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Servicio diario - 24 de febrero de 2012

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Santa Sede

Tercer encuentro del Grupo de Trabajo Vietnam-Santa Sede
Nuevo paso en la profundización de las relaciones bilaterales

Audiencia de Benedicto XVI a su majestad Siaosi rey de Tonga
Positiva aportación de la Iglesia al país

Mundo

La Campaña de Fraternidad apunta a una de las heridas más agudas de Brasil
Entrevista con el secretario ejecutivo de la Campaña, padre Luiz Carlos Dias

Perú: La adecuación de estatutos de la Universidad Católica no se opone a la Constitución
Declaraciones de monseñor Javier del Río en el Vaticano

El Consejo Ecuménico de las Iglesias aboga por el diálogo en Siria
Mensaje de solidaridad a las Iglesias del país sumido en la violencia

Entrevista

Perú: Monseñor Piñeiro al cabecilla terrorista Artemio: ¡Conviértase!
Entrevista al presidente de los obispos sobre la coyuntura y la Universidad Católica

Cuaresma

Cuaresma: tiempo de Dios, tiempo de los hombres
Una terapia del espíritu que nos purifica

En la escuela de san Pablo...

Convertirnos y creer en la Buena Nueva que Cristo nos anuncia (Cuaresma 1º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical


Santa Sede


Tercer encuentro del Grupo de Trabajo Vietnam-Santa Sede
Nuevo paso en la profundización de las relaciones bilaterales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- El director de la Sala de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi SJ hizo pública este viernes una declaración sobre el diálogo entre la Santa Sede y Vietnam que pone en evidencia el progreso en la relaciones bilaterales.

La declaración dice lo siguiente: “con referencia a la decisión adoptada al término del segundo encuentro del Grupo de Trabajo conjunto Vietnam-Santa Sede, que tuvo lugar en la Ciudad del Vaticano, del 23 al 24 de junio de 2010, tendrá lugar en Hanoi, los días 27-28 del corriente febrero, el tercer encuentro del Grupo de Trabajo. Tras algunas visitas realizadas por el representante pontificio no residente en Vietnam, la reunión servirá para profundizar y desarrollar las relaciones bilaterales”.

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Audiencia de Benedicto XVI a su majestad Siaosi rey de Tonga
Positiva aportación de la Iglesia al país
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- Este viernes, Benedicto XVI recibió al rey de Tonga, su majestad Siaosi Tupou V, que posteriormente se entrevistó con monseñorDominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, informa un comunicado de la Sala de Prensa vaticana.

En el curso de las cordiales conversaciones, se han detenido en algunos aspectos de la vida social y económica del país, así como sobre la positiva aportación de la Iglesia católica en varios sectores de la sociedad y de las actividades de promoción humana.

Siguió un intercambio de opiniones sobre la situación internacional, con especial referencia a los estados insulares del Pacífico.

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Mundo


La Campaña de Fraternidad apunta a una de las heridas más agudas de Brasil
Entrevista con el secretario ejecutivo de la Campaña, padre Luiz Carlos Dias
BRASILIA, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- El padre Luiz Carlos Dias, secretario ejecutivo de la Campaña de Fraternidad 2012 de Brasil, explica, en una entrevista concedida a ZENIT, en qué consiste la Campaña y los objetivos que pretende alcanzar.

El padre Luiz Carlos Dias pertenece a la diócesis de São João da Boa Vista y la provincia de Ribeirão Preto, y llegó a la sede de la Conferencia Episcopal de Brasil el 25 de abril del año pasado.

¿Qué significa la Campaña de Fraternidad para la Iglesia de Brasil?

--Padre Dias: Es un gran proyecto de evangelización de la Iglesia en Brasil que llega a su 49 edición. La primera etapa se realiza en el tiempo de cuaresma y la segunda, de realización de proyectos de transformación de la realidad propuesta, a lo largo de año. Es un proyecto que pretende llevar a la Iglesia en Brasil a tareas transformadoras en la sociedad, en pro de la justicia y la vida. Es, por tanto, un bonito proyecto evangelizador que empeña a los católicos y personas de buena voluntad en acciones transformadoras.

¿Qué tipo de cambios espera?

