Dios está cerca de cada uno de nosotros y desea que lo descubramos, para que con su luz se disipen las tinieblas que encubren nuestra vida y la humanidad. Vivamos asimismo la Navidad contemplando con fervor el camino del inmenso amor de Dios, que nos atrae hacia Sí a través de la encarnación, pasión, muerte y resurrección de su Hijo. Sobre todo, vivamos este misterio en la Eucaristía, verdadero eje de la Navidad. En ella se hace realmente presente Jesús, Pan bajado del cielo y Cordero sacrificado por nuestra salvación”.

Benedicto XVI saludó “en particular a los grupos venidos de España y de los países latinoamericanos” e invitó “a todos a celebrar una Navidad auténticamente cristiana, con la alegría de saber que el Señor vino al mundo para salvarnos. Él quiere recorrer a nuestro lado el camino de la vida. Al Niño Dios pediré por todos, especialmente por quienes pasan por duras pruebas. Que en estos días santos, la caridad cristiana se muestre singularmente activa con los más necesitados. Para los pobres no puede haber dilación. Feliz Navidad”.

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Nuevo embajador del Paraguay asume sus funciones ante la Santa Sede
Esteban Kriskovic, un jurista y docente especializado en temas de ética
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- El lunes 19 de diciembre, el santo padre recibió en audiencia al nuevo embajador del Paraguay ante la Santa Sede Esteban Kriskovic, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

El embajador Kriskovic es abogado, nacido en Asunción el 14 de julio de 1971 y titulado en ciencias jurídicas y diplomáticas por la Universidad Católica de Asunción, 1996. Obtuvo un doctorado en ciencias jurídicas en la misma Universidad, con la tesis: “La objeción de conciencia como derecho fundamental en el campo de la bioética y el bioderecho”.

Se especializó en formación ética en el departamento de Teología y Acción Pastoral de la Universidad Católica de Asunción, 2005.

Desempeñó la función de asistente y relator de la Corte Suprema de Justicia (1995-2003). Fue docente de derecho del trabajo en la Universidad Autónoma de Asunción y de política contemporánea en la Universidad Comunera de la República (1997-2022), así como derecho canónico, ética profesional, deontología jurídica y lógica jurídica en la Universidad Católica de Asunción (1997-2009).

Fue vicepresidente de la Asociación de Docentes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Diplomáticas de la Universidad Católica (2001-2003). También ejerció el cargo de secretario general de la Corte Suprema de Justicia (2003-2005) y sucesivamente, director de la Oficina de Ética Jurídica de la misma Corte (2006-noviembre 2011).

Fue delegado del Consejo Pontificio de la Cultura ante los centros culturales católicos del Cono Sur en el Paraguay (2005-2009).

Ejerció como docente de ética jurídica en la Escuela Jurídica del Paraguay (2006-2009) y fue secretario general de la Universidad Católica de Asunción (2009-noviembre 2011).

Es abogado ante el Tribunal eclesiástico metropolitano y miembro de la Asociación Paraguaya de Derecho Canónico. Es miembro fundador (1994) y presidente de la Comisión Directiva del Instituto Tomás Moro, de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Asunción.

También fue miembro del ala juvenil del Centro de Investigaciones de Ética Social (CIES) de Buenos Aires (1996-1998).

Es autor de numerosas publicaciones sobre derecho, ética y deontología jurídica, entre los cuales destaca el Código de Ética Jurídica de la República del Paraguay (2009).

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Mundo


Expectación en México y Cuba por la visita papal
No faltan las quinielas sobre los hitos del viaje de Benedicto XVI
ROMA, miércoles 21 diciembre (ZENIT.org).- La comisión organizadora de la visita papal, con el delegado Alberto Gasbarri –responsable de las giras pontificias- a la cabeza, estuvo en México y en Cuba.

Según algunas quinielas, el papa llegaría a México el 23 de marzo, con actos los días 24 y 25, festividad de la Encarnación, y el 26 partiría a Cuba.

Según medios mexicanos, la visita se centraría en el estado de Guanajuato –centro geográfico que facilitaría la asistencia a muchos mexicanos--, con actos en la capital, en León y en Silao. 

Por otra parte, obispos de México negaron que la visita de Benedicto XVI a México tenga se pueda conectar con las próximas elecciones presidenciales. Como se sabe, en México los comicios presidenciales previstos para 2012 podrían suponer un giro histórico en el gobierno del país azteca. Y los arúspices buscan signos hasta debajo de las piedras.

En entrevistas con la agencia Notimex, el arzobispo de Puebla Víctor Sánchez, y el obispo auxiliar Eugenio Lira reiteraron que los viajes del papa no están condicionados a las coyunturas electorales.

"Los tiempos de los candidatos y las elecciones no son los tiempos del papa, el pontífice va porque quiere ir a México, que coincida es otra cosa, que algunos pretendan aprovecharlo es también otra cosa, pero son tiempos distintos", afirmó monseñor Sánchez.

Recordó que, desde el inicio del actual papado, se había cursado a Benedicto XVI la invitación para que visitara tierras mexicanas y, ahora que la aceptó formalmente, "es una gran noticia para un pueblo que quiere al papa".

El obispo auxiliar de Puebla Eugenio Lira rechazó lecturas inapropiadas a una gira pastoral cuyo objetivo primordial será atender las necesidades espirituales de los católicos. "Es muy importante tener en cuenta que el papa va a México a confirmarnos en la fe, como lo dijo en la misa de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre en la basílica de San Pedro del Vaticano", subrayó.

