3.02.12

 

El 31 de enero la Fundación Komen, dedicada a la lucha contra el cáncer de mama, decidía dejar de financiar a la multinacional del aborto, la IPPF –International Planned Parenthood Federation–.

La decisión parecía coherente con el reciente estudio que mostraba que el aborto incrementa en casi 200 por ciento el riesgo de cáncer de mama. El movimiento pro-vida estadounidense estaba de enhorabuena. La IPPF es, por encima de cualquier otra consideración, un inmenso negocio y una poderosa máquina al servicio de la ideología de la «cultura de la muerte». La bestia necesita dinero, que proviene de donativos y de las ayudas públicas ofrecidas por Obama.

Desde el mismo momento del anuncio, la fundación ha sido blanco de furibundos e histéricos ataques, a todos los niveles: redes sociales, ataques web, prensa en papel –NYT y demás patulea–. El alcalde de Nueva York y el sindicato de la ceja obamita se lanzaron a pedir apoyos para la IPPF. Numerosas organizaciones pro-vida cerraron filas para que Komen resistiese.

Parece que las dudas estaban fundadas. Hoy, sorpresivamente, después hacer dimitir al «responsable» de eliminar las ayudas, se somete:

Queremos pedir disculpas al público estadounidense por las recientes decisiones que ponen en duda nuestro compromiso con nuestra misión de salvar las vidas de mujeres.

Vamos a seguir financiando las subvenciones existentes, incluyendo las de Planned Parenthood, y preservaremos su elegibilidad para solicitar subvenciones en futuro

Supongo que las niñas abortadas no son mujeres, pero es lo que tiene el lenguaje feminazi.

Han sido 4 días, no aguantaron más. Se dio la paradoja que levantadas las restricciones morales que tenía la fundación para recibir donativos de personas pro-vida, la fundación Komen duplicó el volumen de donativos. Confío en que los devuelva, al menos por publicidad engañosa.

Han conseguido enfadar a todo el mundo. Si alguien tenía dudas ya sabe a dónde no tiene que ir su dinero. En USA se toman eso muy en serio. Ojalá aquí ocurriese lo mismo.

Una decepción. Se perdió una batalla, pero ha merecido la pena. Han sido una pelea en toda regla y de estas se aprende.