23.03.12

Un viaje importantísimo

A las 11:44 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Benedicto XVI

 

El Papa vuela hoy hacia México para dar comienzo a su visita a la nación mexicana y a Cuba. Si todo viaje papal es importante, este se encuenta sin duda entre los más decisivos, a la vez que complicados, de este pontificado.

Complicada es la visita a México porque allí sigue “pendiente” la cuestión de Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Todo indica que el Santo Padre no se va a encontrar con víctimas del sacerdote depravado, lo cual está provocando una oleada de críticas, ya que ha sido habitual que en los últimos viajes papales a países donde han habido abusos por parte del clero, algunas víctimas han podido reunirse con Benedicto XVI. No se ha dado información de si es el Papa quien ha decidido no celebrar ese encuentro o es algo que le ha venido dado desde la Secretaría de Estado o desde la jerarquía católica en México. Solo se ha informado de que el episcopado mexicano no lo había pedido. Yo creo que ya va siendo hora de acabar con ese espectáculo mediático en los viajes del Papa. La Iglesia, y muy especialmente la fuerte y prudente acción de Ratzinger-Benedicto XVI, ya ha tomado las medidas oportunas para abordar los casos de abusos, ya ha pedido perdón por los mismos y no puede ser que los viajes papales tengan que llevar indefinidamente el lastre de los pecados de curas indignos y obispos necios.

Hay cosas mucho más importantes para la Iglesia en México que el escándalo Maciel. Por ejemplo, el papel de la Iglesia a la hora de defender públicamente los principios no negociables sobre la dignidad de la vida humana, la familia y el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación conforme a sus creencias. Y qué no decir de la labor profética que corresponde a las Iglesias locales en relación a la violencia del narcotráfico, que ha llevado a algunos analistas políticos a asegurar que México es un Estado fallido. Al Papa corresponde confirmar en la fe a los católicos mexicanos, para que sean verdadero instrumentos de evangelización. Y no olvidemos que la presencia creciente de las comunidades eclesiales evangélicas y de las sectas ha cambiado ya la configuración religiosa de esa nación norteamericana aunque siga siendo mayoritariamente católica.

En relación a Cuba, cabe decir que el Papa no visita la isla para predicar las bondades de la democracia sino el Evangelio. Lo cual no quiere decir que deba dejar de lado la defensa de los derechos humanos. El Santo Padre tiene la oportunidad de mostrar a la dictadura comunista que el camino del bien común para los cubanos no pasa por la opresión a los que piden libertades políticas. Desde que el beato Juan Pablo II pidió que Cuba se abriera al mundo y el mundo a Cuba, pocas cosas han cambiado. La dictadura del partido único comunista sigue al frente del gobierno de la nación. Cierto que ha mejorado la situación de la Iglesia en la isla, pero no sería justo que los católicos se conformaran con ganar ciertos espacios de libertad mientras ellos y todos los cubanos tienen que vivir bajo la suela del zapato castrista. Mucho ojo habrá que tener con no dar la idea de que se está pactando un silencio cómplice a cambio de libertad religiosa.

Por otra parte, espero que el Santo Padre introduzca ya la idea de que el futuro de Cuba ha de pasar necesariamente por una gran reconciliación nacional, en la que no quede excluido ningún cubano, tanto si vive en la isla como si ha logrado escapar de la misma hacia donde hay más libertad. En España dimos un ejemplo de cómo se deben hacer las cosas. Y en Europa del Este han demostrado que se puede pasar pacíficamente del comunismo hacia un modelo político más libre y abierto a la participación de los pueblos en la elección de sus gobierno. Espero que la Madre de Dios, en su advocación de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, interceda ante su Hijo por dicha reconociliación entre los cubanos. La verdadera Revolución que necesita Cuba es la que emana del evangelio. Sea Benedicto XVI apóstol de dicha revolución.

Luis Fernando Pérez Bustamante