--Padre Dias: Con el tema “Fraternidad y Salud Pública”, la Campaña de Fraternidad 2012 quiere suscitar, en nuestras comunidades y en la sociedad en general, una sana discusión sobre la realidad de la salud pública en Brasil, y movilizar a nuestras comunidades y a la sociedad en general en acciones que resulten en mejoras en la atención y en la asistencia de la salud de la población. Al final de la Campaña, pretendemos llevar el resultado a las autoridades competentes. Para que la “salud se difunda sobre la tierra” también es necesario recordar a las personas que la salud es un don que debe ser preservado con hábitos de vida saludable. Y, por fin, queremos dar visibilidad e impulsar las pastorales relacionadas con la salud, un auténtico tesoro de nuestra Iglesia, que dispone de medio millón de voluntarios de nuestras comunidades, para la atención a las personas en momentos de fragilidad de la salud.

¿Hay un riesgo en la salud brasileña?

--Padre Dias: La CF 2012 apunta a una de las heridas sociales más agudas de nuestro país y quiere dar voz al clamor de quienes no tienen una estructura de atención de la salud en las proximidades de donde residen, o que como aún ocurre en algunas regiones, de los que afrontan las largas filas para la atención y necesarios exámenes, hospitales llenos de gente, de los que no tienen acceso a los medicamentos. Son situaciones que contrastan con los que pueden contar con servicios de planes de salud, los cuales ya responden a la atención de un cuarto de la población, aunque algunos presentan restricciones de las que los usuarios se darán cuenta solamente cuando recurren a estos servicios. Además, son constantes las reivindicaciones de una mejor remuneración de los servicios y salario de los profesionales de la salud pública.

Por tanto, no es exagerado decir que la salud pública en el país no va bien. Y los problemas hoy verificados en el área de la salud son reflejo del contexto más amplio de nuestra economía de mercado, hoy globalizada, que no admite una iluminación ético-moral y el horizonte de valores sociales, o sea, es un sistema desprovisto de compromisos con el pueblo, con las personas y con la salud, especialmente de aquellos en situación de exclusión.

¿Cuál es la presencia de la Iglesia en la salud brasileña, en los hospitales, en el área de la salud?

--Padre Dias: La Iglesia tiene un papel importante en la historia de la salud pública en Brasil. En el inicio de la colonización tuvimos las iniciativas de los jesuitas, siguieron las Santas Casas, las cuales todavía representan un tercio de las camas del país. Los religiosos y las religiosas fueron una presencia significativa y contribuyeron a una atención humanizada.

Hoy, si sumamos los voluntarios de las pastorales de la Salud, Infancia, Mayores, Sida, llegamos a cerca de quinientas mil personas. Por tanto, nuestra Iglesia tiene una presencia significativa, y no sólo por los números, sobre todo por el cuidado ejercido a innumerables hermanos y hermanas en momento de fragilidad y enfermedad. En relación a los hospitales, percibimos que en muchos la tendencia es dificultar la presencia de la Iglesia en la atención a los pacientes, dada también la diversidad de religiones. Mientras tanto, es bueno insistir en que esta atención es un derecho asegurado en el ámbito internacional. Necesitamos vencer las barreras para ejercitarnos como samaritanos junto a esas personas, que esencial en la misión de la Iglesia.

¿Cuál es la respuesta que se espera de todos los católicos?

--Padre Dias: La Campaña no viene para sustituir a nuestro camino cuaresmal, que es el tema fundamental: una vivencia de este tiempo procurando retomar la fidelidad al discipulado y adhesión cada vez más consistente a los valores evangélicos, mediante la conversión como preparación para la celebración de la Pascua, misterio central de nuestra fe, es lo fundamental y nada debe sobreponerse a este misterio. Y la Campaña de Fraternidad con sus temas, como la de este año, contribuye a este proceso. Además, es preciso tener en cuenta que las acciones transformadoras en realidades como la salud pública, benefician especialmente a los más necesitados, los pequeños, según la expresión evangélica.

Pero la satisfacción es percibir una serie de señales de movilización e interés en las parroquias y en las diversas diócesis por esta Campaña, a juzgar por las innumerables formaciones y por la cantidad de material requerido. Por tanto, esperamos que la propuesta de la Campaña de Fraternidad venga a contribuir a las debidas mejorías en la salud pública, para que la salud se difunda sobre la tierra.

