4.02.12

En los altares - Santa Marta

A las 12:22 AM, por Eleuterio
Categorías : General, En los altares
Enlace a Libros y otros textos.

……………………..

Santa Marta

Marta era hermana de Lázaro y de María y, además, amiga de Jesús. Era, también, ejemplo del modo de comportarse, en determinadas ocasiones, un discípulo de Cristo.

En los Santos Evangelios aparece la persona de Marta en varias ocasiones. Pero en dos de ellas destaca la misma y manifiesta, por encima de otra consideración, qué ha de hacer un discípulo de Cristo, que no es otra cosa que servir y transmitir la fe que tiene en el Maestro.

Dice el evangelio de San Juan (11, 5) que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro.

Los encuentros de Marta con Jesús son sintomáticos de la actuación de un discípulo. En uno de ellos sirve al Maestro por encima de todo. Lo recoge San Lucas ( 10, 38-40)

“Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.

 

A esto, Jesús le responde con amor pero no con verdad (10, 41-42).

“Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.”

Y esta era, al fin y al cabo, una ocasión de gozo aunque Jesús tuviera que darle a entender qué (Quién) era lo que importaba.

Sin embargo, en otra ocasión no había tanta alegría en casa de Marta, María y Lázaro. Había muerto el hermano y llamaron a Jesús, cuando aún estaba enfermo, para que fuera a visitarlo e hiciera lo que por él pudiera que, conociendo a al amigo de las hermanas, sería más que mucho.

Pero Jesús no va enseguida sino que deja pasar unos días y luego, a sabiendas de que ha muerto Lázaro, va a Betania.

La tristeza de Marta y María es de imaginar. ¡Cómo es posible que su amigo Jesús no haya venido a tiempo!

Pero los caminos de Dios son como Dios quiere que sean y este caso estaba puesto para que se contemplara su gloria y su poder por medio de Jesucristo, Él mismo hecho hombre.

El Evangelio de San Juan (11, 21-27) recoge la conversación entre Marta (la discípula hacendosa y trabajadora aunque, a lo mejor, no tan contemplativa como merecía Jesús). Se desarrolla así:

“Dijo Marta a Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.’ Le dice Jesús: ‘Tu hermano resucitará.’ Le respondió Marta: ‘Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.’

Jesús le respondió: ‘Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?’

Le dice ella: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.’”

Es, así, la discípula tiene confianza, tiene fe en Cristo y la confiesa con el alma inspirada por el Espíritu Santo.

Pero Cristo murió, resucitó y ascendió al definitivo Reino de Dios y Marta y otros discípulos del Maestro siguieron en este mundo para cumplir una misión claramente evangelizadora. El trabajo, ejemplo de esfuerzo por el prójimo, pronto lo demostrará Marta a lo largo del resto de su vida.

Apoyada en la tradición o en la leyenda, lo bien cierto es que aquella que reconoció en Jesús al Cristo, cumplió con creces lo que tenía encomendado. Al parecer, Marta, junto a María, Lázaro y a otros discípulos llegó a Francia a través del Mediterráneo en una embarcación que no reunía condiciones para llamarse así sino, en todo caso, un bote en vías de extinción física.

Sin embargo, también según la leyenda de Provenza, ambas hermanas evangelizaron Tarascón donde, atendiendo a lo recogido en la leyenda citada, derrotó a la Tarasca, un dragón que amenazada a la ciudad. De ahí que se represente dominando a tal bestia.

Por su parte, Marcial llegó hasta Limoges donde será su primer obispo; Saturnio será de Tolosa, mientras que Trófimo irá a Arlés y Lázaro a Marsella, cumpliendo, todos ellos con la misión de trasladar la Buena Noticia allí donde no se conocía.

Seguramente no se sabe cuándo murió Marta, hermana de Lázaro y de María pero, con toda seguridad, sí sabemos dónde está desde entonces: sirviendo, en el definitivo Reino de Dios, a su amigo Jesús esperando que vuelva a la tierra quien, otrora, resucitara a su hermano.

Podemos dirigirnos a Santa Marta con la siguiente oración.

Oh Santa Marta milagrosa, me acojo a tu amparo y protección entregándome a ti, para que me ayudes en mi tribulación, y en prueba de mi afecto y agradecimiento, te ofrezco propagar tu devoción. Consuélame en mis penas y aflicciones, te lo suplico por la inmensa dicha que alegró tu corazón al hospedar en tu casa de Betania al Salvador del mundo; intercede por mí y por toda mi familia para que conservemos siempre en nuestros corazones a nuestro Dios viviendo en su gracia y detestando toda ofensa contra El; para que sean remediadas nuestras necesidades y en especial esta que ahora me aflige (hágase la petición). Te suplico me ayudes a vencer las dificultades con la fortaleza con que venciste, por el poder de la Cruz, al dragón que tienes rendido a tus pies. Así sea.

Rezar tres veces el Padrenuestro. Avemaría y Gloria.

Santa Marta, ruega por nosotros

Eleuterio Fernández Guzmán