29.01.12

Nigeria, Siria, Irán,... y la suerte de sus cristianos

A las 9:06 PM, por Milenko
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Los ultrajes de los que te ultrajaban cayeron sobre mí. (Rom 15, 3)

Solamente nos recomendaron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado hacer con empeño. (Gál 2,10)

La obra de Boko Haram en Nigeria hace pocos días, más de 215 muertos:

Hice una prueba y pregunté a varios compañeros del trabajo si sabían de esta matanza. No habían oído nada. La de la Navidad cuando fueron asesinados más de cuarenta cristianos en la Noche Buena, sí, pero esta no.

Ahora estamos oyendo de la matanza de la población civil en Siria. Se comenta en las cadenas Antena 3, Tele 5, TV 1, Sexta, etc., se comunica más o menos que unos mil civiles murieron desde el inicio de las protestas. Puede que digan más, o que haya ocurrido más. Lo cierto es que los civiles que luchan en contra de la “dictadura de Assad” luchan no con piedras y palos, sino con armas sofisticadas. Tienen el apoyo de un 30% de la población, según el arzobispo de Alepo (Siria), en una entrevista concedida La Gaceta el 18 de enero de este año, que reproduzco por su interés:

El arzobispo de Alepo (Siria): “El 75% de la población siria respalda a Bachar El Asad”

El prelado advierte que la caída del mandatario sirio conllevaría un empeoramiento de la situación no sólo para los cristianos, sino que se volverá “terrible” para todos los sirios. “Hay opositores que son miembros de Al Qaeda llegados desde Libia", asegura.

Los cristianos de Siria viven la paradoja de haber disfrutado bajo el régimen de El Asad de una situación privilegiada en comparación con el resto de cristianos de Oriente Medio, perseguidos y martirizados. La primavera árabe ha propiciado la llegada de los islamistas al poder… Siria no sería una excepción.

P. ¿Cual es la situación actual de los cristianos en Siria?

Tienen miedo de lo que pueda pasar, empiezan a pensar en el futuro. Pero en general están bien excepto en Homs, donde los enfrentamientos son diarios y ha habido muchas víctimas entre los cristianos.

P. ¿Cree que en caso de que el régimen de Asad cayera su situación empeoraría?

Claro. Si Asad cae, la situación empeorará no sólo para los cristianos, sino que se volverá terrible para todos los sirios. Sus partidarios nunca lo aceptarían. El Ejército y el Gobierno no se quedarían quietos. Pero no creo que eso suceda: nada menos que el 75% de la población siria respalda a Asad. Aunque los medios de comunicación occidentales afirmen que la oposición es más fuerte, no es cierto.

P. ¿Cual es el porcentaje de cristianos en Siria?

El 10%, repartidos por todo el territorio en distintas comunidades.

P. Y desde el punto de vista político, ¿cuál es la representatividad de los cristianos?

Mayor que su importancia en número. En el actual Gobierno tres ministros son cristianos. El ministro de Defensa, que es el segundo mando del Estado después del Presidente del Consejo, es cristiano, lo mismo que el jefe del Estado Mayor. El presidente del Banco Central también es cristiano. En Siria no hay distinciones entre religiones. Es un país laico, pero un laicismo positivo, no anticristiano ni antimusulmán, sino que la vida religiosa y espiritual de una persona es privada y la vida civil es pública. En ese espacio debemos vivir juntos cristianos, alauitas, musulmanes, drusos… Nuestra fe religiosa no debe separarnos, sino que debemos estar unidos en la pertenencia a nuestra patria. Si el régimen que venga acepta esa condición fundamental, estaremos de su parte. Pero tenemos miedo de que lo que venga sea como en Egipto, en Túnez o en Libia, fanático y fundamentalista.

P. ¿Piensa usted que los opositores puedan estar patrocinados por regímenes islámicos?

Probablemente. De hecho, en España se ha publicado que hay opositores que son miembros de Al Qaeda llegados desde Libia. No es casual, lo que pasa en Siria no es inocente. Si quieren reformas, Siria está haciendo reformas que llegan mucho más allá de lo que piden los opositores, sólo tienen que empezar a aplicarse.

El líder cristiano ortodoxo de Siria, Ignacio IV (Hazim) entrevistado para ABC dice por el estilo: «Los cristianos no tenemos miedo», o «No hay un presidente como Assad en todo el mundo árabe».

En resumen, los aires primaverales son los del Califato, apoyados incondicionalmente por la Liga Árabe, pronta e impaciente por entrar y deshacerse de Assad.
Pero en eso no hay nada nuevo. Lo que nos cuesta aceptar, y ese es argumento principal de este post, es la postura de Occidente frente a esta situación. Y no solamente de Occidente, sino también de sus cristianos.

No es sólo el aborto o la familia lo que nos tiene que ocupar en cuanto a al temática social. Y, sin embargo, en el Occidente parece que los cristianos, en su buen número, están tan a gusto con esta política exterior. Al menos juzgando por las protestas que puedan organizar o en las que puedan participar. Parece que no va con ellos, cuando no es todo lo contrario. Las guerras en estas últimas décadas suceden una tras otra, y aparte de la voz del Papa en contra, se oyen pocas cosas. Aquellas advertencias de Juan Pablo II se tomaban por opiniones de un buen anciano, y el “no más guerras” del que fue testigo ocular de la locura nazi y comunista, por chocheo. Las guerras van una tras otra, y no se arregla nada. “Es que yo no sabía que no había armas allí”, justificaba Aznar hace pocos años, y mientras todo un país reventado, los cristianos de Irak se enfrentan a la desaparición. Los de Siria parece que no importan, después de todo lo ocurrido. Quién sabe, si no fuera por la oposición de Rusia en el Consejo de Seguridad lo mismo ya le tocaría su turno a Siria.
De momento, tienen suerte. Pero no podemos ser tan fríos y pasar de largo.

Luego, tenemos lo de Irán. Más o menos para este verano, se dice mucho. Las compañías petroleras tienen el contrato hasta entonces. ¿”Nos” tiene que salir la cosa siempre “bien”? Nos guste o no, las únicas bombas nucleares que se tiraron sobre la gente, fueron lanzadas por los “nuestros”:

Dos tercios de los católicos japoneses fueron eliminados en aquella ocasión.

No sé si vamos a salir a la calle a pedir por la paz, o menos si lo vamos a promover, pero esta vez la situación es demasiado preocupante. Al menos que lo tengamos presente todos los días para pedir la paz en este tiempo nuestro, teniendo en cuenta que

“La oración cristiana es, ante todo, oración de toda la familia humana, que en Cristo se asocia (Cf. Concilio Vaticano II. Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 83.). En esta plegaria participa cada uno, pero es propia de todo el cuerpo; por ello expresa la voz de la amada Esposa de Cristo, los deseos y votos de todo el pueblo cristiano, las súplicas y peticiones por las necesidades de todos los hombres. Esta oración recibe su unidad del corazón de Cristo. Quiso, en efecto, nuestro Redentor «que la vida iniciada en el cuerpo mortal, con sus oraciones y su sacrificio, continuase durante los siglos en su cuerpo místico, que es la Iglesia» (Pío XII, Encíclica Mediator Dei, 20 de noviembre de 1947, n. 2: AAS 39 (1947), p. 522); de donde se sigue que la oración de la Iglesia es «oración que Cristo, unido a su cuerpo, eleva al Padre» (Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 84).” [Laudis Canticum, Pablo VI]

con el fin de procurar ser de los cinco justos de Sodoma y Gomora suficientes para aplacar la ira de Dios que se cierne sobre nuestras cabezas.