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Servicio diario - 1 de febrero de 2012

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Santa Sede

Benedicto XVI: La voluntad de Dios debe ser referencia de nuestro querer

Murió el cardenal Bevilacqua

Mundo

Dignidad y derechos de los inmigrantes en Estados Unidos

El segundo cardenal maltés de la historia

Preocupa a la Iglesia el conflicto por la tierra en el Alto Paraná

Entrevistas

Ideología de género como herramienta de poder

Foro

¿Qué sería de nosotros sin la vida consagrada?

Documentación

Benedicto XVI: Pidamos a Dios fuerza para renovarle nuestro 'sí'


Santa Sede


Benedicto XVI: La voluntad de Dios debe ser referencia de nuestro querer
Catequesis del papa sobre la oración de Jesús en Getsemaní
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- La audiencia general de este miércoles tuvo lugar a las 10,30 en el Aula Pablo VI, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de fieles y peregrinos de Italia y de diversas partes del mundo. En su discurso en lengua italiana, el papa centró su meditación en la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní.

En la audiencia de este miércoles, Benedicto XVI continuó el ciclo de catequesis dedicadas a la oración, centrándose enla oración de Jesús en Getsemaní.

“El escenario de la narración evangélica de esta oración es particularmente significativo”, dijo el papa añadiendo que “el camino a Getsemaní está lleno de expresiones de Jesús que hacen sentir próximo su destino de muerte y anuncian la inminente dispersión de los discípulos”.

La novedad de este momento de de Jesús, que normalmente buscaba la soledad para orar, es que, subrayó el santo padre, “no quiere estar solo”. Esta cercanía de los tres discípulos durante la oración en Getsemaní “es significativa”. “Se trata de un acercamiento especial, una petición de solidaridad en el momento en que siente aproximarse la muerte, pero es sobre todo una cercanía en la oración, para expresar, de alguna manera, la sintonía con Él, en el momento en que está a punto de cumplirse totalmente la voluntad del Padre, y es una invitación a cada discípulo a seguirlo en el camino de la cruz”, dijo Benedicto XVI.

“Queridos amigos –exhortó el papa--, también nosotros, en la oración debemos ser capaces de llevar ante Dios nuestras fatigas, el sufrimiento de ciertas situaciones, de ciertas jornadas, el compromiso cotidiano de seguirlo, de ser cristianos, y también el peso del mal que vemos en y alrededor de nosotros, porque Él nos da esperanza, nos hace sentir su cercanía, nos da un poco de luz en el camino de la vida”.

Se detuvo luego el pontífice a comentar la actitud filial de Jesús ante el Padre con la expresión “¡Abbà!”. Y subrayó como decisiva la tercera expresión de la oración de Jesús en esa noche. Aquella “en la que la voluntad humana se adhiere completamente a la voluntad divina”. “Así, Jesús nos dice que sólo en el conformar su propia voluntad a la voluntad divina, el ser humano llega a su verdadera altura, se vuelve 'divino'; sólo saliendo de sí, sólo en el 'sí' a Dios, se cumple el deseo de Adán, de todos nosotros, el ser completamente libres”, explicó.

Se detuvo luego el papa en el versículo del Padre Nuestro en el que se pide al Señor: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". “Reconocemos, por ello --afirmó--, que hay una voluntad de Dios con nosotros y para nosotros, una voluntad de Dios en nuestras vidas, que debe convertirse cada día más en la referencia de nuestro querer y de nuestro ser”.

Y concluyó Benedicto XVI exhortando a los presentes a pedir “al Señor ser capaces de velar con Él en la oración, de seguir la voluntad de Dios cada día, incluso si habla de Cruz, de vivir en intimidad cada vez mayor con el Señor, para traer a esta 'tierra', un poco del 'cielo' de Dios”.

Se puede leer el texto completo de la catequesis en:http://www.zenit.org/article-41405?l=spanish.

Tras sus palabras en italiano, Benedicto XVI hizo una pequeña síntesis de su intervención en varias lenguas.

En español, dijo: “Deseo hablar hoy sobre la oración de Jesús en Getsemaní, en la que acompañado por tres de sus discípulos y sintiendo la proximidad de su muerte, ora íntimamente al Padre.

Jesús a través de gestos y palabras, llevando a plenitud el designio de amor, asume sobre si todas las penas de la humanidad, las preguntas y las suplicas de la historia de la Salvación. Pone de manifiesto su total obediencia, abandono y confianza en el Padre. Si bien experimenta la angustia y el miedo ante la muerte, así como la turbación por el mal que debe cargar sobre sí, se abandona totalmente y las presenta al Padre que las acoge y lo escucha resucitándolo de entre los muertos”.

“Aprendamos también nosotros --añadió- en la oración a poner ante Dios las fatigas y los sufrimientos, los esfuerzos de cada día para seguirlo. Supliquémosle que nos haga sentir su cercanía y nos done su luz. Confiemos en su Providencia divina para conformar así su voluntad a la nuestra, repitiendo cada día el 'si' de Jesús, el 'si' de María”.