"Las demás lecturas que se le quieran dar serían totalmente arbitrarias, porque el papa no va a apoyar a un partido, a un candidato ni va a hacer proselitismo de ninguna forma, si alguien se atreviera a utilizar sus palabras quedaría muy fuera de lugar", dijo.

En México, explicó, ya existía mucha expectativa aunque no se confirmaba la noticia, e incluso muchos preguntaban cómo conseguir pases para la misa que presidirá el obispo de Roma. Reveló que los obispos ya establecieron comisiones que organizarán catequesis previas, en las que se reflexione sobre la Iglesia, el ministerio del papa y concretamente sobre Benedicto XVI.

Del otro lado del mar, en Cuba, el presidente Raúl Castro recibió este 18 de diciembre a la misma delegación de la Santa Sede. De la información llegada a la agencia Fides, se sabe que el encuentro tuvo lugar en el palacio del Consejo de Estado, en la plaza de la Revolución.

Según un comunicado oficial, Castro mostró su plena disponibilidad para la visita papal. La noticia se publicó en medios oficiales cubanos y latinoamericanos, haciendo hincapié en las "excelentes relaciones" entre Cuba y el Vaticano.

El periódico del partido comunista Granma publicó unas fotos en portada de Raúl Castro y el delegado del Vaticano Alberto Gasbarri. A la reunión con el general Castro también asistieron el cardenal arzobispo de La Habana Jaime Ortega, el nuncio apostólico en Cuba Bruno Musar, y el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Santiago de Cuba Dionisio García.

Por Nieves San Martín

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Tras la muerte de Kim Jong-il, es posible la reunificación de Corea
El presidente de los obispos surcoreanos Peter Kang, optimisma
SEÚL, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- La muerte del dictador Kim Jong-il podría ser un punto de inflexión para la reunificación de Corea. Entre los obispos coreanos, hay optimismo acerca de la suerte geopolítica de la región, luego de la desaparición del dictador de Pionyang.

“Esperamos que el Señor les dé coraje y luces a los hermanos norcoreanos, a fin de que pueda retornar una política centrada en el diálogo, la paz, la reconciliación”, declaró a la agencia Fides monseñor Peter Kang, presidente de la Conferencia Episcopal surcoreana.

“No esperábamos un hecho semejante –añadió el prelado-. Deseamos que esto sea un motivo para desarrollar un camino de reunificación. No conocemos al detalle la actual situación política en Corea del Norte”.

A Kim Jong-il le ha sucedido su hijo Kim Jong-un, de apenas treinta años, carente de “experiencia política”, según el líder de los obispos surcoreanos y quien “no parece gozar de mucha confianza de parte del pueblo coreano”.

La situación política norcoreana podría prestarse más o menos, a una larga fase de transición, llena de incertezas y de inestabilidad, trayendo como resultado la posible caída del partido comunista, en el poder desde hace sesenta años.

“Verdaderamente, el hecho de la muerte de Kim Jong-il podría significar un momento crucial para la historia de la Corea. Podría ser una señal de que el Señor quiere una transformación fundamental en el país”, declaró monseñor Kang.

Más cauto es el comentario del reverendo Kim Tea Sung, secretario general de la Conferencia Coreana de Religiones por la Paz, en el sentido de que “el futuro del país es ahora un asunto muy delicado”.

“La muerte del ‘gran líder’ --explicó a Fides el reverendo Kim--, podría dejar un vacío y generar problemas muy graves a nivel social y político. Esperamos que para el Norte no sea un momento de conflicto, que traiga un sufrimiento posterior a la población”.

Kim manifestó su esperanza en que proseguirá y se reforzará la cooperación y el diálogo entre los líderes religiosos de las dos Coreas.

Está prevista una reunión para mañana jueves 22 de diciembre en Corea del Norte, tras una reunión previa en Pionyang, mientras que en el Sur se espera a una delegación del Norte para el próximo año.

“Nuestra esperanza es que tal proceso de intercambio continúe, también con la nueva administración política en el Norte, a fin de reforzar el clima de cordialidad y de amistad entre el Norte y el Sur”, acotó el reverendo Kim.

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Las diócesis españolas se preparan a la cumbre de la familia
Milán pide a cien mil hogares que abran su casa a los participantes
MADRID, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Mientras la diócesis de Milán, Italia, se prepara a acoger a participantes en el Encuentro Mundial de las Familias, en la primavera de 2012, con el lema “La familia: el trabajo y la fiesta”, y pide generosidad a cien mil hogares italianos para acoger a las familias asistentes, las diócesis españolas celebran encuentros y ofrecen catequesis preparatorias al evento. El más llamativo, el de Madrid el próximo 30 de diciembre en la plaza de Colón.

La diócesis de Segovia celebró del 12 al 18 de diciembre, una serie de actos para celebrar la Semana de la Familia. Para promover una reflexión y un compromiso que concilie las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la familia, y para recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente del domingo, la diócesis ofreció, como calentamiento para el Encuentro Mundial de las Familias de Milán, la proyección de una película y una charla y mesa redonda sobre cómo afrontar el trabajo, el tiempo libre y el desempleo desde la familia. La semana culminó con una celebración eucarística festiva el último domingo de Adviento. Al ser éste el día de la “Virgen de la Esperanza”, se dió una bendición especial a las mujeres embarazadas.

