ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 1 de enero de 2012

Especial Año Nuevo

Benedicto XVI: La última hora del tiempo y de la historia, termina en Dios

Benedicto XVI: Formar hombres pacíficos y contructores de paz

El papa confía en los jóvenes por su apertura a Dios y a la esperanza

El Año que pasó

El año que termina en la Iglesia latinoamericana

Crisis ética, la novedad de la juventud y la alegría africana

Benedicto XVI: Migraciones, Internet, vocaciones, libertad religiosa

Donde Dios llora

Arzobispo en Tierra Santa: Trabajar por la reconciliación

Mundo

Espero que Benedicto XVI siembre la semilla de la reconciliación nacional

Cuatro mil cubanos homenajearon a la Caridad del Cobre en La Habana


Especial Año Nuevo


Benedicto XVI: La última hora del tiempo y de la historia, termina en Dios
Vísperas de Santa María y Te Deum de fin de año con el papa en San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- En la basílica de San Pedro iluminada ‘a giorno’, Benedicto XVI presidió la ceremonia en la que deseó terminar el año agradeciendo a Dios por los beneficios recibidos. Tras el tradicional Te Deum de acción de gracias, el papa pronunció una homilía en la que...

El santo padre entró desplazándose en la tarima móvil, mientras el coro de la Capilla Sixtina entonaba el Tu es Petrus. En la solemnidad de María Santísima, se rezaron las vísperas en gregoriano, seguidas por la adoración eucarística y el Te Deum. La ceremonia concluyó con el canto del Adestes Fideles, mientras Benedicto XVI en el papamóvil se dirigió por sorpresa hacia la plaza de San Pedro casi desierta, en donde visitó y rezó ante la representación del nacimiento que adorna este punto de encuentro de la catolicidad.

El santo padre pronunció, durante la celebración, la siguiente homilía.

*****

Señores cardenales, venerables hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado, distinguidas autoridades, queridos hermanos y hermanas:

Estamos reunidos en la basílica vaticana para celebrar las primeras Vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y para dar gracias al Señor al final del año, cantando juntos el Te Deum. Os agradezco a todos que hayáis querido uniros a mi en esta ocasión tan llena de sentimientos y de significado. Saludo en primer lugar a los señores cardenales, a los venerables hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado, a los religiosos y religiosas, las personas consagradas y los fieles laicos que representan a toda la comunidad eclesial de Roma. Saludo de modo especial a las autoridades presentes, comenzando por el alcalde de Roma, al que agradezco el cáliz que ha donado, según una hermosa tradición que se renueva cada año. Deseo de corazón que, con el esfuerzo de todos, la fisonomía de nuestra ciudad esté cada vez más en consonancia con los valores de fe, cultura y civilización que corresponden a su vocación e historia milenaria.

Otro año llega a su término, mientras que, con la inquietud, los deseos y las esperanzas de siempre, aguardamos uno nuevo. Si pensamos en la experiencia de la vida, nos deja asombrados lo breve y fugaz que es en el fondo. Por eso, muchas veces nos asalta la pregunta: ¿Qué sentido damos a nuestros días? Más concretamente, ¿qué sentido damos a los días de fatiga y dolor? Esta es una pregunta que atraviesa la historia, más aún, el corazón de cada generación y de cada ser humano. Pero hay una respuesta a este interrogante: se encuentra escrita en el rostro de un Niño que hace dos mil años nació en Belén y que hoy es el Viviente, resucitado para siempre de la muerte. En el tejido de la humanidad, desgarrado por tantas injusticias, maldades y violencias, irrumpe de manera sorprendente la novedad gozosa y liberadora de Cristo Salvador, que en el misterio de su encarnación y nacimiento nos permite contemplar la bondad y ternura de Dios. El Dios eterno ha entrado en nuestra historia y está presente de modo único en la persona de Jesús, su Hijo hecho hombre, nuestro Salvador, venido a la tierra para renovar radicalmente la humanidad y liberarla del pecado y de la muerte, para elevar al hombre a la dignidad de hijo de Dios. La Navidad no se refiere sólo al cumplimiento histórico de esta verdad que nos concierne directamente, sino que nos la regala nuevamente de modo misterioso y real.

Resulta sumamente sugestivo, en el ocaso del año, escuchar nuevamente el anuncio gozoso que el apóstol Pablo dirigía a los cristianos de Galacia: «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial» (Ga 4,4-5). Estas palabras tocan el corazón de la historia de todos y la iluminan, más aún, la salvan, porque desde el día en que nació el Señor la plenitud del tiempo ha llegado a nosotros. Así pues, no hay lugar para la angustia frente al tiempo que pasa y no vuelve; ahora es el momento de confiar infinitamente en Dios, de quien nos sabemos amados, por quien vivimos y a quien nuestra vida se orienta en espera de su retorno definitivo. Desde que el Salvador descendió del cielo el hombre ya no es más esclavo de un tiempo que avanza sin un porqué, o que está marcado por la fatiga, la tristeza y el dolor. El hombre es hijo de un Dios que ha entrado en el tiempo para rescatar el tiempo de la falta de sentido o de la negatividad, y que ha rescatado a toda la humanidad, dándole como nueva perspectiva de vida el amor, que es eterno.

La Iglesia vive y profesa esta verdad y quiere proclamarla en la actualidad con renovado vigor espiritual. En esta celebración tenemos motivos especiales para alabar a Dios por su misterio de salvación, que actúa en el mundo mediante el ministerio eclesial. Tenemos muchos motivos de agradecimiento al Señor por todo lo que nuestra comunidad eclesial, en el corazón de la Iglesia universal, realiza al servicio del Evangelio en esta ciudad. En este sentido, junto al cardenal vicario, Agostino Vallini, los obispos auxiliares, los párrocos y todo el presbiterio diocesano, deseo agradecer al Señor, de modo particular, el prometedor camino comunitario dirigido a adecuar la pastoral ordinaria a las exigencias de nuestro tiempo, a través del proyecto «Pertenencia eclesial y corresponsabilidad pastoral». Su objetivo es el de poner la evangelización en primer lugar, para hacer más responsable y fructífera la participación de los fieles en los sacramentos, de tal manera que cada uno pueda hablar de Dios al hombre contemporáneo y anunciar el Evangelio de manera incisiva a los que nunca lo han conocido o lo han olvidado.

La quaestio fidei es también para la diócesis de Roma el desafío pastoral prioritario. Los discípulos de Cristo están llamados a reavivar en sí mismos y en los demás la nostalgia de Dios y la alegría de vivirlo y testimoniarlo, partiendo de la pregunta siempre tan personal: ¿Por qué creo? Hay que dar el primado a la verdad, acreditar la alianza entre fe y razón como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva a la contemplación de la Verdad (cf. Juan Pablo II, Enc. Fides et Ratio, Prólogo); hacer fecundo el diálogo entre cristianismo y cultura moderna; hacer descubrir de nuevo la belleza y actualidad de la fe, no como acto en sí, aislado, que atañe a algún momento de la vida, sino como orientación constante, también de las opciones más simples, que lleva a la unidad profunda de la persona haciéndola justa, laboriosa, benéfica, buena. Se trata de reavivar una fe que instaure un nuevo humanismo capaz de generar cultura y compromiso social.

En este marco de referencia, en la asamblea diocesana de junio pasado, la diócesis de Roma inició un camino de profundización sobre la iniciación cristiana y sobre la alegría de engendrar nuevos cristianos a la fe. En efecto, el corazón de la misión de la Iglesia es anunciar la fe en el Verbo que se ha hecho carne, y toda la comunidad eclesial debe descubrir con renovado ardor misionero esta tarea imprescindible. Las jóvenes generaciones, que acusan más la desorientación agravada además por la crisis actual, no solo económica sino también de valores, tienen necesidad sobre todo de reconocer a Jesucristo como «la clave, el centro y el fin de toda la historia humana» (Conc. Vat. II, Const. Gaudium et Spes, 10).

Los padres son los primeros educadores de la fe de sus hijos, desde su más tierna edad; por tanto, es necesario sostener a las familias en su misión educativa, a través de iniciativas adecuadas. Al mismo tiempo, es deseable que el camino bautismal, primera etapa del itinerario formativo de la iniciación cristiana, además de favorecer una consciente y digna preparación para la celebración del sacramento, cuide de manera adecuada los años inmediatamente sucesivos al Bautismo, con itinerarios apropiados que tengan en cuenta las condiciones de vida de las familias. Animo pues a las comunidades parroquiales y a las demás realidades eclesiales a seguir reflexionando para promover una mejor comprensión y recepción de los sacramentos, a través de los cuales el hombre se hace partícipe de la vida misma de Dios. Que la Iglesia de Roma pueda contar siempre con fieles laicos dispuestos a ofrecer su propia aportación en la edificación de comunidades vivas, que hagan posible el que la Palabra de Dios irrumpa en el corazón de los que todavía no han conocido al Señor o se han alejado de él. Al mismo tiempo, es oportuno crear ocasiones de encuentro con la Ciudad, que permitan un diálogo provechoso con cuantos buscan la verdad.

Queridos amigos, desde el momento en que Dios envió a su Hijo unigénito para que obtuviésemos la filiación adoptiva (cf. Ga 4,5), no hay tarea más importante para nosotros que la de estar totalmente al servicio del proyecto divino. A este respecto, deseo animar y agradecer a todos los fieles de la diócesis de Roma, que sienten la responsabilidad de devolver el alma a nuestra sociedad. Gracias a vosotras, familias romanas, células primeras y fundamentales de la sociedad. Gracias a los miembros de las múltiples comunidades, asociaciones y movimientos comprometidos en la animación de la vida cristiana de nuestra ciudad.

Te Deum laudamus!. A ti, oh Dios, te alabamos. La Iglesia nos sugiere terminar el año dirigiendo al Señor nuestro agradecimiento por todos sus beneficios. Nuestra última hora, la última hora del tiempo y de la historia, termina en Dios. Olvidar este final de nuestra vida significaría caer en el vacío, vivir sin sentido. Por eso la Iglesia pone en nuestros labios el antiguo himno Te Deum. Es un himno repleto de la sabiduría de tantas generaciones cristianas, que sienten la necesidad de elevar sus corazones, conscientes de que todos estamos en las manos misericordiosas del Señor.

