ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de marzo de 2012

El papa en América Latina

"Nuestros ojos se dirigen espiritualmente al cerro del Tepeyac", dijo el papa
Al introducir el rezo del Ángelus

Multitudinaria misa de Benedicto XVI en León
Ante medio millón de personas

Un corazón puro ayuda en los momentos de dolor y esperanza del pueblo mexicano
Homilía de Benedicto XVI en la Santa Misa del Parque Bicentenario de León

Benedicto XVI y nuestra crisis de fe
Abrir la mente y el corazón a sus mensajes

Benedicto XVI: "He venido para que sientan mi afecto"
Las primeras horas del papa en México en medio de cantos y alegría

Visita de cortesía al presidente federal y llaves de la ciudad
En la Casa del Conde Rul de Guanajuato y la plaza Santa Fe

Un viaje especial
Crónica del vuelo papal

Un programa musical cubano para el papa
Tomado del repertorio que se canta en las comunidades

Cuba: Cientos de jóvenes preparan la acogida al papa en Santiago
Se repartirán 41.320 desplegables y programas

Trabajamos como obreros que no le temen al sol, ni a la lluvia, ni al viento
Habla el superior de los redentoristas que retornaron a Cuba hace once años

Retos de la visita papal
Testimonio de monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

Benedicto XVI: "Dios quiere que seamos felices"
Discurso del papa a los niños en la plaza de la Paz de Guanajuato

Donde Dios llora

Península arábiga: vi gente llorando con lágrimas de alegría al ver por fin su iglesia
Entrevista a monseñor Hinder, vicario apostólico en la región


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El papa en América Latina


"Nuestros ojos se dirigen espiritualmente al cerro del Tepeyac", dijo el papa
Al introducir el rezo del Ángelus
LEÓN, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Después de la multitudinaria celebración de la eucaristía en el Parque Bicentenario de León, México, Benedicto XVI dirigió el rezo del Ángelus. Ofrecemos el texto de las palabras del papa al introducir la oración mariana.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de este domingo, Jesús habla del grano de trigo que cae en tierra, muere y se multiplica, respondiendo a algunos griegos que se acercan al apóstol Felipe para pedirle: «Quisiéramos ver a Jesús» (Jn 12,21). Nosotros hoy invocamos a María Santísima y le suplicamos: «Muéstranos a Jesús».

Al rezar ahora el Ángelus, recordando la Anunciación del Señor, nuestros ojos también se dirigen espiritualmente hacia el cerro del Tepeyac, al lugar donde la Madre de Dios, bajo el título de «la siempre virgen santa María de Guadalupe», es honrada con fervor desde hace siglos, como signo de reconciliación y de la infinita bondad de Dios para con el mundo.

Mis predecesores en la Cátedra de san Pedro la honraron con títulos tan entrañables como Señora de México, celestial Patrona de Latinoamérica, Madre y Emperatriz de este Continente. Sus fieles hijos, a su vez, que experimentan sus auxilios, la invocan llenos de confianza con nombres tan afectuosos y familiares como Rosa de México, Señora del Cielo, Virgen Morena, Madre del Tepeyac, Noble Indita.

Queridos hermanos, no olviden que la verdadera devoción a la Virgen María nos acerca siempre a Jesús, y «no consiste ni en un estéril y transitorio sentimentalismo, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios y nos inclina a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes» (Lumen Gentium, 67). Amarla es comprometerse a escuchar a su Hijo, venerar a la Guadalupana es vivir según las palabras del fruto bendito de su vientre.

En estos momentos en que tantas familias se encuentran divididas o forzadas a la migración, cuando muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores o la criminalidad, acudimos a María en busca de consuelo, fortaleza y esperanza. Es la Madre del verdadero Dios, que invita a estar con la fe y la caridad bajo su sombra, para superar así todo mal e instaurar una sociedad más justa y solidaria.

Con estos sentimientos, deseo poner nuevamente bajo la dulce mirada de Nuestra Señora de Guadalupe a este País y a toda Latinoamérica y el Caribe. Confío a cada uno de sus hijos a la Estrella de la primera y de la nueva evangelización, que ha animado con su amor materno su historia cristiana, dando expresión propia a sus gestas patrias, a sus iniciativas comunitarias y sociales, a la vida familiar, a la devoción personal y a la Misión continental que ahora se está desarrollando en estas nobles tierras. En tiempos de prueba y dolor, ella ha sido invocada por tantos mártires que, a la voz de «viva Cristo Rey y María de Guadalupe», han dado testimonio inquebrantable de fidelidad al Evangelio y entrega a la Iglesia. Le suplico ahora que su presencia en esta querida Nación continúe llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide. Santa María de Guadalupe nos bendiga y nos alcance por su intercesión abundantes gracias del Cielo.

