2.02.12

 

Acaban de enviarme la Hoja informativa de la parroquia de María Auxiliadora de Huesca, al cargo de la cual están los salesianos.

En la misma se puede leer lo siguiente:

Querid@s amig@s: nos hemos propuesto este curso “Educar la interioridad”.
Copio un artículo de Enrique Martínez Lozano publicado en la revista “21” y añado alguna idea del cursillo de los días 11-12 y de la presentación del libro “Un psiquiatra se pone a rezar”, de Mercedes Nasarre.

He aquí el artículo:

Cuando nos encontramos ante alguna palabra gastada, parece imprescindible recurrir a otras equivalentes, que puedan acercarnos más limpiamente a lo que aquel término quería vehicular.

En lo que se refiere a la palabra “espiritualidad”, es probable que rescatemos su contenido original, si usamos, de entrada, estas cuatro: interioridad, profundidad, transpersonalidad y no-dualidad.

Interioridad es lo opuesto a la banalidad, al “envoltorio”. Dirige nuestra mirada hacia ese lugar, hacia ese “núcleo amoroso”, oculto a simple vista, pero del que brota la Vida. El silencio exterior e interior es la “puerta de entrada”. Como proclama el poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, “lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”, de sus “raíces”.

Profundidad es lo opuesto a superficialidad. Habla de hondura que, en la literatura espiritual, coincide con la altura. Nos orienta hacia ese mismo y único lugar, liberándonos de la compulsión que nos mantiene en la superficie de las cosas, y del vacío que hay en su origen: “Debajo del dolor está el Amor” que da el sentido profundo a la vida.

Transpersonalidad es lo opuesto a egocentración. Si el ego se caracteriza por vivir pendiente de sus deseos y de sus miedos –no es otra cosa-, en un programa caracterizado por la defensa y el ataque, la práctica espiritual consiste en la desapropiación progresiva del ego: cuanto más te vacías, más te llenas; cuanto más bajas, más subes… ¡Paradojas! Y ello no ocurre gracias a algún tipo de voluntarismo, sino a un proceso creciente de comprensión: la práctica espiritual es también un proceso de autoconocimiento en profundidad. Hasta el punto de que, como dijera Peter Russell, “del camino espiritual, ningún EGO sale con vida… gracias a Dios”.

No-dualidad es lo opuesto a separación dualista. La mente es necesariamente dual, porque sólo puede operar a partir de la separación sujeto/objeto, perceptor/percibido… Sin embargo, esa lectura de la mente, que sostiene al ego en la creencia de ser una entidad separada del resto, es un engaño. La realidad se halla interconectada en un Todo único, en un Abrazo no-dual que integra las diferencias, que nos hace sentirnos “conectados” a todo, nos “une” a todos por dentro, nos “religa” (“religión”) a “Algo Mayor”.

Muy brevemente, “espiritualidad” hace referencia a la dimensión profunda de lo Real, a aquello que no se ve de todo lo que se ve. Lo que vemos es únicamente el anverso; lo que no vemos (“a simple vista”) –y, sin embargo, posibilita la visión- es el reverso. Pero todo es (somos) Uno-en-la-diferencia”.

¿Dónde está la Gran Novedad-Noticia de la Espiritualidad Cristiana? ¡En ese Amor de Dios-Padre-Madre, encarnado en Cristo, vivo y presente en nosotros por el Espíritu! ¡Casi nada!

La cosa acaba con las siguientes preguntas:

¿En qué me hace pensar este escrito? ¿Cómo cultivo la dimensión espiritual, esencial al ser humano?
¿Qué “añade” a todo esto mi Fe en el Dios de Jesucristo, mi espiritualidad cristiana (y salesiana)?

Un saludo y oración: Pepe Sorando, sdb. Párroco de María Auxiliadora.

Bien, ahora pregunto a mis lectores: ¿qué creen que se puede hacer ante semejante texto? ¿cómo reaccionarían ustedes?

Antes de responder, conviene que tengan en cuenta los siguientes datos. La crónica de los cursillos para catequistas oscenses celebrados los días 11-12 de enero la pueden leer ustedes aquí:
http://www.diocesisdehuesca.org/informacion/articulosyentrevistas/2011-2012/2012_01_08.htm. Destaco el siguiente párrafo:

El silencio interior como indica la palabra “a-sign-atura”, es el signo, la señal, de la tura por la que hay transitar para llegar a la morada de nuestro yo interior. En este viaje es útil usar meditaciones de yoga, con visualizaciones sencillas aplicables desde la infancia hasta los 99 años.

Y en relación al libro de la psiquiatra Mercedes Nasarre, entren ustedes en el siguiente enlace: http://www.diocesisdehuesca.org/informacion/articulosyentrevistas/2011-2012/2012_01_15.htm. A destacar:

La autora critica también una religiosidad infantil, hecha de nociones, dogmática, que evade de la realidad y del compromiso por transformar la realidad, complaciente con el dolor que redime y no con el amor que salva, patológica…

Muchos al liberarse a esta religiosidad malsana han tirado por la borda la espiritualidad; la pérdida de lo religioso ha llevado a la pérdida de lo espiritual, se arrincona a Dios y su lugar lo ocupan los ídolos (seguridad, dinero, poder, fama, política, etc…) ¿Qué absolutizamos?

Pues ahí lo tienen. No emito juicio alguno. Sólo pregunto: ¿Qué hacer?, ¿qué no hacer?


Luis Fernando Pérez Bustamante