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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 4 de marzo de 2012

Santa Sede

Benedicto XVI: Jesús es la luz que nunca se apaga
Palabras del papa en el ángelus del II Domingo de Cuaresma

Mundo

Cuba: Avanza la restauración del Santuario del Cobre y su entorno
El papa se hospedará en la residencia de sacerdotes

Obispo denuncia incendios provocados en cadena en Honduras
Monseñor Emiliani: esconden la corrupción más espantosa

Fundador de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica cumple 90 años
Homenaje del mundo académico y eclesiástico a monseñor Severo Aparicio

Donde Dios llora

Sudáfrica: Ayudar a las personas infectadas con el vih a recuperar su dignidad
Entrevista a monseñor Ponce de León, vicario apostólico de Ingwavuma

Flash

Mil quinientos catequistas se reunieron en Elche
Para celebrar su encuentro anual

Nuevo abad en la Abadía de Santo Domingo de Silos
El padre Lorenzo Maté Sadornil

Documentación

Benedicto XVI: Necesitamos la luz interior para superar las pruebas de la vida
Palabras del papa en el ángelus del II Domingo de Cuaresma


Santa Sede


Benedicto XVI: Jesús es la luz que nunca se apaga
Palabras del papa en el ángelus del II Domingo de Cuaresma
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- De vuelta de la visita pastoral a la parroquia romana de San Juan Bautista de la Salle, en el Torrino, a mediodía, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para la acostumbrada cita dominical. 

En sus palabras anteriores al rezo del Ángelus, el papa recordó que este es eldomingo de la Transfiguración de Cristo.

“El misterio de la Transfiguración –dijo Benedicto XVI- no se separa del contexto del camino que Jesús está haciendo. Él se ha ya decididamente dirigido hacia el cumplimiento de su misión, a sabiendas de que, para llegar a la resurrección, tendrá que pasar a través de la pasión y la muerte de cruz. De esto les ha hablado abiertamente a sus discípulos, los cuales no han entendido, sino más bien han rechazado esta perspectiva porque no razonan de acuerdo con Dios, sino con los hombres”.

“Por eso Jesús lleva a tres de ellos a la montaña –añadió- y les revela su gloria divina, el esplendor de la Verdad y del Amor. Jesús quiere que esta luz pueda iluminar sus corazones cuando pasen por la densa oscuridad de su pasión y muerte, cuando el escándalo de la cruz será insoportable para ellos. Dios es luz, y Jesús quiere dar a sus amigos más íntimos la experiencia de esta luz, que habita en Él. Por lo tanto, después de este evento, Él será en ellos una luz interior, capaz de protegerlos de los ataques de las tinieblas. Incluso en la noche más oscura, Jesús es la luz que nunca se apaga”.

El papa explicó que “ todos necesitamos la luz interior para superar las pruebas de la vida. Esta luz proviene de Dios, y es Cristo quien nos la da, Él, en quien habita toda la plenitud de la divinidad”.

E invitó a subir “con Jesús al monte de la oración y, contemplando su rostro lleno de amor y de verdad, dejémonos colmar interiormente de su luz”.

Se pueden leer las palabras completas del papa en este enlace:  http://www.zenit.org/article-41629?l=spanish.

Después de rezar el Ángelus, el papa se dirigió en su idioma a cada uno de los grupos ligüísticos, haciéndoles un breve resumen de sus anteriores palabras.

A los grupos de habla hispana, les dijo: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los jóvenes de Ibiza, Santa Eulalia y Formentera que se preparan para recibir la Confirmación, así como a los grupos parroquiales de Sevilla y Madrid”.

“El momento de la transfiguración del Señor –les explicó--, que nos relata el Evangelio de hoy, es una invitación a poner los ojos en el esplendor de la gloria divina, que Jesús nos ha traído y hacia la cual hemos de caminar, siguiendo sus palabras y su ejemplo. Que, en este tiempo de Cuaresma, todos nos sintamos animados por la gloria de la Pascua, y fortalecidos por la Palabra de Dios en el camino de conversión para llegar a ella”.