Te Deum laudamus!. Así canta también la Iglesia que está en Roma, por las maravillas que Dios ha realizado y realiza en ella. Con el alma llena de gratitud nos disponemos a cruzar el umbral de 2012, recordando que el Señor vela sobre nosotros y nos cuida. Esta tarde queremos confiarle a él el mundo entero. Ponemos en sus manos las tragedias de nuestro mundo y le ofrecemos también las esperanzas de un futuro mejor. Depositamos estos deseos en las manos de María, Madre de Dios, Salus Populi Romani. Amén.

©Librería Editorial Vaticana

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: Formar hombres pacíficos y contructores de paz
Homilía en la solemnidad de Santa María Madre de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- A las 9,30 de la mañana de este domingo 1 de enero de 2012, en la basílica vaticana, Benedicto XVI presidió la celebración de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, en la octava de la Natividad, y en celebración de la XLV Jornada Mundial de la Paz sobre el tema: Educar a los jóvenes en la justicia y la paz.

Concelebraron con el papa los cardenales Tarcisio Bertone, secretario de Estado y Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz; los arzobispos Giovanni Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado y Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; el obispo Mario Toso, SDB, secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz y el arzobispo Pier Luigi Celata, secretario del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Publicamos a continuación la homilía del papa en la celebración de la santa Misa.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

En el primer día del año, la liturgia hace resonar en toda la Iglesia extendida por el mundo la antigua bendición sacerdotal que hemos escuchado en la primera lectura: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Esta bendición fue confiada por Dios, a través de Moisés, a Aarón y a sus hijos, es decir, a los sacerdotes del pueblo de Israel. Es un triple deseo lleno de luz, que brota de la repetición del nombre de Dios, el Señor, y de la imagen de su rostro. En efecto, para ser bendecidos hay que estar en la presencia de Dios, recibir sobre sí su Nombre y permanecer bajo el cono de luz que parte de su rostro, en el espacio iluminado por su mirada, que difunde gracia y paz.

Esta es también la experiencia que han tenido los pastores de Belén, que aparecen de nuevo en el Evangelio de hoy. Han tenido la experiencia de encontrarse en la presencia de Dios, de su bendición, no en la sala de un palacio majestuoso, delante de un gran soberano, sino en un establo, delante de un «niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Ese niño, precisamente, irradia una luz nueva, que resplandece en la oscuridad de la noche, como podemos ver en tantas pinturas que representan el Nacimiento de Cristo. La bendición, en efecto, viene de él: de su nombre, Jesús, que significa «Dios salva», y de su rostro humano, en el que Dios, el Omnipotente Señor del cielo y de la tierra, ha querido encarnarse, esconder su gloria bajo el velo de nuestra carne, para revelarnos plenamente su bondad (cf. Tt 3,4).

María, la virgen, esposa de José, que Dios eligió desde el primer instante de su existencia para ser la madre de su Hijo hecho hombre, fue la primera en ser colmada de esta bendición. Ella es, como la saluda santa Isabel, «bendita entre las mujeres» (Lc 1,42). Toda su vida está bajo la luz del Señor, en radio de acción del nombre y el rostro de Dios encarnado en Jesús, el «fruto bendito de su vientre». Así nos la presenta el Evangelio de Lucas: completamente dedicada a conservar y meditar en su corazón todo lo que se refiere a su hijo Jesús (cf. Lc2,19.51). El misterio de su maternidad divina, que celebramos hoy, contiene de manera superabundante aquel don de gracia que toda maternidad humana lleva consigo, de modo que la fecundidad del vientre se ha asociado siempre a la bendición de Dios. La Madre de Dios es la primera bendecida y es ella quien lleva la bendición; es la mujer que ha acogido en ella a Jesús y lo ha dado a luz para toda la familia humana. Como reza la Liturgia: «Y, sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro» (Prefacio I de Santa María Virgen).

María es madre y modelo de la Iglesia, que acoge en la fe la Palabra divina y se ofrece a Dios como «tierra fecunda» en la que él puede seguir cumpliendo su misterio de salvación. También la Iglesia participa en el misterio de la maternidad divina mediante la predicación, que esparce por el mundo la semilla del Evangelio, y mediante los sacramentos, que comunican a los hombres la gracia y la vida divina. La Iglesia vive de modo particular esta maternidad en el sacramento del Bautismo, cuando engendra los hijos de Dios por el agua y el Espíritu Santo, el cual exclama en cada uno de ellos: «Abbà, Padre» (Ga 4,6). La Iglesia, al igual que María, es mediadora de la bendición de Dios para el mundo: la recibe acogiendo a Jesús y la transmite llevando a Jesús. Él es la misericordia y la paz que el mundo no se puede dar por sí mismo y que es tan necesaria siempre, o más que el pan.

Queridos amigos, la paz, en su sentido más pleno y alto, es la suma y la síntesis de todas las bendiciones. Por eso, cuando dos personas amigas se encuentran se saludan deseándose mutuamente la paz. También la Iglesia, en el primer día del año, invoca de modo especial este bien supremo, y, como la Virgen María, lo hace mostrando a todos a Jesús, ya que, como afirma el apóstol Pablo, «él es nuestra paz» (Ef 2,14), y al mismo tiempo es el «camino» por el que los hombres y los pueblos pueden alcanzar esta meta, a la que todos aspiramos. Así pues, llevando en el corazón este deseo profundo, me alegra acogeros y saludaros a todos los que habéis venido a esta basílica de San Pedro en esta XLV Jornada Mundial de la Paz: señores cardenales; embajadores de tantos países amigos que, como nunca en esta ocasión comparten conmigo y con la Santa Sede la voluntad de renovar el compromiso por la promoción de la paz en el mundo; el presidente del Consejo Pontificio «Justicia y Paz», que junto al secretario y los colaboradores trabajan de modo especial para esta finalidad; los demás obispos y autoridades presentes; los representantes de asociaciones y movimientos eclesiales y todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, de modo particular los que trabajáis en el campo de la educación de los jóvenes. En efecto, como ya sabéis, en mi Mensaje de este año he seguido la perspectiva educativa.

«Educar a los jóvenes en la justicia y la paz» es la tarea que atañe a cada generación y, gracias a Dios, la familia humana, después de las tragedias de las dos grandes guerras mundiales, ha mostrado ser cada vez más consciente de ello, como lo muestran, por una parte declaraciones e iniciativas internacionales y, por otra, la consolidación en los últimos decenios entre los mismos jóvenes de muchas y diferentes formas de compromiso social en este campo. Para la comunidad eclesial, educar para la paz forma parte de la misión que ha recibido de Cristo, forma parte integrante de la evangelización, porque el Evangelio de Cristo es también el Evangelio de la justicia y la paz. Pero la Iglesia en los últimos tiempos se ha hecho portavoz de una exigencia que implica a las conciencias más sensibles y responsables por la suerte de la humanidad: la exigencia de responder a un desafío tan decisivo como es el de la educación. ¿Por qué «desafío»? Al menos por dos motivos: en primer lugar, porque en la era actual, caracterizada fuertemente por la mentalidad tecnológica, querer no solo instruir sino educar no se puede presuponer, sino que es una opción; en segundo lugar, porque la cultura relativista plantea una cuestión radical: ¿Tiene sentido todavía educar? Y, después, ¿educar para qué?

Lógicamente no podemos abordar ahora estas preguntas de fondo, a las que ya he tratado de responder en otras ocasiones. En cambio, quisiera subrayar que, frente a las sombras que hoy oscurecen el horizonte del mundo, asumir la responsabilidad de educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad y en los valores fundamentales, significa mirar al futuro con esperanza. En este compromiso por una educación integral, entra también la formación para la justicia y la paz. Los muchachos y las muchachas actuales crecen en un mundo que se ha hecho, por decirlo así, más pequeño, en donde los contactos entre las diferentes culturas y tradiciones son constantes, aunque no siempre dirigidos. Para ellos es hoy más que nunca indispensable aprender el valor y el método de la convivencia pacífica, del respeto recíproco, del diálogo y la comprensión. Por naturaleza, los jóvenes están abiertos a estas actitudes, pero precisamente la realidad social en la que crecen les puede llevar a pensar y actuar de manera contraria, incluso intolerante y violenta. Sólo una sólida educación de su conciencia les puede proteger de estos riesgos, y hacerles capaces de luchar siempre y sólo contando con la fuerza de la verdad y el bien. Esta educación parte de la familia y se desarrolla en la escuela y en las demás experiencias formativas. Se trata esencialmente de ayudar a los niños, los muchachos, los adolescentes, a desarrollar una personalidad que combine un profundo sentido de justicia con el respeto del otro, con la capacidad de afrontar los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de dar testimonio del bien también cuando supone sacrificio, con el perdón y la reconciliación. Así podrán llegar a ser hombres y mujeres verdaderamente pacíficos y constructores de paz.

En esta labor educativa de las nuevas generaciones, una responsabilidad particular corresponde también a las comunidades religiosas. Todo itinerario de formación religiosa auténtica acompaña a la persona, desde su más tierna edad, a conocer a Dios, a amarlo y hacer su voluntad. Dios es amor, es justo y pacífico, y quien quiere honrarlo debe sobre todo comportarse como un hijo que sigue el ejemplo del padre. Un salmo afirma: «El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos … El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia» (Sal 103,6.8). Como Jesús nos ha demostrado con el testimonio de su vida, justicia y misericordia conviven en Dios perfectamente. En Jesús «misericordia y fidelidad» se encuentran, «la justicia y la paz» se besan (cf. Sal 85,11). En estos días la Iglesia celebra el gran misterio de la encarnación: la verdad de Dios ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo, la tierra ha dado su fruto (cf. Sal 85,12.13). Dios nos ha hablado en su Hijo Jesús. Escuchemos lo que nos dice Dios: Él «anuncia la paz» (Sal 85,9). La Virgen María hoy nos lo indica, nos muestra el camino: ¡Sigámosla! Y tú, Madre Santa de Dios, acompáñanos con tu protección. Amén.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El papa confía en los jóvenes por su apertura a Dios y a la esperanza
Monseñor Toso comenta el mensaje de la XLV Jornada Mundial de la Paz
ROMA, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- En el primer día del año 2012, celebración de la 45 Jornada Mundial de la Paz, el secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz, monseñor Mario Toso, comenta el mensaje de Benedicto XVI con este motivo, titulado “Educar a los jóvenes en la justicia y la paz”. Monseñor Toso señala que el papa confía en los jóvenes porque son los que muestran tener esperanza y tienen capacidad para acoger a Dios en medio de la historia humana.