Y concluyó saludando “cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos”.

“Queridos amigos –les dijo- pidamos al Señor que seamos capaces de vigilar con Él en oración, de cumplir su voluntad cada día aunque comporte sacrificio. Que estemos dispuestos a vivir una intimidad cada vez más grande con Él. Muchas gracias”.

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Murió el cardenal Bevilacqua
Telegrama de pésame del papa
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha dirigido un telegrama de pésame al arzobispo de Filadelfia, Estados Unidos, con motivo de la muerte acontecida este martes por la tarde del cardenal Anthony Joseph Bevilacqua, titular del Santísimo Redentor y San Alfonso en vía Merulana, arzobispo emérito de Filadelfia.

En su telegrama, Benedicto XVI afirma: “Habiendo conocido con tristeza la muerte del cardenal Anthony Bebilacqua, arzobispo emérito de Filadelfia, ofrezco mis más sentidas condolencias a usted y a todos los fieles de la Archidiócesis”.

“Me uno a usted en encomendar el alma del fallecido cardenal a Dios, Padre de las Misericordias, con gratitud por sus años de ministerio episcopal entre el rebaño de Cristo en Filadelfia, su compromiso de largos años en favor de la justicia social y el cuidado pastoral de los inmigrantes, y su experta contribución a la revisión del derecho de la Iglesia en los años posteriores al Segundo Concilio Vaticano”, añade.

Y concluye: “A usted, y todo el clero, religiosos y laicos de la Iglesia en Filadelfia, y a los miembros de su familia, cordialmente imparto mi bendición apostólica como prenda de consuelo y paz en Nuestro Señor Jesucristo”.

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Mundo


Dignidad y derechos de los inmigrantes en Estados Unidos
Intervención del arzobispo de San Francisco, George Hugh Niederauer
ROMA, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).-El respeto a la dignidad de las personas no conoce fronteras, no tiene en cuenta el color de la piel, no se detiene frente a la existencia o no, de documentos de identificación válidos. Y, sobre todo, no queda suspendido en las cárceles. Son afirmaciones del arzobispo de San Francisco, Estados Unidos, George Hugh Niederauer, el pasado 28 de enero en la catedral de Santa María, en un encuentro interreligioso al que asistieron cientos de inmigrantes, la mayoría de origen hispano.

Una intervención que recoge y apoya en su edición de este miércoles el diario vaticano L'Osservatore Romano.

El arzobispo de San Francisco objetó enérgicamente el programa federal para combatir la inmigración ilegal; en particular cuando estas medidas --que incluyen la expulsión del territorio de Estados Unidos--, vienen cumplidas estrictamente dentro de la población carcelaria, provocando sufrimiento y profundas divisiones entre las numerosas familias de inmigrantes presentes en el territorio de la archidiócesis de California.

"No podemos permitir el dolor de las familias y que en nuestras comunidades continúe la separación y el miedo", dijo el arzobispo, señalando también que "hay que respetar la dignidad de todos nuestros hermanos y hermanas, indocumentados o no".

El programa federal para combatir la inmigración ilegal (California es el estado con el mayor número de trabajadores inmigrantes en el mundo), incluye también controles dentro de las cárceles. Las huellas digitales de los detenidos se comparan con las conservadas en los archivos recopilados por la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), y a aquellos que entraron en el país ilegalmente les corresponde la expulsión. La aplicación de este programa, según los funcionarios de ICE, ha llevado hasta ahora a la repatriación forzosa de 110.000 inmigrantes.

Sin embargo, subraya el diario vaticano, quienes defienden los derechos de los inmigrantes sostienen que la regla se aplica fácilmente a aquellas personas condenadas por delitos o faltas muy leves. Incluso en muchos casos, la policía sigue deteniendo a la población inmigrante sobre la base de sospechas en general, sin que existan particulares motivos de orden público.

"Este programa permite que nuestros hermanos y hermanas sean enviados a un centro de detención hasta por una simple violación del reglamento de carreteras", dijo en la reunión Moisés Agudo, de la archidiócesis de San Francisco.

El mes pasado, 33 obispos católicos estadounidenses pidieron "una reforma inmigratoria justa, humana y eficaz", asegurándoles a los inmigrantes indocumentados que "no están solos ni olvidados".

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El segundo cardenal maltés de la historia
Antes de recibir el birrete, el agustino Prospero Grech será ordenado obispo
ROMA, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- El padre Prospero Grech, de la Orden de San Agustín, perteneciente a la misma desde 1944 y sacerdote desde 1950, en fecha próxima al nombramiento cardenalicio en el Consistorio del 18-19 de febrero, recibirá la ordenación episcopal el 8 de febrero en la concatedral de San Juan, en La Valletta, Malta.

Hay que destacar que es el segundo cardenal maltés en la historia, además de ser el primer cardenal agustino desde hace 111 años, cuando en 1901 fue nombrado Sebastiano Martinelli.