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Multitudinaria misa de Benedicto XVI en León
Ante medio millón de personas
LEÓN, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- El papa Benedicto XVI celebró una multitudinaria eucaristía en el Parque Expo Bicentenario de León, México, que comenzó a las diez de la mañana, con la asistencia de medio millón de personas, en su mayoría jóvenes.

Benedicto XVI llegó tras sobrevolar en helicóptero un gigantesco Cristo emplazado en el cerro del Cubilete, en el centro geógráfico del país. El helicóptero que los trasladaba pasó por la gigantesca imagen de Cristo Rey, de 20 metros y 80 toneladas, que fue destruida durante la Guerra Cristera (1926-1929) entre el gobierno y católicos insurrectos, guerra que marcó un drástico quiebre en las relaciones entre el Estado y la Iglesia en México.

Luego descendió en el parque Bicentenario donde la multitud, compuesta mayoritariamente por jóvenes, lo saludaba y vitoreaba al paso del papamóvil que lo llevó desde el helipuerto hasta el altar. "Benedicto hermano, ya eres mexicano", coreaban los asistentes

Peregrinos de todas partes de Mexico acampaban en el Parque del Bicentenario con la ilusión de tener la mejor visión de la celebración.

"Si pasamos frío o calor no importa, yo quiero estar ahí con el papa. Llegamos a las 4 de la mañana del DF, nos fuimos a San Miguel de Allende y luego para acá", expresó a los medios una asistente. "Deséenme suerte, porque como yo viene mucha gente", aseguró.

En la explanada donde el papa celebró la aucaristía se concentraban unas 300.000 personas y otras tantas en las proximidades. En las zonas donde se instalaron los asistentes a la celebración fueron abiertos ocho kilómetros de senderos y removidos 350.000 metros cúbicos de tierra sobre una superficie de 42 hectáreas.

En su homilía, el papa animó a los asistentes a pedir a Dios un corazón puro porque "nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica".

Para leer el texto completo de la homilía: http://www.zenit.org/article-41823?l=spanish.

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Un corazón puro ayuda en los momentos de dolor y esperanza del pueblo mexicano
Homilía de Benedicto XVI en la Santa Misa del Parque Bicentenario de León
LEÓN, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto de la homilía pronunciada por Benedicto XVI en la Santa Misa celebrada a las 10 de la mañana, hora local, en el Parque Expo Bicentenario de León, México, ante medio millón de personas en su mayoría jóvenes.

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Queridos hermanos y hermanas:

Me complace estar entre ustedes, y deseo agradecer vivamente a monseñor José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León, sus amables palabras de bienvenida. Saludo al episcopado mexicano, así como a los señores cardenales y demás obispos aquí presentes, en particular a los procedentes de Latinoamérica y el Caribe. Vaya también mi saludo caluroso a las autoridades que nos acompañan, así como a todos los que se han congregado para participar en esta Santa Misa presidida por el Sucesor de Pedro.

«Crea en mí, Señor, un corazón puro» (Sal 50,12), hemos invocado en el salmo responsorial. Esta exclamación muestra la profundidad con la que hemos de prepararnos para celebrar la próxima semana el gran misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica.

El anhelo de un corazón puro, sincero, humilde, aceptable a Dios, era muy sentido ya por Israel, a medida que tomaba conciencia de la persistencia del mal y del pecado en su seno, como un poder prácticamente implacable e imposible de superar. Quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro. Así fue abriéndose paso el recurso a la misericordia infinita del Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 33,11). Un corazón puro, un corazón nuevo, es el que se reconoce impotente por sí mismo, y se pone en manos de Dios para seguir esperando en sus promesas. De este modo, el salmista puede decir convencido al Señor: «Volverán a ti los pecadores» (Sal 50,15). Y, hacia el final del salmo, dará una explicación que es al mismo tiempo una firme confesión de fe: «Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias» (v. 19).

La historia de Israel narra también grandes proezas y batallas, pero a la hora de afrontar su existencia más auténtica, su destino más decisivo, la salvación, más que en sus propias fuerzas, pone su esperanza en Dios, que puede recrear un corazón nuevo, no insensible y engreído. Esto nos puede recordar hoy a cada uno de nosotros y a nuestros pueblos que, cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda, no bastarán las estrategias humanas para salvarnos. Se ha de recurrir también al único que puede dar vida en plenitud, porque él mismo es la esencia de la vida y su autor, y nos ha hecho partícipes de ella por su Hijo Jesucristo.