Por Thácio Siqueira

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Perú: La adecuación de estatutos de la Universidad Católica no se opone a la Constitución
Declaraciones de monseñor Javier del Río en el Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- Monseñor Javier del Río, portavoz de la Conferencia Episcopal Peruana, declaró en el Vaticano que la adecuación de los estatutos de la Universidad Pontificia Católica de Perú (PUCP) a lo que establece la Santa Sede no se opone a la Constitución Peruana.

El arzobispo metropolitano de Arequipa y portavoz de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Javier Del Río –informa la Oficina de Comunicaciones del Arzobispado de Lima--, afirmó que el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, expresó su confianza en que el rector de la PUCP, Marcial Rubio, pueda transmitir fielmente el deseo del santo padre a la universidad, y en pocos días haya resultados favorables que garanticen la identidad católica de la universidad, por el bien de la misma universidad y por el bien del país que tanto debe a esta universidad, y que ha tenido a lo largo de tantas décadas una identidad católica que ha aportado mucho en la formación de los profesionales peruanos.

Monseñor Del Río realizó estas declaraciones luego de su reunión con el cardenal Bertone, en la que participaron asimismo el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Salvador Piñeiro y monseñor Giovanni Angelo Becciu, miembro de la Secretaría de Estado vaticana.

Del Río agregó que el cardenal Bertone les informó brevemente sobre la reunión sostenida con el doctor Rubio, y el contenido de la carta que le ha sido entregada, y que espera que la universidad finalmente adecúe sus estatutos a la Ex CordeEcclesiae (Constitución Apostólica del papa Juan Pablo II sobre las universidades católicas).

“Se ha visto, como ya se ha hecho antes con diversos estudios de juristas, que no hay ninguna dificultad para que los estatutos de la PUCP puedan ser adecuados, porque no van en contra de la Constitución Política del país, ni en contra de la Ley General de Universidades o del ordenamiento legal vigente, puesto que en el marco del acuerdo internacional (Concordato) entre la Santa Sede yla República del Perú está la posibilidad que la Iglesia católica tenga instituciones educativas de distintos niveles, adecuándose evidentemente a las propias normas internas de la Iglesia, que hemos visto no son contradictorias con aquellas del país”, concluyó monseñor Del Río.

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El Consejo Ecuménico de las Iglesias aboga por el diálogo en Siria
Mensaje de solidaridad a las Iglesias del país sumido en la violencia
ROMA, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- Los miembros del comité ejecutivo del Conseko Ecuménico de las Iglesias (COE) han enviado un “mensaje pastoral” a las Iglesias de Siria “en signo de solidaridad ante las terribles pruebas que estas sufren en el contexto de violencia en que está sumido actualmente el país.

El mensaje se produce mientras la situación en Siria sigue deteriorándose. Esta había sido ya evocada en una reunión, en la sede del COE en Ginebra, al finales de diciembre de 2011. Una veintena de responsables de Iglesia sirios de diversas tradiciones cristianas habían participado en ella, recuerda el comunicado del COE.

El comité ejecutivo redactó su mensaje durante su reunión del 14 al 18 de febrero, en Bossey, Suiza. Sus miembros afirman “esperar que la violencia acabe y que del conflicto nazca un diálogo nacional, fundado en una paz acompañada de justicia, sobre la base del reconocimiento de los derechos de la persona y la dignidad humana, así como sobre la necesidad de vivir juntos en el respeto mutuo”.

El comité ejecutivo exhorta a las Iglesias miembros del COE a “emprender acciones concretas de solidaridad” en este periodo difícil. Inspirándose en la Constitución del COE, el mensaje afirma que en tanto que “comunidad fraternal de Iglesias, debemos expresar en nombre de las Iglesias nuestro deseo común de responder a las necesidades de la humanidad, abatir las barreras entre los pueblos y promover una familia humana unidad en la justicia y la paz”.