“El cardenalato está ordinariamente ligado al episcopado. El Colegio cardenalicio debería ser el Senado de la Iglesia y cada cardenal debería tener la plenitud del sacerdocio, excepto que un candidato, por motivos de salud, quiera renunciar. No he encontrado ninguna razón para renunciar a él”, explica el padre Grech en un comunicado de la orden agustiniana.

Consagrará obispo al padre Grech monseñor Giuseppe Versaldi, presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, también él destinado a recibir la púrpura cardenalicia en el próximo consistorio. Los otros obispos consagrantes serán monseñor Paul Cremona OP, arzobispo de Malta y monseñor Mario Grech, obispo de Gozo.

El padre Grech interpreta el nombramiento también como intención de Benedicto XVI de premiar a la Orden de San Agustín y comenta: “Tres días antes del anuncio me telefoneó el cardenal secretario de Estado y me dio la noticia. Me ha cogido por sorpresa porque no me lo esperaba. No creo haber hecho nada especial... pero pienso que el santo padre, con el que colaboré casi veinte años en la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha querido en cierto modo también dar una señal de gratitud por este servicio”.

“Creo –añadió el sacerdote- que el santo padre pensó premiar también a la orden agustina. Este nombramiento me ha trastornado ciertamente la vida: estaba muy tranquilo antes... Estoy seguro que todavía tengo un poco de fuerzas y por tanto todavía puedo hacer un poco de servicio a la Iglesia”.

El cardenal electo ha sido durante muchos años profesor en las universidades pontificias y ha formado a generaciones de sacerdotes y frailes agustinos.

En 1970, fue llamado al Instituto Pontificio Bíblico por el entonces rector Carlo Maria Martini, ttsa una conferencia sobre el problema del Jesús histórico. Allí permaneció 32 años.

Es también cofundador del Instituto Patristicum Augustinianum junto al padre Agustino Trapè. “En un años o dos, este Instituto empezó a hacerse un nombre y ahora nosotros, los fundadores, entre ellos el padre Vittorino Grossi, el padre Angelo Di Berardino, y también el padre Ghirau, muerto lamentablemente justo el día de Epifanía, tenemos nuestra edad pero hay muchos jóvenes que están cualificadísimos y que poco a poco se están integrando”.

Entre los próximo compromisos pastorales del padre Grech están la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: “Este próximo Sínodo de los Obispos tendrá como tema la Nueva Evangelización, me interesa immensamente”.

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Preocupa a la Iglesia el conflicto por la tierra en el Alto Paraná
Comunicado de la Conferencia Episcopal Paraguaya
ASUNCIÓN, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) expresa, en un comunicado de fecha 27 de enero, su “preocupación por la situación de tensión, conflicto y conatos de violencia existente en el Alto Paraná en relación con la propiedad y la tenencia de la tierra”.

En primer lugar, los obispos paraguayos constatan que “el problema de la tierra y la necesidad de una Reforma Agraria tendiente al Desarrollo Rural son de antigua data en el Paraguay y, hasta el presente, no ha encontrado respuestas satisfactorias de las instituciones responsables”.

Recuerdan el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, en el que se afirma que la búsqueda y edificación del bien común es responsabilidad de todas las personas y de todos los actores sociales, pero es sobre todo competencia del Estado, porque el bien común es la razón de ser de la autoridad política (Cfr. CDSI, 168). En este sentido, la Iglesia sostiene que la correcta conciliación de los bienes particulares de grupos e individuos es una de las funciones más delicadas del poder público. (Cfr. CDSI, 169)

El conflicto por las tierras en la zona del Alto Paraná, afirma el comunicado, “refleja la confrontación de intereses de sectores particulares que requieren de la decidida acción de las autoridades nacionales, departamentales y municipales para la conciliación, la pacificación y la búsqueda de soluciones justas y equitativas, enmarcadas en el ordenamiento jurídico de la República”.

Los pastores subrayan que “Dios creó la tierra y todo lo que ella contiene para el uso de todos los hombres y los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa. La Iglesia habla en ese sentido del destino universal de los bienes”.

Y vuelven a citar la Doctrina Social de la Iglesia: "Si bien es verdad que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas… fruto de un ordenamiento jurídico que determine y especifique tal ejercicio." (CDSI, 173). La propiedad privada no es un derecho absoluto. Ella está subordinada al uso común. (Cfr. CDSI, 177).

Por todo lo anterior, exponen que “es necesario y urgente que los poderes públicos asuman su responsabilidad en ordenar el caos existente sobre la tenencia y la propiedad de la tierra en el país”.

Para lo que “es imperativo la elaboración de un catastro nacional de tierras, que posibilitará la recuperación de las tierras malhabidas y mal adjudicadas, y la adecuada titulación de las propiedades”.