El Evangelio de hoy prosigue haciéndonos ver cómo este antiguo anhelo de vida plena se ha cumplido realmente en Cristo. Lo explica san Juan en un pasaje en el que se cruza el deseo de unos griegos de ver a Jesús y el momento en que el Señor está por ser glorificado. A la pregunta de los griegos, representantes del mundo pagano, Jesús responde diciendo: «Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado» (Jn 12,23). Respuesta extraña, que parece incoherente con la pregunta de los griegos. ¿Qué tiene que ver la glorificación de Jesús con la petición de encontrarse con él? Pero sí que hay una relación. Alguien podría pensar –observa san Agustín– que Jesús se sentía glorificado porque venían a él los gentiles. Algo parecido al aplauso de la multitud que da «gloria» a los grandes del mundo, diríamos hoy. Pero no es así. «Convenía que a la excelsitud de su glorificación precediese la humildad de su pasión» (In Joannis Ev., 51,9: PL 35, 1766).

La respuesta de Jesús, anunciando su pasión inminente, viene a decir que un encuentro ocasional en aquellos momentos sería superfluo y tal vez engañoso. Al que los griegos quieren ver en realidad, lo verán levantado en la cruz, desde la cual atraerá a todos hacia sí (cf. Jn 12,32). Allí comenzará su «gloria», a causa de su sacrificio de expiación por todos, como el grano de trigo caído en tierra que muriendo, germina y da fruto abundante. Encontrarán a quien seguramente sin saberlo andaban buscando en su corazón, al verdadero Dios que se hace reconocible para todos los pueblos. Este es también el modo en que Nuestra Señora de Guadalupe mostró su divino Hijo a san Juan Diego. No como a un héroe portentoso de leyenda, sino como al verdaderísimo Dios, por quien se vive, al Creador de las personas, de la cercanía y de la inmediación, del Cielo y de la Tierra (cf. Nican Mopohua, v. 33). Ella hizo en aquel momento lo que ya había ensayado en las Bodas de Caná. Ante el apuro de la falta de vino, indicó claramente a los sirvientes que la vía a seguir era su Hijo: «Hagan lo que él les diga» (Jn 2,5).

Queridos hermanos, al venir aquí he podido acercarme al monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cubilete. Mi venerado predecesor, el beato papa Juan Pablo II, aunque lo deseó ardientemente, no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano en sus viajes a esta querida tierra. Seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el Señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, como también habrá bendecido a tantos millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias recientemente en todos los rincones del país. Pues bien, en este monumento se representa a Cristo Rey. Pero las coronas que le acompañan, una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden. Su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio. Éste es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar. Por eso es justo que, por encima de todo, este santuario sea un lugar de peregrinación, de oración ferviente, de conversión, de reconciliación, de búsqueda de la verdad y acogida de la gracia. A él, a Cristo, le pedimos que reine en nuestros corazones haciéndolos puros, dóciles, esperanzados y valientes en la propia humildad.

También hoy, desde este parque con el que se quiere dejar constancia del bicentenario del nacimiento de la nación mexicana, aunando en ella muchas diferencias, pero con un destino y un afán común, pidamos a Cristo un corazón puro, donde él pueda habitar como príncipe de la paz, gracias al poder de Dios, que es el poder del bien, el poder del amor. Y, para que Dios habite en nosotros, hay que escucharlo, hay que dejarse interpelar por su Palabra cada día, meditándola en el propio corazón, a ejemplo de María (cf. Lc 2,51). Así crece nuestra amistad personal con él, se aprende lo que espera de nosotros y se recibe aliento para darlo a conocer a los demás.

En Aparecida, los obispos de Latinoamérica y el Caribe sintieron con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en la historia de estas tierras «desde el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros» (Documento conclusivo, 11). La Misión Continental, que ahora se está llevando a cabo diócesis por diócesis en este Continente, tiene precisamente el cometido de hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente. También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar «la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar» (Discurso a la Curia Romana, 22 de diciembre de 2011). Lo vemos muy bien en los santos, que se entregaron de lleno a la causa del evangelio con entusiasmo y con gozo, sin reparar en sacrificios, incluso el de la propia vida. Su corazón era una apuesta incondicional por Cristo, de quien habían aprendido lo que significa verdaderamente amar hasta el final.

En este sentido, el Año de la fe, al que he convocado a toda la Iglesia, «es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo [...]. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo» (Porta fidei, 11 octubre 2011, 6.7).

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a purificar nuestro corazón, especialmente ante la cercana celebración de las fiestas de Pascua, para que lleguemos a participar mejor en el misterio salvador de su Hijo, tal como ella lo dio a conocer en estas tierras. Y pidámosle también que siga acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos, para que Cristo reine en sus vidas y les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad. Amén.

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Benedicto XVI y nuestra crisis de fe
Abrir la mente y el corazón a sus mensajes
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el artículo habitual de nuestro colaborador el obispo de San Cristóbal de las Casas, México, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, que trata sobre la visita del papa a su país.