El delegado de apostolado seglar, Juan Pedro Cubero, afirmaba: «Todos sabemos que la familia es hoy la ‘institución’ más valorada en todas las encuestas, también entre los jóvenes. Es, además, la realidad más cercana a nosotros: todos la conocemos, la sufrimos, la gozamos, la queremos… Pero hoy la familia está recibiendo embestidas y sacudidas como nunca. No podemos, por tanto, quedarnos en una actitud negativa 'maldiciendo las tinieblas'. Todos y cada uno podemos y debemos 'encender una cerilla' y poner nuestro granito de arena».

Bajo el título “La familia engendra la vida”, el secretariado diocesano para la Familia de la diócesis de Almería pone a disposición de los usuarios de la web (www.diocesisalmeria.es), la segunda catequesis preparatoria para el VII Encuentro Mundial. En esta segunda entrega, se aborda el sentido de Cristo dentro de la alianza matrimonial, y las dificultades que se presentan en la vida conyugal, o cómo viven los cónyuges el deseo y la ternura en su relación esponsal.

Con dimensión europea, Madrid y los jóvenes de la JMJ celebrarán la Fiesta de la Sagrada Familia, el próximo 30 de diciembre. Serán los protagonistas de la magna fiesta en la plaza de Colón, en preparación al próximo Encuentro Mundial.

El Comité organizador de la JMJ destaca el carácter europeo de la celebración, con miles de jóvenes del viejo continente, acompañados por sus obispos, que han decidido pasar este Fin de Año unidos en oración y hospedados nuevamente por parroquias y familias españolas. Como es tradición desde 2007, se espera el videomensaje de Benedicto XVI a esta concentración que convertirá a Madrid en la capital europea de la Familia por un día.

Confirmada la presencia en Madrid, para unirse a la fiesta, del cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, che invitará a los presentes a participar en el Encuentro de Milán, del 30 de mayo al 3 de junio de 2012.

El programa iniciará en Colón, con la presentación de los jóvenes y las familias llegadas de Europa, la procesión con la Virgen en su advocación de la Almudena patrona de Madrid portada por jóvenes, el rezo del rosario, y la presentación de testimonios y cantos de animación. La Eucaristía será presidida por el cardenal arzobispo de Madrid Antonio M. Rouco, acompañado por el el cardenal Antonelli y obispos de diócesis españolas y europeas. La animación contará con dos orquestas: la Sinfónica con el Coro de la JMJ y la Sinfónica del Camino Neocatecumenal proveniente de Belén y Jerusalén.

El escenario es obra del arquitecto Antonio Ávalos. El cartel promocional ha sido traducido al italiano, inglés, francés y alemán y reza: “Gracias a la familia cristiana ¡hemos nacido!” con una fotografía de una multitud de jóvenes de la JMJ y un icono de la Sagrada Familia de Nazaret, de tradición bizantina.

La Eucaristía quiere ser también un encuentro de preparación al Encuentro Mundial de las Familias 2012, al que convocó Benedicto XVI deseando que “el acontecimiento, para que sea realmente provechoso, no debería quedar aislado, sino colocarse dentro de un itinerario adecuado de preparación eclesial y cultural”.

El encuentro de Madrid, que marca la IV edición de la Fiesta de las Familias cada dos años, sigue al celebrado el 27 de diciembre de 2009, que contó una multitud de cerca de setecientas mil personas, sin un solo incidente, entre las que se contaban cardenales, obispos y exponentes de otras realidades eclesiales.

Este año, como ya lo tuvieran en 2007, los chicos del Camino Catecumenal tendrán un buen espacio en el protagonismo de la fiesta, querida por el cardenal Rouco. Aunque no está confirmada, es esperable la presencia del fundador del Camino Kiko Arguello, como ya hiciera en la magna fiesta neocatecumenal de Madrid al hilo de la JMJ de este verano.

“En el mundo de hoy, se aborta a muchos niños. Yo sería una de ellos, dado que inicialmente los mismos médicos habían aconsejado a mi madre interrumpir el embarazo porque esta la habría podido llevar a la muerte”, declara a Salvatore Cernuzio, de la redacción italiana de ZENIT, María, tercera de siete hijos, de una comunidad del centro de Roma. “Agradezco a la Iglesia que ha dado a mis padres la fe necesaria para abrirse a la vida, y a Dios que me ha puesto en una familia cristiana” concluye.

“Ya hace dos años participé en el encuentro de las familias en Madrid --dice Giovanni, primero de cuatro hijos, también de la comunidad en la ciudad eterna- y me siento contento de que a pesar de que hubiera familias de toda lengua y nación, nos sentíamos, gracias a la Iglesia, un solo cuerpo”.

“Vuelvo con gusto –añade- porque creo que el mundo necesita ver qué bello es vivir en una familia cristiana. Nosotros hijos no nos sentimos perdedores o penalizados por tener tantos hermanos, sino que nos sentimos contentos porque a a pesar de ello, cada día, hay un continuo confiarse a Dios, podemos testimoniar que Él nos provee en todas nuestras necesidades”.

Todas aquellas personas que deseen hacer aportaciones voluntarias para financiar los gastos de la Misa de las Familias que se celebrará el próximo viernes 30 de diciembre en la plaza de Colón, pueden hacerlo enviando un SMS con la palabra clave fami al 27565. El coste del mensaje es de 1,2 euros más IVA. La celebración dará comienzo con la presentación de los jóvenes y las familias llegadas desde toda Europa que saludarán con sus banderas. Obispos europeos acompañarán a los cardenales Antonelli y Rouco.