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Entrevista


Perú: Monseñor Piñeiro al cabecilla terrorista Artemio: ¡Conviértase!
Entrevista al presidente de los obispos sobre la coyuntura y la Universidad Católica
ROMA, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- El arzobispo metropolitano de Ayacucho, Salvador Piñeiro García-Calderón, tomó posesión de su cargo cuatro meses atrás y este año, a fines de enero, fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Peruana.

En esta entrevista concedida a ZENIT, analiza con agudeza los problemas de su país y los de la América Latina ante el próximo viaje papal. Explica también que tuvo que venir de repente al Vaticano para escuchar lo que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, tenía que decirle sobre la Universidad Pontificia Católica del Perú.

Monseñor Piñeiro, usted acaba de asumir hace un mes la presidencia del episcopado peruano, ¿cuáles son los objetivos que tiene a corto plazo?

--Mons. Piñeiro: Hay dos grandes tareas. Poner todo el trabajo de la Conferencia Episcopal Peruana al mismo ritmo de comisiones y proyectos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), porque se debe buscar la eficiencia en los trabajos. Y he recibido el encargo de mis hermanos obispos, de que la presidencia del episcopado tiene que dialogar con las instituciones y con el gobierno, para que sepan lo que creemos y lo que queremos: que ese evangelio de Jesús convierta los corazones, transformando nuestra sociedad. Porque hay mucha marginación, enfrentamiento y se buscan caminos de odio y de violencia; pero tenemos que apostar por el evangelio de la vida, de la familia, de la paz y de la justicia.

¿Cómo impulsarán la Misión Continental?

--Mons. Piñeiro: Como nos dice Aparecida, estamos en una misión permanente. Creemos que muchos han escuchado el evangelio y hay tantos que todavía no conocen a Jesús. Y lo que es más penoso, cuántos se han alejado por nuestra falta de testimonio, porque no ven esa comunión fraterna o porque encuentran otras doctrinas que los ilusionan. ¡Cuando nosotros somos los que tenemos la globalización perfecta, que es el evangelio del amor!  

¿Y qué planes tiene en el arzobispado de Ayacucho?

--Mons. Piñeiro: Acabo de asumir hace cuatro meses y he visto que se hacen muchas obras en silencio allá, por ejemplo en las guarderías infantiles, en el centro de salud mental. Da satisfacción el ver cómo en medio de limitaciones de pobreza hay esos signos de esperanza. Para este año hemos puesto tres prioridades: una es la familia, porque me preocupa que hay mucha violencia, muchos hogares rotos, abandono juvenil. Tenemos que trabajar más para hacer de la familia el Nazaret del amor, de la comprensión, de la solidaridad. El otro tema es la gente que no ha escuchado de Jesús; hay muchas comunidades que gracias a la labor de los antiguos misioneros tienen un catequista, alguien que les orienta, pero hay que darles más formación y renovarlos en ese espíritu de la misión para que se multiplique esa buena noticia del evangelio. Y tercero, que surjan vocaciones. Ciertamente, el primer semillero de la vocación es la familia; pero también quisiera que en los colegios y en los institutos, los docentes me ayuden a despertar la ilusión en el corazón de los jóvenes por seguir a Jesús, Buen Pastor.

Hace poco se capturó a uno de los últimos cabecillas históricos de Sendero Luminoso en la selva del Huallaga…, ¿cómo se está reagrupado este grupo terrorista en su jurisdicción, cuántos quedan?

--Mons. Piñeiro: Ha sido una captura sin violencias, sin muertes. Y yo invito a Artemio a que se convierta. Soy de educación agustiniana, donde las penas tienen que ser medicinales, que se convierta el hombre. Podemos estar equivocados, se obnubila la mente por el odio, la venganza, la violencia, pero hay que creer en la conversión del hombre. En la zona del VRAE (Valle del Río Apurímac y Ene), que está en mi jurisdicción, la cosa también está complicada porque el terrorismo está coludido con el narcotráfico, y hay coletazos de grupos senderistas, violentistas, que dan facilidad al transporte de la droga. Se calculan unas cuatrocientas personas todavía levantadas en armas allí; por eso el ejército y la policía están vigilando para que esas zonas no estén en el abandono de la economía sino que se integren en la sociedad.
Y también a nivel de Iglesia, ya tengo tres párrocos allá en las parroquias de Siria, Pichari y San Francisco, a quienes les he pedido que trabajen coordinados porque si no hay presencia de Iglesia, cualquier mensaje encandila a la población y les arranca la fe en Jesús.