*****

+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Ante la visita del Papa a nuestra patria, que decidió realizar, como lo dijo el 12 de diciembre pasado, para “proclamar la Palabra de Cristo” y afianzarnos en “la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”, hemos de preguntarnos cómo está nuestra fe: ¿Es firme, recia, adulta, instruida, transformante? ¿O es una fe infantil, tambaleante, débil, no ilustrada, ritualista, intimista? La intención del Papa es confirmarnos en la fe, alentarnos hacia una fe recia; pero depende de la disposición de cada quien para dejarse iluminar. Para quienes no quieren cambiar ni cuestionar su vida desordenada, su visita es intrascendente, anecdótica, transitoria, e incluso para algunos grupos beligerantes, ocasión para ofenderlo y mofarse sin respeto ni educación.

En muchas partes del mundo, sin excluirnos nosotros, hay lo que ha calificado el papa como una crisis de fe. Se nota en la secularización creciente, en la disminución de católicos practicantes, en los divorcios y la inestabilidad de los matrimonios, en un laicismo intolerante, en el desprecio a la vida incipiente, en los ataques a la libertad religiosa. Por ello, nos ha convocado a un Año de la Fe, con ocasión del cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II. Por ello, también, su sacrificio de hacer estos viajes tan agotadores con tal de anunciar el Evangelio e invitarnos a una vivencia más auténtica de nuestra fe católica. Es admirable su empeño evangelizador, dada su avanzada edad.

CRITERIOS

Durante nuestra Visita Ad Limina en septiembre de 2005, nos dijo a los obispos: “México tiene ante sí el reto de transformar sus estructuras sociales para que sean más acordes con la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. A esta tarea están llamados a colaborar los católicos, que constituyen aún la mayor parte de su población, descubriendo su compromiso de fe y el sentido unitario de su presencia en el mundo. Pues, de lo contrario, la separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo.

Muchos bautizados, influenciados por innumerables propuestas de pensamiento y de costumbres, son indiferentes a los valores del Evangelio e incluso se ven inducidos a comportamientos contrarios a la visión cristiana de la vida, lo que dificulta la pertenencia a una comunidad eclesial. Aun confesándose católicos, viven de hecho alejados de la fe, abandonando las prácticas religiosas y perdiendo progresivamente la propia identidad de creyentes, con consecuencias morales y espirituales de diversa índole.

El pueblo mexicano, rico por sus culturas, historia, tradiciones y religiosidad, se caracteriza por su alegría y un profundo sentido de la fiesta. Esta es una de las muestras del júbilo cristiano ya desde la primera evangelización, que da gran expresividad a las manifestaciones de la religiosidad popular. Corresponde a los pastores orientar esta peculiaridad tan común en los fieles mexicanos hacia una fe sólida y madura, capaz de modelar una conducta de vida coherente con lo que se profesa con alegría. Ello avivará también el creciente impulso misionero de los mexicanos”.

PROPUESTAS

Recibámoslo con apertura de mente y de corazón; centrémonos en sus mensajes, sin distraernos en anécdotas secundarias; perdonemos con tolerancia a los grupúsculos que aprovechan su visita para hacerse publicidad, insultándolo; oremos para que se logre el objetivo de ser confirmados en nuestra fe.

Cada quien revisemos cuán sólida es nuestra adhesión a Jesús; cuán coherente es nuestra vida diaria con la fe que decimos profesar. ¿Es el Evangelio el que ilumina y guía nuestras decisiones? ¿Es la Palabra de Dios la que moldea nuestros criterios, nuestros puntos de vista? La política, la educación, la economía, las leyes, las costumbres, la familia, los medios de comunicación, las vacaciones, las relaciones sociales, las contiendas electorales, ¿reflejan un país católico?

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Benedicto XVI: "He venido para que sientan mi afecto"
Las primeras horas del papa en México en medio de cantos y alegría
Por Paloma Rives, enviada especial

GUANAJUATO, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pasó sus primera horas en México entre el fervor de la multitud que lo recibió con cantos y mucha alegría.

Son cientos, miles de personas. Nos trasladamos en la comitiva y podemos apreciar, durante todo el trayecto de la ciudad de León a la ciudad de Guanajuato, las vallas humanas. Cantos, porras y por miradas repletas de alegría en la espera del recorrido de S.S Benedicto XVI.

Es impresionante. Hombres, mujeres, ancianos y niños que, a pesar del largo tiempo de espera, no dejan de proyectarnos su emoción. Saben que en estas camionetas donde nos transportan no está el Papa. Saben que él pasará varios minutos después frente a ellos pero ello no le resta alegría ni pasión a las muestras de afecto para el Vicario de Cristo.

Continuamos el viaje hacia la Plaza de la Paz por la carretera.

Cuando pasamos frente al lugar donde se realizaría al día siguiente la Santa Misa por el papa Benedicto XVI, todo el equipo de periodistas nos asombramos ante aquellos 15 kilómetros que algunas personas recorrieron para poder entrar. Vemos como acampan. Seguramente algunos de ellos llevan horas de viaje en su haber y la sonrisa como si nada.