Mientras tanto, en Milán, la diócesis ha hecho este martes un llamamiento a cien mil milaneses y sus familias para que sean generosos en abrir las puertas de sus hogares a los asistentes a la cumbre mundial de la familia católica.

Por Nieves San Martín

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La fuerza de la Caritas cristiana que irradia de Belén
Juan M. Laboa: En cuanto a generosidad, solidaridad y entrega, no nos gana nadie
MADRID, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- En estas fechas navideñas aflora como nunca la Caritas cristiana que irradia del nacimiento de Belén. Una Caritas que merece la confianza de gobiernos y actúa en la grisura de cada día alegrando la vida de millones de personas, cristianas o no, creyentes o no. Los voluntarios del amor cristiano, a pesar de los lunares del pecado humano en la Iglesia, no tienen igual.

El alcalde de Almería, España, Luis R. Rodríguez, entregó este martes al director de la Caritas diocesana Andrés Asensio un cheque simbólico por dieciocho mil euros, con el que el Ayuntamiento contribuye a la labor solidaria que desarrolla esta organización entre los menos favorecidos. El alcalde destacó la importante actuación de Caritas en el municipio, cuyos voluntarios atienden de modo altruista a un importante número de personas y familias en dificultad. Además del dinero, el alcalde anunció al director de Caritas que, en breve, les proporcionarán material informático para las labores administrativas de esta organización.

En estos días navideños, se pone más de manifiesto la fuerza de la Caritas cristiana. Caritas que merece toda la confianza de las administraciones públicas porque, con su mínima estructura, sus voluntarios y su plus de gratuidad y dedicación, multiplica hasta por tres la efectividad de cada euro recibido, en relación al gasto en otras instituciones burocratizadas.

El sacerdote Juan María Laboa, historiador del cristianismo y de la Iglesia, catedrático en la Universidad Pontificia de Salamanca, acaba de publicar el libro Por sus frutos los conoceréis. Historia de la caridad en la Iglesia, editorial San Pablo, considerado como un nuevo atlas del cristianismo.

En una entrevista, publicada el 16 de diciembre por el Diario Vasco, analiza lo que ha supuesto en la historia de la Iglesia este pilar de la práctica cristiana.

¿Cuál ha sido el hilo conductor de la acción caritativa de la Iglesia a lo largo de su historia? “El anuncio de la paternidad divina y la fraternidad humana. La convicción de que no se ama a Dios si no se ama a los hermanos. Jesús nos invitó a enfrentarnos a los sufrimientos de todo género, atenuando sus consecuencias, eliminándolos si fuera posible, acompañando y amando siempre a quienes sufren, tomando sobre nuestras espaldas sus consecuencias. El hilo conductor ha sido su ejemplo”, responde Laboa.

Los protagonistas de esta historia de amor gratuito han sido “los cristianos, generalmente, anónimos, han sido los auténticos protagonistas de tantas historias de amor, porque aunque en la memoria nos quedan los nombres de fundadores de congregaciones o instituciones religiosas, los verdaderos héroes son sus continuadores anónimos, los bomberos de tantos fuegos y los consoladores de tanta incertidumbre, los auténticos artífices de una sociedad más compasiva, más fraterna y más solidaria. Ellos hacen comunidad, se saludan con afecto en las eucaristías y dan lo poco que tienen a Caritas: han aprendido a amar y a dar vida a cuantos les rodean”.

¿Y los grantes testigos contemporáneos?”: “Tenemos muchos nombres y muchas actitudes: Kolbe, Bonhoeffer, Teresa de Calcuta, Foucauld, Helder Cámara, Oscar Arnulfo Romero, Ellacuría, los cistercienses mártires de Argelia, los sacerdotes obreros, los defensores de los indígenas del Amazonas, las religiosas enfermeras muertas por contagio en África, los traperos de Emaus y tantos otros. Han aportado solidaridad, compasión y compartir la soledad, la marginación y el dolor; han aportado alegría y compañía al solo, pobre y excluido. Su auténtica aventura humana ha consistido en descubrir el verdadero rostro del amor y, para conseguirlo, han descubierto y puesto en práctica nuestra capacidad de amar”.

La aportación eclesial a la sociedad es inmensa pero ignorada, ¿por qué?: “En nuestras ciudades mucha gente vive gracias a las ayudas de toda clase de parroquias, congregaciones religiosas, laicos cristianos, que dedican su tiempo y sus medios a resolver tantas necesidades. Decenas de millares de personas viven gracias a los comedores, se visten con los roperos, estudian y encuentran acomodo gracias a Caritas y otras instituciones cristianas. Es desconocida porque tantos medios de comunicación, especializados en un anticlericalismo burdo y trasnochado, jamás hacen mención de esta obra de amor y generosidad llevada adelante por cientos de miles de cristianos sin nombre. Es desconocida porque la generosidad resulta revulsiva y produce urticaria a cuantos han decidido no ver, ni oír ni sentir”.