Dentro de un mes el Papa estará en América Latina...

--Mons. Piñeiro: Estoy muy contento porque el santo padre quiere abrazar a toda nuestra América que ha comenzado ya a celebrar el bicentenario de la independencia. Ciertamente son jubileos que tienen muchos significados: cómo estos pueblos crecieron, maduraron en sus compromisos civiles, en sus derechos y se independizaron de la corona española. Recibimos la fe y el lenguaje de Cervantes. Por eso en la Iglesia católica, la mitad de los creyentes del mundo hablamos el mismo idioma.
Y en León de Guanajato el santo padre tendrá un encuentro con los presidentes de las conferencias episcopales latinoamericanos. Todos esperamos su mensaje, que será también una nueva llamada a la evangelización, porque tenemos que ser los misioneros de esta evangelización nueva que anime, que construya una América en paz, en justicia, en prosperidad.

Justamente, a América Latina se le llama el continente de la esperanza, del amor, pero también lo es de una pobreza que se extiende. ¿Qué mensaje del Papa esperan los pueblos latinoamericanos sobre este asunto?

--Mons. Piñeiro: Esto ha sido el magisterio constante desde Medellín, Puebla, Santo Domingo... Somos una América cristiana del indio, del blanco del negro, donde todo nos separa, las economías, las ideologías, pero creemos en Jesús. ¡En dos mil lugares de América veneramos a María! Entonces el santo padre nos va a exhortar sin duda a que desaparezca esa brecha entre la opulencia y la miseria. Esto no es evangelio; Jesucristo no predicó ni los odios ni las injusticias, sino que nos dio el lenguaje del amor. Qué bien nos ha recordado el papa sobre la sobriedad y la solidaridad: tenemos que vivir en sencillez y abriendo nuestro corazón y nuestro bolsillo para que no hayan injusticias, para que se aleje la miseria, para que vengan tiempos de prosperidad para todos.

Usted ha participado hoy en una reunión importante sobre la situación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. ¿Qué nos puede adelantar al respecto?

--Mons. Piñeiro: He estado muy contento porque el cardenal Bertone nos ha recibido al cardenal Cipriani, al segundo vicepresidente del episcopado peruano, monseñor Del Río y a mi. Con qué sencillez, como buen educador salesiano y antiguo rector de la universidad de su congregación, nos ha hecho recordar la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae del beato Juan Pablo II, y cómo la universidad católica la cumple; por eso yo no sé por qué hay ese temor a aceptar la normatividad de la Iglesia. El título de esta constitución es tan hermoso: “En el corazón de la Iglesia”, porque allí nacieron las universidades y por eso hay que cuidarlas para que tengan esa identidad católica.

Había dos temas que eran aparentemente de conflicto. Uno es que la universidad quiere que la asamblea elija al rector, pero debemos saber que en la vida de la Iglesia hay la parte jerárquica y democrática. Entonces lo que pide la Iglesia es que la asamblea denomine una terna con tres posibles rectores, como sucede en todas las universidades católicas. Pido a nuestra universidad católica que comprendan el cariño que le tiene el papa a esta institución y que sus autoridades serán elegidas por la Sagrada Congregación para la Educación Católica dentro de los tres candidatos que presente la asamblea.
Y el otro tema de conflicto --en que mucho daño ha hecho la interpretación de alguna prensa sesgada--, es que el arzobispo de Lima quiere acaparar la economía… ¡No señores!, la Iglesia también cuida los bienes que con tanto sacrificio se han labrado en esta querida universidad católica del Perú. Por eso nos ha dicho el cardenal Bertone que de alguna manera lo supervise la Conferencia Episcopal Peruana. Y así será, con mucho gusto, veremos el presupuesto y si hay que dar algunas autorizaciones para algunas ventas, podemos trabajar en eso. Yo creo que va a haber una solución y que estamos por un buen camino de entendimiento.

