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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de enero de 2012

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Santa Sede

Nuevos obispos en la Iglesia Maronita

Mundo

El papel de un capellán a bordo en tragedias como la del Concordia

La unidad no es fruto sólo del esfuerzo humano

Dos años después del terremoto en Haití

MIRANDO A ORIENTE

Pakistán: se agrava la situación de las escuelas católicas

Flash

Nuestra Señora Aparecida en Eslovaquia

Foro

La libertad religiosa, sin amparo judicial

Documentación

"Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo"


Santa Sede


Nuevos obispos en la Iglesia Maronita
Luz verde del papa a la elección canónica hecha por el Sínodo
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha dado su asentimiento a la elección --canónicamente realizada por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Patriarcal Maronita- de los obispos de Jbeil-Byblos y Batrum, Líbano; y de Lattaquié, Siria.

El santo padre, en conformidad con las normas canónicas que vigen en las Iglesias Orientales, concedió su asentimiento a la elección hecha por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Patriarcal Maronita.

Los nuevos elegidos son el reverendo corobispo Michel Aoun, hasta ahora “syncellus” --el equivalente a vicario episcopal- para el clero de Beirut de los Maronitas, que pasa a ser obispo de Jbeil-Byblos de los Maronitas, en Líbano.

El reverendo Elias Slaiman Slaiman, hasta ahora profesor y juez en los tribunales eclesiásticos libaneses, que pasa a ser obispo de Lattaquié de los Maronitas, en Siria.

El reverendo corobispo Mounir Khairallah, hasta ahora “protosyncellus” --principal vicario episcopal- de Batrun de los Maronitas, Líbano, que pasa a ser obispo de la misma Eparquía (Diócesis).

El Sínodo procedió a tales elecciones tras permanecer vacante la sede de Jbeil-Byblos, por la elección de su beatitud Bechara Raï como patriarca de Antioquía de los Maronitas, y por las dimisiones presentadas por los obispos Massoud Massoud de Lattaquié y Paul Emile Saadé de Batrun, según lo establecido canónicamente.

Monseñor Michel Aoun

Monseñor Michel Aoun, el nuevo obispo de Jbeil-Byblos, Líbano, nació en Dammour, en 1959. Entró en el Seminario Patriarcal de Ghazir para los estudios secundarios y luego estudió filosofía y teología en la Universidad del Espíritu Santo de Kaslik, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico, continuando los estudios para la licenciatura y el doctorado en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia Gregoriana.

Fue ordenado para la Archieparquía de Beirut en 1984 y desempeñó los siguientes cargos: vicepárroco (1984-1986) y párroco (1986-1992) de la iglesia de San Antonio de Kahalé, realizando al mismo tiempo la tarea de educador adjunto en el Seminario Patriarcal de Ghazir (1986-1987); párroco en Damour (1994), responsable del año propedéutico (1992-1995) y rector del Seminario de Ghazir (1995-1998), párroco de la iglesia de San Miguel de Chiah (1999).

A finales de los años noventa del siglo XX, se ocupó del seminario Redemptoris Mater de El Cairo. De 1999 a 2001, dirigió en Roma el Colegio San Benito, abierto por la Congregación para las Iglesias Orientales, para los sacerdotes de lengua árabe.

A su vuelta a Líbano, fue nombrado arcipreste de la catedral de San Jorge de Beirut (2001-2002), luego párroco de la iglesia de San José de Beirut (2002), y actualmente es colaborador en el seminario de San Agustín de Kafra-Aïn Saadé.
Fue miembro del Consejo Jurídico y del Colegio de Consultores de la Archieparquía de Beirut (1989), vicario episcopal para la pastoral (2001-2009) y actualmente vicario episcopal para el clero (2009). En 2001, fue nombrado vicepresidente de la Universidad La Sagesse, de Beirut, donde enseña teología dogmática. Es presidente de la Liga Sacerdotal desde 2009. Además del árabe, habla inglés, francés, italiano y conoce el siríaco.

Monseñor Elias Slaiman Slaiman

El reverendoElias Slaiman Slaiman nació en Hekr Semaan, diócesis de Lattaquié, el 16 de agosto de 1951. Tras los estudios primarios y secundarios en Beit Arkouche, Siria, entró en el seminario de Ghazir, en Líbano. Obtuvo la licenciatura en teología en la Universidad Saint-Esprit, de Kaslik en Líbano.

Ordenado sacerdote, en 1987, para la diócesis de Lattaquié, ejerció el ministerio sacerdotal como superior del seminario menor en Dahr Safra, Siria, de 1988 a 1994. Enviado a estudiar al Instituto Católico de París, obtuvo el Bachillerato en Filosofía y Derecho Canónico, el Diploma en lenguas antiguas, la licenciatura y el doctorado en Derecho Canónico y al mismo tiempo fue vicario de la Parroquia de San Pedro de Gros-Caillou, en París de 1994 a 1997.
A su regreso, fue párroco de tres parroquias en Lattaquié, de 1997 a 1998; capellán de la Universidad La Sagesse, en Beirut de 1998 a 2003; vicario generale de Damasco, de 2002 a 2003. En 2006, fundó un centro de formación para adultos en la parroquia de Khrab, Siria, y en 2010 un centro similar en Jneiné, Siria. Es juez en los tribunales eclesiáticos libaneses. Es autor de diversas publicaciones y de un centenar de artículos en varias revistas. Además del árabe, conoce el francés, siríaco, hebreo, griego y latín.
 

Monseñor Mounir Khairallah

El corobispo Mounir Khairallah nació en Mtah-Ezziat, en 1953. Tras los estudios primarios en un centro de los padres capuchinos de Abai, entró en el seminario menor de Ghazir. Estudió filosofía y teología en la Universidad Pontificia Urbaniana en Roma.

Fue ordenado en 1977, para la Eparquía maronita de Batrun. Tras la ordenación sacerdotal, obtuvo en París una maestría en teología pastoral y catequética, un doctorado en teología práctica en el Instituto Católico de París y uno en ciencias de las religiones en la Sorbona. En los años de permanencia en Francia (1979-1984), fue colaborador en la parroquia de Nuestra Señora del Líbano (1978-1979) y luego de San Medardo de París.
De vuelta a Líbano, fue nombrado secretario del Sínodo Patriarcal Maronita (1985-1987); animador y profesor al Seminario de Ghazir (1985-1989); párroco de las iglesias de Kfarhay, Bouksmaya y Jeblé (1989-1991).