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Mundo


Cuba: Avanza la restauración del Santuario del Cobre y su entorno
El papa se hospedará en la residencia de sacerdotes
SANTIAGO DE CUBA, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org.).- Cuando el 26 de marzo, el papa Benedicto XVI llegue a la residencia sacerdotal que le dará albergue en El Cobre, Cuba, tendrá ante sus ojos y a corta distancia el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad.

El papa estrenará esta residencia, pero no ha sido construida para él, ni tampoco es una construcción improvisada con motivo de su viaje. Esta residencia es unos de los edificios que se incluían en los planes de remodelación de la Basílica Santuario Nacional y de su entorno, con motivo de la celebración de los 400 años del hallazgo de la imagen de la Patrona de Cuba que se celebra este año.

Los planes de restauración y los permisos necesarios se hicieron con años de antelación y posteriormente, al iniciarse el trienio preparatorio al Año Jubilar se invitó a todo el pueblo a contribuir para esta restauración. La primera campaña, iniciada el 15 de agosto de 2009 tenía como lema: “Ayer lo hicieron ellos, hoy nos toca a nosotros”.

En nombre de los obispos de Cuba, el arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos animó a todos los cubanos a poner su granito de arena manteniendo una tradición: La Iglesia conserva el libro de registro de donativos que data de 1866.

Con la cercanía del Año Jubilar, monseñor Dionisio García Ibáñez de nuevo escribió un mensaje a todos los devotos de la Virgen de la Caridad para lanzar una segunda campaña.

El arzobispo señalaba, en su carta del 11 de abril de 2011, que las obras ya habían comenzado, al tiempo que hacía una nueva invitación a contribuir a la campaña, que ha tenido como lema: “El Santuario del Cobre es la Casa de todos: Cada cubano un peso”.

Los planes de restauración incluían una casa para las religiosas que, desde hace seis décadas acogen a los peregrinos en el Santuario: las Hermanas Sociales.

En 2011, al fallecer el arzobispo Pedro Meurice, emérito de Santiago de Cuba, la casa que él habitaba desde su jubilación, construida para él, se destinó a las religiosas. Y la casa destinada a ellas, en los planes de ampliación, pasó a ser Residencia Sacerdotal. Esta residencia será la que acoja a Benedicto XVI la noche del 26 de marzo.

La casa tiene cuatro dormitorios, sala, pasillo, comedor, cocina, lavadero y patio.

La capilla queda al lado, en el antiguo Seminario, hoy Casa de Encuentros, y es la que utilizará el santo padre para su oración personal.

El proyecto general de restauración y ampliación incluye, además del Santuario con sus viales, aparcamientos y áreas de meditación: la Hospedería para los peregrinos, la Casa de Encuentros, la casa de sacerdotes jubilados, que albergará al papa, pequeñas edificaciones para hospedaje y encuentros para jóvenes y peregrinos y un hogar de ancianos para el pueblo de El Cobre. Se espera que varias de estas obras estén terminadas para cuando llegue el papa.

Monseñor García Ibáñez ha indicado que se trata de crear facilidades para atender a varios grupos de visitantes a la vez. El número de peregrinos aumenta día a día a pesar de las dificultades de transporte. Sólo en el mes de febrero acudieron cerca de once mil.

El arzobispo ha señalado que la colecta permite expresar la devoción a la Virgen de la Caridad a todos “independientemente de las diferencias” y que, al igual que la imagen de la Virgen, el Santuario “es símbolo de lo cubano, de unidad y de los mejores anhelos y bienes para nuestro pueblo. Es una oportunidad de hacer realidad el lema de las celebraciones por los 400 años: La Caridad nos une”.

Los donativos se pueden hacer llegar a través de cuentas bancarias establecidas para este propósito que aparecen en la sección ‘Donativos’ de la Página Web dedicada a la Virgen de la Caridad (http://www.virgendelacaridaddelcobre.org).