Monseñor Toso, salesiano, profesor de filosofía social, exrector magnífico de la Universidad Pontificia Salesiana y consultor durante veinte años del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz, ha concedido esta entrevista a ZENIT en la que comenta el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2012.

¿Por qué el Papa Benedicto XVI se dirige especialmente a los jóvenes en este 45 mensaje de la Jornada Mundial de la Paz?

--Monseñor Toso: Benedicto XVI ha querido dirigir este mensaje en modo particular a los jóvenes que hoy se encuentran en un mundo de incesante transformación, en un mundo que califican los sociólogos como “líquido”: inician nuevos proyectos y éstos no se solidifican, por lo que se encuentran en una realidad que cambia continuamente, y también aquellos que pueden ser los puntos de referencia más sólidos parecen fragmentarse”.

“En este contexto de rápidos cambios y de carencia de puntos de referencia sólidos, Benedicto XVI se dirige a los jóvenes, viéndolos como una porción de la familia humana que posee grandes recursos de esperanza. De hecho, los jóvenes, sobre todo en la jornada mundial de la juventud que se ha celebrado en Madrid, pero también en otros eventos que hemos conocido a través de los medios de comunicación, están mostrando, también con referencia a la caída de los regímenes y con la necesidad de levantar instituciones democráticas, una intuición joven, fresca, que ayuda a los adultos a acoger los valores fundamentales en los cuales se necesita invertir y que pueden constituir el fundamento de una sociedad más justa y más pacífica.

¿De dónde proviene esta gran confianza del Papa en los jóvenes como constructores de la paz?

--Monseñor Toso: La confianza de Benedicto XVI en los jóvenes se basa sobre todo en dos motivos: el primero es que los jóvenes, frente a la vida y a las grandes responsabilidades de la familia humana, creen en la posibilidad de una transformación profunda, de una renovación de las instituciones y que sus entusiasmos pueden ser motor de cambios positivos en nuestras sociedades, incluso hasta llegar a ser testigos y lideres, y por lo tanto permiten que los adultos se cuestionen.

El segundo motivo es que Benedicto XVI confía en la capacidad de los jóvenes de interceptar a Dios, de acogerlo en medio de la historia humana como El que puede ayudar a la humanidad a salir del túnel oscuro en el que se encuentra. En verdad, son distintos los túneles obscuros que causan desesperación y que no permiten imaginar que pueda haber un mundo más justo, son túneles representados por la crisis alimenticia, la crisis financiera, la crisis del acaparamiento de los recursos fundamentales, la crisis ecológica y la crisis sobre todo antropológica, ética.

¿Cómo puede influir la juventud para crear una sociedad más fraterna?

--Monseñor Toso: Los jóvenes tienen, como reconoce el mensaje de la jornada mundial de la paz, no sólo la tarea de involucrarse en un proceso educativo, sino que tienen una misión, dice claramente Benedicto XVI, de estímulo, de ejemplo hacia los adultos y entre ellos mismos.

Los jóvenes sobre todo, tienen una intuición juvenil y genuina frente a los grandes valores y sobretodo se esfuerzan y se comprometen con ilusión en las pequeñas cosas cotidianas como en las más importantes : el respeto al ambiente, la lucha contra la corrupción e la ilegalidad, la realización de la justicia y el modo de tratar dignamente y respetuosamente a las personas en el campo de la economía, en el campo de las finanzas. Por eso tienen la posibilidad, con su ejemplo, de ofrecer modelos de lo que podría ser la construcción de una nueva sociedad y de lo que podrían ser las nuevas relaciones humanas basadas en los valores de la fraternidad, de la solidaridad y del don recíproco, valores en los cuales los jóvenes se manifiestan particularmente sensibles.

Se suele repetir que los jóvenes de hoy son la primera generación que piensa que sus descendientes vivirán en condiciones de vida peores… sin embargo creo sinceramente que los jóvenes de la época de la globalización quieren y saben que pueden contribuir a la construcción de una humanidad mejor, mas unida y solidaria, la humanidad que Jesucristo inauguró con su encarnación.

Por Mercedes De La Torre

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Año que pasó


El año que termina en la Iglesia latinoamericana
Benedicto XVI anunció su segundo viaje al subcontinente
ROMA, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- América espera para la primavera un viaje papal a Cuba y México, y Brasil vive ya la preparación de otro encuentro juvenil global en 2013, en Río de Janeiro. La Iglesia que peregrina en el Nuevo Mundo se descubre en plena misión post Aparecida, reproponiendo sus valores ante retos como el narcotráfico, los secuestros, la corrupción y las amenazas a la vida en todos su estadios. Estos son algunos hitos del año que pasó.

La noticia más interesante del 2011 para América Latina es el viaje de Benedicto XVI a México y Cuba en el 2012. En la homilía de la misa por la festividad de la Virgen de Guadalupe, el papa dijo: "Sostenido por el auxilio de la providencia divina, tengo la intención de emprender un Viaje apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo". A ese punto, los varios miles de latinoamericanos que se encontraban en la basílica le interrumpieron de pié con un caluroso aplauso. Y su viaje a Brasil en 2013 para la Jornada Mundial de la Juventud.

Otro factor importante en el 2011 es que la Iglesia en América Latina se ha reafirmado como un icono contra la corrupción, como indicado a ZENIT por el cardenal de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López, sobre la próxima visita papal. “En estos días, oí decir que la Iglesia católica era la única institución que hasta ahora no había sido penetrada por el narcotráfico en América Latina. Creo que sí se puede afirmar eso en sentido general”.

Algunos hitos significativos

Enero: El II Congreso Continental Latinoamericano sobre vocaciones, que se celebró del 31 enero al 5 de febrero en Cartago (Costa Rica), promovido por el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).

La caravana “Paso a paso hacia la paz”, en solidaridad con los migrantes muertos en México, con la finalidad de que la ruta Arriaga, Chiapas, a Chahuites, Oaxaca --trayecto para la trata de personas, tráfico de armas y de drogas- deje de ser un desastre humanitario para los migrantes.

Marzo: Encuentro de obispos de las comisiones episcopales de Familia y Vida de América Latina y el Caribe, proponen a las familias como protagonistas de la nueva evangelización. Fue el objetivo planteado por la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, celebrada en Aparecida, en mayo de 2007.

Abril: El papa aplaude la expansión de la lectio divina en Latinoamérica. Un redescubrimiento de la meditación en la Palabra de Dios en parroquias y comunidades. "Se trata de una opción de gran trascendencia, pues se quiere con ella volver a un aspecto fundamental de la labor de la Iglesia, es decir, dar primacía a la Palabra de Dios para que sea el alimento permanente de la vida cristiana y el eje de toda acción pastoral" indicó.

Benedicto XVI invita a apreciar y purificar la piedad popular en América Latina, e indica que las manifestaciones de piedad popular típicas de América Latina pueden convertirse en un instrumento de nueva evangelización a condición de que la fe se convierta en su "fuente principal".

La Conferencia Episcopal de Chile presentó a fines de abril el Protocolo ante Denuncias contra Clérigos por abusos de menores, y anunció la conformación del Consejo que se encargará de dirigir políticas de prevención de abusos sexuales, como asimismo de ofrecer ayuda a las víctimas. Actualiza un texto similar del año 2003, a partir de las nuevas normas de la Santa Sede.

El via crucis de bronce más grande del mundo, encargado por Chile para el cerro de la Cruz del Tercer Milenio, en Coquimbo, fue expuesto en Roma en la Via della Conciliazione.

"La creación de comités para la promoción y defensa de la vida a nivel de las diócesis y las parroquias" fue propuesta por el Departamento Familia y Vida del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

Mayo: Guzmán Carriquiry fue nombrado secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. Un nombramiento inédito, el papa le confía la responsabilidad de ser el más directo colaborador del cardenal Marc Ouellet, presidente de la Comisión, a un laico, casado, con cuatro hijos y ocho nietos.

El VII Congreso Hispano-Latinoamericano y del Caribe de teología sobre la caridad "Cómo avanzar en una caridad iluminada por la verdad” se realizó el 20 y 21 de mayo en España.

Marcha provida de treinta mil personas en Lima, Perú, organizada el 21 de mayo por el Centro de Promoción Familiar y Regulación Natural de la Natalidad (CEPROFARENA).

El II Congreso Latinoamericano y Caribeño de Diaconado Permanente se realizó del 24 al 29 de mayo en la ciudad de Itaicí, Brasil, para reflexionar sobre la realidad pastoral de la Iglesia y del diaconado a la luz del documento de Aparecida. El Primer Congreso tuvo lugar en Lima.

Nueva directiva del CELAM: En la XXXIII Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que se realizó en Montevideo, del 16 al 20 de mayo, fueron elegidos los obispos que ocupan los cargos directivos hasta el 2015. El nuevo presidente es monseñor Carlos Aguiar Reyes, de México.

Junio: Beatificación del obispo Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), en la catedral de la Asunción de El Burgo de Osma en España el 5 de junio. En 1630 fue nombrado obispo de Puebla de los Ángeles (México) y virrey de la Nueva España. Después de una ardua labor apostólica en México, regresó a España, donde falleció el 1 de octubre de 1659.

Inauguración del Cristo del Pacífico en Perú. En el Morro Solar del distrito limeño de Chorrillos, por iniciativa del entonces presidente Alan García Pérez.

Julio: Argentina, diversas manifestaciones contra la despenalización aborto. Entre ellas la organizada por el Consorcio de Médicos Católicos, delante del Congreso, que reunió a varios miles de manifestantes.

Agosto:México, las reliquias de Juan Pablo II despiertan la devoción de miles de fieles en diversas ciudades del país, que le piden el milagro de la paz y del respeto de la vida. Permanecen hasta noviembre.