Desde 1991 es protosyncellus de la Eparquía de Batrun (1991) y párroco de la Iglesia de San Esteban de Batrun (1991). Fue secretario general de las cuatro sesiones del Sínodo de la Iglesia Maronita (2003-2006) y desempeñó varios cargos en la Liga Sacerdotal (1986-2004). Enseñó en la Universidad Saint-Esprit de Kaslik (1985-2000) y en el Seminario de Karm Saddé (1996-2007). Además del árabe, conoce el francés, inglés, alemán, italiano y algunas lenguas clásicas como el siríaco, griego, latín y hebreo.

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Mundo


El papel de un capellán a bordo en tragedias como la del Concordia
Declaraciones del director de la pastoral del mar de la Iglesia italiana
ROMA, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- Los cruceros que recorren el Mediterráneo son vistos en las publicidades como grandes centros lúdicos y lo son. Con la noticia del hundimiento de la nave Costa Concordia, entretanto vino a flote algo que normalmente no se tiene en cuenta sobre los cruceros: estas ciudades flotantes cuentan con la presencia de un capellán. En este caso el padre Raffaele Malena, que vivió en primera persona el naufragio. Junto a él, el párroco de la isla del Giglio ayudó a los náufragos y el director de la pastoral del mar de la Iglesia italiana, Giacomo Martino, explicó a ZENIT el papel de un capellán a bordo.

En una llamada telefónica a la central del Apostolado del Mar, el padre Raffaele Malena avisó de lo que estaba sucediendo. Le preguntaron si quería que lo fueran a buscar y sin dudar dijo: “Ahora es importante que me quede cerca de la tripulación y los pasajeros para confortarlos en este momento de gran confusión”.

El padre Malena, que conocía a muchos de los más de mil tripulantes indicó que el problema del desembarco fue principalmente el pánico y que el personal de a bordo se comportó bien.
En entrevista a Sergio Centofanti de la Radio Vaticano indicó que “el capellán donde es llamado tiene que correr. Les di coraje, había tantos niños, a una niña la tomé en mis brazos, dije que la mandaran antes con la mamá y la hicieron evacuar antes”. Y añadió que “había otro sacerdote a quien le agradece mucho, el párroco del Giglio, don Lorenzo Pasquotti, que inmediatamente abrió la iglesia”.

Recordó que en esta isla de 1.200 personas en verano y 700 en invierno “todas querían dar una mano: abrieron los hoteles, nos dieron de comer, nos dieron mantas y todo lo que tenían nos lo daban” y concluyó indicando que “a los habitantes de la isla del Giglio deberíamos hacerles un monumento”.

Don Lorenzo Pasquotti, párroco de San Lorenzo y San Mamiliano, de 61 años, por su parte abrió la iglesia y organizó todo lo que se podía para ayudar a los náufragos de este gigante de 17 pisos.

Ayer lunes, debido al mar picado y a un deslizamiento de la nave se suspendió la búsqueda de las 15 personas que continuaban desaparecidas.

El sacerdote Giacomo Martino, director de la Oficina para la pastoral de los trabajadores de la navegación marítima y aérea, de la Conferencia Episcopal Italiana, interrogado por ZENIT dijo sobre el naufragio que “los tripulantes probablemente aún no asimilaron enteramente el golpe, y las acusaciones que giran en los medios contra ellos les hacen sufrir como un segundo naufragio”.

Subrayó que “con tantas personas hemos visto que no era cierto lo de la incompetencia de la que hablaron algunos medios”. “Se hacen simulacros de naufragio –indicó- pero otra cosa es un naufragio verdadero en el que cunde el pánico”.

El papel de un capellán de a bordo

“¿Qué hace un capellán? Hace de hombre de Dios. Claro –prosiguió--, sin hacer diferencia entre los pasajeros y los tripulantes aunque su principal trabajo se desarrolla en el área de la tripulación”.

Recordó que “estos trabajadores cuentan con la presencia de un capellán, aunque sean de otras confesiones religiosas” y narró cómo “incluso cuando es el Ramadán por ejemplo, no automáticamente, pero muchas veces me piden que haga una oración final”.

En la tripulación de una nave, indicó, “las personas son de diversas nacionalidades y por lo tanto también de diversas religiones y además cada una tienen su especialización: los filipinos por ejemplo son muy buenos barman, los chinos en las lavanderías, cada uno aporta su profesionalidad. Por ejemplo, los sudamericanos no se encuentran en las naves de carga, sí en cambio en las de pasajeros. Los brasileños son buenos con la parte artística”.

¿Cuales son las inquietudes de los tripulantes? Como primera cosa quieren “agradecer a Dios y en segundo lugar piensan en sus familias”.

El director de la Oficina para la pastoral marítima dijo a ZENIT que, en el puerto de Grosseto, hizo un giro por los hospitales y hoteles para dar asistencia a los náufragos.

Y que el domingo, como aún no lo había hecho, celebró la santa misa en la que participaron muchos, aunque pocos comulgaron, o sea que probablemente los católicos no eran tantos.

“Lo que me gusta mucho de esta gente --añadió– es la absoluta naturalidad que tienen con Dios, pues viven la dimensión religiosa como otra actividad”.

Sobre la religiosidad de los navegantes precisó: “He notado que existe una cultura religiosa en ellos con un profundo conocimiento de la diferencia. No es que creemos todos en Dios pues tanto es uno sólo. Ellos saben que soy un sacerdote católico. Y en la conciencia de la diferencia se manifiesta la perfección de la unidad. No hay confusión --indica- no hay una fe que es una mermelada, aquí no”.

“Quien está abordo --concluyó- casi que está obligado a subrayar lo que nos une y no lo que nos divide. Es como cuando se mira el mar desde la tierra, se piensa que el mar nos divide, en cambio el marítimo que está sobre el barco dice: no, el mar nos une”.