Señalan, así mismo, que se debe propiciar una política de Desarrollo Rural Integral, que requiere apoyo técnico, crediticio, infraestructura, salud, educación, fuentes de trabajo, industrialización del agro, para posibilitar el arraigo de las familias rurales.

Los obispos se manifiestan “conscientes que el problema es complejo y la solución demanda la acción coordinada de los Poderes del Estado para el logro del bien común, en orden a la construcción de un Estado Social de Derecho, tal como reza nuestra Constitución Nacional”.

Y concluyen afirmando: “La paz es siempre fruto del diálogo, de la justicia, la equidad y el desarrollo integral como oportunidad para todos los habitantes del suelo patrio”.

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Entrevistas


Ideología de género como herramienta de poder
Entrevista con Jorge Scala
MADRID, 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- El libro titulado La ideología de género, del abogado provida argentino Jorge Scala acaba de ser publicado en portugués y lanzado en Brasil en octubre pasado. En España ha sido publicado por la editorial Sekotia, con el subtítulo “el género como herramienta de poder”.

ZENIT ha entrevistado a Jorge Scala, profesor de bioética en la Universidad Libre Internacional de las Américas, para que explique el significado de su libro y las omplicaciones de esta ideología en nuestra sociedad.

¿Porqué un libro sobre la ideología del género?

--Jorge Scala: La razón es sencilla: la ONU ha creado una Agencia de género. Esa agencia se dedica a controlar que todos los organismos y programas de la ONU incluyan el género. A su vez, la Unión Europea y el Banco Mundial condicionan los préstamos para el desarrollo de los países pobres, a cláusulas de difusión del género. Finalmente, se ha incorporado el géneroen el sistema educativo de nuestros países. Ante todo esto, es preciso investigar qué cosa es el género.

¿Qué significa decir que la ideología del género es esto, una ideología y no una teoría o un descubrimiento científico?

--Jorge Scala: Una teoría es una hipótesis verificada experimentalmente. Una ideología es un cuerpo de ideas cerrado, que parte de un presupuesto básico falso –que por ello debe imponerse evitando todo análisis racional--, y luego va desplegando las consecuencias lógicas de ese principio falso. Las ideologías se imponen utilizando el sistema educativo formal (escuela y universidad) y no formal (medios de propaganda), tal como hicieron los nazis y los marxistas.

¿Qué es, por lo tanto, la ideología del género? ¿Cómo la definiría para nuestros lectores?

--Jorge Scala:Su presupuesto básico falso es este: el sexo sería el aspecto biológico del ser humano, y el génerosería la construcción social o cultural del sexo. Es decir que cada quien sería absolutamente libre –sin condicionamiento alguno, ni siquiera el biológico--, para determinar su propio género, dándole el contenido que quiera y variando de génerocuantas veces se le ocurra.

Ahora bien, si esto fuera verdad, no habría diferencias entre varón y mujer –salvo las biológicas-; cualquier tipo de unión entre los sexos sería buena social y moralmente, y todas serían matrimonio; cada tipo de matrimonio daría origen a un nuevo tipo de familia; el aborto sería un derecho humano irrenunciable de la mujer, ya que solo ella queda embarazada, etc. Todo esto es tan absurdo, que sólo se puede imponer con una suerte de “lavado de cerebro” global.

Usted, en su libro, la llama de Ideología totalitaria. ¿Hay relación con las ideologías totalitarias que la humanidad ha experimentado en la historia? ¿O es un paso para llegar a estas situaciones de políticas totalitarias?

--Jorge Scala:El génerodestruye la estructura antropológica íntima del ser humano, por lo tanto quien quede a merced de esa ideología lo hará “voluntariamente”. No es más que una herramienta de poder global que, de imponerse, llevará a un régimen totalitario –aún cuando haya elecciones y partidos políticos como en la Alemania nazi--. En cambio, en las otras ideologías conocidas, el Estado dominaba –o domina como en Corea del Norte o Cuba- por la fuerza bruta.

Parece una ideología que entra en los países por el aspecto legal y jurisdiccional. ¿No será la falta del reconocimiento de una ley natural, y la adopción de positivismo, los fundamentos de este totalitarismo?

--Jorge Scala: El problema parece más profundo y complejo. El ethos es aquello por lo que un pueblo estima lo que está bien o lo que está mal, desde lo más profundo de su corazón, al margen de lo que digan las leyes e incluso de lo que haga cada quien en su propia vida. El problema es que Occidente ha perdido su ethos común que, hasta hace 30 o 40 años, era el Cristianismo. El liberalismo hizo que mucha gente considere que la moral es una cuestión privada de cada persona. Entonces, para algunos es bueno mentir, robar, matar o fornicar –en determinadas circunstancias--; y como todas las opiniones valen lo mismo, la única manera de vivir en sociedad es que las leyes “impongan” un cierto ethos, que debe ser aceptado por todos, bajo ciertas penalidades. Por eso en nuestros parlamentos se fomenta todo tipo de leyes de género. Se busca con ellas que –junto con la educación-, formen el nuevo ethos de nuestros pueblos. Y si el génerose convierte en ethos, el sistema totalitario funcionará a pleno.