Octubre: El congreso sobre Iglesia y cultura digital realizado de 17 al 19 de octubre 2011 en la ciudad de Santiago de Chile. Organizado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) a través de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL), con la Conferencia Episcopal y la Universidad Católica de Chile. Los participantes centrales del congreso fueron los obispos presidentes y los ejecutivos de comunicación y RIIAL de las Conferencias Episcopales de América Latina, además de académicos y responsables de instituciones clave en el mundo digital de la Iglesia.

Noviembre: La subcomisión de los obispos estadounidenses para la Iglesia en América Latina aprobó la financiación de 174 proyectos, con un valor de 2,7 millones de dólares, provenientes de donaciones, para ayudar al trabajo pastoral de la Iglesia en diecinueve países de todo el hemisferio. En particular en Haití.

El papa Benedicto XVI expresó su preocupación por el auge de la iglesias evangélicas y pentecostales en América Latina y África. En el encuentro con los periodistas a bordo del avión que le trasladaba a Cotonú.

Diciembre: Concluye en La Habana la peregrinación de la Virgen del Cobre. El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de la archidiócesis de La Habana indicó en entrevista a Zenit, cómo con la ausencia de lo sagrado por muchos años en la Isla, se creó un silencio que hablaba de Dios.

Inuguración de la gigantesta escultura del "Cristo de Chiapas". El obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi, llama a descubrir también a los otros cristos, los últimos, los pequeños, los que sufren.

Por H. Sergio Mora

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Crisis ética, la novedad de la juventud y la alegría africana
El año que pasó inspira algunas líneas maestras del 2012
ROMA, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- “En este final del año, Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente”, afirmaba Benedicto XVI en su discurso de felicitación a la curia vaticana, en el que hacía un somero balance del año transcurrido.

Es sin duda, un año más, la contracorriente adversa en la que se debe nadar, una crisis de la que hay unos pocos, poquísimos, causantes y miles de millones de víctimas. En esta situación, la Iglesia, a través de sus pastores y líderes ha llamado a la solidaridad con los más golpeados.

En este sentido son importantes los mensajes de Caritas Internacional, de los obispos europeos y, en el caso de España, el llamamiento de Caritas a los electores y a los nuevos gobernantes sobre la necesidad de nuevos parámetros para un sistema económico más justo y solidario, aportando ideas y soluciones concretas.

Sin embargo, en ese importante discurso, Benedicto no se detuvo en la crisis y otros males, porque para él está claro que todo tiene una raíz: el abandono de los valores cristianos. Por ello, el remedio que propone es muy sencillo: una reevangelización en aquellos países tradicionalmente cristianos que en gran parte han dejado de serlo. “En efecto, el gran tema de este año, como también de los siguientes, es cómo anunciar el Evangelio. ¿De qué manera la fe, en cuanto fuerza viva y vital, puede llegar a ser hoy realidad? Todos los acontecimientos eclesiales del año que está por concluir han estado relacionados en definitiva con este tema”, resume Benedicto XVI.

Recuerda sus viajes a Croacia, a España, para la Jornada Mundial de la Juventud, a su patria, Alemania, y a África, Benín, para la entrega del documento postsinodal sobre justicia, paz y reconciliación. Un documento, señalaba el papa, “del que ha de nacer una realidad concreta en las diversas Iglesias particulares”.

Diagnosticar y afrontar un mal oculto

Uno de los retos que desde hace varios años afronta la Iglesia es el descubrimiento de centenares de casos de abusos a menores por parte de miembros del clero o religiosos. Son casos que, en general, se remontan a muchos lustros atrás. Cabe preguntarse por qué afloran ahora. Pero no hay duda de que hay que admirar el coraje con el que Benedicto XVI personalmente ha lanzado un mensaje muy claro al mundo: tolerancia cero.

La Iglesia no sólo ha salido al paso pagando indemnizaciones millonarias sino que ha puesto las bases para que tales atentados contra la infancia no se repitan. Las comisiones creadas en los distintos países no sólo han proporcionado asistencia a las víctimas, sino que han propuesto itinerarios de formación para los futuros sacerdotes y religiosos. Y también hay que destacar el coraje del papa al mirar cara a cara a los afectados: se ha entrevistado en privado con las víctimas en varios países de los que ha visitado.

Benedicto XVI, de modo extraordinario, este año ha estado dos veces en España. Fue el tercer país que visitó, tras ser elegido en 2005, luego de Alemania y Polonia, para asistir al Encuentro Mundial de las Familias en Valencia. Y tanto le debió gustar la experiencia que este año ha regresado dos veces. La última, la Jornada Mundial de la Juventud, tras las experiencias vividas en Colonia y Sydney, le ha servido para hacer balance de esta iniciativa impulsada por el beato Juan Pablo II y el siervo de Dios cardenal Eduardo Pironio. Su reflexión sobre las constantes que marcan cada vez más a estos encuentros de las nuevas generaciones, le ha servido para marcar cinco líneas que podrían orientar a los nuevos evangelizadores.

Se podría decir que a Benedicto algo le han cambiado los jóvenes. Un papa que, a diferencia de su predecesor, no es en principio un papa "mediático", se sintió feliz en las “movidas” juveniles madrileñas. Benedicto quedó tan tocado con la inédita respuesta de los jóvenes a la tormenta de Cuatro Vientos, que ante aquella multitud calada por la lluvia e inmóvil adorando al Santísimo, improvisó unas palabras de gratitud y se dijo: algo nuevo está naciendo en la Iglesia. Un nuevo modo de ser cristiano: alegre, comunicativo, fresco, vital, sin complejos, y que no se arredra ante los elementos adversos.

El fenómeno, como ya sucediera en Estados Unidos o en el Reino Unido, causó un giro copernicano en algunos medios españoles laicistas que no pudieron dejar de dar cuenta, si querían seguir siendo creíbles, del hecho asombroso en estos días de "botellón" y "litronas" en la calle, de una juventud que se reúne, intercambia, disfruta, ora en la calle, canta y baila, transpira alegría y “buen rollo”, sin otro incidente que los ataques e insultos de algunos “indignados” en la Puerta del Sol, que achacaban a la visita papal su desalojo del kilómetro cero de la capital.

Líneas de la Nueva Evangelización

Por ello, en ese discurso programático a la curia, el papa ha trazado unas líneas maestras de la Nueva Evangelización a partir de lo que enseñan las JMJ, que han pasado ya sus bodas de plata.

“La magnífica experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, ha sido también una medicina contra el cansancio de creer. Ha sido una nueva evangelización vivida. Cada vez con más claridad se perfila en las Jornadas Mundiales de la Juventud un modo nuevo, rejuvenecido, de ser cristiano, que quisiera intentar caracterizar en cinco puntos”, dijo en ese discurso programático Benedicto XVI.

Son, en resumen, “una nueva experiencia de la catolicidad” de la que “nace después un modo nuevo de vivir el ser hombres, el ser cristianos”. “Un tercer elemento, que de manera cada vez más natural y central forma parte de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y de la espiritualidad que proviene de ellas, es la adoración”. “Otro elemento importante de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la presencia del Sacramento de la Penitencia que, de modo cada vez más natural, forma parte del conjunto”, explicó. “Finalmente, como última característica que no hay que descuidar en la espiritualidad de las Jornadas Mundiales de la Juventud, quisiera mencionar la alegría”, concluyó Benedicto XVI.

El año que comienza

En línea también de prospectiva, el papa señalaba que “la institución del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización nos remite anticipadamente al Sínodo que sobre el mismo tema tendrá lugar en el próximo año. También tiene que ver con ello el Año de la Fe, en recuerdo del comienzo del Concilio, hace cincuenta años”. Son dos citas importantes del año que comienza.

En Alemania, el país de origen de la Reforma, el papa recordó que, en su viaje, “la cuestión ecuménica, con todas sus dificultades y esperanzas, ha tenido naturalmente una importancia particular. Indisolublemente unida a esto, hay siempre en el centro de las discusiones una pregunta: ¿Qué es una reforma de la Iglesia? ¿Cómo sucede? ¿Cuáles son sus caminos y sus objetivos?”.

¿Reforma de la Iglesia?

Benedicto XVI parece estar proponiendo una reforma de la Iglesia: “No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer entonces?”. Se pregunta el papa. Y responde que todo es cuestión de fe. Es decir, la reforma empieza con una renovación de la fe.

“El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces”, afirma.

Lo que África enseña a la vieja Europa

En este sentido, añade, “el encuentro en África con la gozosa pasión por la fe ha sido de gran aliento. Allí no se percibía ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. Con tantos problemas, sufrimientos y penas como hay ciertamente en África, siempre se experimentaba sin embargo la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar. Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y precisamente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa”.

Así que, tanto de España y los jóvenes como de los católicos africanos, Benedicto se llevó en la maleta una y la misma gran fuerza dinamizadora de la transmisión del Evangelio: la alegría de ser cristianos.

En África, Benedicto entregó un documento eclesial que habla de justicia, paz y reconciliación.

En su mensaje de la paz para este año, ha unido esas dos experiencias, sus dos mensajes, a la juventud y a los africanos, en el que marca la jornada eclesial de la paz 2012, este 1 de enero: eduquemos para formar hombres y mujeres pacíficos, amantes de la justicia y hacedores de reconciliación.

Por Nieves San Martín

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: Migraciones, Internet, vocaciones, libertad religiosa
¿Se pueden aprovechar mejor los mensajes anuales de los pontífices?
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- Durante el año, el santo padre envió sendos mensajes al mundo con motivo de las Jornadas mundiales (Paz, Misiones, Alimentación, Comunicaciones, entre otras). Este artículo-balance recorre el aspecto central de algunos mensajes papales, los cuales están dirigidos –de modo profético-, a la conciencia de la humanidad y a los católicos que quieren vivir un mayor compromiso entre sus contemporáneos.

Son temas que responden a diversas coyunturas e intenciones del papa, pero a las que aún falta responder con: mayor planificación estratégica (se reciben varios meses antes), amplia participación universal (corresponsabilidad), y con renovado celo evangélico (los mensajes y jornadas son un trinomio de reflexión-animación-acción).

Revisemos. El primer día del año empezó con el mensaje por la Jornada Mundial de la Paz, instituida por el siervo de Dios Pablo VI hace 43 años. De esta fecha histórica surgieron frases memorables como la del mismo Montini: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia” o aquella del beato Juan Pablo II: “Paz con Dios, paz con la creación”, entre otras que han iluminado por años enteros el quehacer de la colectividad mundial.