Tripulación: “Somos el chivo expiatorio”

El director de la Oficina para la pastoral marítima ha dado a conocer a ZENIT algunos de los sms que ha recibido sobre la tragedia. Uno dice: “Hola don Giacomo. ¿Sabe lo que pienso oyendo las noticias? Se habla mal de la tripulación, todos los demás son estupendos y buenos pero nuestra tripulación se ha convertido en un chivo expiatorio. Espero que alguien de la empresa asuma la defensa de los miembros de la tripulación. He leído un artículo en un periódico que decía que “la gente rompía armarios de vidrio para robar salvavidas”, pero ¿quién ha publicado esto? Por favor, ¿quién ha visto los salvavidas en armarios de vidrio por los pasillos? Créame todos los de la tripulación nos sentimos mal, también hemos perdido a algunos acompañeros, también nuestros amigos sufren y no los encuentran. ¿Habrá alguien que nos defienda? Disculpe que me haya desfogado”.

Otro mensaje de un compañero de misión, capellán también: “Hermanos todos, estamos viviendo momentos de gran dolor por la tragedia del Concordia, nave que llevo en el corazón, ya que el Concordia es para mí el primer amor, habiendo pasado cerca de ocho meses a bordo, desde marzo a noviembre de 2011. ¡Ahora, pensar que hay víctimas y otras personas desaparecidas nos llena de dolor por su actual situación! (…) Estamos experimentando las atenciones que los miembros de la tripulación tienen con nosotros, se nota mucho esto. Estamos viendo que los muchachos están confundidos, se nota su preocupación y sufrimiento, debemos por tanto ser fuertes primero nosotros y en consecuencia estar cercanos a su situación de desorientación actual. El Señor no de la fuerza para desempeñar nuestra delicada misión de capellanes a bordo y vivirla del modo mejor (…) Me gusta recordar el pasaje del evangelio de Emaús que, de algún modo explicita nuestro estar a bordo de la nave: 'Jesús se puso al lado de los dos discípulos y caminaba con ellos'”.

Por H. Sergio Mora

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La unidad no es fruto sólo del esfuerzo humano
Mensaje episcopal para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
MADRID, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española han hecho público un mensaje con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero.

Los materiales de este año para la Semana de Oración por al Unidad de los Cristianos han sido preparados por un grupo ecuménico polaco teniendo muy presente la historia civil y religiosa de su país.

El texto bíblico que se ha tomado como referencia --”Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo”- se encuentra en el capítulo quince de la primera Carta del apóstol Pablo a los Corintios en el que se habla de la resurrección de Cristo y sus efectos.

El apóstol exhorta a dar gracias a Dios que “por medio de nuestro Señor Jesucristo nos concede la victoria” (1Co 15, 57). No es una victoria fruto de nuestro esfuerzo humano, ni una victoria según los criterios mundanos de éxito y fracaso, sino una victoria conseguida por Jesús a través del misterio pascual y en la que participamos por la fe.

Para los distintos días del Octavario, los obispos españoles proponen temas para la meditación y la oración relacionados con el concepto de victoria visto a la luz de la fe y del misterio pascual.

Los obispos de la Comisión, que tiene también encomendados los temas relativos al ecumenismo y la unidad de los cristianos, consideran que “promover la unidad de todos los bautizados nos incumbe a todos” y exhortan a “ver este compromiso con los ojos de la fe y no según los criterios humanos de éxito y fracaso”.

“Este esfuerzo ecuménico también implica entrar en el dinamismo pascual de muerte y resurrección, configurándonos cada vez más a Cristo y dejándonos transformar por Él”, afirman los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.

Se puede acceder al texto íntegro del mensaje, publicado en esta misma página, en el enlace:

http://www.zenit.org/article-41289?l=spanish.

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Dos años después del terremoto en Haití
Reconstrucción lenta en la isla caribeña devastada por el terremoto de 2010
ROMA, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- La reconstrucción avanza lentamente en Haití, tras el terremoto de enero de 2010. Reproducimos un artículo de la edición italiana de ZENIT escrito por el padre Piero Gheddo, dedicado muchos años a la prensa misionera. Fue uno de los fundadores de la Editorial Misionera Italiana en 1955 y de la organización no gubernamental de desarrollo Mani Tese, en 1963. El padre Gheddo en su artículo habla de lo que han hecho los católicos y las ONG italianas en Haití. Otro tanto se podría decir de las numerosas iniciativas de ayuda católicas y del voluntariado mundial que siguen en Haití ofreciendo su apoyo de modo desinteresado.

*****

Padre Piero Gheddo

Hace dos años, el 12 de enero de 2010, Haití fue devastado por un terremoto catastrófico. Para el Instituto Italiano de Vulcanología fue mucho mayor que el registrado en 2009 en la región de Abruzzo. La capital, Puerto Príncipe, fue casi arrasada, en un caos de escombros y lodo, en que se destruyó también el Palacio de Gobierno, el Parlamento, la sede de la ONU, el hospital principal, entre otros. Los muertos llegaron a 250.000, y otros murieron después por el cólera, que aún hoy sigue infectando a varias decenas de haitianos semanalmente.

El presupuesto final ni siquiera se ha terminado y en las carreteras de las afueras de la ciudad están todavía los escombros del terremoto. Las ayudas y el auxilio fueron inmediatos y abundantes: el diario italiano Corriere della Sera dijo el 12 de enero de 2010: "El mundo entero, sacudido por las terribles imágenes de esos días --entre sms y donativos--, había recaudado trece mil millones de dólares, con una velocidad que hizo decir entonces a Bill Clinton: 'Esta terrible tragedia marcará el renacimiento de Haití'".

De hecho, la reconstrucción, por mil razones, es lenta. El nuncio apostólico, monseñor Bernardito Auza, quien narró al mundo el terremoto de 2010, antes de la llegada de los periodistas y medios de comunicación, declaró este 15 de enero a la agencia Fides: "Diré que recuperarse de un desastre natural es siempre difícil, y aún más difícil es la reconstrucción posterior a un gran desastre como el terremoto en Haití del 12 de enero de 2010. Añadiría que la reconstrucción en Haití ha sido y es particularmente difícil y costosa, porque todo es importado, incluso la arena".

La "Comisión Internacional para la Reconstrucción de Haití", presidida por el expresidente estadounidense Bill Clinton y el exprimer ministro de Haití Jean-Max Bellerive, terminó su mandato en octubre de 2011. Los comentaristas dicen que ha servido principalmente para distribuir los contratos para la reconstrucción, entre las empresas de los países que enviaron ayuda; sin embargo estudiaba la situación y orientaba los esfuerzos en distribuir la ayuda. Hoy ya no existe ninguna estructura similar, de modo que hay el riesgo de que las ayudas prometidas y programadas no lleguen ya a este devastado país. El Parlamento debe renovar la Comisión, pero no lo ha decidido aún: los problemas sobre quién maneja los fondos y quién los contratos, están actualmente en discusión.