Y es que la alegría de recibir al líder de la Iglesia católica se manifiesta en todas partes. Precisamente el día en que Su Santidad saluda a los niños, recibimos el testimonio de Gerardo Anguiano, quien vive en Tabasco –sureste de México- y quien desafortunadamente vivió la pérdida de un ser muy querido por el tema de la inseguridad en este país.

Noos comparte su sentir: En esta visita a México, Cristo mismo por medio del papa es quien llega a ver a su madre y a sus hermanos mexicanos para decirles: “Les envío a Benedicto. El va en mi nombre a León, Guanajuato que está en el corazón de mi queridísimo México. Buscará llegar al corazón de todos los mexicanos. En especial al de los enfermos, deprimidos, cansados o encarcelados. Pero también al corazón de los delincuentes, de los corruptos, de los violentos. Para ganar su alma a la Luz, al bien, al amor”.

Este es un testimonio de cómo viven los mexicanos la llegada del Benedicto XVI. De norte a sur. Lo viven como María, una pequeñita de escasos seis años que encontramos cuando llegamos a la plaza de la Paz en Guanuajuato.

María llevaba en sus manos una pequeña cajita de cartón con gomas de mascar. Las campanas sonaban, la gente cantaba, todos atentos porque el papa estaba por llegar.

Ella estaba pegada a su hermanita mayor. Hemos de compartirles que nos llamaron la atención sus ojos; o mejor dicho su mirada. Nos acercamos y preguntamos: --"Hola, ¿cómo estas? ¿Cómo te llamas? "Volteó a vernos y de inmediato nos ofreció gomas de mascar. “¿Quieres chiclets? Ya casi termino, es para mi comidita”.

Claro, pero cuéntanos cómo te llamas, insistimos. “María, me llamo María”.

--María, y ¿que haces hasta aquí? --“Estoy esperando al Papa. Ya viene ¿verdad?

¡Qué luz había en su rostro! Como pocas veces puede uno encontrar.

Sí María, ya entró a Guanajuato y seguramente no tarda. ¿Por qué le esperas con tantas ansias? “Porque nos viene a ver a los niños, yo soy niña. Porque quiero la bendición. Eso me va a ayudar”, y suelta una enorme sonrisa al terminar la frase.

Llegó el Papa. María gritaba, saltaba, trataba de subirse un poco para verle.

Después de un rato, después del encuentro de Su Santidad con el presidente Felipe Calderón, Benedicto XVI salió al balcón a saludar a miles de personas que se encontraban en las afueras de la casa del Conde Rul. Salío a ver a los niños e inició su mensaje diciendo: “Ustedes ocupan un lugar muy importante en el corazón del Papa. Y en estos momentos quisiera que esto lo supieran todos los niños de México, particularmente los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia, el hambre, que en estos meses, a causa de la sequía se ha dejado sentir fuertemente en algunas regiones”.

Miré de inmediato a María. Estaba aún más feliz. El Papa llegó a hacer sentir a los niños que tienen un lugar especial en su corazón y así lo entendió María.

Para leer el mensaje completo del papa a los niños:  http://www.zenit.org/article-41813?l=spanish.   

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Visita de cortesía al presidente federal y llaves de la ciudad
En la Casa del Conde Rul de Guanajuato y la plaza Santa Fe
GUANAJUATO, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- En la mañana del sábado 24 de marzo, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en privado en la Capilla del Colegio Miraflores de León. Por la tarde, hizo una visita de cortesía al presidente federal de México.

A las 17 horas, antes de salir de la Residencia, el papa saludó al gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, con su familia.

A continuación dejó León para trasladarse a Guanajuato, capital del estado homónimo, para una visita de cortesía al presidente constitucional de los Estados Unidos de México, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

Llegado a la plaza de la Santa Fe, el papa recibió el saludo del alcalde, Edgar Castro Cerillo, que le entregó las llaves de la ciudad.

A su llegada al palacio Casa del Conde Rul, sede de representación del gobierno local, a las 18 horas, el papa fue acogido por el presidente y por su consorte en el portón posterior del edificio, para permitir mientras tanto a los fieles congregarse en la plaza enfrente de la entrada principal.
Tras el encuentro privado, fueron presentados al santo padre los familiares del presidete. Luego hubo un intercambio de regalos y la presentación de las respectivas delegaciones.

Tras su encuentro con los niños en la plaza de la Paz (ver: http://www.zenit.org/article-41813?l=spanish), el papa dejó Guanajuato para regresar al Colegio Miraflores de León.

Al entrar en la ciudad, se encontró con el alcalde de León,Francisco Ricardo Sheffield Padilla, que le ofreció las llaves de la ciudad.

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Un viaje especial
Crónica del vuelo papal
Por Paloma Rives, enviada especial

ROMA, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Tan solo subir el primer escalón hacia la entrada del avión produjo una sensación tan hermosa que es difícil de explicar.

