6.02.12

 

Dice la Constitución española que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (Art 27,3). Ni que decir tiene que la formación de nuestros hijos no acaba en casa. La escuela es un lugar importantísimo en el que se forma y se educa. Nuestros retoños, pequeños o ya grandecitos, no aprenden solo a sumar y restar, a leer y escribir, a conocer quién fue Colón y quién Alejandro Magno. También aprenden a relacionarse con los demás, a guardar unas normas, a muchas otras cosas que en casa no es fácil transmitirles.

Por tanto, si la escuela educa y los padres tienen derecho a que sus hijos sean educados conforme a sus convicciones religiosas y morales, la asignatura de religión católica, siempre que sea bien impartida, es perfectamente legítima. También lo es la asignatura de religión evangélica o musulmana, que se imparten en España.

Además de la Constitución, España tiene firmados una serie de acuerdos con la Santa Sede en los que aparece regulada la cuestión de la enseñanza religiosa. Recomiendo su lectura. Aunque el PSOE haya amenazado con romper dichos acuerdos, de momento siguen vigentes. De hecho, no se cumplen bien por parte del Estado, ya que la asignatura de religión no está en “condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales“.

El País Vasco sigue siendo parte de España. Por tanto, no puede ir por libre en la cuestión de la asignatura de religión. Y sin embargo, es probablemente la comunidad autónoma donde más difícil lo tienen los padres a la hora de que se respete su derecho. Hace unos días dimos una noticia en la que se explicaba esa realidad. A ella me remito.

Por si fuera poco, la televisión pública vasca, que se financia con los impuestos de los ciudadanos, ha decidido boicotear un anuncio de las diócesis vascas a favor de la asignatura de religión. Los obispos han publicado una nota en la que denuncian que lo ocurrido es “muestra de una actitud propia de un laicismo excluyente del hecho religioso en la vida social, impropia de una institución pública al servicio de todos".

Yo no sé si algunos políticos son conscientes de que la democracia en España no es un régimen que pueda sobrevivir, así como así, a los embates totalitarios propios de su ideología primaria. En otras palabras, o aquí se respetan los derechos de todos, o vamos a tener que empezar a pensar en la manera de denunciar abierta e institucionalmente -o sea, como Iglesia- que vivimos en una dictadura con disfraz democrático. Eso de que contra los católicos vale todo no puede ser. Si la izquierda quiere volver al cainismo de tiempos pasados no tan lejanos, la historia puede repetirse.

Luis Fernando Pérez Bustamante