5.01.12

Los Ángeles o cómo enderezar una diócesis

A las 8:16 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América
 

Apenas lleva 10 meses como arzobispo de Los Ángeles y su presencia ya se siente en esa en diócesis de Estados Unidos. Se trata de José Horacio Gómez, el pastor de origen mexicano que sucedió a Roger Mahony al mando de la demarcación eclesiástica con mayor número de fieles de origen hispano en la Unión Americana. El Papa lo mandó allí para enderezar el rumbo es esa iglesia local y los resultados comienzan a verse.

Este 4 de enero Benedicto XVI aceptó la renuncia de Gabino Zavala a su puesto de obispo auxiliar de Los Ángeles. ¿El motivo? Una confesión inesperada: en diciembre informó a su inmediato superior, Gómez, que es padre de dos adolescentes los cuales viven con su madre en otra ciudad del país.

Nacido el 7 de septiembre de 1951 en el estado de Guerrero, México, Zavala creció en Los Ángeles en medio de las comunidades hispanas y allí mismo fue ordenado sacerdote el 28 de mayo de 1977. Se desempeñaba como obispo auxiliar de esa arquidiócesis desde 1994.

Según declaró el arzobispo Gómez los hijos son aún menores de edad, es decir no cumplieron los 18 años. Como es natural sus identidades y datos generales permanecen en el anonimato. Aún así lo más probable es que el obispo auxiliar haya llevado una “doble vida” a lo largo –prácticamente- de toda la duración de su responsabilidad episcopal. Cuadro lamentable si lo hay.

Y aunque se desconoce si el anterior arzobispo estaba al tanto de la situación ahora puede comprenderse por qué, en su momento, El Vaticano designó como coadjutor al mexicano Gómez y aceptó la renuncia de Mahony apenas cumplió los 75 años, sin dejar pasar un día. Había prisa por una renovación, urgía un obispo que pusiera las cosas en su lugar.

Serafines susurran.- Que este viernes 6 de enero el Papa Benedicto XVI anunciará por fin el Consistorio durante el cual creará nuevos cardenales de la Iglesia católica. Al menos esa es la versión que, con bastante sustento, circula en Roma. Se trataría de 15 nuevos purpurados entre los cuales se incluirían muchos italianos con puestos en la curia vaticana.

Todo indica que las fechas elegidas para su realización serán el 18 y el 19 de febrero próximos. La lista completa de quienes accederán al birrete púrpura sería anunciada por el pontífice ya sea durante la misa de la Epifanía en la Basílica de San Pedro o durante el Angelus posterior, que pronunciará al mediodía desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico.

Entre los aspirantes a “príncipes de la Iglesia” sólo destaca un latinoamericano: el brasileño Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica. Además también estaría incluido Giuseppe Bertello, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y quien fuera nuncio apostólico en México durante seis años.

Querubines replican.- Que finalmente la arquidiócesis de la Ciudad de México confirmó lo adelantando en Sacro&Profano (aquí): que la Congregación para la Educación Católica del Vaticano reconoció formalmente a la Universidad Pontificia de México, no sólo autorizándole a portar dicho nombre sino aceptando públicamente ser heredera de la Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1553.

Se trata de un logro histórico porque deja asentado que es ésta institución eclesiástica la legítima sucesora de aquella primera universidad de la Nueva España (junto con la Mayor de San Marcos de Perú) y no la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que es muy prestigiosa en la actualidad pero en nada refleja el legado y la contribución intelectual de la Iglesia católica.

El reconocimiento quedó plasmado en una carta con fecha del 25 de julio de 2011 y firmada por el prefecto para la Educación Católica de la Santa Sede, Zenon Grocholewski, en la cual se lee: “por tanto, al no existir ningún documento del Romano Pontífice por el cual se suprimía la Universidad primigenia y habiéndose alcanzado las condiciones necesarias, esta congregación reconoce desde ahora a las Facultades Eclesiásticas Mexicanas y a la Facultad de Ciencias y Humanidades como Universidad Católica, pudiendo usar, según las leyes eclesiásticas, el nombre que le fuera otorgado desde su erección canónica, a saber: Universidad Pontificia de México”.