Adelante iba Arcelia Becerra del diario A.M quien volteó hacia atrás con una mirada cristalina envuelta en nerviosismo y por supuesto una sonrisa: –“Ya, Paloma, ya estamos a punto de entrar,” dijo. En ese momento, como por arte de magia, vinieron a la mente una serie de imágenes de los momentos en que nos entregaron la acreditación; las caminatas de prisa y nerviosas de una oficina a otra para completar los trámites; las palabras de aliento y de acompañamiento del equipo de ZENIT en la Ciudad del Vaticano y hasta el momento en que, por vía del correo electrónico recibimos la encomienda ya hace algunos meses.

“Ya Arcelia, ya vamos a entrar a este gran sueño, a esta hermosa misión,” – le respondí con mucha confianza. Habíamos podido entablar conversaciones muy agradables junto a otros compañeros de viaje y ello había permitido la camaradería propia de quienes se identifican con una visión similar: poner todo el esfuerzo en hacer de esta oportunidad un medio para entregar buenos resultados.

Lo primero que encontramos fue una tripulación amable, sonriente, servicial y atenta. Es de aquellas ocasiones en las que se recuerda que cuando un ser humano encuentra su vocación y, en consecuencia, disfruta su trabajo, lo hace con alegría.

“No existen asientos designados, solo los de la parte de enfrente” – logré entender a la amable señorita aeromoza que –evidentemente- se dirigió a nosotras en italiano. Gracias.

Era la última de tres secciones del avión. En la primera, Su Santidad Benedicto XVI y colaboradores más cercanos. En la segunda sección, parte de su equipo de seguridad y logística y, en la tercera (donde nos encontrábamos), los periodistas acreditados.

Caminamos con un poco de dificultad por la dinámica de acomodo de los equipos y maletas pequeñas de los otros viajeros que, como nosotros, buscaban un lugar donde pasar las siguientes 14 horas.

Los asientos se dividía en tres largas filas y entre ellas dos corredores pequeños pero lo suficientemente cómodos para transitar. Pasamos dos, tres, cuatro… ¡no encontrábamos espacio! En unos asientos algunas cajas, en otros, enormes cámaras de alta tecnología, en otros, ya se ubicaban quienes habían abordado primero. Aquí se confirme aquello de “los últimos serán los primeros” porque…a estas alturas…¡nos vamos porque nos vamos!

Cuarta, quinta, todas las filas recorridas del pasillo izquierdo y ¡nada!

¿Se reza para encontrar lugar en un vuelo papal?

Llegamos a las primeras filas reservadas para los periodistas que cubren permanentemente la fuente informativa de la Santa Sede y que –por cierto- lo han hecho durante años. Obviamente, ahí no.

Iniciamos el recorrido por el pasillo derecho, ahora, de adelante hacia atrás. Saludamos a algunos compañeros que teníamos el gusto de conocer desde antes de esta experiencia y a otros que conocimos en la sala de espera. “Buon viaggio,” decían algunos. “¡Hola! Nos encontramos al rato,” decían otros, y mientras, yo pensaba: “ojalá porque todavía no encuentro lugar.”

Llegamos a la última fila. Ni, a la izquierda, ni al centro, habíamos logrado aquel tan esperado asiento. Cuando aparece ante nosotros el coordinador de logística, encargado del grupo y nos dice: “Aspetta un attimo.” ¡Una esperanza! Sólo quedábamos cuatro personas “en el limbo” (perdonen la referencia) y evidentemente no deseábamos quedarnos ahí.

Movieron unas cajas y nos designaron dos filas. Es decir, seis asientos para cuatro. Si. Definitivamente. Los últimos serán los primeros.

¡Qué cómodos! A nuestra derecha, después del asiento vacío, una agradable compañía. Felipe de Jesús Monroy, representante de la comisión de comunicación social de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) de quien compartiremos una charla en entregas siguientes.

En la cabecera del asiento, el escudo del Vaticano. Un paquete con una suave cobija verde y una almohada blanca, también con el escudo.

Una vez que todos están en sus lugares y los equipos en los compartimentos superiores, la tripulación inicia el recorrido por los pasillos invitando jugo de naranja color rojo. Sí, color rojo. Preguntamos al amable joven sobrecargo la causa del color y nos contesta: “Porque tiene un poco de vergüenza!” Muchas risas cuando escuchamos la respuesta tan ocurrente. Definitivamente, disfruta su trabajo.

Debemos recalcar que en ningún momento, de las 14 horas de vuelo, dejamos de recibir una sonrisa de quienes nos asistían en el vuelo. En ningún momento. Aquí vuelve a la mente –una vez mas- el agradecer en lo personal este hermoso trabajo. ¡Qué gran privilegio ser periodista y disfrutarlo!