Por Araceli Cantero Guibert

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Obispo denuncia incendios provocados en cadena en Honduras
Monseñor Emiliani: esconden la corrupción más espantosa
CIUDAD DE YORO, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- El departamento de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Honduras ha hecho público un comunicado del obispo responsable de la Pastoral Penitenciaria, monseñor Rómulo Emiliani CMF, en el que denuncia una serie de incendios provocados, incluido el de la prisión de Comayagua, que esconden, en su opinión, “la corrupción más espantosa”.

El comunicado con el título “De Comayagua a Comayaguela” tiene la intención de reflejar, dice monseñor Rómulo Emiliani, “lo que sentimos y meditamos ante la tragedia que nos embarga a todos en estos días en Honduras”.

“El fuego –señala el comunicado- se extendió como dragón voraz y despiadado y fue consumiendo vidas, engullendo en sus fauces tenebrosas y de manera insaciable a 361 personas del presidio de Comayagua. No satisfecho, luego da un salto cual fiera endiablada y acaba con la fuente de sustento de cinco mil personas que laboraban en los mercados de Comayagüela. No contento con lo realizado retrocede y va a la ciudad de San Pedro e intenta aniquilar a los enfermos que están en el hospital del Seguro Social”.

El prelado aborda en el comunicado la causa de los incendios: “Estos incendios provocados por accidentes lamentables, esconden otro incendio mucho más destructivo en nuestra patria que es permanente y alimenta los anteriores: el de la corrupción más espantosa por lo que se desvían fondos destinados a invertir en infraestructuras sólidas y capaces de resistir eventualidades como incendios y terremotos y que quedan en los bolsillos de unos pocos; el de la cultura de la improvisación y de la mediocridad que hace todo a medias y sin controles de calidad; el de no tener una planificación seria de todo un desarrollo integral para un país entero y el del egoísmo que nos hace solamente trabajar en los que son como uno, pensando muy poco en los pobres que son los que más habitan en nuestros presidios, trabajan en los mercados públicos y reciben atención en los hospitales del Seguro Social”.

“¿Qué pasó en la Granja Penal?, se pregunta el responsable de la Pastoral Penitenciaria. Y responde: “No nos podemos imaginar cómo puede ser una muerte relativamente lenta donde los pulmones se llenan de humo que a su vez van cerrando la tráquea provocando asfixia e intoxicando el cuerpo, junto con las llamas que van quemando los pies, las piernas, las manos, el vientre, el pecho y la cara y sentir los cuerpos de los compañeros que en la desesperación van cayendo unos encima de otros y amontonándose, formando una pira ardiendo elevando sus llamas al techo de la celda. Y eso en una oscura noche, porque además se fue la luz del presidio, oyendo toda clase de gritos mezclados con oraciones y súplicas llamando a la mamá o a los hijos, oliendo cuerpos quemados,

viéndose la piel abierta en grietas sangrientas, para después de tanto sonido desgarrador, se escuchen solo tenues lamentos, susurros que se van apagando y un silencio sepulcral; es que todos se están muriendo, están muy quemados, no pueden respirar…. es que ya están muertos”.

“Y se corre la voz --añade--, vienen con la cara destemplada y el corazón agitado, esperando lo peor, los familiares de los internos y se aglomeran en la entrada del presidio y gritan, suplican, lloran, quieren ver a sus hijos y esposos. Confusión y llanto, preguntas sin respuestas y mucha tensión, quieren entrar; encontronazo con la policía que intenta imponer orden fuera del presidio, en fin un caos reina en el presidio de Comayagua que ya se está convirtiendo de cárcel que era hace una hora, en un cementerio en medio de barrotes. Están muertos, son ya 361 los muertos, sin

cruces, sin tumbas, sin pena ni gloria. Y las madres lloran y los hijos se quedan huérfanos. La Granja Penal se convirtió en un triste y desolador camposanto”.

