13.02.12

 

Mons. Leonardo Lemos Montanet es desde este fin de semana el nuevo obispo de Orense. Hecho por el cual le felicito y por el que pido a Dios, para que le ayude a desempeñar fielmente su labor como pastor de esa diócesis gallega. Aunque en principio Orense no parece una sede “complicada", sobre todo si se la compara con otras diócesis gallegas como puede ser Modoñedo-Ferrol, ser pastor de la Iglesia nunca es fácil. Por tanto, toda oración por el nuevo obispo es necesaria.

Sin embargo, la alegría de los fieles orensanos ha quedado empañada por el espectáculo dado por un cura de esos que creen ser “más listos que Calixto”. Se trata de Antonio Fernández Blanco, párroco de A Corna, en el municipio de Piñor. Ese personaje aprovechó que el nuevo obispo entraba a la diócesis precisamente por la localidad de donde él es párroco para soltar un discurso humillante hacia quien al día siguiente se convertiría en su nuevo pastor.

Y no lo digo porque le pidiera que sea un obispo que bendiga y no condene. Ni tampoco porque repitiera consignas tipo “sea usted obispo de una Iglesia menos aferrada al poder” -¿a qué poder se refiere ese sujeto?- o “vele por el mundo rural que se muere en una provincia caciquil donde las haya". No, es que ese individuo, del que uno se pregunta cómo es posible que haya llegado a ser sacerdote, tuvo la caradura, la sinvergonería, el descaro, la desfachatez de pedirle al nuevo obispo que cese a todos los vicarios. Así, como lo leen. No me lo invento: “Pedímoslle que remova total e absolutamente a todos os vicarios“. No a uno, no. A todos.

Se puede entender que un sacerdote, o un fiel, quiera que un obispo que lleva tiempo en la diócesis cambie a los vicarios. Pero existen mecanismos y órganos diocesanos habilitados para manifestar tal deseo, que no son precisamente un acto público de bienvenida a un nuevo pastor. Es intolerable que lo primero que tenga que oír un hombre que llega con el mandato de Dios a pastorear un iglesia local es un discurso incendiario y chulesco de uno de sus curas.

Dudo que Mons. Lemos Montanet cese a todos los vicarios. Pero sospecho que tampoco cesará a ese cura maleducado y prepotente. La Iglesia le prohibió en su día ser concejal por el PSOE en A Gudiña. Creo que fue un error. Se perdió una ocasión única de conseguir que ese señor se dedicara a algo para lo que sin duda está mejor preparado y tiene más vocación. Parece claro que Fernández Blanco se ha equivocado de “profesión". Como político demagógico y mitinero de izquierdas no tiene precio. Como sacerdote, si no se produce un cambio radical, no debería de tener futuro. Cuanto antes se lo hagan ver, mejor.

Luis Fernando Pérez Bustamante