8.02.12

Buruaga en Cope: ¿trabajar más es la solución?

A las 6:20 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

No por mucho madrugar, amanece más temprano, reza el refrán castellano. Esto es aplicable a quien ve que se le hunde el chiringuito playero y opta por no cerrar en todas las horas del día. El público si no pisa el quiosco no lo hará. La clientela es siempre la misma, no aumenta porque no encuentra lo que busca.

Ahora, la cadena Cope ha subido un escalón a Enrique Campo que hacía Así son las mañanas de Cope desde las 6 a las 7 de la amanecida diaria. Lo han colocado como director de Antena. A esta hora se incorporaba Ernesto Sáenz de Buruaga quien deja el micro a las 12,30.

Desde ahora, Ernesto inducido por la empresa y por su propia continuidad en ella, ha entrado a las 6 de la mañana y se ha pegado a la silla y al micro, pretendiendo arrastrar más oyentes para que el EGM de abril le sea propicio y no tengan que buscarle un sucesor y a él mandarlo a la calle, previo pago de lo estipulado en el magro contrato que tiene con Cope. Detrás de los locutores de los Deportes, el suculento contrato que disfruta Ernesto es el más abultado, que no alcanza con la publicidad de su programa.

Esta decisión se suma a otra que tomaron, en la empresa, a comienzos de enero: En las horas en punto, entran los informativos, Ernesto coordina la intervención de los locutores de los servicios informativos de la cadena con su propia voz.

Vuelvo al principio: No por mucho madrugar, amanece más temprano.

Debo valorar el esfuerzo que hace Ernesto en Cope, pero por mucho que se esfuerce no da la talla que exige un programa diario en directo de 6 horas y media. Es un hombre para la televisión, donde la improvisación no juega un papel esencial y la imagen juega un papel estelar.

En la radio se encuentra en un sitio que no es el suyo. Suelo escucharle bastante. En la tertulia se desenvuelve dejando a los invitados que hablen, es cierto. Pero le falta la inventiva rápida y la retranca fácil para dar y quitar la palabra con la agilidad que exige un programa en las mejores horas de las mañanas de la radio española.

Tiene miedo a mojarse con sus propias opiniones, parece que él es uno de los invitados, algunos de los cuales más veteranos en esas lides le toman la medida y clavan dianas que debían salir de su boca propia, nunca de los tertulianos.

Las entrevistas que coloca son tan correctas, tan educadas, tan lineales, tan simplonas, que algunos entrevistados se quedan con ganas de que le pisen los pies y, en algunos casos, son ellos los que se los pisan a Ernesto.

Desde las 10 de la mañana en adelante, el programa se convierte en un magazín al uso. Aquí, también, patina Ernesto. Compite con Luis del Val y Andrés Aberasturi, quienes están más hechos a la radio que Ernesto, quien se le ve y se le oye sufrir a la hora de usar un lenguaje más popular, más dicharachero, más atrayente para los plurales oyentes de esa franja horaria.

Doy las gracias a Ernesto por sus afanes profesionales, por sus ganas de hacerlo bien, por buscarse un lugar en las mañanas de la radio en España, pero sonriendo educadamente no conseguirá nada.

Le deseo toda la suerte del mundo en su campo profesional. Espero que esté más tiempo en Cope. Y espero que su implantación total en su programa le traiga los resultados que él se merece y espera.

Concluyo este retrato: la radio actual es para los piratas del aire, Ernesto es hombre educado y correcto, una buena persona pero nada más.

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Tomás de la Torre Lendínez