“¿Dónde estaba Dios?”, se pregunta monseñor Emiliani. Y responde: “Desde nuestra visión cristiana de la vida al quemarse ellos, también místicamente 'Dios se quemó' con ellos y una parte de nosotros se murió con ellos. ¿Por qué? Porque una hermosa novedad del evangelio consiste en saber que Dios está con nosotros, en medio nuestro y en nosotros. Por lo que está en todos, pero en

especial su presencia amorosa y misericordiosa está con los que sufren y en ellos padece lo que viven ellos. Y además, como somos miembros del cuerpo de Cristo en la historia, lo que le pasa a uno le sucede al otro. Cuando realmente amamos, nos alegramos con los que son objeto de nuestro amor si están contentos, y con ellos nos entristecemos si están padeciendo algún infortunio. Por eso en Comayagua, en su granja penal, se murió una parte de nosotros. Estamos de luto”.

Y concluye animando a dar una respuesta: “¿Y qué hacer? Asegurarnos que no se repita esto nunca más. Construir por lo menos cuatro presidios y renovar los otros, clausurando los que no reúnan las mínimas condiciones de seguridad y rehabilitación. Aprobar la ley penitenciaria. Revisar cada presidio y dotarlos de extintores, hidrantes, mangueras de agua, sistema eléctrico adecuado e implementar un sistema de evacuación seguro y practicarlo en diversas ocasiones del año. Eliminar la mora judicial acelerando los juicios de los internos, sabiendo que más de la mitad de los que están en los presidios no han sido procesados. Buscar mecanismos alternos para evitar detener y meter preso por cualquier circunstancia a las personas, cuando los casos sean de faltas leves que

podrían saldarse fuera de los presidios en trabajos comunitarios y en casos que lo ameriten, esperar el juicio fuera del presidio. Compensar de alguna manera a los deudos de los fallecidos de parte del Estado y ayudar a que se recuperen totalmente los heridos”.

“Y en general --concluye--, recordando el triste incendio de los mercados de Comayagua y el del

Seguro Social de San Pedro, ser lo más exigentes posibles, para que toda construcción cumpla con las normas emanadas por los Cuerpos de Bomberos del lugar y aplicar la ley tajantemente para los establecimientos que no cumplan las exigencias mínimas de seguridad. Y que cuanto antes construyan un nuevo mercado en Comayagüela, indemnizando a todos los que allí laboraban al igual que se levante ya el nuevo presidio de San Pedro”.

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Fundador de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica cumple 90 años
Homenaje del mundo académico y eclesiástico a monseñor Severo Aparicio
LIMA, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- Próximo a contar los 90 años, monseñor Severo Aparicio Quispe, obispo auxiliar emérito del Cuzco y fundador de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica, recibió semanas atrás un emotivo homenaje por parte de sus hermanos mercedarios del mundo académico y eclesiástico del Perú, en el antiguo convento de la Merced de Lima.

El encargado del discurso central fue el padre Juan Marcial, mercedario, quien destacó la trayectoria y la trascendencia histórica de los padres mercedarios, tanto en el virreinato del Perú como en el momento de la Independencia y la República. Luego el padre Armando Nieto, SJ, presidente, como José Antonio Benito, secretario, y el provincial mercedario del Perú, padre Iván Gálvez, tuvieron palabras de afecto y reconocimiento hacia tan querido maestro y formador de generaciones, quien estuvo presente con profundos signos de emoción.

El acontecimiento fue propicio para la presentación del número 13 de la Revista Peruana de Historia Eclesiástica dedicada a Monseñor Aparicio. De las 275 páginas, se le dedican varios artículos como la introducción “Presentación-entrevista-bibliografía” de José Antonio Benito. El artículo titulado “La genealogía episcopal de Monseñor Severo Aparicio Quispe, O. de M., obispo titular de Vegesela en Numidia y auxiliar de Cusco”, del chileno Carlos Salinas Araneda, “Fray Melchor de Talamantes, ideólogo de la independencia mexicana y autor del primer proyecto constitucional para la América septentrional”, del mexicano Juan Pablo Pampillo Baliño; “Últimos años de un convento mercedario en el obispado de Arequipa en el siglo XIX” del arequipeño Álvaro Espinoza de la Borda, entre otros. 