Confío que el señor rector será el mejor comunicador a la asamblea de esto que pide la Santa Sede: que se acojan a las enseñanzas de la Iglesia. Porque es una universidad pontificia que quiere mucho al papa, al cual también honró dándole el grado de doctor honoris causa cuando visitó el Perú siendo el cardenal Ratzinger.

Cuando saludé al papa el miércoles en la audiencia general, me envió una bendición especial para Ayacucho y para la Universidad Pontificia Católica del Perú.

Por José Antonio Varela Vidal

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Cuaresma


Cuaresma: tiempo de Dios, tiempo de los hombres
Una terapia del espíritu que nos purifica
MADRID, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo de nuestro habitual colaborador, el obispo castrense de España Juan del Río Martín, en el que aborda el actual tiempo litúrgico de Cuaresma.

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+ Juan del Río Martín

El itinerario cuaresmal que se inaugura con el llamando miércoles de cenizas, nos conduce al núcleo esencial del cristianismo que es el Misterio Pascual. Cada año la Iglesia se renueva constantemente con la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que nos ha liberado del pecado y de la muerte eterna.

Benedicto XVI nos ofrece su Mensaje anual de la Cuaresma centrado en el texto de la carta a los Hebreo: “Fijémonos los unos en los otros para el estímulo de la caridad y las buenas obras” (10,24). Su planteamiento es muy original y su contenido es sapiencial. El trípode clásico de: oración, ayuno y limosna, es abordado desde la perspectiva de la virtud de la caridad, que se manifiesta en obras de reconocimiento de Dios y de aprecio hacia los hermanos.

Estamos ante todo en un tiempo dedicado al Señor. El cristiano lo primero que ha de hacer es “fijarse en Jesús”, mediante la intensificación del trato asiduo con Él, por la oración, la vida sacramental, y el desprendimiento en favor del prójimo al estilo del Maestro. Es necesario, que la existencia de cada uno de los bautizados esté centrada en Dios cómo único absoluto, como la única verdad que da razón de ser a nuestra vida. La Cuaresma es terapia del espíritu que nos purifica y nos capacita para que entremos en nuestra “bodega interior”, donde resuena la Palabra de vida eterna que nos dice: “Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu Señor” (Sal 44, 11-12). Sólo en el silencio orante sentimos la gracia de la conversión.

Desde esta experiencia del Dios vivo revelado en Cristo Redentor, se descubre la responsabilidad para con los hermanos, estableciendo relaciones caracterizadas por el cuidado recíproco, por la atención “del bien del otro y de todo su bien”. Esto quiere decir, que la Cuaresma es también tiempo dedicado a los hombres, no sólo porque estamos llamados a incrementar nuestras limosnas en favor de los más necesitados, sino porque debemos crecer en humanidad ante el indiferentismo que domina nuestra sociedad actual.

¿Cómo se hace esto? No en razón de una ideología o teoría sociológica sobre los pobres, sino viendo en el hermano menesteroso el rostro sufriente de Dios que reclama una respuesta concreta y generosa en: fraternidad, solidaridad, justicia, misericordia y compasión. La liturgia cuaresmal nos hace más sensibles a las necesidades corporales y espirituales de nuestros semejantes. Si eso no se diera, estaríamos en un culto vacío, y no “en espíritu y verdad” como pide el Evangelio (Jn 4, 19: Cf. Lc 10,30-32). Por eso afirma el Papa que: “la atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, morales y espirituales”.

No debemos quedarnos en una Cuaresma meramente asistencial, “que reduce la vida sólo a la dimensión terrena, olvidando la perspectiva escatológica”. El ejercicio de las buenas obras de estos días ha de ser integral: de “cuerpo y alma”. Es decir, practicando las Obras de Misericordia tanto corporales como espirituales. Por eso, la caridad también se ejercita cuando nos preocupamos por ejemplo de: corregir al hermano con humildad, de ayudarle a que recupere el buen camino, de animarlo para que persevere en la vida cristiana y pueda alcanzar salvación eterna. Convendría no olvidar que nuestra existencia personal y el mismo rostro de la Iglesia, está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como el mal. Así sucede que en la actualidad, para superar esta cultura secularista, es imprescindible el testimonio de la fe cristiana, que se manifiesta en las buenas obras.