La teoría del género es totalitaria, pero no vemos a nadie perdiendo la vida. ¿Por qué, entonces temer algo que no pasa de leyes y de ideas? No debemos respetar la opinión de cada uno?

--Jorge Scala: El año 2010 España reformó su ley de aborto conforme la ideología de género, considerándolo un “derecho humano” esencial de la mujer. Ese año hubo 113.031 abortos en España. Esa “ley” y esa “idea” mataron –solo en España y solo ese año- a tanta gente. No hay que temer a la ideología de género,sino enfrentarla en el campo de las ideas, que es donde se la puede vencer más fácilmente.

Hay que respetar a las personas –cualesquiera sean sus pensamientos-. En cambio, las opiniones no se respetan: se disciernen. Y luego de estudiarlas, se apoyan o se desechan. El libro ayudará al lector a efectuar su propio discernimiento en torno al género.

¿Cuáles son, entonces, las consecuencias para nuestros hijos, para la próxima generación?

--Jorge Scala: Respondo con un hecho real. Me tocó dar una conferencia sobre esta ideología, a todos los docentes de una ciudad de 7.000 habitantes, en una zona rural de mi provincia. Gente sencilla y de trabajo. Al concluir, una maestra comentó en voz alta: -Ahora entiendo porqué hace unos días mi hijo de 7 años me preguntó: Mamá ¿yo son nene o nena?... Las personas formadas y maduras son inmunes a esta ideología, pero si dejamos que se la metan a los niños desde su más tierna infancia –cine, TV, escuela, radio, revistas--, en no pocos casos habrá que lamentar con el tiempo tragedias de todo tipo.

Donde haya un hombre –mujer o varón-, su inteligencia buscará la verdad, su voluntad intentará amar y autodirigirse hacia el bien”, es lo que usted afirma en su libro. ¿Cuál sería el mejor modo de contrarrestar esta y otras ideologías parecidas que tienden a penetrar en las constituciones y leyes de los países, es la formación de varones y mujeres verdaderos? ¿Qué significa un varón o una mujer verdadera?

--Jorge Scala:Frente a todas las ideas absurdas o malsanas que campean en nuestro mundo actual, lo más importante no son otras ideas que las enfrenten; sino más bien testigos de la verdad. Mujeres y varones cabales, de carne y hueso. La mujer es la madre, o sea: el amor incondicional y que siempre está presente. El varón es el padre, o sea: la autoridad, el amor que pone límites y condiciones, para sacar lo mejor de sí a cada quien. Ambos amores son necesarios para llegar a la madurez humana. Conocer unvarón y una mujer así, es la mejor “vacuna” contra la ideología de género.

Por Thácio Siqueira

Se puede conseguir el libro en este enlace: http://www.sekotia.com/libros/libro-ideologia-de-genero.htm.

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Foro


¿Qué sería de nosotros sin la vida consagrada?
Ante la Jornada Mundial del 2 de febrero
MADRID, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a los lectores la habitual colaboración de monseñor Juan del Río Martín, arzobispo castrense de España. En este artículo, el autor se detiene a considerar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que se celebra este 2 de febrero, y la importancia que tiene la misma para la vida de la Iglesia.

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+ Juan del Río Martín

El “humus” de la secularización ha penetrado en los diversos sectores de la vida cristiana. Desde Pablo VI a Benedicto XVI ha sido una constante denuncia de este mal que mundaniza a la Iglesia y la hace inoperante para la evangelización del mundo. Por otra parte, la cultura dominante y globalizada lleva la marca de la cristofobia y de lo anticatólico, que rechaza la dimensión social de la fe y el derecho de la Iglesia a vivir en libertad. Este contexto, repercute fuertemente tanto en la familia cristiana, como la vida consagrada y el ministerio sacerdotal.

Durante estas décadas posconciliares, no solo se han secularizado bastantes curas y se ha relajado la vida comunitaria de órdenes y congregaciones, sino también ese “virus” ha contaminado a la misma “Iglesia doméstica”, que se manifiesta en las rupturas matrimoniales y en la caída de la natalidad. Es fácil quedarse en los diagnósticos, utilizar las estadísticas y los fallos personales para ir unos contra otros dentro de la misma Iglesia, mientras los de fueras aplauden viendo a los católicos como se pelean entre ellos: unos alardeando de salvadores de las esencias de la ortodoxia y otros exponiendo obsesivamente la falta de compromiso de los pastores con el pueblo. ¡No es este el camino! El Papa Benedicto XVI nos insta constantemente a recuperar a Dios como centro de nuestra opción de vida cristiana y ser humildes para podernos preguntar ¿qué me pide el Señor a mí y a su Iglesia en estos momentos tan complejos y turbulentos que estamos viviendo?