Sin embargo, alrededor de 600.000 habitantes de la capital y sus alrededores (cerca de dos millones) todavía viven en carpas o tiendas de campaña. Incluso los seminaristas de los dos seminarios mayores de la isla --filosófico y teológico--, en espera de que los seminarios se reconstruyan, están instalados en forma precaria. Los graves problemas de Haití, que existían antes del terremoto, siguen hasta ahora. Por ejemplo, la asistencia sanitaria, que en tiempos de la emergencia después del terremoto fue gratuita para todos, ahora se tiene que volver a pagar en las estructuras públicas; los niños no asisten a la escuela, o van si la familia puede pagar: las escuelas públicas obligatorias son sólo cerca del 10% del total, y el 90% son escuelas privadas en las que hay que pagar.

Las noticias positivas provienen de las numerosas ONG presentes en Haití, son muchos los voluntarios comprometidos en Haití.

Pablo Beccegatto, responsable de la oficina pastoral de la Conferencia episcopal italiana en el ámbito internacional, dijo sobre Haití: "La situación ha mejorado gracias al nuevo gobierno y al desbloqueo de los mecanismos que estaban atascados por un año y medio. Casi dos tercios de los sin techo han salido de los campamentos, en parte regresando a las zonas rurales de las que provenían, y en parte pasando de las tiendas ya desgastadas a soluciones de vivienda más dignas.

El arzobispo de Puerto Príncipe, monseñor Guire Poulard, publicó un hermoso mensaje de aliento a todos, invitando a recordar a los muertos y alentando a los haitianos a tomar el control de la situación, diciendo que "la reconstrucción tendrá que ser haitiana, o no habrá reconstrucción". La Iglesia local tiene decenas de proyectos de reconstrucción, pero las etapas de preparación técnica son largas y difíciles, hay proyectos que están casi listos, pero que no se consideran como una prioridad, mientras que para aquellas prioridades no se han concluido las fases preparatorias. La Iglesia, dice el arzobispo, no se desanima, y continúa trabajando a favor de los más pequeños y de los más pobres.

Cuando leo noticias o informes de este tipo, me emociono porque yo estaba en Haití en 1992, y mi alma se dirige hacia Dios en oración, pero luego me pregunto qué cosa puedo hacer yo, que vivo a ocho mil kilómetros de distancia, por aquellos hermanos y hermanas, además de la oración. No puedo ser sólo un espectador, como en una película de terror, sino que debo involucrarme espiritualmente y con ayuda material en la tragedia de esas personas que no conozco, pero que son mis hermanos y hermanas, porque son hijos e hijas de nuestro Padre que está en los cielos.

Como católico, nada que pasa en el mundo me es extraño. La tragedia de Haití me hace ver de modo provocador que la sociedad en que vivimos no funciona, y que todos estamos comprometidos con el cambio. El Reino de Dios no es de esta tierra, pero es posible, con la buena voluntad de todos, llevar a la humanidad hacia aquella meta de justicia, de paz y de verdadera fraternidad.

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MIRANDO A ORIENTE


Pakistán: se agrava la situación de las escuelas católicas
En Punjab, nacionalizaciones e imposición de la enseñanza islámica a los cristianos
ROMA, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org) - No hay ninguna mejora en las relaciones entre la educación privada y la administración de la provincia de Punjab en Pakistán, que tiene la mayor concentración de escuelas católicas de este país de mayoría musulmana.

"Desde que las escuelas han sido devueltas no podemos arreglárnoslas, y continuamente debemos pedir la ayuda del gobierno en especial para los institutos de educación técnica", dijo el padre Paul Joseph Leonard, que ha dedicado toda una vida a la educación católica en Pakistán y ha desempeñado un papel esencial en la restitución de las escuelas confiscada por el estado, informó este 12 de enero la agencia Eglises d'Asie de las Misiones Extranjeras de París.

Hace años que las escuelas han sido devueltas a la Iglesia pero no obstante los efectos de la nacionalización siguen pesando negativamente en la calidad de la enseñanza. Más preocupante aún es el hecho de que las instituciones privadas --ya obligadas a incurrir en gastos considerables--, ahora deben hacer frente a los incesantes procedimientos e incomodidades burocráticas del gobierno.

En 1972, el entonces primer ministro Zulfiqar Ali Bhutto ordenó la nacionalización de todas las escuelas y universidades dirigidas por la Iglesia en Sindh y en el Punjab (esta provincia acoge a cerca del 80% de la población cristiana del país y la mayoría de las instituciones privadas). Desde los años 90, las escuelas fueron restituidas gradualmente, después de largas y costosas negociaciones, sin ningún tipo de compensación económica del gobierno.

En 2011, después de reiterados pedidos de los líderes cristianos al gobierno de Punjab, para que cumplan con su promesa de restituir las escuelas, el gobierno local se ha comprometido a completar el proceso de desnacionalización (de 37 escuelas católicas y 19 protestantes), pero a cambio del pago de una caución elevada. En 2004, los obispos católicos y protestantes del Punjab se vieron obligados a dar nuevos pasos, esta vez ante el primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz. Pero, pese a los pagos de caución ya realizados, muchas instituciones cristianas todavía están en manos de las autoridades provinciales.

Al comenzar un nuevo año, la Iglesia aún no ha podido recuperar algunas de sus escuelas, como en Lahore, donde el secretario ejecutivo de la oficina de educación católica, Shanti Maxwell, se lamenta del deterioro de un instituto considerado prestigioso antes de ser nacionalizado. "Hoy en día todo el edificio se cae a pedazos. Tratamos de recuperar la estructura, pero el gobierno argumenta que no tenemos los documentos necesarios. Los terrenos colindantes, que no han recibido mantenimiento, están igualmente en un estado desastroso."

La situación no cambia en la diócesis de Islamabad-Rawalpindi. "La calidad de la educación ha sufrido mucho durante la nacionalización y ahora en estas escuelas que fueron abandonadas a su suerte, hay muy poca participación de los profesores como de los estudiantes", dijo William John, secretario ejecutivo.

Al final, las escuelas católicas restituidas están padeciendo la falta de fondos del gobierno, creando el temor de tener que cerrar sus puertas. En 2009, muchas escuelas han tenido grandes dificultades para adecuarse a las nuevas normas emitidas por las autoridades del Punjab.