Benedicto XVI centró la atención del mundo esta vez cuando advirtió que, sin libertad religiosa no habría paz... Algunos analizaron que este mensaje pudo servir --de forma directa o indirecta-, para que muchos pueblos en el Medio Oriente se movilizaran contra sus gobiernos, conscientes de que la fe no está reñida con la democracia o para gritar ¡basta!, ¡Paz!

En el contenido, el papa se solidarizó con el sufrimiento del pueblo católico de Bagdad, que unos meses antes había sufrido un atentado contra la catedral sirocatólica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, donde murieron 50 fieles y dos sacerdotes. Advirtió también que los cristianos pertenecen a una religión que sufre la mayor persecución en el mundo y cuyas vidas (y obras) están en permanente riesgo de ser atacadas.

Fue claro al señalar que todo sistema fundamentalista y hostil al cristianismo, va en contra de la laicidad de los estados a la vez que atenta contra la paz y la dignidad humana, que tiene entre uno de sus principales derechos la libertad religiosa, que es una garantía de mayor civilización.

Enfermos, migrantes y refugiados

Otro tema de amplia vigencia lo encontramos en el mensaje por la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, del 15 de enero, donde Benedicto XVI abordó una problemática actual de doble vía: los que llegan y aquellos que los reciben, debiendo ambos reconocerse como una ‘Gran familia humana’. Y el Papa auspicia que la ecuación multiétnico+religioso+cultural, será una gran herramienta para el diálogo y la convivencia serena entre los involucrados.

Hace un llamado a buscar el bien común, a unirse e integrarse en pos de una fraternidad auténtica, cuya ausencia es, según la encíclica Populorum Progressio, una “causa del subdesarrollo”. El papa invoca con Juan Pablo II, quien lo dijera en la misma Jornada de 2001, “que todos tenemos el derecho de salir en busca de mejores condiciones de vida” y que la Iglesia es la primera que debe procurar que la ‘fraternidad universal’ sea instituida en medio de nosotros, como se lee en la constitución pastoral del concilio Vaticano II Gaudium et Spes.

Es así que la Iglesia también debe estar integrada con el trabajo de los estados, a fin de acoger a quienes huyen de sus países --como son los refugiados--, y estar atenta a sus necesidades. A esto se debe añadir la solicitud a favor de los estudiantes extranjeros --futuros líderes de sus países--, quienes llegan a una cultura extraña, donde sentirán premura económica y los asaltará la soledad.

Concluye el papa apelando a las relaciones fraternas que deben caracterizar a los cristianos, quienes deben contribuir a una mayor comprensión y estima recíproca hacia los migrantes y refugiados, que finalmente son símbolo de sus pueblos de origen y de sus culturas.

En la Jornada Mundial del Enfermo, instituida hace 25 años por Juan Pablo II cada 11 de febrero, el papa fue frontal al señalar que si no se acepta el sufrimiento de los enfermos y de los más débiles, ni hay compasión con ellos, la sociedad se volverá cruel e inhumana. Esto en clara alusión quizás, a los países que desde ayer --y aún hoy--, vienen aprobando (gobernantes y gobernados), leyes que atentan contra la vida de los que están por nacer, de los desahuciados, ancianos y de los llamados ‘defectuosos’.

El pontífice muestra una vez más su cercanía a los enfermos, a quienes les recuerda que aceptar la cruz es decir un ‘Sí’ al plan de Dios en sus vidas y unirse de este modo a Cristo quien, aunque ya no sufre, consuela siempre al sufriente. Enmarcado en el año de la Jornada Mundial de la Juventud, incluyó un pedido especial a los jóvenes para que sirvan con solidaridad a los enfermos, a que los acompañen en su soledad, asegurándoles que allí reconocerán el rostro de Jesús…

Es un mensaje que amplía esta obra de misericordia hasta los mismos gobiernos, a los cuales exhortó a que inviertan en infraestructuras que garanticen servicios básicos de salud a los desfavorecidos.

Las vocaciones y las comunicaciones
En su mensaje anual por las Vocaciones, el papa ha querido encomendar a la comunidad cristiana local, con los obispos a la cabeza, todo lo relacionado con la promoción y sostenimiento de las vocaciones sacerdotales. Y las acciones propias de este “cultivo” son: la oración asidua por parte de todos, así como el incremento del aprecio de los jóvenes hacia la Palabra de Dios y por la vida en fraternidad con su Iglesia local.
Invoca también a los obispos a ser generosos con los lugares donde falten pastores, a través del envío de sacerdotes de sus respectivas diócesis, recordando también que Dios puede llamar en cualquier momento de la vida, por lo que la Iglesia debe estimar y custodiar toda vocación surgida desde su interior.
Con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el papa abordó por tercer año consecutivo el aspecto socio-pastoral y cultural de Internet, al cual dos años antes le había denominado “el Continente digital”, como campo vasto de evangelización, y el cual encargó especialmente a los jóvenes para que ‘remen mar adentro’, en aquel memorable mensaje del 2010.  

Este año fue muy claro en lo que respecta a las redes sociales, cuya presencia misionera no puede reducirse a crear un perfil y recolectar algunos amigos... Muy por el contrario, y el papa es enfático en esto al mostrar al Maestro en el camino de Emaús, como aquel que (los) “condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que tenían en el corazón”. Es decir, el que va a entrar a estos espacios debe tener la disponibilidad y el celo apostólico para quedarse…

Es así, que ante esta realidad en crecimiento y expansión, Benedicto XVI invitó a unirse a esta gran red que la era digital ha hecho posible, pero “no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana”.

Con los jóvenes

El Mensaje anual dirigido a la juventud tuvo un marco excepcional con la JMJ de Madrid. Y desde la cita bíblica que lo iluminó, el papa dejó entrever que les hablaría directamente a los jóvenes, es decir: ‘de corazón a corazón´. La frase paulina “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, fue desglosada con una didáctica propia de un profesor que quiere imprimir una enseñanza eterna en sus alumnos o de un padre que quiere depositar su mayor tesoro entre las manos de sus hijos…

Les recordó que el hombre está hecho para cosas grandes, por lo que deberían buscar puntos fijos donde apoyarse y crecer, como son las raíces y las bases sólidas que nos transmiten las generaciones anteriores, pero solamente si aquellas tienen a Dios como cimiento (“arraigados”). Fue claro en advertirles que la sociedad adopta un pensamiento laicista que intentará alejarlos de Dios a la vez que les ofrecerá “un paraíso” sin reglas sólidas ni una preocupación atenta hacia los demás. Esto por el contrario es “un infierno”, porque fomenta el egoísmo, la división de la familia y el odio a las personas y a los pueblos, donde el joven no disfrutará de los dones del amor, la alegría y menos aún de una espiritualidad propia para estos tiempos.

Por el contrario, dijo que en Cristo y en la Iglesia, al joven se le ofrecen grandes oportunidades para construir su vida cristiana (“edificados”), a través de la profundización de la lectura evangélica, de la catequesis y de la oración, así como en la atención a los que están en dificultad y que necesitan de su ayuda.

Finalmente, los convoca a llevar esperanza a un mundo globalizado donde ellos tienen ya un protagonismo. Allí, concluye Benedicto XVI, podrán ser portadores de comprensión, paz y esperanza (“firmes en la fe”), instaurando con la Iglesia, la tan ansiada Civilización del Amor.

Hambre y misiones

Siguiendo una práctica iniciada hace 30 años, el sumo pontífice envía un mensaje al director de la Organización Mundial de Alimentos (FAO) con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación. La motivación principal de escribirlo se mantiene ininterrumpida, cuyo fin es unirse “a todos los que proclaman de nuevo hoy la necesidad de reconocer y garantizar a cada hombre, el ejercicio de su derecho fundamental a alimentarse”. (B. Juan Pablo II - I Jornada FAO, 1981).

En este año, con una hambruna oficial declarada por la ONU en cinco zonas de la Somalia (‘Cuerno de África’), el santo padre hizo un llamado especial a atender esta “catástrofe humanitaria” que amenazó la vida de cerca de trece millones de personas, muchos de los cuales buscaron refugio en Kenia y en Etiopía.

Al ser testigo de las necesidades del mundo y de los esfuerzos que se realizan para “liberar del yugo del hambre, como primer derecho a la vida”, el papa fue enfático en advertir que las intenciones (y emociones) ya no bastan, y que el problema requiere de acciones serias de mediano y largo plazo. Habló así de una mayor atención al trabajo agrícola, donde se promueva el desarrollo integral de quien allí participa.

Asimismo, dado que el tema anual era: “Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad”, el mensaje papal señala los peligros que acarrea el cierre progresivo de las cosechas agrícolas y de las reservas alimentarias, dejando este delicadísimo asunto a merced de las leyes del mercantilismo y de la especulación. Citando su encíclica Caritas in Veritate, recuerda que con la globalización “nos sentimos más cercanos, pero no hermanos”.

Este ha sido un punto de partida para insistirle al mundo y a la comunidad internacional que, unido a una vida de mayor sobriedad en el consumo, se puede descubrir dentro de sí mismo aquellos valores auténticos de compasión, solidaridad y compromiso con la justicia. Invitó a todos a “modificar conductas y decisiones que aseguren, hoy mejor que mañana, que toda persona tenga acceso a los recursos alimentarios necesarios, y que el sector agrícola disponga de un nivel de inversiones y recursos capaz de dar estabilidad a la producción y, por tanto, al mercado”.

Finaliza el Santo Padre ratificando el compromiso de la Iglesia en este campo, a través de sus instituciones fraternas y solidarias. E hizo un llamado a los beneficiarios de la cooperación externa, para que utilicen con responsabilidad los aportes que reciben, derivándolos de preferencia a obras de infraestructura y en el uso de técnicas para la mejora de los recursos humanos y naturales. A la FAO no deja de insistirle que garantice una alimentación adecuada en el mundo, a través del refuerzo de los métodos de cultivo y de comercialización, así como una vigilancia de los derechos de los que trabajan la tierra y de los valores más auténticos que se custodian en el mundo rural.

