19.01.12

Cataluña será cristiana o no será..., pues va a ser que no

A las 11:25 AM, por Juanjo Romero
Categorías : Demografía
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Ayer me llegaba un espeluznante estudio del «Instituto feed-back» el sentimiento religioso en Cataluña: una cuestión de relevo generacional[1].

Copio la tabla de resultados:

 

 

 

DESDE UN PUNTO DE VISTA RELIGIOSO, USTED SE CONSIDERA…

 

 

TOTAL

GÉNERO GRUPOS DE EDAD
 

Hombre

 

Mujer

Entre 18 y 24 años Entre 25 y 34 años Entre 35 y 44 años Entre 45 y 54 años Entre 55 y 64 años  

65 o más años

1200 598 602 117 271 255 202 167 188
Católico practicante 12,5% 10,3 14,7 7,4 <3,5 <5,6 14,7 17,0 >31,8
Católico no practicante 46,4% 42,4 50,2 36,4 <37,3 51,5 48,6 51,2 51,9
Practicante de otras religiones 1,8% 0,9 2,7 2,7 3,1 2,4 0,0 2,1 0,2
No practicante de otras religiones 2,1% 2,8 1,4 1,7 >5,5 2,1 1,1 0,3 0,2
Agnóstico 11,4% 13,3 9,4 <2,4 >15,7 13,3 10,7 16,0 <4,5
No creyente, ateo 25,3% 29,0 21,6 >49,4 >35,0 23,7 24,8 <12,6 <10,2
Ns/Nc 0,6% 1,2 0,0 0,0 0,0 1,4 0,0 0,8 1,1

 

Las conclusiones son obvias (las comparo con las del CIS):
  • El conjunto de la población de Cataluña con mayor o menor intensidad se considera católico (58,9%). Diez puntos menos que la media nacional (70,1%).[2]
  • Los que practican otra religión, 3,9%, están en el mismo orden de magnitud que en el resto de España (2,7%)
  • Ateos, no creyentes, agnósticos y asimilados: el resto (36,7%).

Pero lo alarmante es lo que ocurre con las «franjas jóvenes», en las que los datos son diametralmente opuestos:

  • En la franja de menores de 35 los que se «sienten» católicos quedan lejos del 50%. Entre los 18 y los 24 años el 44% y el 41% por encima de los 25. No dispongo de más estudios comparativos que el de SM, «Los jóvenes españoles 2010», que en la franja de los 15 a los 24 estima que el 53,5% se considera católico. También unos diez puntos arriba la media nacional.
  • La franja de los 35 a los 44 años es como de transición, un 63% de católicos pero muy poco practicantes (5,6%)

O las cosas cambian, o en este sentido tampoco habrá relevo generacional, y el famoso lema disyuntivo del obispo Torras i Bages, «Cataluña será cristiana o no será», tendrá una solución no deseada.

Por edad no creo que los nacionalistas le puedan esta vez echar la culpa a Franco, ni a la inmigración (a la del resto de España, por supuesto). Siempre habrá algún progre que nos salga con aquello de que lo importante es la calidad, como si los mayores por ser más fuesen peores. ¿Y Madrid? ‘Madrit’ siempre tendrá la culpa. No dispongo de datos recientes, supongo que Madrid estará un poco mejor, pero no para tirar cohetes, vamos.

Creo que tampoco hay que caer en el extremo contrario de atribuirlo todo al nacionalismo, aunque indudablemente tenga una influencia grande. Al menos así se ha mostrado en otras zonas del mundo que sufren una ‘holandización’ tan salvaje: Quebec o las provincias vascas. Creo que en este caso han confluido dos factores:

  • una progresiva sustitución de Dios por el terruño. Esta asimilación no se da en sociedades en las que el catolicismo también ha jugado un papel nacional, pero que han sido naciones antes como Irlanda, Polonia.
  • estas sociedades nacionalistas suelen ser mucho más clericales que la media, así que el proceso de despeño de clero secular y de los religiosos ha tenido más efecto arrastre que en otras sociedades.

Hay muchos más indicadores, no sólo esta encuesta, como en número de bautizos y matrimonios.

Me vino a la cabeza el discurso inagural de Benedicto XVI en el Sínodo de Obispos de 2008:

En este contexto resulta espontáneo pensar en el primer anuncio del Evangelio, del que surgieron comunidades cristianas inicialmente florecientes, que después desaparecieron y hoy sólo se las recuerda en los libros de historia. ¿No podría suceder lo mismo en nuestra época? Naciones que en otro tiempo eran ricas en fe y en vocaciones ahora están perdiendo su identidad bajo el influjo deletéreo y destructor de una cierta cultura moderna. Hay quien, habiendo decidido que «Dios ha muerto», se declara a sí mismo «dios», considerándose el único artífice de su destino, el propietario absoluto del mundo.

Asumo que las causas y los remedios no son sencillos, ni inmediatos. O sí, según se mire: santidad. El beato Juan Pablo II apuntaba la solución[3]:

se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores (…) han sido los santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy

Tengo la inmensa suerte de conocer a muchos así en esa ‘tierra de santos’. Pero eso no quita que quien tenga compentencia analice por qué una generación ha sido incapaz de enseñar a amar a la siguiente.

 


Notas

[1] No hay ficha del estudio.

[2] Aunque los estudios están realizados por institutos distintos las preguntas son similares. Lo importante es el orden de magnitud de la diferencia, previsiblemente mucho mayor que el error de ambos estudios.

[3] Juan Pablo II, Discurso al VI Simposio de los Obispos europeos, (11.Octubre.1985): Insegnamenti VIII2 (1985) 918-919