Continuamos haciendo fotografías y grabamos un video tipo blog. El tiempo se fue muy rápido. Nos visitan, de nuevo, los sobrecargos para entregarnos el menú. Llegó la hora del desayuno. Recordemos que habíamos llegado al aeropuerto a las 5 y media de la mañana y abordamos el avión a las 8 y media.

Nos entregan una tibia toalla húmeda y después de recogerla llega la “prima colazione”. Un omelette, pan tibiecito, café, yogurt y frutas. Aquí llega una pregunta mas: ¿qué son esas frutitas pequeñitas rojas? Parecieran como lo que en México conocemos como capulines pero no son. En ese momento, de la fila de atrás se escucha: -“¡Rives!” e inmediatamente volteamos en respuesta al supuesto llamado de un compañero de la prensa italiana quien, aún y cuando le respondo, guarda silencio y repite: -“¡Rives!”. Continúa el silencio hasta que la sobrecargo entiende la confusión y dice en italiano: -“la fruta se llama ribes, con esta b”. No cabe duda, este es un viaje especial en todos los sentidos.

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Un programa musical cubano para el papa
Tomado del repertorio que se canta en las comunidades
Por Araceli Cantero Guibert

SANTIAGO DE CUBA, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- El día 26 de marzo, Benedicto XVI será recibido en la plaza Antonio Maceo con el tema Bienvenido, Santo Padre, de Marcos Paneque y Jesús Estrada, estrenado e interpretado por el grupo Kerigma en la misma plaza el 24 de enero de 1998.

La imagen de la Virgen, procedente del Santuario de El Cobre, será acogida con el son Peregrino de la Caridad, de Jesús Bermejo y Jorge Catasús, compuesto para este momento.

El padre Catasús ha explicado que las obras y los autores que integran el programa musical de la Eucaristía han sido escogidos entre los más significativos del repertorio que se canta en las comunidades cristianas de Cuba.

Durante la visita al Santuario el día 27, el programa incluye Ave Maris Stela, del sacerdote y compositor cubano Esteban Salas, Salve Regina, gregoriano y el Himno a Nuestra Señora de la Caridad, de Francisco Rafols, estrenado en el Congreso Católico Nacional de 1959.

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Cuba: Cientos de jóvenes preparan la acogida al papa en Santiago
Se repartirán 41.320 desplegables y programas
Por Araceli Cantero Guibert

SANTIAGO DE CUBA, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- A menos de dos días de la llegada de Benedicto XVI a Cuba, la Casa de Pastoral Juan Pablo II de la Archidiócesis de Santiago de Cuba es un hervidero de actividad. Grupos de jóvenes católicos colaboran en la preparación de carteles de bienvenida y organizan la distribución de las credenciales, las camisetas y gorras que identificarán a centenares de voluntarios para la acogida.

“Estamos trabajando en aspectos de la logística de la Misa papal en Santiago”, explica el diácono Humberto González, que dirige la Comisión Diocesana de Misiones. González señala que en la plaza Antonio Maceo, lugar en donde tendrá lugar la Eucaristía del día 26, se repartirán 41.320 plegables y el mismo número de programas para la liturgia, con las oraciones y los cantos.

El desplegable es el mismo que ha circulado por todas las comunidades católicas de Cuba desde el miércoles de ceniza con el título "Dale la mano a tu hermano". En él se invita al pueblo a vivir y realizar gestos de misericordia durante el tiempo de Cuaresma.
Centenares de voluntarios, identificados con una camiseta y gorra blanca formarán los cordones de orden durante la celebración.

Las camisetas muestran el logo con la imagen de la virgen en azul y el lema "La Caridad nos une" y el mensaje "Peregrino de la caridad.

El sábado 24, en la Casa de Pastoral, Julita Soler recortaba las credenciales con un grupo de jóvenes. Pertenece a varios grupos de la pastoral diocesana y dice que es algo que “nos enriquece”. Con pocos años de casada, piensa que pertenecer a un grupo de matrimonios es muy importante. “La vida que nos rodea muchas veces no comparte nuestros ideales de matrimonio pero el grupo si. Hay matrimonios con más experiencia que te ayudan”.

La religiosa claretiana Beatriz Cecilia Medina pasa el día en con los jóvenes voluntarios. Es Coordinadora de la Pastoral Juvenil en la Diócesis y señalaba que el sábado 24 debían terminar esta tarea, porque “a partir del 25 los jóvenes se dedicarán a recibir a quienes van llegando por tren y por guagua, que llegan por adelantado para ocuparse de que la Misa quede muy bonita”.

El joven Luis Javier Mediaceja no pudo colaborar tan directamente en los preparativos cuando Juan Pablo II visitó Cuba. “Yo era muy pequeño pero ahora tengo mas sentido de la responsabilidad,” comentó. Bautizado de pequeño y miembro de la parroquia de Santa Teresita, en Santiago, dice que es importante para los jóvenes participar así porque nos motiva como cristianos y como católicos a integrarnos mas a nuestra iglesia”. El cree con la visita del Papa van a cambiar las expectativas de los jóvenes.