Muy unida a esta problemática, el papa centró su mensaje por la Jornada Mundial de las Misiones de octubre, distinguiendo que la misión tiene inscrita en sí misma a la solidaridad. Por eso, las mejoras de las condiciones de pobreza o la creación y manutención de infraestructuras sanitarias y educativas, también son parte de la misión de la Iglesia.

Recordó que el desinterés de los problemas humanos, según la Populorom Progressio, es “ignorar la doctrina de amor al prójimo que sufre o que está en necesidad”, desconociendo a la vez la figura de Jesús que “recorría los pueblos anunciando y sanando” (Mt.9,35). El cristiano que va al encuentro de sus hermanos a través de la misión, es un constructor de paz, de solidaridad y de comunidad, porque camina junto a los demás.

El Mensaje no deja de ser explícito sobre la necesidad de llevar el Evangelio a aquellos lugares donde no lo conocen o que no han oído hablar de Jesús. Pero proyecta también la misión actual hacia algunos pueblos que, habiendo recibido antes el mensaje, lo han abandonado o ya no se sienten parte de la Iglesia. Quizás, como una premisa al “Año de la Fe”, el papa advierte que este trabajo misionero se encontrará con un sistema que vive reacio al Evangelio, o que en otros casos se empeña por inducir al mundo hacia un relativismo que prescinde de Dios.

Se termina un año, para empezar otro. Es evidente que el mundo seguirá atento a lo que la Iglesia tenga que decir y hacer, siempre frente a las ‘alegrías y esperanzas, dificultades y tristezas de las personas’ (Santo Domingo). Sería oportuno ir planificando la difusión, interiorización y vivencia de los mensajes papales para el 2012, algunos de los cuales ya vienen circulando por las redes.

Por José Antonio Varela Vidal

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Donde Dios llora


Arzobispo en Tierra Santa: Trabajar por la reconciliación
Entrevista al prelado maronita Paul Nabil Sayah, de Haifa
HAIFA, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- El rito oriental maronita, dentro de la Iglesia católica, que se remonta a san Juan Marón, es la única Iglesia oriental que nunca se ha separado de Roma. En lugar de usar el latín, la lengua de la liturgia es el siríaco, un antiguo dialecto del arameo. La Iglesia maronita es una de las más pequeñas comunidades católicas, con doce mil fieles, en una región donde la población de los cristianos es de unos cincuenta mil. La comunidad se vió diezmada por la emigración, especialmente hacia Cisjordania.

Mark Riedemann de Where God Weeps, en colaboración con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó al arzobispo Paul Nabil Sayah, arzobispo maronita de Haifa y Tierra Santa.
 

En el cristianismo hubo numerosas y lamentables escisiones. Podemos decir que la Iglesia maronita nunca se separó de Roma. ¿Nos puede contar un poco de la historia de su Iglesia?

--Mons. Sayah: El término maronita viene del nombre de su fundador, san Marón, que murió en 410. Este año celebramos los 1.600 años de la vida de nuestra Iglesia. La Iglesia comenzó en Antioquía y rápidamente, después de la conquista musulmana, se trasladó hacia las montañas del Líbano desde donde gradualmente se fue difundiendo. Tenemos ahora 43 obispos en todo el mundo pero nuestra sede, o como quiera llamarla, permanece en El Líbano.
 

Su comunidad está geográficamente bastante desperdigada, cuentan con unos doce mil fieles en Tierra Santa, unos 800.000 en el Líbano, y entre 7 y 10 millones, no está claro, en el resto del mundo. ¿Cómo puede ejercer su ministerio con una comunidad tan dispersa?

--Mons. Sayah: Bueno, mi propia comunidad está bastante dispersa. Yo me encargo de las áreas de Israel, Jordania, Jerusalén y Palestina de dos formas distintas. ¿Cómo se ejerce este ministerio? Tienes que estar presente. Ejercer el ministerio significa estar tan cerca de la gente como sea posible y tradicionalmente tenemos tres responsabilidades. Intentamos ofrecer a la gente nuestro mensaje, los sacramentos y los servicios que necesitan, e intentamos, tanto como podemos, estar al servicio de nuestra gente de modo incondicional y desde todos los puntos de vista, social, psicológico, etc.
 

Los cristianos árabes se encuentran entre dos fuegos: por un lado los extremistas islámicos y por el otro los sionistas extremistas. ¿Es una maldición o una bendición esta situación de los cristianos árabes?

--Mons. Sayah: Gracias a Dios, no todos son extremistas; hay muchísimos buenos judíos así como musulmanes, pero es una realidad actual. Para los cristianos de Tierra Santa, nos guste o no, las cosas son así: Para los judíos somos árabes y quizás potenciales terroristas, para los musulmanes somos cristianos lo que significa que somos infieles. Bien, así es como están las cosas y como han sido siempre. También es la forma en la que estarán, ¿pero esto es una bendición o una maldición? No lo sé. Más que preocuparnos, estamos aquí. Estamos aquí para quedarnos. Hemos estado en Tierra Santa 600 años antes de que el Islam llegara, sabemos que nuestra vida no es fácil, pero ¿y qué? Esta es nuestra vida y nuestra misión y la mantendremos.
 

¿Podríamos decir que el papel que tienen los árabes cristianos en esta situación es único?

--Mons. Sayah: Creo que estamos en situación de poder mediar. Estamos en posición de testigos. Tiene que recordar que se nos ha encargado un trabajo de reconciliación. Creo que es una dimensión muy importante en la vida cristiana, además de la labor que los cristianos hacemos en educación, medicina, trabajo social, etc... Desde este punto de vista, estamos ofreciendo un conjunto grande de servicios que van más allá de nuestro número, un 1 o 2%. Nos gustaría se agentes de la reconciliación, del diálogo y de la información a los musulmanes sobre la vida cristiana real.
 

¿Diría que la tensión entre palestinos e israelíes es un problema racial o religioso?

--Mons. Sayah: No creo que sea un problema religioso. Tiene una dimensión religiosa en la medida en que los extremistas de ambas partes tienen un problema con todos los demás, pero creo, básicamente, que es un problema político. Es un problema de dos pueblos intentando compartir la tierra y el poder.
 

¿Pero aquí no aparece el deseo teocrático de la Tierra Prometida? ¿Cómo tratan este problema?

--Mons. Sayah: Sí, tenemos que lidiar con dos teocracias: el islam y el judaísmo, pero le recuerdo que la israelí es una sociedad secular. Hay muchos, muchos israelitas que no tienen relación con la religión, pero también hay extremistas religiosos (judíos) cuyo número no deja de aumentar.
 

¿Existe una ley por la que se debe prestar juramento de lealtad a Israel?

--Mons. Sayah: Sí, este requiere a cada ciudadano israelí que prometa fidelidad a Israel como un Estado democrático y judío. Si puedes reconciliar ambas fidelidades, va todo bien. El 20% árabe, obviamente no quiere saber nada de esto. El otro problema para Israel como país, para los judíos, es el de los refugiados palestinos. Hay 3 o 4 millones de refugiados en el mundo, y según la ley internacional deberían poder regresar. ¿Cuántos de ellos volverán a Israel? Tengo grandes dudas al respecto pero es otro problema para muchos países como Líbano y Jordania, que cuentan con centenares y centenares de refugiados, y quisieran que los palestinos volvieran a su tierra natal. Si declaras que Israel es un país para los judíos, les estás diciendo que quien no es judío no es bienvenido.
 

Quisiera volver a la cuestión de las iniciativas que la Iglesia católica está llevando a cabo respecto a la reconciliación. Usted comenzó un proyecto llamado Encuentro donde invitó a cristianos y musulmanes jóvenes para dialogar. ¿Qué le inspiró a hacer esto y que frutos ha cosechado esta acción?

--Mons. Sayah: Siento que la reconciliación, el diálogo, y el unir a la gente forma parte integral de mi ministerio. Creo en la gente joven. Estoy cualificado como educador, y creo que la gente joven puede marcar la diferencia. Están preparados para cambiar, tienen menos prejuicios. Son más flexibles. Comenzamos con cuatro cristianos, cuatro musulmanes y cuatro judíos del área de Jerusalén. Tenemos un grupo parecido en Londres, en la diócesis de Chelmsford, que es una diócesis anglicana, y que tiene un programa de intercambio. El objetivo principal, obviamente, es animar a la gente joven a presentarse a los otros, entrenarles a debatir los problemas actuales de la sociedad. Suponga que hay una disputa entre palestinos y judíos. ¿Qué dirán los periódicos?: “¿cómo podemos lidiar con este problema?”.
 

¿Qué respondieron?

--Mons. Sayah: Se ha creado un inmenso cambio en la gente joven. Realizamos una evaluación continua, escuchándoles, pidiendo que escribieran cómo se sentían y cómo les afectaba. Teníamos a un joven judío que dijo al principio: “Todos los palestinos son unos terroristas”. Pero cuando se sentó con jóvenes palestinos, pensó: “Podemos vivir juntos, podemos trabajar. Podemos hacer muchas cosas juntos. Lo mismo sucedió con la otra parte. Por tanto, desde este punto de vista puedes ver cuán importante es permitir que los jóvenes se reúnan. Cuando comenzamos, muchos padres me trasladaban sus dudas. Yo dije: “Mirad soy el obispo”. Usé el peso de mi autoridad y dos años después los padres volvieron a mí y me dijeron: “¿Por qué no hace algo por nosotros también, ahora que nuestros hijos lo están haciendo tan bien?”.
 

¿Es la separación entre religión y Estado una respuesta posible para aquellos cristianos árabes que viven bajo un estado teocrático?

--Mons. Sayah: Si queremos vivir en paz, tenemos que aprender a respetarnos los unos a los otros. No puedes imponer una manera de vivir o una concepción del Estado en el que gobierna la religión. No decimos que un estado secular en el que no haya religión sea la solución, sino uno en el que la religión tenga su sitio, y todo lo demás también. En el islam y en el judaísmo la política no está separada. Sí, quisiéramos que se hiciera menos énfasis en la religión y que la política se mantuviera separada, y así tener una de esas sociedades en las que se vive y se respeta a todas las religiones.
 

¿Es esta una gran responsabilidad para los cristianos de Oriente Medio?