Una trayectoria plena de historia

Monseñor Severo Aparicio Quispe nació el 8 de octubre de 1923 en el distrito de San Pedro, departamento del Cuzco. Cursó los estudios de primaria y secundaria en su pueblo natal, Sicuani y Cuzco. Ingresado a la orden mercedaria, estudió teología y pedagogía en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde obtuvo los títulos de licenciado en Teología y profesor de secundaria en Lengua y Literatura. Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1951 y consagrado obispo el 4 de marzo de 1979. Se graduó como doctor en Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Fue profesor del colegio San Pedro Nolasco de Santiago de Chile, becario de la OEA en la Biblioteca del Congreso de Washington, DC, comendador de la Merced del Cuzco, profesor de latín en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco, asistente general de la Orden de la Merced en Roma, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. En 1977-78 fue Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana y en 1978 fue nombrado obispo auxiliar del Cuzco por Juan Pablo II. En 1986 fundó el Instituto Peruano de Historia Eclesiástica, que en 1996 fue elevado a Academia Peruana de Historia Eclesiástica; asimismo es el fundador y director de la Revista de este organismo.

Recibió la medalla de Santo Toribio de Mogrovejo de la Conferencia Episcopal Peruana. Miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, ha recibido la Medalla de oro de la ciudad del Cuzco. Miembro del Instituto Americano de Arte de la Ciudad Imperial, es consultor de la Pontificia Comisión para los bienes culturales de la Iglesia. En diciembre del 2009 recibió el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco.

A 25 años de su fundación, la Revista Peruana de Historia Eclesiástica se ha convertido en un referente obligado de la historia de la Iglesia en el Perú.

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Donde Dios llora


Sudáfrica: Ayudar a las personas infectadas con el vih a recuperar su dignidad
Entrevista a monseñor Ponce de León, vicario apostólico de Ingwavuma
ROMA, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- Mark Riedemann de Dios llora en la tierra, en cooperación con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó a monseñor José Luis Ponce de León IMC, vicario apostólico de Ingwavuma en Sudáfrica, la región con el mayor porcentaje de infecciones por el vih/sida en el mundo entero.

Usted nació en Buenos Aires, Argentina en 1961. ¿Cuándo supo que quería ser sacerdote?
 

--Mons. Ponce de León: Yo tenía 18 años y fue en el grupo de jóvenes que conocí a los Misioneros de la Consolata. Al conocerlos, descubrimos algo que nunca habíamos visto antes, que era la obra misionera de la Iglesia. Me hizo pensar en la posibilidad de convertirme en un misionero laico. Fue un domingo de abril, en que rezábamos por las vocaciones. Por alguna razón recuerdo que estaba en mi habitación pensando, tal vez Dios me está llamando no a ser un misionero laico, sino un sacerdote. Mi llamado fue una especie de paquete: religioso, sacerdote, y sacerdote misionero, las tres cosas juntas.
 

¿Cómo fue para usted, que es latinoamericano llegar a África? ¿Cuál fue el mayor desafío que tuvo que superar?
 

--Mons. Ponce de León: Usted sabe que se dice que es más fácil para la gente de América del Sur ir a África por la forma en que nos relacionamos con la gente. El reto, probablemente es que no tenemos los recursos financieros detrás de nosotros y por lo tanto no podemos escribir de vuelta a casa, a las organizaciones en nuestros países o a quien sea para obtener ayuda financiera, a menos que hayas estudiado y trabajado en Europa o en América del Norte. El otro reto fue llegar, como una persona blanca en el contexto del fin del apartheid. La Iglesia católica es sólo el 4%, por lo que no todos sabían que yo era un sacerdote. Su primera impresión fue de que yo era una persona de raza blanca, los que tienen el poder y el dinero, y uno de aquellos que controlaba todo hasta ayer en Sudáfrica.
 

¿Así es que había una desconfianza instintiva?
 

--Mons. Ponce de León: Inicialmente la había, pero afortunadamente lo primero que hice, y todavía lo hago, es decir algo en zulú y cambia por completo todo el asunto.
 