La Iglesia predica amor, pero el pueblo desconfía: “Tal vez desconfían porque la única imagen eclesial que conocen es la ofrecida por los medios de comunicación: la voz de unos obispos, el escándalo de unos sacerdotes, el mundo barroco de algunas ceremonias romanas. Si ese pueblo conociese al ejército de creyentes que han comprometido su existencia con el servicio a Dios y a los hombres. Si conociese a los intelectuales y teólogos, profetas, místicos y santos que han ayudado a sus hermanos a salvar las dificultades de la modernidad y a reconciliarles con la razón, los derechos de los hombres y con la libertad. Si fueran conscientes de que su compromiso radica en los evangelios, en la figura de Cristo y en el amor de Dios, que les lleva a declarar que en nuestros tiempos, ante el desamparo de los seres humanos, el cristianismo no puede permanecer ajeno a las angustias y a los gritos de los pueblos, de los humildes y de los pobres. Si los conociesen tal cual son, cambiarían de opinión”.

En un momento de alejamiento hacia la institución, ¿qué hacer?: “ Es difícil imaginarnos a Cristo como legislador y leguleyo de las minucias. Habló de un Padre que acoge a tantos pródigos, dispensó la lluvia de sus gracias a todos, corrió tras las ovejas perdidas, sin tener en cuenta a tantos puros institucionales que lo criticaron hasta odiarlo. Jesús no fue nada clerical sino que se convirtió en nuestro hermano universal y por esto sigue siendo el gran protagonista de nuestras vidas. El prestigio y la atracción de la Iglesia nunca es fruto de su grandeza, nunca es fruto de sus palabras sino de su capacidad de demostrar con su vida que Dios nos ama”.

En este tiempo de crisis que se ceba en los más débiles, ¿la voz de la Iglesia está siendo alta y clara?: “Ninguna institución, ninguna organización, en España o en el mundo dedica tantas personas y tantos medios como los cristianos a favor de los necesitados de toda clase. Es la única institución compuesta solo por voluntarios, que dan lo que tienen y todo lo que reciben para paliar el sufrimiento, el hambre, el dolor y la necesidad de los seres humanos. Esa es su voz y su activo: los testigos, los voluntarios, los hermanos silenciosos, pero activos. La Iglesia, los cristianos, son probablemente tan pecadores como los demás. Pero en cuanto a generosidad, solidaridad y entrega, no nos gana nadie”.

El libro Por sus frutos los conoceréis. Historia de la caridad en la Iglesia, de la editorial San Pablo, se puede obtener en este enlace: http://www.amazon.es/gp/product/8428538875/ref=as_li_qf_sp_asin_il_tl?ie=UTF8&tag=zenit058-21&linkCode=as2&camp=3626&creative=24790&creativeASIN=8428538875.

Por Nieves San Martín

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El espíritu de la liturgia


Fe y Liturgia
Columna de teología litúrgica a cargo del padre Mauro Gagliardi*
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 diciembre (ZENIT.org).- Por cuarto año consecutivo, empezamos la publicación de la columna de teología litúrgica “El Espíritu de la Liturgia”. Respecto a años precedentes, lo hacemos con un retraso de dos meses, debido al cambio de guardia que hubo en el vértice de la agencia de informaciones ZENIT. El nuevo director, doctor Antonio Gaspari, ha expresado con una fuerte convicción su deseo de que la columna “El Espíritu de la Liturgia”, continuase siendo publicada, proveyendo así un servicio ágil y accesible de formación a los lectores en temas litúrgicos, según el sentir de la Iglesia y del Santo Padre.

En este sentido se ha elegido también el tema que nos hemos trazado para este año. Como se sabe, el Santo Padre Benedicto XVI ha convocado al Año de la Fe (octubre 2012 – noviembre 2013). La convocatoria fue anunciada a través de la carta apostólica en forma de motu proprio Porta Fidei, el 11 de octubre pasado. En la carta, más allá de dar el anuncio de la convocatoria, el Papa llama la atención sobre algunos aspectos fundamentales en lo relativo al tema de la fe, más allá de la historia de la Iglesia reciente.

En lo que respecta a este último aspecto, el Sumo Pontífice nos hace ver que el Año de la Fe viene convocado a los cincuenta años de la inauguración del Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962), presidida por el beato Juan XXIII, fecha que coincide también con los veinte años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 1992), por el beato Juan Pablo II. Benedicto XVI ha entendido que el mejor modo para celebrar estos dos importantísimos eventos de la historia reciente de la Iglesia, sería atrayendo la atención de la Iglesia sobre el tema de la fe.

En la carta Porta Fidei, se encuentran algunos aspectos referidos al tema de la fe, que tradicionalmente son comprendidos como fides qua creditur e fides quae creditur, es decir: como fe con la cual (qua) se cree y fe que (quae) se cree. Simplificando ulteriormente, el binomio fides qua/fides quae no indican dos formas de fe separadas, que podrían subsistir la una sin la otra, sino dos aspectos inseparables de la única virtud de la fe. Fides qua señala el acto personal de la fe, la fe en la que creo/creemos. Fides quae son los contenidos doctrinales en los que creo/creemos. Se entiende que no basta conocer la doctrina para creer, porque es necesario también el acto libre de profesar esa doctrina como verdadera y vivir en consecuencia. Como también es impensable que la fe sea una confianza en Dios vaga, sin contenidos. En este caso se podría decir: “¡creo!”, pero ante la pregunta: “¿en qué cosa crees?”, uno estaría obligado a enmudecer. Han existido épocas en las que había el riesgo de centrar la atención principalmente en la doctrina; desde algunos decenios –quizás también por reacción-, nos hemos dedicado mucho al tema del acto libre de fe, pero poco a la noción de fe. En ambos casos, se trata de planteamientos parciales que, cuando se vuelven radicales, nos hacen perder el concepto verdadero y la recta práctica de la fe.