La Cuaresma es una ocasión de gracia para caminar juntos en la santidad y en una caridad cada vez más fecunda. Para ello hay que rechazar una serie de tentaciones, como puedan ser: el creerse que uno ya está convertido, vivir en una tibieza espiritual, el no poner a disposición de los demás los talentos que el Señor nos ha regalado, el quedarse en lo puramente exterior de los medios e instituciones y no caminar al encuentro del Señor Resucitado.  

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En la escuela de san Pablo...


Convertirnos y creer en la Buena Nueva que Cristo nos anuncia (Cuaresma 1º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- Dado que en el 1º domingo de Cuaresma la segunda lectura dominical corresponde a un pasaje de la 1ª carta de san Pedro, en esta ocasión nuestra columna "En la escuela de san Pablo...", ofrece el comentario y la aplicación de dicho pasaje.

*****

Pedro Mendoza LC

"Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos ángeles, dominaciones y potestades". 1Ped 3,18-22

Comentario

El pasaje de la primera carta de san Pedro nos invita a contemplar el ejemplo de Cristo en su muerte y las promesas del bautismo.

En primer lugar, el autor de la carta presenta a Cristo que se ofrece en oblación por nuestros pecados. Una vez más (como en 2,21-25), al pintar la imagen del Crucificado, recurre a los cánticos del "siervo doliente" del profeta Isaías. Refiere la muerte del Señor en la cruz como un sacrificio por el pecado: "Es que quiso quebrantarle Yahveh con padecimientos. Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, tendrá descendencia y vivirá largos días" (Is 53,10). En esta muerte de Cristo según la carne, vivida como  oblación, todo bautizado está llamado a descubrir su propia vocación y a estar dispuesto a poner su vida en la balanza de la justicia divina como víctima por el pecado, por las injusticias de los otros.

Como Cristo, el creyente en Él debe contar con la posibilidad de ser condenado a muerte, pero de ella resurgirá victorioso a nueva vida. Precisamente en la muerte comenzó la mayor actividad de Cristo. En el reino de Dios, este ajusticiado en la tierra comenzó a actuar y a "atraer a todos hacia sí" (Jn 12,32). También el cristiano, si llega a ser eliminado, ha de saber que entonces actuará todavía más, que con la muerte comienza para él una vida en el espíritu.

San Pedro, señalando el ejemplo de Cristo y su actividad llena de vida que comenzó con su muerte: "fue también a predicar a los espíritus encarcelados" (1Ped 3,19), pretende que sirva como modelo para quienes son llamados al martirio. Lo que sucedió en aquel intervalo de tiempo, en las horas que transcurrieron desde su muerte hasta su resurrección, lo describe el autor de la carta con imágenes tomadas de las representaciones del judaísmo tardío. La "cárcel" es un lugar que se ha de entender algo así como en el interior de la tierra, donde los espíritus caídos están encadenados: un lugar de castigo y de horror. Cristo descendió a este lugar para dar noticia de sí y de su muerte. Con esta imagen parece expresarse una doble verdad. Por un lado, la acción salvífica del Señor fue un hecho que abarcaba todos los ámbitos del mundo, que realizaba el juicio y la gracia de Dios. Y, por otro lado, Cristo es el testigo fiel, el mártir que tras su acción salvífica dio noticia de ella a todos los seres, incluso a los que tenían sentimientos hostiles a Dios.

Desarrollando más esta idea de la predicación, san Pedro pasa de los espíritus en general a determinados hombres desobedientes. Con esto evoca dos épocas de la historia de la salvación, en las cuales aguarda cada vez la paciencia de Dios ante el juicio: el tiempo que precede al diluvio y los últimos tiempos, los tiempos cristianos. Cuando todo estaba bajo la amenaza de quedar aniquilado por las olas de la cólera divina, se preparó un medio de salvación, un arca, una caja de madera. Como Noé en el diluvio obedeciendo a Dios se confió a aquel leño y se salvó, así también nuestra vida se asocia con el leño salvador de la cruz mediante el agua del bautismo y la buena voluntad de obedecer.