Debido a la deteriorada situación de seguridad en el país, todas las escuelas --públicas y privadas--, deben estar rodeadas por alambre de púas, con un muro de dos metros de altura con cámaras de vigilancia y con guardias armados en la entrada, apoyados por detectores de metales y escáneres.

Mientras la provincia pagó por las escuelas públicas, las privadas no han recibido ninguna ayuda aún estando obligadas a respetar las nuevas orientaciones de las autoridades educativas, so pena de cierre.

Además de los problemas financieros, las escuelas cristianas del Punjab se enfrentan a la discriminación a causa de la islamización gradual. En 2005, el ministro de educación del Punjab, Imran Masood, dijo a los líderes de la educación católica en Lahore: "Nosotros no los consideramos extranjeros. Sus escuelas son nuestras escuelas (...) y creemos que las minorías deben participar plenamente en la educación de nuestro nación (...). Por favor, abran escuelas superiores y universidades. Les daremos todos los permisos necesarios y les restituiremos todas las escuelas que falten por devolver". Pero en 2006, a pesar de sus promesas, el gobierno hizo obligatoria para las escuelas secundarias del país "la enseñanza del Islam y el árabe (la islamiyat) como materias principales y de moral para los no musulmanes". Una medida denunciada rápidamente por las minorías como altamente discriminatoria.

En 2009, una nueva reforma para integrar la “madraza” o escuela coránica completó el proceso de islamización del sistema educativo, volviendo obligatoria la enseñanza de la islamiyat en todos los niveles escolares de todas las escuelas. Desde entonces la Iglesia Católica, las organizaciones de defensa de los derechos humanos y observadores internacionales no han cesado de denunciar la inconstitucionalidad de estos programas y la "intolerancia religiosa", promovida en los libros de texto.

A estas discriminaciones se añadieron las incautaciones, fuera de lugar, por parte de la autoridad provincial de Punjab, de las propiedades y estructuras gestionadas por la Iglesia. Recientemente, el gobierno demolió un complejo gestionado en forma conjunta por la Iglesia católica y Caritas Pakistán en Lahore. El 11 de enero, miles de cristianos protestaron en Lahore bloqueando las vías que conducen al complejo, para denunciar las "maniobras delictivas" de parte de las autoridades y las "violaciones de los derechos de las minorías religiosas".

Traducido del italiano por José Antonio Varela

Para saber más, ver: http://www.zenit.org/article-41265?l=spanish.

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Nuestra Señora Aparecida en Eslovaquia
Entronizan una imagen copia de la de Brasil
APARECIDA, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- El día 20 de enero próximo, el cardenal arzobispo de Aparecida Raymundo Damasceno Assis, y el rector del santuario nacional de Aparecida, padre Darci José Nicioli participarán en la celebración de la entronización de una imagen, copia de la brasileña de Nuestra Señora Aparecida, en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Bratislava, capital de Eslovaquia.

Nuestra Señora de los Dolores es la patrona de Eslovaquia. La invitación para la entronización fue hecha a monseñor Damasceno por el arzobispo de Bratislava, monseñor Stanislav Zvolensky y por la embajadora de Brasil en Eslovaquia, Marilia Sardemberg.

Bratislava, situada al sudoeste del país, tiene 427.000 habitantes, es sede de la presidencia, del parlamento y del gobierno eslovacos.

Para saber más: www.arquidioceseaparecida.org.br/.

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Foro


La libertad religiosa, sin amparo judicial
Polémica sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía
ALMERÍA, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- Reproducimos a continuación un artículo de opinión, publicado en la página web de la diócesis de Almería, España, titulado “Reflexión ante la última sentencia judicial y la Enseñanza Religiosa Escolar”, sobre la polémica sentencia judicial que obliga a las autoridades educativas a pagar una indemnización y a la Diócesis de Almería a readmitir a una profesora de Religión, considerada no idónea por la citada diócesis.

La idoneidad, o misio canonica, es una condición necesaria para incorporar a un profesor de Religión a la enseñanza pública, contenida en los acuerdos Iglesia-Estado, vigentes en España. La reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía deja sin amparo el derecho a la libertad religiosa, por lo que se asiste a un conflicto de derechos “que puede y debe ser recurrido ante la Corte Europea de Derechos humanos”, afirma el autor.

*****

Por Juan Antonio Moya Sánchez*

En relación a las noticias recientemente publicadas en los distintos medios locales y nacionales, sin entrar en las cuestiones jurídicas de un contrato que había vencido, y sin intención alguna de valorar resoluciones judiciales que deben seguir su propio curso, desde los conocimientos que me aporta el estudio y la docencia de la ERE (Enseñanza religiosa Escolar) como materia académica, considero oportuno hacer algunas aclaraciones en torno a la polémica surgida en estos días.

Para ser profesor de religión además de reunir los mismos requisitos de titulación exigibles, en el respectivo nivel educativo, a los funcionarios docentes tal como se especifica en la LOE (Ley Orgánica de Educación) y poseer la DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica), es imprescindible contar con la misio canonica, que consiste en un envío o mandato expreso del obispo diocesano.

Dar clase de religión católica no es un derecho que nadie pueda apropiarse al margen de la Iglesia. Al contrario, es la Iglesia la única que tiene el derecho y el deber de transmitir la fe respondiendo con fidelidad al mandato que ha recibido del Señor “Id y enseñad” (Mt 28, 19). Por eso la enseñanza de la religión cristiana solo se puede llevar a cabo válidamente si uno ha sido enviado a realizar esta tarea. A partir de ese momento el vocacionado adquiere el compromiso y la obligación de cumplir escrupulosamente con el encargo o la misión recibida.

Cuando unos padres católicos reclaman legítimamente que sus hijos reciban en la escuela enseñanza religiosa, se les ha de garantizar no solo la ortodoxia de los contenidos sino también la idoneidad del modelo que los presenta o propone. Resulta del todo imposible hacer creíble lo que no se vive. Defender lo contrario llevaría al enaltecimiento de la hipocresía, dando pábulo a la praxis del famoso adagio de base bíblica “Haced lo que yo os diga…”. Lo verdaderamente extraño es que haya personas que quieran hacer bandera de esto.