La distinción fides qua/fides quae la encontramos ya en san Agustín, que escribe: “Por cierto, aseguramos con absoluta verdad, que la impronta de la fe en el corazón de cada uno de los que creen (…) procede de una única doctrina, pero una cosa es lo que se cree (ea quae creduntur), y otra cosa es la fe con la que se cree (fides qua creduntur)” (De Trinitate, XIII, 2,5). El santo continúa explicando que la fe es una sola a nivel doctrinal, es diferente para cada uno a nivel personal, en el sentido de que algunos creen más, otros menos, y alguno no cree nada. No se trata de una diversidad de fe respecto a los contenidos--lo que implicaría no compartir la misma fe--, sino una diversidad en la recepción, de parte de cada uno, de la gracia de la fe. De ello se desprende que lo que tiene a la Iglesia unida, no es la intensidad subjetiva de la fe –diversa de persona a persona--, sino la única doctrina de la fe, creída por cada fiel. Por eso mismo, la Iglesia ha custodiado y defendido siempre con gran celo la pureza de la sana doctrina, sin la cual la misma Iglesia estaría inevitablemente destinada a la división.

Por eso mismo, el Santo Padre, nos reclama la plenitud del acto de la fe, compuesto indisolublemente de adhesiones personales y de doctrinas que es necesario conocer y profesar.

También si el Concilio Vaticano II ha querido autodenominarse concilio pastoral, es evidente que la pastoral sin la fe (subjetiva y objetiva) no existe o, si existe, no tiene algún sentido. Por eso, es más que adecuado celebrar un Año de la Fe en el quincuagésimo aniversario del inicio del Concilio. Y esto, recordando que el Catecismo de la Iglesia Católica no es “un paso atrás” respecto “al espíritu del Concilio”. El Catecismo de 1992 es el Catecismo del Concilio Vaticano II.

Por eso, junto a los calificados autores del “Espíritu de la Liturgia”, a quienes va desde ahora nuestro agradecimiento por la colaboración competente que ofrecerán, hemos decidido dedicar este cuarto año de esta columna a la sección litúrgica del Catecismo. Estimamos que así podremos ayudar a los lectores –aunque en modo sintético, como corresponde a este tipo de artículos--, a volver a coger el Catecismo y releerlo con la calma y atención debida, a fin de que este precioso texto continúe siendo un punto de referencia doctrinal y alimento para la fe personal de cada bautizado y de la Iglesia entera.

Traducción del original italiano por José Antonio Varela Vidal

*Don Mauro Gagliardi es Profesor ordinario del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, profesor encargado en la Universidad Europea de Roma, consultor de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice y de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.

Quien quiera preguntar o expresar opiniones sobre los temas tocados por esta columna, a cargo de Don Mauro Gagliardi, puede escribir aliturgia.zenit@zenit.org


 

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Flash


El crucifijo recupera la presidencia de España
Simbólica jura de su cargo de Mariano Rajoy
MADRID, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Si los símbolos hablan, la jura de su cargo del nuevo presidente del Consejo de Ministros de España Mariano Rajoy es toda una declaración de intenciones: el crucifijo vuelve a presidir la vida pública española.

Mariano Rajoy juró su cargo este miércoles, en el palacio de La Zarzuela, residencia habitual de los reyes de España, con la mano derecha sobre la Biblia y un ejemplar de la Constitución de 1978. En la mesa, bien visible ante las cámaras, un testigo mudo pero elocuente, un crucifijo.

“Juro fielmente cumplir con mis obligaciones como presidente del Gobierno con lealtad al rey y a la Constitucion”. Con la mano puesta sobre la Biblia y ante el crucifijo, Mariano Rajoy juró su cargo ante el rey Juan Carlos I, a las 11.00 horas, en una breve ceremonia, confirmaron fuentes de Casa Real. De este modo, se convirtió en el sexto presidente de la democracia del siglo XX en España, tras el debate parlamentario de investidura de este martes, en el que presentó su programa de gobierno para obtener la confianza del Congreso de los Diputados. Contando con mayoría absoluta, 185 votos, el candidato superó la confianza de su propio partido obteniendo otros dos apoyos más.

Al acto de la jura del nuevo presidente, asistió su majestad la reina doña Sofía; el presidente del gobierno saliente José Luis R. Zapatero y los máximos representantes de las instituciones españolas.

Su majestad el rey Juan Carlos I y el presidente del Congreso firmaron este martes el real decreto del nombramiento del nuevo jefe del Ejecutivo español, que ya se ha publicado este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Como es habitual en la jura o promesa [a elegir por el nombrado] de los miembros del Ejecutivo, Rajoy eligió jurar su cargo ante un crucifijo, un ejemplar de la Constitución abierto por el título IV, relativo al Gobierno y a la Administración, y una Biblia de 1791 dedicada al rey Carlos IV, abierta por el Libro de los Números, capítulo XXX, sobre el voto y juramento.

Rajoy ha elegido la fórmula de la jura ante la Biblia y la Constitución, en presencia de un crucifijo, para expresar su fidelidad al cargo, la misma que utilizaron Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo y José María Aznar. Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero optaron por la promesa.

Por Nieves San Martín

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Documentación


Benedicto XVI: Navidad, misterio que conmueve nuestra fe y existencia
Catequesis del papa en preparación al nacimiento hoy de Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 diciembre 2011 (ZENIT.org).- En la Audiencia General de esta mañana, desarrollada en el Aula Paulo VI, el santo padre Benedicto XVI se ha encontrado con grupos de peregrinos y fieles venidos de Italia y de varias partes del mundo. El papa ha centrado su discurso en lengua italiana, en el misterio de la Navidad que ya está cerca. Después de haber resumido su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha dirigido particulares expresiones de saludo a los grupos de fieles presentes.