--Mons. Sayah: No sólo para los cristianos de Oriente Medio. Es un tema muy importante para la Iglesia universal. El mensaje es que la Iglesia universal le dice a la Iglesia de Oriente Medio: no estás sola. Somos todos una única Iglesia. La Iglesia universal está contigo y tú formas parte de la Iglesia universal. Esta dice: os apoyamos, tenéis una misión; tenéis algo que ofrecer a la Iglesia del mundo entero, pero también necesitáis nuestra ayuda; no creáis que estáis solos. Este es un mensaje muy importante. Por eso creemos que es un gran privilegio estar en Tierra Santa. Es un privilegio para mí ser obispo y servir a mi comunidad y a toda la Iglesia. Cuando recibo a peregrinos, también estoy llevando a cabo mi ministerio. Estar en Tierra Santa como obispo es un gran privilegio, pero al mismo tiempo esto no es sólo par mí, estoy al servicio de toda la Iglesia. La Tierra Santa es donde todo empezó, y a donde pertenecemos todos. No nos pertenece a nosotros como cristianos locales, sólo somos sus custodios. Estamos aquí para mantener esto, y para mantener viva la vida cristiana, para que todo el mundo pueda venir y tener la experiencia de caminar por las piedras de Jerusalén y poder caminar por los mismos lugares de Galilea por donde Cristo mismo caminó.
 

¿Qué puede hacer la Iglesia universal?

--Mons. Sayah: En primer lugar, venir a Tierra Santa. Creo que al venir nos ayuda mucho, nos ayuda económicamente, y sentimos que estamos a su servicio. En segundo lugar, hablar de la situación en Oriente Medio. La gente de aquí no creó la situación en Palestina. La comunidad internacional lo hizo. La comunidad internacional debería ponerse de acuerdo y hacer algo al respecto. La gente de aquí nunca será capaz de resolver este problema. Gracias a Dios, hay iniciativas y en la actualidad Estados Unidos parece tomarse en serio un problema que Europa siempre afrontó. En tercer lugar, continuar la ayuda para nuestros proyectos. Nunca habría podido soñar con construir un centro pastoral, que cuesta cientos de miles de euros, si sólo hubiera podido apoyarme en mi propio pueblo. Así es, en concreto, cómo veo el papel de la Iglesia universal en ayudarnos a mantener los lugares, no sólo para nosotros, sino para toda la Iglesia universal.
Esta entrevista fue hecha por Mark Riedemann para Where God Weeps, un programa semanal de televisión y radio, producido por Catholic Radio & Television Network, en colaboración con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).

Para más información: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Mundo


Espero que Benedicto XVI siembre la semilla de la reconciliación nacional
Excarcelado del régimen castrista comenta la liberación de 2.901 presos
MADRID, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- Miguel Galbán es uno de los cubanos excarcelados por el régimen cubano a instancias de la organización de familiares de presos “Damas de Blanco” y la Iglesia católica en la Isla caribeña, como mediadora. Un proceso incompleto, por incumplimiento de los gobiernos cubano y español, que en muchos casos ha visto a personas sacadas de las cárceles y puestas en otro país, en este caso España, con una fuerte crisis económica y cinco millones de parados, que dificulta la integración laboral en el país de estos expresos de conciencia.

ZENIT ha entrevistado a Miguel Galbán, premio Libertad de Expresión 2011, otorgado por los periodistas de Almería, España. Galbán mantiene un blog en el que comenta la actualidad cubana e internacional.

¿Cree que la anunciada liberación de casi tres mil presos cubanos es una medida suficiente o más bien un maquillaje? Se han hecho críticas a la medida por el tipo de presos que saldrán a la calle.

--Miguel Galbán: El anuncio por Raúl Castro de indultar a más de 2.900 presos, la mayoría comunes, por unas supuestas “razones humanitarias”, durante el último día de la sesión semestral del Parlamento cubano recientemente finalizado, entre los que se incluyen algunos condenados por delitos contra la seguridad del Estado, además de mujeres, enfermos, personas con más de 60 años de edad y también jóvenes, así como la disposición de repatriar a 86 extranjeros de 25 países, incluidas 13 mujeres, la percibo como provechosa y me alegro por todos los que van a ser beneficiados, porque la situación dentro de la isla es difícil. Imagínese dentro de las más de doscientas cárceles del régimen, esparcida por toda Cuba.
Dice que la medida se va aplicar porque “se ha tenido en cuenta la anunciada visita a Cuba del papa Benedicto XVI y la celebración del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre”. Es otro de los disfraces de los hermanos Castro en su engranaje de la desinformación y la apremiante necesidad de buscar el escenario para seguir limpiando la manchada y deteriorada imagen de la revolución cubana en el ámbito internacional, para de esa forma conseguir nuevas inversiones para su maltrecha economía, que les permita seguir manteniéndose en el poder a costa del sufrimiento y la represión del pueblo cubano.
Una vez en la calle estos “liberados”, la realidad cotidiana es otra, no van a tener posibilidad alguna de ganar el sustento diario para sus vidas. En las oficinas de empleo, los exreclusos son atendidos de forma diferenciada al resto de las personas que acuden en busca de trabajo; en estos momentos no hay empleo debido a la deteriorada economía, han dejado recientemente cesantes a cientos de miles de trabajadores estatales, de una cifra de medio millón que van hacer despedidos sin derecho a recibir beneficios de paro.
¿Cómo van a poder alimentarse estos recién liberados, contribuir a la familia, vivir dignamente si no tienen trabajo?, y después que lo tuviesen, ¿Cómo resolverán los problemas con el salario que reciban? Que no alcanza para el sustento de más de dos días. Regresaran en corto tiempo a su mismo sitio, porque la propia sociedad los obliga de nuevo a delinquir
En relación a que estos reos han tenido la posibilidad de aprender y prepararse para el futuro, durante el cumplimiento de su sanción en la prisión, la educación en los centros penitenciarios de la isla es una gran ficción. Sólo reciben simples clases virtuales de bajo nivel teórico, el claustro de profesores que las imparten, tienen grandes deficiencias educacionales e inmorales en su haber. Los penados acuden solo por prebendas que reciben, como son pabellón conyugal o visita familiar extra de las planificadas. Es la doble moral que utilizan los presos, conducta que también tiene la mayor parte de la población cubana, para poder resistir los horrores de la dictadura.
En el mundo cada día menos personas creen en el régimen de La Habana, y en esa frase de “es una muestra más de la generosidad y la fortaleza de la revolución”. De ser verídicas estas palabras pronunciadas por el presidente cubano, entonces ¿por qué tienen horror a conversar con sus adversarios y ofrecerles un espacio legal?, ¿por que no liberan a todos los presos políticos que se encuentran en la cárcel que lo único que hicieron fue copiar el método de lucha de cómo llegaron ellos al poder en el año 1959 y que fue exportado a varios países de África y América Latina, desde el mismo inicio de esta dictadura, donde provocó cientos de miles de víctimas?. ¿Por qué no permiten la libertad de opinión, prensa, organizaciones políticas y sociales de diversas corrientes, aceptan el derecho a entrar y salir libremente del país de los cubanos?. Asimismo ¿por qué no autorizan la libre empresa y la propiedad privada sin restricciones?.
En relación a los presos de conciencia dentro de las cárceles del régimen, en estos momentos no hay ninguno que haya sido adoptado por Amnistía Internacional, pero existen algunos opositores que por realizar protestas pacíficas callejeras han sido enviados a prisión, como son los recientes casos de Ivonne Malleza Galano, su esposo Ignacio Martínez Montero y la disidente Isabel Haydée Álvarez? Mosqueda.

¿Cuál es su situación después de haber sido excarcelado por el gobierno de Cuba y obligado a dejar su país?

--Miguel Galbán: Mi situación en este momento no es la apropiada, desde que se me sacó directamente desde la cárcel hacia el Aeropuerto Internacional “José Martí”, el 24 de septiembre, por el régimen comunista de Cuba, para ser desterrado, parecía que mi vida cambiaría viviendo en libertad, pero he llegado a España, país que de forma humanitaria me acogió, en el instante que en está sufriendo una de las peores crisis de su historia, por lo que he estado sin posibilidad de haberme insertado dentro del mercado laboral.

¿Piensa que podrá algún día regresar a Cuba? ¿Cuándo?

--Miguel Galbán: Cada día que trascurre estoy mas seguro de mi regreso a mi patria, no me adapto a estar fuera del sitio donde nací y pasé gran parte de mi juventud. No espero que en Cuba suceda lo mismo de Corea de Norte, que es una dinastía, de nuevo se transfiere el poder de padre a hijo. Los mismos dirigentes de la nomenklatura castrista no se lo van a permitir, tienen todos mucha sed de poder, han estado muy humillados por los hermanos Castro.
¿Cuándo regresaré?, solo Dios lo sabe el día, los cambios que trata de reflejar el régimen al exterior son cosméticos, no permitirá ningún brecha por donde se le pueda ir el poder absoluto, eso lo conocemos los que llevamos años luchando por el respecto de los derechos humanos en Cuba, y el paso a una sociedad democrática donde se respeten todas las libertades fundamentales del ser humano.

¿Qué espera de la visita de Benedicto XVI a su país en la primavera próxima?

--Miguel Galbán: El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, ha expresado que el Papa viene, principalmente, para participar como peregrino en las celebraciones por los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, madre, reina y patrona de la República de Cuba. Por tanto, el centro de su presencia en Cuba será la visita y la Eucaristía que celebrará en el Santuario Nacional-Basílica de El Cobre. También espero que en la capital tenga otra celebración religiosa.
Toda visita de un papa tiene una dimensión religiosa, y otra política y social. El mundo ha cambiado mucho desde que el santo padre Juan Pablo II visito nuestro país. Es más solidario con la causa de la libertad de Cuba y es consciente de que la revolución cubana ha empobrecido más a nuestro pueblo, e impide a los nacionales el disfrute de sus derechos que les son inherentes como seres humanos.
Espero que Benedicto XVI, siembre los primeros granos para iniciar la reconciliación nacional que debe estar basada en una mezcla del perdón y la fraternidad. El santo padre como todo el clero romano conoce que Cuba necesita una profunda transición. Pero no solo una transición política y económica. Necesita pasar del odio hacia la tolerancia. El papa puede convertir todas nuestras expectativas en realidades, solo debe ser objetivo y realizar su función pastoral.
Quisiera que el pastor de la Iglesia logre el cese de toda represión política, de la intolerancia de las autoridades y el cambio hacia una atmósfera de confianza y fraternidad entre todos los cubanos, una verdadera libertad religiosa, el acceso de la Iglesia cubana a los medios de difusión, a las escuelas. El derecho de los padres a decidir qué tipo de educación desean para sus hijos.