Centremos ahora nuestra mirada en los religiosos y religiosas, aprovechando la festividad de la Presentación de Jesús en el Templo, fecha en que tiene lugar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada cuyo lema de este año es: “Ven y Sígueme” (Mc 10,21). La vida religiosa en todas sus formas tiene estrecha relación con la Palabra de Dios, detrás de una monja, fraile, religiosa, religioso, consagrado está un dicho o hecho de Jesús que cautivó a ese fundador y dio como consecuencia el nacimiento de una nueva familia de consagrados para el bien de la edificación de la Iglesia y de su misión evangelizadora en el mundo. Las dos modalidades de la Vida Consagrada, contemplativa y activa, son los dos pulmones de la comunidad eclesial. Su presencia entre los hombres representa la geografía de la oración, del apostolado, de la caridad. Todo ello vivido según los consejos evangélicos en fraternidad cristiana, sometidos a sus propios superiores y en comunión con los sucesores de los apóstoles. La Iglesia no puede prescindir de este gran tesoro de fidelidad a Dios y de servicio a los más necesitados. El pueblo cristiano actual ha de despertar de su adormecimiento y tomar mayor conciencia de cooperación en el resurgimiento vocacional para extender el Reino de Dios y su Justicia (cf. Mt 6,33).

Entrar hoy en “religión”, como se decía antiguamente, es remar contracorriente. Es para gente muy centrada en lo esencial de la fe, que no desea someterse al pensamiento único, que no se conforma con el hedonismo placentero dominante, que tienen muy claro que los pobres no son artículos de modas ideológicas, que han descubierto a la Iglesia como el mayor espacio de libertad personal y comunitario, que se han enamorado apasionadamente de la forma de vivir el Evangelio de un fundador. Ser religioso o religiosa es optar por una forma de vida que no se cotiza, que no tiene aplausos, en la que no hay seguridades. Sin embargo, es la manera más bella de vivir la vida “escondida en Cristo” (Col 3,3), de ser “sal y luz del mundo” (Mt 5,13-16), de encarnar el espíritu de las Bienaventuranzas. Hay que alejar esa idea de que los curas, frailes y monjas son “especies en vía de extinción”. Dios no abandona a su Iglesia y cuando parece agotarse las aguas del pozo eclesial de Europa, surgen abundantes vocaciones en países de otros continentes. Cuando un carisma se apaga, brotan otras formas de vida consagrada. Aún entre nosotros, a pesar del problema demográfico en occidente y de la crisis de fe, hay algunos jóvenes que con la gracia de Dios rompen con los esquemas establecidos y entran en una orden, congregación o instituto secular. Todavía tenemos madres y padres cristianos que se alegran cuando una hija o hijo se van a un convento o a misiones. ¡No está tan seco el hontanar de nuestras comunidades cristianas! Podemos estar tan obsesionados por el número y la suplencia en los diversos servicios y no dar gracias al Señor por ese gran testimonio de fidelidad que hoy representan tantos y tantas religiosos que mueren sin haber “mirado atrás” (Lc 9,62). Ahí tenemos, el gran ejemplo de humildad y anonadamiento que en estos momentos supone aceptar la realidad dolorosa de cerrar casas y reestructurar las provincias. ¡Dios también está hablando en ese empobrecimiento institucional! Y por último, los testimonios del servicio a los pobres, ancianos, enfermos, niños, y jóvenes, cuando el otoño de la existencia toca a retirada, ellos y ellas están allí hasta que llegue la “hermana muerte”, que en no pocos casos tienen el nombre de martirio.

En fin, son nuevos tiempos con grandes desafíos. No tenemos formulas mágicas, no debemos caer en pesimismo contagioso, ni alentar espejismos triunfalistas. Sólo la fe en Dios nos hace ver que sigue habiendo “mas trigo que cizaña”, más santidad que pecado en la Iglesia.

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Documentación


Benedicto XVI: Pidamos a Dios fuerza para renovarle nuestro 'sí'
Catequesis del papa sobre la oración de Jesús en el huerto
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 febrero 2012 (ZENIT.org).- La audiencia general de este miércoles tuvo lugar a las 10,30 en el Aula Pablo VI, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de fieles y peregrinos de Italia y de diversas partes del mundo. En su discurso en lengua italiana, el papa centró su meditación en la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní. Ofrecemos a continuación las palabras del papa.

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Queridos hermanos y hermanas:

Hoy me gustaría hablar de la oración de Jesús en Getsemaní, en el Huerto de los Olivos. El escenario de la narración evangélica de esta oración es particularmente significativo. Jesús se fue al monte de los Olivos después de la Última Cena, y ora junto con sus discípulos. El evangelista Marcos relata: "Después de haber cantado el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos" (14,26). Es probable que aluda al canto de algunos salmos del Hallèl, con los que se agradece a Dios por la liberación del pueblo de la esclavitud, y se pide su ayuda en las dificultades y amenazas siempre nuevas del presente. El camino a Getsemaní está lleno de expresiones de Jesús que hacen sentir próximo su destino de muerte y anuncian la inminente dispersión de los discípulos.