La Audiencia General ha concluido con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida junto a los obispos presentes. Este es el texto íntegro de la catequesis del papa.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

Me complace darles la bienvenida en la Audiencia general, a pocos días de la celebración de la Natividad del Señor. El saludo que recorre en estos días los labios de todos es “¡Feliz Navidad! ¡Saludos por las buenas fiestas navideñas!” Verifiquemos que, también en la sociedad actual, el intercambio de los saludos no pierda su profundo valor religioso, y la fiesta no sea absorbida por los aspectos exteriores, que tocan las fibras del corazón. Efectivamente, los signos externos son hermosos e importantes, siempre que no nos distraigan, sino que nos ayuden a vivir la Navidad en su verdadero sentido --aquello sagrado y cristiano--, de modo que tampoco nuestra alegría sea superficial, sino profunda.

Con la liturgia navideña la Iglesia nos introduce en el gran Misterio de la Encarnación. La Navidad, en efecto, no es un simple aniversario del nacimiento de Jesús; es también esto, pero es más aún, es celebrar un Misterio que ha marcado y continua marcando la historia del hombre –Dios mismo ha venido a habitar en medio de nosotros (cfr. Jn. 1,14), se ha hecho uno de nosotros--; un Misterio que conmueve nuestra fe y nuestra existencia; un Misterio que vivimos concretamente en las celebraciones litúrgicas, en particular en la Santa Misa.

Cualquiera podría preguntarse: ¿cómo es posible que yo viva ahora este evento tan lejano en el tiempo? ¿Cómo puedo participar provechosamente en el nacimiento del Hijo de Dios, ocurrido hace más de dos mil años? En la Santa Misa de la Noche de Navidad, repetiremos como estribillo de respuesta al salmo responsorial estas palabras: “Hoy ha nacido para nosotros el Salvador”. Este adverbio de tiempo, “hoy”, se utiliza más veces en las celebraciones natalicias y está referido al hecho del nacimiento de Jesús y a la salvación que la Encarnación del Hijo de Dios viene a traer. En la Liturgia, tal venida sobrepasa los límites del espacio y del tiempo y se vuelve actual, presente; su efecto perdura, en el transcurrir de los días, de los años y de los siglos. Indicando que Jesús nace “hoy”, la Liturgia no usa una frase sin sentido, sino subraya que esta Navidad incide e impregna toda la historia, sigue siendo una realidad incluso hoy, a la cual podemos acudir precisamente en la liturgia. A nosotros los creyentes, la celebración de la Navidad renueva la certeza de que Dios está realmente presente con nosotros, todavía “carne” y no sólo lejano: aún estando con el Padre está cerca de nosotros. Dios, en aquel Niño nacido en Belén, se ha acercado al hombre: nosotros lo podemos encontrar todavía, en un “hoy” que no tiene ocaso.

Me gustaría insistir sobre este punto, porque al hombre contemporáneo, hombre de lo “razonable”, de lo experimentable empíricamente, se le hace cada vez más difícil abrir el horizonte y entrar en el mundo de Dios. La redención de la humanidad es sin duda, un momento preciso e identificable de la historia: en el acontecimiento de Jesús de Nazaret; pero Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo, que no solo le ha hablado al hombre, que le mostró signos maravillosos, que lo condujo a través de toda una historia de salvación, sino que se ha hecho hombre y permanece hombre. El Eterno ha entrado en los límites del tiempo y del espacio, para hacer posible “hoy” el encuentro con Él. Los textos litúrgicos navideños nos ayudan a entender que los eventos de la salvación realizados por Cristo son siempre actuales, interesan a cada hombre y a todos los hombres. Cuando escuchamos o pronunciamos, en las celebraciones litúrgicas, este “hoy ha nacido para nosotros el Salvador”, no estamos utilizando una expresión convencional vacía, sino entendemos que Dios nos ofrece “hoy”, ahora, a mí, a cada uno de nosotros, la posibilidad de reconocerlo y de acogerlo, como hicieron los pastores de Belén, para que Él nazca también en nuestra vida y la renueve, la ilumine, la transforme con su Gracia, con su Presencia.

La Navidad, por tanto, mientras conmemora el nacimiento de Jesús en la carne, de la Virgen María –y numerosos textos litúrgicos hacen revivir a nuestros ojos este o aquél episodio--, es un evento eficaz para nosotros. El papa san León Magno, presentando el sentido profundo de la Fiesta de Navidad, invitaba a sus fieles con estas palabras: “Exultemos en el Señor, queridos míos, y abramos nuestros corazón a la alegría más pura, porque ha despuntado el día que para nosotros significa la nueva redención, la antigua preparación, la felicidad eterna. Se renueva en realidad para nosotros, en el ciclo anual que transcurre, el alto misterio de nuestra salvación, que, prometido al inicio y otorgado al final de los tiempos, está destinado a durar para siempre” (Sermón 22, In Nativitate Domini, 2,1: PL 54,193). Y, siempre san León Magno, en otra de sus homilías navideñas, afirmaba: “Hoy, el creador del mundo ha sido generado en el seno de una virgen: aquel que había hecho todas las cosas se ha hecho hijo de una mujer creada por él mismo. Hoy, la Palabra de Dios ha aparecido revestido de carne y, aunque nunca había sido visible al ojo humano, se ha hecho también visiblemente palpable. Hoy los pastores han escuchado por voz de los ángeles que que ha nacido el Salvador en la sustancia de nuestro cuerpo y de nuestra alma” (Sermón 26, In Nativitate Domini, 6,1: PL 54,213).