Su primera diócesis en Sudáfrica fue Dundee y como usted ha mencionado, aprendió el idioma zulú. Usted se convirtió en un ciudadano sudafricano, ¿acaso es esta su casa ahora?
 

--Mons. Ponce de León: Sí. Cuando me uní a los Misioneros de la Consolata nunca pensé que me iría a otro país sólo por unos pocos años. Para mí era de por vida. Pero luego fui trasladado a Roma y un año más tarde fui elegido secretario general de los Misioneros de la Consolata. Pensé que esto sería lo último. Nunca iba a volver a Sudáfrica... hasta que recibí esa simpática llamada telefónica del nuncio apostólico en Sudáfrica que dijo: “Felicitaciones, el santo padre lo ha nombrado obispo de Ingwavuma”.
 

¿Y usted dijo que sí?
 

--Mons. Ponce de León: Estaba muy confundido. Yo estoy muy a favor de una Iglesia local con el sacerdote local, y el obispo local a cargo. Yo era un religioso, un extranjero en un contexto zulú; no tenía sentido, pero al mismo tiempo me decía: “Bueno, es un vicariato y no una diócesis. Hay mucho trabajo por hacer mientras se convierta en una diócesis, tal vez por eso he sido llamado como misionero de la Consolata, así es que que estaremos allá para desarrollar la Iglesia local y trasladarme a otro sitio”.
 

Es una zona preciosa, pero también es una zona de sufrimiento. Sudáfrica tiene una de las más altas tasas de sida del mundo y creo que su área tiene una de las tasas más altas dentro de la propia Sudáfrica. ¿Cómo trabaja usted en este contexto?
 

--Mons. Ponce de León: Llegué a conocer la zona por Hlabisa, donde está la catedral. Es famosa porque se dice que es la zona con el mayor porcentaje de sida del mundo, y yo no sabía dónde estaba. Más tarde estaría yo allí, en la catedral. Realmente creo que la Conferencia Episcopal tuvo una idea brillante en el año 2000 cuando se decidió coordinar todos los proyectos en Pretoria, desde la casa Khanya, que es la oficina principal de la Conferencia Episcopal, porque se trataba de una pandemia y habría sido muy difícil para cualquiera de nosotros el ir solos, a como lo estamos haciendo hoy.
 

¿De qué número estamos hablando en KwaZulu Natal?
 

--Mons. Ponce de León: En nuestra zona, se dice que entre el 30 y el 40% de las personas son vih positivas, lo que significa que no hay una sola familia, que no esté afectada por esta pandemia. Recuerdo que hace años, cuando el alcalde de un pueblo dijo que era uno de cada tres, decía: “Mira a tu izquierda y a tu derecha: uno de ustedes es positivo”. Y es tan simple como eso. Por otra parte, esto afecta a personas entre los 15 y 40 años. En el año 2000, yo tenía 40 años en ese momento, y en la misión donde yo trabajaba el 50% de las personas que enterré eran más jóvenes que yo. No se discutía: Sentíamos que muchas personas se estaban muriendo y sabíamos que eran muy jóvenes.
 

¿Cuál fue la respuesta?
 

--Mons. Ponce de León: La educación es la respuesta. El gobierno optó por la política del AFP (abstinencia, fidelidad y preservativos). En la práctica, se daba el PFA (preservativos, fidelidad, abstenerse). Pero no funcionó. La pandemia no se detuvo y el gobierno comenzó a preguntarse qué salió mal. Algunas personas creen que tienen la respuesta correcta para la pandemia del sida en Sudáfrica, como si hubiera una respuesta fácil. Yo les digo que vengan y se queden por un tiempo en Sudáfrica y entonces comprenderán que es un problema difícil, y que son muchas las razones por las que la pandemia sigue creciendo.
 

¿El gobierno lo está haciendo de nuevo en su programa?
 