La dimensión eclesial de la fe es uno de los contenidos curriculares más elementales en el aprendizaje de los principios y fundamentos religiosos. En efecto, no se puede separar a Cristo de la Iglesia, como nos recordaba Benedicto XVI en Cuatro Vientos, porque acabaríamos mostrando una imagen falsa de Él. Si se prescinde del cauce por donde fluye, desde los orígenes, el mensaje auténtico no tendríamos garantía alguna de veracidad. Es inadmisible, y a todas luces, un sinsentido, pretender enseñar religión desde posiciones contrarias a la Iglesia.

Cualquiera que tenga unas nociones básicas de eclesiología sabe que es el obispo de cada diócesis el único que tiene potestad para autorizar a enseñar en nombre de la Iglesia. Esta autorización no es definitiva sino que puede ser revocada si en algún momento dejan de cumplirse las condiciones exigidas en relación a la recta doctrina o al testimonio de vida, siendo capitales las consideraciones de índole moral y religioso.

La concesión de la missio canonica es, por tanto, competencia exclusiva del Prelado y ningún tribunal civil puede impedir que la retire ni obligarle a mantenerla, so pena que esté entre sus aspiraciones el cambiar la toga por la mitra. Otra cosa es que el Estado llegue a permitir que un profesor imparta clases de religión prescindiendo de la misio canonica pero, en ese caso, la Iglesia no reconocería en ellas la fe católica.

En el caso que nos ocupa concurren dos derechos fundamentales: el derecho laboral, que en el marco de la ley civil puede no estar condicionado por elemento alguno de discriminación, y el derecho a la libertad religiosa, que en el mismo marco de la ley civil tampoco puede limitarse imponiendo algo que la Iglesia ni ninguna confesión religiosa puede aceptar, como es que la autoridad civil designe, de una u otra forma, quién ha de enseñar la religión.

La sentencia del Tribunal Constitucional no pretendía conculcar el derecho de libertad religiosa, por eso la sentencia del tribunal almeriense que le siguió era recurrible ya que primaba el derecho laboral sobre el de libertad religiosa. Ahora la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía deja sin amparo el derecho a la libertad religiosa. En consecuencia, estamos ante un conflicto de derechos no resuelto por la nueva sentencia, que puede y debe ser recurrida ante la Corte Europea de Derechos humanos. El derecho a la libertad religiosa es un derecho fundamental e irrenunciable, pues de él depende la entera concepción de la vida de una persona, que determina en última instancia toda su conducta.

*Juan Antonio Moya Sánchez es profesor de Enseñanza Religiosa Escolar en El Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Almería.

Para saber más: http://www.diocesisalmeria.es/

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Documentación


"Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo"
Mensaje episcopal para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
MADRID, lunes 16 enero 2012 (ZENIT.org).- Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española han hecho público un mensaje con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Ofrecemos a los lectores el texto íntegro del mensaje.

*****

1. Los materiales para la Semana de la Unidad

Los materiales de este año para la Semana de Oración por al Unidad de los Cristianos han sido preparados por un grupo ecuménico polaco teniendo muy presente la historia civil y religiosa de su país. Polonia ha experimentado a lo largo de los siglos muchas derrotas y victorias: ha sido divida y anexionada en distintas ocasiones por potencias extranjeras y a veces ha sido hecha desparecer por completo del mapa de Europa; gran parte de su población ha tenido que emigrar, lo que ha causado cambios muy significativos en la distribución de la población, también en lo que se refiere a la

religión; experimentó el ateismo materialista estatal de los países que cayeron bajo la influencia de la antigua Unión Soviética después de la segunda Guerra Mundial; en ella surgió un potente movimiento social y sindical que fue decisivo en la caída del muro de Berlín; ha sido la tierra natal de Juan Pablo II con todo lo que ha significado su pontificado para el mundo, Europa, la Iglesia y el compromiso ecuménico… Todo esto ha llevado al grupo ecuménico que ha preparado los materiales de este año a interrogarse sobre el significado de ‘victoria’ y ‘derrota’ a la luz de la fe. La reflexión sobre estos conceptos tiene una gran actualidad en nuestro mundo, y también, de manera especial en nuestra Iglesia en España, pues nos obliga a ir hasta el fondo en la cuestión de en dónde y en quién ponemos nuestra esperanza. El texto bíblico que se ha tomado como referencia se encuentra en el capítulo quince de la primera Carta del apóstol Pablo a los Corintios en el que se habla de la resurrección de Cristo y sus efectos.

El apóstol nos exhorta a dar gracias a Dios que “por medio de nuestro Señor Jesucristo nos concede la victoria” (1Co 15, 57). No es una victoria fruto de nuestro esfuerzo humano, ni una victoria según los criterios mundanos de éxito y fracaso, sino una victoria conseguida por Jesús a través del misterio pascual y en la que participamos por la fe. Al hacer nuestra la victoria del Señor nos vamos transformando y configurando a Cristo, nosotros y nuestras Iglesias y comunidades eclesiales, y vamos caminando hacia la unidad de todos los que creemos en la victoria del Señor, según los

criterios y los tiempos de Dios y no según los nuestros. Este esfuerzo ecuménico requiere paciencia, servicio, disponibilidad a abandonar algunas formas eclesiales que acaso nos sean familiares pero no se corresponden adecuadamente al significado verdadero y lleno de la experiencia cristiana, superar el deseo de competir entre nosotros, etc. Por eso es importante escuchar la recomendación de san Pablo: “Por tanto, hermanos míos muy queridos, manteneos firmes y constantes; destacad constantemente en la tarea cristiana, seguros de que el Señor no permitirá que sea estéril vuestro afán” (1Co 15, 58).

Para los distintos días del Octavario se proponen temas para la meditación y la oración relacionados con el concepto de victoria visto a la luz de la fe y del misterio pascual. Así, se reflexiona sobre la espera paciente del Señor, Jesús como siervo doliente, la victoria sobre el mal, la paz que trae el Resucitado, el amor fiel de Dios, el buen Pastor y el Reino de Cristo.

Los obispos de la Comisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, que tiene también encomendados los temas relativos al ecumenismo y la unidad de los cristianos, consideramos que es un material muy apropiado y útil no sólo para ser utilizado durante la Semana de Oración por la Unidad, sino que también podría ser utilizado en otras ocasiones a lo largo del resto del año, y exhortamos a nuestros fieles y comunidades a aprovecharse de su riqueza.