Ahora pasa san Pedro a hablar de las promesas del bautismo. Lo que hasta aquí sólo se podía deducir de insinuaciones, lo formula ahora el autor de la carta claramente: "a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo" (3,21). Lo que le interesa no son precisamente los acontecimientos de los tiempos de Noé, sino el hecho del bautismo. Pero conviene notar que lo que da la pauta no es la semejanza exterior que hay en el empleo del agua, sino la interior: en ambos casos se sometieron los hombres incondicionalmente a la obediencia a Dios.

Concluye san Pedro este pasaje retomando el ejemplo de Cristo triunfante (3,22). En un principio se había mostrado a Cristo como aquel que se sometió a los jueces de la tierra, que fue voluntariamente a la muerte y que utilizó su muerte para pregonar la obra salvadora de Dios. Ahora surge su imagen como la del rey que impera, cuyo "escabel" lo forman enemigos sometidos (Sal 110[109],1), que le están totalmente subordinados. Entre ellos designa en concreto a las "potestades", indicando con ello a los poderes políticos visibles, que están bajo el influjo de los poderes demoníacos invisibles. En efecto, los grandes de la tierra, sostenidos por el poder de Satán, son ante quienes ahora tiemblan los cristianos. Su consuelo consiste en que Cristo, desde su Pascua, triunfa sobre estos poderes.

Aplicación

Convertirnos y creer en la Buena Nueva que Cristo nos anuncia.

El primer domingo de Cuaresma, como nos recuerda el Evangelio, nos reclama a volver nuestra mirada al desierto donde se encuentra Cristo, disponiéndose con la oración, el ayuno y las buenas obras, para iniciar su vida pública. Se encuentra ahí también para someterse a la tentación y vencerla. Por eso las lecturas nos hablan de tentación, de conversión, de Buena Noticia y de bautismo. La primera lectura nos refiere la promesa y la alianza de Dios después del diluvio, se trata por tanto de una buena noticia después del desastre del diluvio. En la segunda lectura san Pedro nos habla de Jesús que después de la muerte va a predicar a los espíritus, y recuerda los días de Noé, es decir el diluvio y la salvación, haciendo notar que era una figura que anunciaba el bautismo, en el cual se realiza la conversión y la salvación.

La primera lectura (Gen 9,8-15) nos recuerda que el proyecto de Dios, que se ha manifestado en el Antiguo Testamento con el diluvio y la salvación de Noé, de su familia y de todos los seres vivientes, consiste en eliminar del mundo el mal y en consentir al hombre vivir una vida buena y hermosa. Resuena todavía el eco de la promesa de Dios, hecha al término del diluvio: "Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra [...] y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y toda alma viviente, toda carne, y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne". De este modo nos recuerda la voluntad salvífica de Dios que dirige y guía todos los acontecimientos de la historia. A este Dios que hace hasta lo imposible por salvarnos, debemos escuchar y acoger con docilidad en nuestras vidas.

El Evangelio (Mc 1,12-15), aunque de forma breve, nos presente esa realidad misteriosa de Cristo que se somete a la tentación para que, venciéndola, también nosotros podamos vencerla en Él. La preparación de Cristo al inicio de su vida pública no requiere conversión, pero en cuanto hombre siente la necesidad de una intensa preparación. Por eso se retira a orar, a ayunar y, de este modo, a abrirse a la voluntad del Padre. Nos enseña que para vencer en el combate espiritual de nuestra vida contra las fuerzas del mal es preciso prepararnos como Él. Acojamos la invitación de la Iglesia a hacer de este tiempo de Cuaresma, un tiempo de intensa preparación espiritual para nuestra misión junto a Cristo, que nos conducirá a la vivencia culmen de los misterios de nuestra Redención.

Como nos enseña san Pedro en la segunda lectura (1Ped 3,18-22), el evento extraordinario de la salvación después del diluvio era prefiguración de la salvación cristiana que se realiza por medio del bautismo. Así Cristo triunfante de la muerte, con su descenso a los infiernos, demuestra su victoria sobre las fuerzas del mal. Él lleva a cuantos yacían en ese valle de sombras, el anuncio de la salvación que nos ha obtenido. Precisamente, en virtud de la resurrección de Cristo, las aguas bautismales son fuente de vida nueva. A este Cristo que nos ha salvado y que nos llama a la conversión y a creer en la Buena Nueva respondámosle con un sí generoso y total.

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