--Mons. Ponce de León: Así es, y ahora siempre involucran a la Iglesia en sus planes. Se dice que nosotros, la Iglesia católica, somos los mayores proveedores de cuidado de la salud en Sudáfrica. Fuimos pioneros en varios aspectos. Cuando el gobierno tenía problemas para tomar decisiones o adoptar medidas, la Iglesia católica lo hizo. Sabíamos que el programa antiretroviral era esencial para nosotros pero no nos lo podíamos permitir. Así que el Consorcio de ayuda al Sida (AIDS Relief Consortium) vino en nuestro rescate y así fue como empezamos.
 

¿Cuál es su mayor necesidad ahora en Sudáfrica?
 

--Mons. Ponce de León: En nuestro caso está siempre en el campo del vih. Mi principal temores el siguiente: el programa antiretroviral es excelente e incluso tenemos en mi vicariato, que es una zona rural, dos contenedores de transporte que se han transformado en un laboratorio de análisis de sangre. Seguimos a los pacientes en el vicariato, así que no tenemos que enviar las muestras de sangre a Johannesburgo para ver lo que está pasando.
 

Por lo tanto, ¿la parroquia se convierte en un hospital, en una clínica?
 

--Mons. Ponce de León: Todo se hace allí, cuidamos totalmente de la persona. Y hemos visto cómo las personas que están muriendo son capaces de recuperar su dignidad, se levantan de nuevo. Son capaces de volver a trabajar para cuidar de sus familias. Sin embargo, los retrovirales sólo sirven para prolongar sus vidas y sólo en la medida en que podamos ofrecerlos, y este es mi mayor temor, quedarnos sin fondos y no ser capaces de apoyar nunca más a la gente. No se trata sólo de los enfermos, sino también de sus familias. Se trata de toda una generación, del futuro de este país, y tenemos que asegurarnos de que ellos vayan a la escuela para que puedan prepararse mejor y miren el futuro con esperanza. Eso es lo principal para nosotros.
 

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la tierra”, un programa semanal de televisión y radio producido por Catholic Radio y Televisión Network, en conjunto con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
 

Para obtener más información en: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org.
 

Traducido del inglés por José Antonio Varela V.

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Flash


Mil quinientos catequistas se reunieron en Elche
Para celebrar su encuentro anual
ELCHE, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- La ciudad de Elche, España, fue sede este año de la Jornada Diocesana de Catequistas y Animadores en la Fe, un encuentro multitudinario y con mucha tradición, más de 25 años en marcha, que se celebra anualmente y que es organizado por el Secretariado de Catequesis de la Diócesis de Orihuela-Alicante.

Unos 1.500 catequistas de infancia, adolescencia, jóvenes y adultos, procedentes de las parroquias y colegios de toda la diócesis se dieron cita este domingo 4 de marzo en el Colegio Jesús María (Jesuitinas) a partir de las 10:30 horas.

Allí transcurrió la Jornada durante toda la mañana, hasta después de la comida. A las 16:30 horas se celebró una Santa Misa en la Basílica de Santa María, presidida por el obispo diocesano Rafael Palmero.

El lema de este año fue “¡La vocación del catequista!” y el objetivo principal de la jornada era convivir, compartir experiencias y vivencias, y reflexionar sobre el momento de la realidad de la catequesis.  

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Nuevo abad en la Abadía de Santo Domingo de Silos
El padre Lorenzo Maté Sadornil
SANTO DOMINGO DE SILOS, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- El padre Lorenzo Maté sadornil ha sido elegido abad de la Abadía de Santo Domingo de Silos, España.

En un mensaje enviado a ZENIT, se lee: “Con gran gozo les comunicamos que la Comunidad Benedictina de la Abadía de Santo Domingo de Silos, Burgos, ha elegido abad en la persona de Dom Lorenzo Maté Sadornil”.

El padre Lorenzo (1955) es natural de Citores del Páramo, Burgos. Ingresó en la escuela apostólica de la Abadía en el año 1966. Realizó los estudios teológicos en la Facultad de Teología de Burgos, más tarde estudió Historia Eclesiástica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Emitió su profesión monástica el 21 de noviembre de 1973. Fue ordenado sacerdote el 20 de agosto de 1980.