Una vez en el Monte de los Olivos, también esa noche Jesús se preparó para la oración personal. Pero esta vez sucede algo nuevo: parece que no quiere estar solo. Muchas veces Jesús se retiraba aparte de la muchedumbre y de los propios discípulos, deteniéndose "en lugares desérticos" (cf. Mc 1,35) o subiendo "a la montaña", dice San Marcos (cf. Mc 6,46). En Getsemaní, en cambio, invita a Pedro, a Santiago y a Juan a estar más cerca de él. Son los discípulos que fueron llamados a estar con Él en el monte de la Transfiguración (cf. Mc 9,2-13). Esta cercanía de los tres durante la oración en Getsemaní es significativa. Incluso aquella noche, Jesús orará al Padre "a solas", porque su relación con él es única y singular: es la relación del Hijo Unigénito. Parece, en efecto, que sobre todo aquella noche nadie puede acercarse verdaderamente al Hijo, que se presenta ante el Padre en su identidad absolutamente única, exclusiva. Jesús, sin embargo, a pesar de venir "solo" al punto donde se detendrá a rezar, quiere por lo menos que tres de sus discípulos permanezcan no muy lejos, en una relación más estrecha con Él. Se trata de un acercamiento especial, una petición de solidaridad en el momento en que siente aproximarse la muerte, pero es sobre todo una cercanía en la oración, para expresar, de alguna manera, la sintonía con Él, en el momento en que está a punto de cumplirse totalmente la voluntad del Padre, y es una invitación a cada discípulo a seguirlo en el camino de la cruz. El evangelista Marcos narra: "Tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y empezó a sentir miedo y ansiedad. Les dijo: "Mi alma está triste hasta la muerte. Quédense aquí y velen"(14,33-34).

En las palabras dirigidas a los tres, Jesús, una vez más, se expresa en el lenguaje de los Salmos: "Mi alma está triste", una expresión del Salmo 43 (cf. Sal 43,5). La dura determinación "hasta la muerte", lleva a una situación vivida por muchos de los mensajeros de Dios en el Antiguo Testamento y que se expresa en sus oraciones. No es raro, de hecho, que llevar a cabo la misión confiada signifique encontrar hostilidad, rechazo, persecución. Moisés siente en modo dramático la prueba que experimenta cuando guía al pueblo en el desierto, y le dice a Dios: "No puedo yo solo soportar la carga de todo este pueblo; es demasiado pesado para mí. Si me tratas así, déjame morir más bien, si he hallado gracia a tus ojos." (Num. 11,14-15). Incluso para el profeta Elías no es fácil llevar a cabo el servicio a Dios y a su pueblo. En el Primer Libro de los Reyes se dice: "Se adentró en el desierto una jornada de camino y se sentó debajo de una retama. Deseoso de morir, dijo: "¡Basta, Señor! Toma mi vida, porque yo no soy mejor que mis padres" (19,4).

Las palabras de Jesús a los tres discípulos que quiere cerca durante la oración en Getsemaní, revela cómo siente miedo y angustia en aquella “Hora", experimenta la última profunda soledad mientras el plan de Dios se está llevando a cabo. Y en este miedo y angustia de Jesús se resume todo el horror del hombre ante su propia muerte, la certeza de su inexorabilidad y la percepción del peso del mal que rozanuestras vidas.

Después de la invitación dirigida a los tres, a quedarse y velar en oración, Jesús "solo" se dirige al Padre. El evangelista Marcos relata que Él "fue más adelante, cayó al suelo y rezó para que, si fuese posible, pasara de él esa hora" (14,35). Jesús cae cara a tierra: es una posición de oración que expresa la obediencia a la voluntad del Padre, la entrega a Dios con plena confianza. Es un gesto que se repite al inicio de la celebración de la Pasión del Viernes Santo, como también en la profesión monástica y en las ordenaciones diaconales, presbiterales y episcopales, para expresar, en la oración, y también corporalmente, el completo abandonarse a Dios, confiar en Él. Entonces Jesús le pide al Padre que, si fuera posible, pasara de él esa hora. No es sólo el miedo y la angustia del hombre ante la muerte, sino la perturbación del Hijo de Dios que ve el terrible fardodel mal que deberá tomar sobre sí para superarlo, para privarlo de poder.

Queridos amigos, también nosotros, en la oración debemos ser capaces de llevar ante Dios nuestras fatigas, el sufrimiento de ciertas situaciones, de ciertas jornadas, el compromiso cotidiano de seguirlo, de ser cristianos, y también el peso del mal que vemos en y alrededor de nosotros, porque Él nos da esperanza, nos hace sentir su cercanía, nos da un poco de luz en el camino de la vida.