Hay un segundo aspecto al cual quisiera aludir brevemente: el evento de Belén debe ser considerado a la luz del Misterio Pascual: el uno y el otro son parte de la única obra redentora de Cristo. La Encarnación y el nacimiento de Jesús nos invitan a dirigir, desde ya, la mirada sobre su muerte y su resurrección: Navidad y Pascua, ambas son fiestas de la redención. La Pascua se celebra como victoria sobre el pecado y sobre la muerte: marca el momento final, cuando la gloria del Hombre-Dios resplandece como la luz del día; la Navidad se celebra como el entrar de Dios en la historia haciéndose hombre para restituir el hombre a Dios: marca, por así decirlo, el momento inicial, cuando se deja entrever el clarear del alba. Pero así como el alba precede y hace ya presagiar la luz del día, así la Navidad anuncia ya la Cruz y la gloria de la Resurrección. También los dos períodos del año, en los cuales están situadas las dos grandes fiestas, al menos en algunas áreas del mundo, pueden ayudar a comprender este aspecto. Efectivamente, mientras la Pascua cae al inicio de la primavera, cuando el sol vence las densas y frías nieblas y renueva la faz de la tierra, la Navidad cae justo al inicio del invierno, cuando la luz y el calor del sol no llegan a despertar a la naturaleza, envuelta por el frío; pero sin embargo, bajo su manto palpita la vida y comienza de nuevo la victoria del sol y del calor.

Los padres de la Iglesia leían siempre el nacimiento de Cristo a la luz de la entera obra redentora, que encuentra su cúspide en el Misterio Pascual. La Encarnación del Hijo de Dios aparece no solo como el inicio y la condición de la salvación, sino como la presencia misma del Misterio de nuestra salvación: Dios se hace hombre, nace niño como nosotros, toma nuestra carne para vencer a la muerte y al pecado. Dos textos significativos de san Basilio lo ilustran bien. San Basilio decía a los fieles: “Dios asume la carne justo para destruir la muerte en ella escondida. Como los antídotos de un veneno, una vez ingeridos anulan los efectos, y como la oscuridad de una casa se disuelve a la luz del sol, así la muerte que dominaba sobre la naturaleza humana fue destruida por la presencia de Dios. Y como el hielo, que permanece sólido en el agua mientras dura la noche y reina la oscuridad, se derrite de inmediato al calor del sol. Así la muerte, que había reinado hasta la venida de Cristo, apenas aparece la gracia del Dios Salvador y surge el sol de justicia, “fue devorada por la victoria” (1 Cor. 15,54), sin poder coexistir con la Vida” (Homilía sobre el nacimiento de Cristo, 2: PG 31,1461). Y también san Basilio, en otro texto, hacía esta invitación: “Celebramos la salvación del mundo, la navidad del género humano. Hoy ha sido perdonada la culpa de Adán. No tenemos que decir nunca más: “Eres polvo y al polvo tornarás” (Gn. 3,19), sino, unidos a aquel que ha venido del cielo, serán admitidos en el cielo” (Homilía sobre el nacimiento de Cristo, 2: PG 31,1461).

En Navidad encontramos la ternura y el amor de Dios que se inclina sobre nuestros límites, sobre nuestras debilidades, sobre nuestros pecados y se abaja hasta nosotros. San Pablo afirma que Jesucristo “siendo de condición divina... se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, asumiendo semejanza humana” (Fil. 2,6-7). Miremos a la gruta de Belén: Dios se abaja hasta ser acostado en un pesebre, que es ya el preludio del abajamiento en la hora de su pasión. El culmen de la historia del amor entre Dios y el hombre pasa a través del pesebre de Belén y el sepulcro de Jerusalén.

Queridos hermanos y hermanas, vivamos con alegría la Navidad que se acerca. Vivamos este acontecimiento maravilloso: el Hijo de Dios nace aún “hoy”, Dios está verdaderamente cercano a cada uno de nosotros y quiere encontrarnos, quiere llevarnos a Él. Es Él la verdadera luz, que elimina y disuelve las tinieblas que envuelven nuestra vida y a la humanidad. Vivamos la Navidad del Señor contemplando el camino del inmenso amor de Dios que nos ha elevado hacia Sí a través del Misterio de la Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo, porque –como afirma san Agustín- “en (Cristo) la divinidad del Unigénito se ha hecho partícipe de nuestra mortalidad, a fin de que podamos participar de su inmortalidad” (Epístola 187,6,20: PL33,839-840). Sobre todo contemplemos y vivamos este Misterio en la celebración de la Eucaristía, centro de la Santa Navidad; allí se hace presente Jesús de modo real, verdadero Pan bajado del cielo, verdadero Cordero sacrificado por nuestra salvación.

Les deseo a todos ustedes y a sus familias, la celebración de una Navidad verdaderamente cristiana, de modo que también los intercambios de saludos en aquel día sean expresión del gozo de saber que Dios está cerca de nosotros y quiere recorrer con nosotros el camino de la vida. Gracias.

Traducción del original italiano por José Antonio Varela Vidal

©Librería Editorial Vaticana

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