En la Abadía de Silos ha desempeñado los cargos de celador de novicios, mayordomo, prior, bibliotecario, archivero, y prior del priorato silense de Montserrat de Madrid.

En la actualidad ocupaba los cargos de bibliotecario, archivero y encargado de la parroquia de la villa de Silos.

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Documentación


Benedicto XVI: Necesitamos la luz interior para superar las pruebas de la vida
Palabras del papa en el ángelus del II Domingo de Cuaresma
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- De vuelta de la visita pastoral a la parroquia romana de San Juan Bautista de la Salle, en el Torrino, a mediodía, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para la acostumbrada cita dominical. Ofrecemos las palabras del papa al introducir la oración mariana.

*****

¡Queridos hermanos y hermanas!
 

Este domingo, el segundo de Cuaresma, se caracteriza por ser el domingo de la Transfiguración de Cristo. De hecho, durante la Cuaresma, la liturgia, después de habernos invitado a seguir a Jesús en el desierto, para enfrentar y superar con Él las tentaciones, nos propone subir con él al "monte" de la oración, para contemplar sobre su rostro humano la luz gloriosa de Dios. El episodio de la transfiguración de Cristo es atestiguado de manera concorde por los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas. Los elementos esenciales son dos: en primer lugar, Jesús sube con sus discípulos Pedro, Santiago y Juan a una montaña alta, “y se transfiguró delante de ellos” (Mc. 9,2), su rostro y su ropa irradiaban una luz brillante, mientras que junto a él aparecieron Moisés y Elías; y en segundo lugar, una nube envolvió la cumbre y de ella salió una voz diciendo: “Este es mi Hijo amado, escúchenle” (Mc. 9,7). Por lo tanto, la luz y la voz: la luz divina que resplandece en el rostro de Jesús, y la voz del Padre Celestial que da testimonio de Él y nos manda a escucharlo.
 

El misterio de la Transfiguración no se separa del contexto del camino que Jesús está haciendo. Él se ha ya decididamente dirigido hacia el cumplimiento de su misión, a sabiendas de que, para llegar a la resurrección, tendrá que pasar a través de la pasión y la muerte de cruz. De esto les ha hablado abiertamente a sus discípulos, los cuales no han entendido, sino más bien han rechazado esta perspectiva porque no razonan de acuerdo con Dios, sino con los hombres (cf. Mt. 16,23). Por eso Jesús lleva a tres de ellos a la montaña y les revela su gloria divina, el esplendor de la Verdad y del Amor. Jesús quiere que esta luz pueda iluminar sus corazones cuando pasen por la densa oscuridad de su pasión y muerte, cuando el escándalo de la cruz será insoportable para ellos. Dios es luz, y Jesús quiere dar a sus amigos más íntimos la experiencia de esta luz, que habita en Él. Por lo tanto, después de este evento, Él será en ellos una luz interior, capaz de protegerlos de los ataques de las tinieblas. Incluso en la noche más oscura, Jesús es la luz que nunca se apaga. San Agustín resume este misterio con una bella expresión, y dice: "Lo que para los ojos del cuerpo es el sol que vemos, lo es [Cristo] para los ojos del corazón" (Sermo 78, 2: PL 38, 490).
 

Queridos hermanos y hermanas, todos necesitamos la luz interior para superar las pruebas de la vida. Esta luz proviene de Dios, y es Cristo quien nos la da, Él, en quien habita toda la plenitud de la divinidad (cf. Col. 2,9). Subamos con Jesús al monte de la oración y, contemplando su rostro lleno de amor y de verdad, dejémonos colmar interiormente de su luz. Pidamos a la Virgen María, nuestra guía en el camino de la fe, que nos ayude a vivir esta experiencia en el tiempo de la Cuaresma, encontrando algún momento en el día para la oración en silencio y para la escucha de la Palabra de Dios.

Traducido del italiano por José Antonio Varela Vidal

©Librería Editorial Vaticana


 

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