Jesús continúa su oración: "¡Abbà! ¡Padre! Todo es posible para ti: aleja de mi este cáliz! Sin embargo, que no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieres" (Mc. 14,36a). En esta invocación, hay tres pasajes reveladores. Al principio tenemos la repetición de la palabra con la que Jesús se dirige a Dios: "¡Abbà! ¡Padre!" (Mc. 14,36a). Sabemos bien que la palabra aramea Abbà es la utilizada por el niño para dirigirse al papá y expresa por eso la relación de Jesús con Dios Padre, una relación de ternura, de afecto, de confianza, de abandono. En la parte central de la invocación está el segundo elemento: la conciencia de la omnipotencia del Padre --"todo es posible para ti"--, que introduce una petición en la cual, una vez más, aparece el drama de la voluntad humana de Jesús ante la muerte y el mal "¡aleja de mí este cáliz!". Pero es la tercera expresión de la oración de Jesús la que es decisiva, en la que la voluntad humana se adhiere completamente a la voluntad divina. De hecho, Jesús concluye diciendo con firmeza: "Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres" (Mc. 14,36c). En la unidad de la persona divina del Hijo, la voluntad humana encuentra su plena realización en el abandono completo del Yo al del padre, llamado Abbà. San Máximo confesor dice que desde la creación del hombre y la mujer, la voluntad humana está orientada a lo divino y que en el "sí" a Dios la voluntad humana es plenamente libre y encuentra su realización. Por desgracia, a causa del pecado, este "sí" a Dios se ha transformado en oposición: Adán y Eva han pensado que el "no" a Dios fue la cumbre de la libertad, el ser plenamente ellos mismos. Jesús en el monte de los Olivos, reconducela voluntad humana a un "sí" pleno a Dios. En Él, la voluntad natural está plenamente integrada en la orientación que le da la persona divina. Jesús vive su vida de acuerdo con el centro de su Persona: el ser el Hijo de Dios. Su voluntad humana se traza en el Yo del Hijo que se abandona totalmente al Padre. Así, Jesús nos dice que sólo en el conformar su propia voluntad a la voluntad divina, el ser humano llega a su verdadera altura, se vuelve "divino"; sólo saliendo de sí, sólo en el "sí" a Dios, se cumple el deseo de Adán, de todos nosotros, el ser completamente libres. Es lo que hizo Jesús en Getsemaní: transfiriendo la voluntad humana a la voluntad de Dios nace el hombre verdadero, y somos redimidos.

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica enseña claramente: "La oración de Jesús durante su agonía en el Huerto de Getsemaní y sus últimas palabras en la cruz revelan la profundidad de su oración filial: Jesús lleva a cumplimiento el designio de amor del Padre y toma sobre sí todas las angustias de la humanidad, todas las peticiones e intercesiones de la historia de la salvación. Él las presenta al Padre que las acepta y las concede, más allá de toda esperanza, resucitándolo de entre los muertos" (No.543). En realidad, "en ninguna otra parte de la Sagrada Escritura miramos tan profundamente dentro el misterio íntimo de Jesús, como en la oración en el Monte de los Olivos". (Gesù di Nazaret II, 177).

Queridos hermanos y hermanas, cada día en la oración del Padre Nuestro le pedimos al Señor: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mt. 6,10). Reconocemos, por ello, que hay una voluntad de Dios con nosotros y para nosotros, una voluntad de Dios en nuestras vidas, que debe convertirse cada día más en la referencia de nuestro querer y de nuestro ser; reconocemos entonces que es en el "cielo" donde se hace la voluntad de Dios y que la "tierra" se vuelve "cielo", lugar de la presencia del amor, de la bondad, de la verdad, de la belleza divina, solo si en ella se hace la voluntad de Dios.

En la oración de Jesús al Padre, en aquella noche terrible y maravillosa de Getsemaní, la "tierra" se ha convertido en "cielo"; la "tierra" de su voluntad humana, sacudida por el miedo y la angustia, fue asumida por su voluntad divina, de modo que la voluntad de Dios se cumplió en la tierra. Y esto también es importante en nuestra oración: debemos aprender a confiar más en la divina Providencia, pedirle a Dios la fuerza para salir de nosotros mismos para renovarle nuestro "sí", para repetirle "Hágase tu voluntad", para adecuar nuestra voluntad a la suya. Es una oración que hacemos a diario, ya que no siempre es fácil confiar en la voluntad de Dios, repetir el "sí" de Jesús, el "sí" de María. Los relatos del evangelio de Getsemaní muestran dolorosamente que los tres discípulos elegidos por Jesús para estar cerca a él, no fueron capaces de velar con Él, de compartir su oración, su adhesión al Padre, y se sintieron abrumados por el sueño.

Queridos amigos, pidamos al Señor ser capaces de velar con Él en la oración, de seguir la voluntad de Dios cada día, incluso si habla de Cruz, de vivir en intimidad cada vez mayor con el Señor, para traer a esta «tierra», un poco del «cielo» de Dios. Gracias.

Traducido del italiano por José Antonio Varela

© Librería Editorial Vaticana

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