Lamentablemente, usted no podrá estar presente en esa visita. ¿Qué se lo impide?

--Miguel Galbán: Siento mucho no poder estar presente, me lo impide el propio régimen de La Habana, que en septiembre del 2010 me liberó de la cárcel donde extinguía una sanción de 26 años de privación de libertad por tratar de ejercer mi derecho de libertad de opinión y me desterró a España, después de haber cumplido siete años y seis meses de esa injusta condena.
En la anterior visita del santo padre Juan Pablo II, la única hasta ahora efectuada por un papa a Cuba, que se realizó del 21 al 25 de enero del 1998, ya me encontraba en las filas de la oposición, el domingo 25 en la misa celebrada en la Plaza Cívica “José Martí” de la capital cubana. Llegué a ese sitio alrededor de las 2 de la mañana, oportunidad que disfruté de estar más cerca de la tribuna donde nuestro pontífice pronunció su emotivas palabras, las más inmortalizadas de su histórica visita: “Que Cuba se abra al mundo con todas sus magníficas posibilidades, y que el mundo se abra a Cuba”.
También, cerca del dictador cubano Fidel Castro quien tuvo que aceptar que su misma trinchera, donde durante muchos años convocaba a la guerra, al odio y a la muerte sobre sus adversarios políticos, la utilizaríamos para pedir la reconciliación y libertad para nuestra sufrida Isla durante toda la misa.
Estuve posteriormente más de una semana con problemas de las cuerdas vocales porque me inspiré tanto, que no quise desaprovechar la oportunidad que se me había ofrecido y de la que otros cubanos, por diferentes motivos, no disponían.

Por Nieves San Martín

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Cuatro mil cubanos homenajearon a la Caridad del Cobre en La Habana
El 7 de enero, inicia el Jubileo Mariano que verá al papa en la Isla
LA HABANA, domingo 1 enero 2012 (ZENIT.org).- Con una Eucaristía al aire libre concelebrada por los obispos de Cuba, y el arzobispo de Miami, Estados Unidos –símbolo de la unidad de los cubanos dentro y fuera de la Isla—culminaron en La Habana los tres años de preparación para el Año Jubilar Mariano que inicia la Iglesia en Cuba el próximo 7 de enero. El Jubileo conmemora los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, en la Bahía de Nipe, en 1612.

Bajo el lema “A Jesús por María: La Caridad nos une”, la Iglesia ha vivido tres años de preparación, cada uno de ellos con acciones pastorales, caritativas y misioneras que en 2011 culminaron con el recorrido de una imagen de la Virgen por toda la Isla. No había ocurrido algo así desde 1951-52.

La Eucaristía de La Habana se inició a las 16 horas del viernes 30 de diciembre, festividad de la Sagrada Familia, al concluir este recorrido. La imagen estaba visitando la diócesis de La Habana desde el 1 de Noviembre y llegó a la avenida del Puerto, escoltada por una guardia de motoristas, entre los aplausos del pueblo. Al final del acto, hubo fuegos artificiales. Dos días antes, la imagen recibió un homenaje cultural en la plaza de la Catedral.

En su homilía, el cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, integró el recorrido de la imagen con el mensaje del papa para la Jornada Mundial de la Paz de hoy 1 de enero. Habló de la familia, de los jóvenes y de su participación en las celebraciones a la Virgen, como algo que le ha dado “una visión renovada de la juventud cubana”.

Se refirió a la visita de Benedicto XVI a Cuba, a finales de marzo, como peregrino de la caridad y le pidió a la patrona de Cuba la unión y la reconciliación de todos los cubanos. “Virgen de la Caridad, únenos, por ti queremos llegar reconciliados a Jesús”, imploró, ante unos cuatro mil cubanos reunidos junto a la Bahía y ante una representación del gobierno de la nación. Estaban presentes el vicepresidente cubano Estaban Lazo, el canciller Bruno Rodríguez, la encargada de la Oficina de Asuntos Religiosos del comité central del Partido Comunista de Cuba (PCC), Caridad Diego, el historiador de la ciudad Eusebio Leal, y otros funcionarios.

Navidad de presos en casa

El cardenal señaló que la mayoría de los 2.991 cubanos indultados por el Consejo de Estado el 23 de diciembre por razones humanitarias, y por intercesión de la Iglesia católica y otras Iglesias, pasaron en sus hogares el día de Navidad. Sus palabras fueron interrumpidas por aplausos en varias ocasiones.

“La Virgen de la Caridad nos hace mirar desde más alto, y la vida se divisa distinta desde el balcón de la fe”, señaló el cardenal Ortega quien también reconoció la gratitud recibida de mucha gente “a nosotros, hombres de Iglesia, no porque estemos hallando soluciones mágicas a problemas económicos o sociales, sino por darles la posibilidad de reencontrarse a sí mismos de modo integral, como personas que no sólo tienen necesidades materiales, sino también de orden espiritual.”

Quizás saliendo al paso de antiguas acusaciones que colocaban a la Iglesia como institución distanciada del pueblo, el cardenal Ortega reiteró que “la Iglesia ha permanecido siempre en medio del pueblo, buscando todo lo que pueda aportarle de bueno para que su vida sea más feliz, por esto nos dan las gracias”.

Deber de la Iglesia, velar por el pueblo

El cardenal arzobispo de La Habana subrayó que ese es deber fundamental de la Iglesia y también su derecho: velar por el bien integral del pueblo. Algo, dijo, que se ha esforzado en hacer a través de los años “y lo ha ido alcanzando, sin cejar en su empeño, progresivamente”.

Monseñor Ortega agradeció a las autoridades del país: por respetar este derecho y facilitar nuestro deber. Indicó que muestra de ello fue el apoyo brindado por las instancias oficiales a la realización de la peregrinación de la imagen mariana.

Durante los 16 meses del recorrido de unos veintiocho mil kilómetros por toda la Isla, la imagen fue visitada por unos cinco millones de cubanos, según cálculos de la Iglesia. Cuba tiene una población de 11,2 millones de habitantes. En palabras del cardenal, fue “un andar misionero de María de la Caridad” que “ha culminado brillantemente”.

El cradenal Ortega hizo notar que, en torno a la imagen, “han sido numerosos los jóvenes que han estado presentes. Muchos están bautizados, otros no, pero la fe es un don de Dios que toma por asalto muchos corazones. Y se cultiva ciertamente en la familia”.

La Caridad nos une

Era el día de la Sagrada Familia, y el cardenal se refirió a las familias cubanas que “pobremente educadas en la fe católica, con un cristianismo desdibujado en nuestra sociedad, han sabido, sin embargo, transmitir a sus hijos el sentido de lo sagrado y el respeto a Dios, que favorecen los sentimientos religiosos y aún la misma fe”.

Para el cardenal, el paso de la Virgen no sólo ha hecho comprender al pueblo, la importancia, y aún la primacía, de los valores espirituales cristianos, “nos ha abierto los ojos también a nosotros, obispos y sacerdotes, pastores de este pueblo, sobre el reclamo de nuestra gente de ser esclarecidos, iluminados, apoyados en esos valores que desean vivir”. Y dirigiéndose a quienes tienen responsabilidades en el gobierno cubano les dijo que “esta lección de nuestra madre y patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, les está también diciendo algo a ustedes, como nos lo dice a nosotros. Cuánto tenemos que trabajar juntos, todos unidos, por el bien integral del pueblo cubano. En este esfuerzo también la Caridad nos une”.

El pasado 8 de septiembre los obispos cubanos dieron a conocer un Mensaje por el Año Jubilar que se inicia, en el que invitan a los creyentes a vivir la alegría de la fe, el testimonio del amor cristiano y la luz de la esperanza. Son tres virtudes que “la Iglesia debe aportar hoy a Cuba y a los cubanos”, expresó monseñor Emilio Aranguren al finalizar el acto. Indicó que a muchas personas les gustó el reconocimiento público hecho al ‘chófer de la Virgen’, Armando García y su familia, por el servicio prestado a lo largo del recorrido de la imagen.

Primavera de la fe

Para el arzobispo de Miami Thomas Wenski, “la respuesta del pueblo en la Eucaristía y en el recorrido de la imagen es algo que ha sorprendido y es una muestra de que Cuba vive una nueva primavera de la fe”. Piensa que es un signo de que el materialismo ideológico es un proyecto agotado porque la gente tiene sed de lo sagrado y transcendente y aunque, quizás, no lo saben verbalizar lo expresan a través de la religiosidad popular mariana”.

En su diócesis residen cerca de un millón de cubanos exiliados que también están celebrando actividades por el Jubileo Mariano.

Después de la Eucaristía, monseñor Wenski, que habla un español fluido, saludó informalmente a los representantes del gobierno y también habló con la prensa internacional.

Dijo que tanto la peregrinación de la Virgen como la próxima visita del papa Benedicto XVI “contribuirán a unir al pueblo cubano”, que es “uno solo dondequiera que esté”. A su regreso a Miami indicó que varios cubanos de la archidiócesis de Miami representarán a la diáspora cubana en los actos de apertura del Jubileo en el Cobre, y él mismo celebrará una Eucaristía en la Ermita de la Caridad de Miami, uniéndose a los actos en el Santuario del Cobre el día 7 de enero.

Y, para finalizar esta crónica, subrayar que, en un gesto inusual, a las 9.30 pm del mismo día 30, el Canal Educativo 2 transmitió de forma diferida la celebración de la Misa en la Avenida del Puerto. El Estado controla todos los medios de comunicación y durante casi medio siglo no ha emitido programacion religiosa, con la excepción de la visita del Juan Pablo II en 1998, y más recientemente, los mensajes de los obispos en sus provincias por Navidad, Pascua y en la fiesta de la Virgen de la Caridad .

Por Araceli Cantero Guibert

Envìa esta noticia a un amigo

arriba