Promover la unidad de todos los bautizados nos incumbe a todos y saber ver este compromiso con los ojos de la fe y no según los criterios humanos de éxito y fracaso es fundamental. Este esfuerzo ecuménico también implica entrar en el dinamismo pascual de muerte y resurrección, configurándonos cada vez más a Cristo y dejándonos transformar por Él.

2. La Jornada Mundial de la Juventud

Del 13 al 21 de agosto se ha celebrado en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud presidida por el Papa Benedicto XVI. Este acontecimiento, que el Papa mismo ha calificado como una “cascada de luz”,1 aunque implique directamente a la Iglesia católica, tiene importantes repercusiones ecuménicas e interreligiosas. El lema elegido para la Jornada, tomado de la Carta de san Pablo a los Colosenses, exhorta a la firmeza en la fe y a edificar nuestras vidas sobre Cristo: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2, 7). El encuentro personal con Cristo, que constituye el centro de la vida de todo cristiano, como también la firmeza en la fe, evitando todo relativismo y atajo simplista, son los pilares del diálogo ecuménico auténtico al que estamos llamados. En sus discursos, Benedicto XVI también subrayaba la importancia de la dimensión eclesial de la fe: “Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir ‘por su cuenta’ o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él… Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha permitido conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor.”

Estas palabras del sucesor de Pedro nos invitan a no cejar en nuestro esfuerzo por la plena unidad visible de la Iglesia querida por Cristo. Si es verdad que el testimonio alegre de tantos jóvenes cristianos ha cautivado a muchos, ese testimonio sería mucho más eficaz si surgiera de una plena unión visible de todos los renacidos por el bautismo. Este hecho debe alentarnos a orar con más insistencia por la unidad de los cristianos que, como sabemos, es un don de Dios y no una conquista nuestra. En la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid participaron jóvenes de otras

confesiones cristianas y católicos de otros ritos, colaborando también en la realización de algunos de los actos, como el Vía Crucis. Este es otro aspecto del compromiso ecuménico que debemos alentar: la organización de acciones conjuntas de oración y de servicio a la humanidad. Como afirmaba el Cardenal-Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española en su discurso inaugural de la XCVII Asamblea Plenaria de los obispos españoles: “No podemos desperdiciar la gracia tan singular de la JMJ de Madrid, a la que el Papa ha calificado como ‘una estupenda manifestación de fe para España y, ante todo, para el mundo’. Hemos de recoger sus frutos y hemos de aprovechar el impulso apostólico que de ella se deriva para proseguir con decisión y confianza la tarea de la nueva evangelización en todos los campos, pero en especial, en la pastoral juvenil”.2

3. Viaje apostólico a Alemania

Del peligro de “adulterar la fe cediendo a la presión de la secularización”, de la ayuda mutua que nos debemos dar los creyentes en Cristo para evitar esto, y de lo que constituye lo esencial de la tarea ecuménica, ha hablado también el Papa Benedicto XVI en su viaje apostólico a su tierra natal, en septiembre de este año. En el histórico encuentro con los representantes del Consejo de “la Iglesia Evangélica en Alemania” en la Sala Capitular del antiguo convento agustino de Erfurt, donde vivió y estudió Lutero, el Papa señaló: “Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido para mí el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro común fundamento imperecedero. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe? Naturalmente, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, hoy de modo nuevo, para que se convierta en algo que pertenece al presente. Ahora bien, a ello no ayuda su adulteración, sino vivirla íntegramente en nuestro hoy. Esta es una tarea ecuménica central. En ella debemos ayudarnos mutuamente, a creer cada vez más viva y profundamente. No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo”.3

En este mismo viaje apostólico, Benedicto XVI se encontró también con representantes de las Iglesias Ortodoxas, a los que señaló que “la Ortodoxia es la más cercana teológicamente a nosotros; católicos y ortodoxos han conservado la misma estructura de la Iglesia de los orígenes; en este sentido, todos nosotros somos ‘Iglesia de los orígenes’ que, no obstante, sigue siendo presente y nueva. Por eso nos atrevemos a esperar que no esté muy lejano el día en que podamos celebrar de nuevo juntos la Eucaristía, aunque desde el punto de vista humano surjan repetidamente dificultades”.4 Una de estas dificultades se halla, evidentemente, en la cuestión del Primado de Pedro, y Benedicto XVI comentó en ese mismo encuentro que para solventarla podría ser útil la distinción entre la naturaleza del Primado y la forma de ejercerlo que fue propuesta por Juan Pablo II en la encíclica Ut Unum Sint.

En Alemania, el Papa también se encontró con representantes de las comunidades judía y musulmana. A ellos, igual que había hecho con los cristianos separados, les exhortó a trabajar juntos por la promoción y la defensa de la vida humana y de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer.

4. Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo

El 27 de octubre de 2011, en el 25 aniversario de la primera Jornada Mundial de Oración por la Paz convocada por el Beato Juan Pablo II, Benedicto XVI ha querido volverse a reunir en Asís con representantes de otras Iglesias y comunidades cristianas y de diversas religiones para una “Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo”. El lema elegido era “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”. En su importante discurso en la Basílica de Santa María de los Ángeles, delante de la pequeña Iglesia de la Porciúncula, corazón del franciscanismo, el Papa habló de la incompatibilidad entre religiosidad auténtica y violencia, reconociendo los errores que los miembros de la Iglesia han podido cometer y han cometido en el pasado: “A partir de la Ilustración, la crítica de la religión ha sostenido reiteradamente que la religión era causa de violencia, y con eso ha fomentado la hostilidad contra las religiones. En este punto, que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente. De una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia también allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros. Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir —y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza—, que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción…. Aquí se coloca una tarea fundamental del diálogo interreligioso, una tarea que se ha de subrayar de nuevo en este encuentro. A este punto, quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza. El Dios en que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia. La Cruz de Cristo es para nosotros el signo del Dios que, en el puesto de la violencia, pone el sufrir con el otro y el amar con el otro. Su nombre es «Dios del amor y de la paz» (2 Co 13,11). Es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que —no obstante la debilidad del hombre— sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo.5

5. Reciente recrudecimiento de la persecución contra los cristianos en diversos lugares

Todavía muy recientemente, en estas mismas Navidades --el mismo día de Nochebuena--, hemos vivido los atentados contra Iglesias cristianas en Nigeria, con muchas pérdidas de vidas humanas (al menos cuarenta muertos y decenas de heridos), así como el ataque, poco antes de Navidades, a una Iglesia en el estado de Kerala, en la India, donde los cristianos, cuya comunidad tiene una antigüedad de casi veinte siglos, constituyen el 20% de la población, y están perfectamente integrados en la vida social y cultural del país. Igualmente hay que mencionar el martirio de la cristiana Mariah Manisah, de dieciocho años de edad, ocurrido el 27 de noviembre pasado en la diócesis de Faisalabad, en el estado del Punjab, también en la India, por negarse a un matrimonio forzado con un joven musulmán, y a la inexorable conversión al Islam vinculada a ese matrimonio.

Estos hechos no son más que los últimos de un desgraciado rosario de atentados contra personas y lugares de culto cristianos. Lo cierto es que el setenta y cinco por ciento de las víctimas del odio religioso en el mundo son cristianos. Los atentados de Nigeria han recibido una condena generalizada, empezando por el Presidente nigeriano Goodluck Jonathan, pero, en general, la mayoría de estos hechos se silencian o pasan de puntillas por los medios de comunicación y en los organismos internacionales.

La posición de la Iglesia ante estos hechos está bien expresada por monseñor John Olorufemi, obispo de Abuya, en Nigeria. Decía en una entrevista a Radio Vaticana al día siguiente de los atentados: “la Iglesia católica y la Conferencia Episcopal siempre (...) hemos hecho mucho para animar y promover una vida de armonía y de respeto recíproco con la comunidad musulmana. Debemos tratar, como sea, de seguir creyendo que, a pesar de episodios como estos, vale la pena proseguir en la vía del diálogo y de la reconciliación. La inmensa mayoría de los nigerianos (musulmanes y cristianos) quiere vivir en paz, juntos. Queremos hacer ver que entre las víctimas de estos atentados también había musulmanes. Fuimos al hospital para visitar a los heridos graves. Hablé y oré con dos musulmanes”. Y también: “Desde ayer tengo en mente la Palabra de Jesús ‘no hay que temer a los que matan el cuerpo y que no pueden matar el espíritu’. No debemos temer a esta gente. No debemos dejar que maten nuestro espíritu: el espíritu de la convivencia, el espíritu de vivir juntos con los demás, el espíritu de respetarnos los unos a los otros. Hay un enorme peligro, que con este tipo de gestos se cree tensión y odio recíproco entre los cristianos y los musulmanes. Y esto sería una tragedia todavía peor. Nos han consolado mucho las palabras del Santo Padre, que ha rezado por nuestra gente. Esperamos que con las oraciones del Papa y con la ayuda de la comunidad católica volvamos a encontrar la vía de la paz”.

Estas manifestaciones de cristofobia no tienen, obviamente, relación directa con la unidad de los cristianos. Pero sí que son un reclamo que hace mucho más urgente el testimonio de nuestra unidad y de nuestra solidaridad con nuestros hermanos cristianos, sean de la confesión y de la nación que sean. El verdadero motivo para la unidad, sin embargo, no nace de unas circunstancias históricas que la hacen más “útil” o más conveniente. Nace de la voluntad de Dios y de la oración de Cristo,

que pidió al Padre nuestra unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21). Esa voluntad de Dios corresponde, además, perfectamente con el deseo de unidad que llevamos inscrito en el corazón, unidad de la que la Iglesia es, en Cristo, signo e instrumento eficaz (cf. Lumen Gentium, 1).

6. La tarea ecuménica en España y la Nueva Evangelización

A la luz de estas intervenciones recientes del Santo Padre, de lo que ha significado para la Iglesia que peregrina en España la Jornada Mundial de la Juventud y los frutos que está llamada a dar, de la situación de los cristianos en algunos países y de los temas que se proponen para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año, los obispos de la Comisión de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española queremos alentar a los católicos a orar con fuerza, perseverancia y confianza, por la plena unidad visible de todos los cristianos. Unidad que es querida por Cristo y pedida por Él al Padre, que es un don, pero también una tarea de todos los bautizados y renacidos por el agua y el Espíritu. El camino hacia la unidad pasa por vivir intensamente y coherentemente la propia fe, sin adulterarla, ni ceder a las presiones del secularismo. Pasa por no avergonzarse de dar testimonio público de ella. Pasa por comprometerse con los demás cristianos, los creyentes de otras religiones y los hombres de buena voluntad por la justicia y la paz en el mundo, por la defensa y promoción de la vida humana y de la familia fundada en la unión estable y abierta a la vida de un hombre y una mujer. Pasa, en definitiva, por una conversión real y profunda, por una configuración cada vez más plena a Cristo muerto y resucitado, haciendo nuestra por la fe su victoria sobre el pecado y la muerte y manifestándola a través de nuestras obras. La nueva evangelización a la que se nos convoca pide también de todos nosotros un mayor esfuerzo ecuménico para que nuestro testimonio cristiano sea más creíble. ¡Pidamos al Señor que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año nos ayude a todos a crecer en nuestra vida cristiana y en nuestra tarea ecuménica, de modo que las personas a las que somos llamados a evangelizar con nuevo ímpetu ‘crean en el Padre y en el Hijo que ha enviado y tengan así vida eterna’ (cf. Jn 17, 3)!

Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales

Notas

1 Benedicto XVI, Audiencia general del miércoles 24 de agosto 2011, en Ecclesia 3.586/87 (3 y 10-IX-2011) p. 14; y en BENEDICTO XVI, Discursos en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, edición preparada por Jesús de las Heras Muela, BAC, Madrid 2011, p. 133.

2 Antonio María Rouco Varela, Discurso inaugural de la XCVIII Asamblea Plenaria, 21 de noviembre 2011, Madrid, Edice, p. 18.

3 Benedicto XVI, Encuentro con los representantes del consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, antiguo convento agustiniano de Erfurt, Viernes 23 de septiembre 2011, en Ecclesia 3.591 (8-X-2011) p. 19.

4 Benedicto XVI, Encuentro con representantes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, Discurso del Santo Padre, Hörsaal del Seminario de Friburgo de Brisgovia, Sábado 24 de septiembre de 2011, en Ecclesia 3.591 (8-X-2011) p. 26.

5 Benedicto XVI, Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo: "Peregrinos de la verdad, Peregrinos de la paz", Intervención del Santo Padre, Asís, Basílica de Santa María de los Ángeles, Jueves 27 de octubre de 2011, en Ecclesia 3.596 (12-XI-2011) p. 27.  

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