Camilo Fabra trabajó durante diez años con la pastoral juvenil y ahora trabaja en formación y cultura con Hermanos de La Salle. En el 98, trabajó en la comisión de acogida de Juan Pablo II y ahora repite para acoger a Benedicto XVI

Dice que se vive la misma alegría y motivación que entonces para recibir al Santo Padre. “Deseamos que el pueblo exprese su fe y que nosotros podamos brindar un poquito de la fe que tenemos a todo el que quiera”.

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Trabajamos como obreros que no le temen al sol, ni a la lluvia, ni al viento
Habla el superior de los redentoristas que retornaron a Cuba hace once años
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- El llamado del beato Juan Pablo II durante su visita a Cuba para que esta se abra al mundo, tuvo diversos frutos. Uno de ellos fue el retorno de algunas familias religiosas que trabajaron en la isla por muchos años, a las cuales se les dio la oportunidad de retomar su misión en medio del pueblo cubano.

Uno de estos casos fue la congregación del Santísimo Redentor, o conocidos como los ‘redentoristas’, quienes cumplirán este mes de mayo once años de haber retomado las riendas de un trabajo que comenzaron en 1927 y que tuvieron que dejar desde 1961 por razones conocidas.

Ante la cercanía de la llegada del papa Benedicto XVI a la isla, ZENIT entrevistó al padre Hipólito Vicens, superior de la Misión Redentorista de Cuba, quien comparte las esperanzas actuales y las oportunidades misioneras de esta visita, así como su percepción de que a algunos miembros del gobierno no les termina de “cuadrar” tanta apertura…

¿Cómo está el ambiente en Cuba por la llegada del Papa?

--P. Vicens: Nacionalmente todos estamos a la expectativa. Ciertamente no se percibe un entusiasmo como nos cuentan para el 1998, cuando Juan Pablo II, pero hay curiosidad con respecto a la visita por parte del pueblo.  

¿De qué forma se ha ido preparando la iglesia cubana para este acontecimiento?

--P. Vicens: Como sabemos, toda la visita se enmarca dentro del contexto de los 400 años de la aparición de la imagen de la Virgen de la Caridad en la playa de Nipe, al oriente del país. Durante el último año, la Iglesia obtuvo el permiso de parte de las autoridades nacionales para sacar en peregrinación la imagen de la Caridad por todo el país. La peregrinación fue todo un éxito. Hubo orden, expresión libre de la fe de los presentes y ciertamente fue un despertar nuevamente de los cimientos religiosos de un pueblo que estuvo muy distante, por las circunstancias históricas, de vivir en comunidad la fe cristiana. Internamente, nos hemos reunido todo el clero con los obispos, hemos estado creando conciencia sobre la figura del papa, y para esto se han preparado unos plegables, carteles, etc., todo para informar a la población sobre la figura del santo padre. También y un poco más al estilo misionero, nos lanzamos a las visitas a los hogares, con oraciones comunitarias, catequesis en las Casas de Misión, en fin, aprovechando la brecha nos hemos lanzado con todo el dinamismo y creatividad posible frente a esta importante visita. 

¿Los pobladores no creyentes, valoran también esta visita?

--P. Vicens: Honestamente creemos que la población no entiende la estructura eclesial.Oficialmente, la figura del papa, es una de jefe de estado, jefe de una religión que algunos conocen por la referencia de los grandes templos. Quizás la palabra más correcta, no es que valoran, sino que les da curiosidad por saber qué significa esta visita y para qué en estos tiempos.

¿Cómo es la actitud de las autoridades ante la llegada del Papa? 

--P. Vicens: Un análisis objetivo sobre esto es un poco complejo de hacer en las circunstancias que nos encontramos. Visto en términos generales, tal parece que hay un entendimiento y respeto mutuo. La alta oficialidad está muy clara de lo que significa esta visita y hace su valoración; sin embargo, a mi juicio, las esferas intermedias del aparato gubernamental --el partido--, todavía no entienden y resisten un poco al proceso de apertura que la presidencia ha tenido con respecto a la iglesia y a la visita. 

Este año los redentoristas celebran once años del retorno a Cuba… ¿Qué significa esto para ustedes?

--P. Vicens: El pasado 21 de mayo del 2011 celebramos diez años de la nueva etapa de presencia redentorista en Cuba. Esto ha significado un retomar nuestra historia y nuestra presencia misionera en una tierra ciertamente de misión ad gentes. Por muchas razones es válida y profética nuestra presencia en Cuba, ya que nos encontramos con la realidad de un país que sus últimas tres o cuatro generaciones no han tenido experiencia de misiones populares. Hoy día, sin mayor restricción ni dificultad caminamos y evangelizamos. Predicar la Buena Noticia es como una tarea tan propia, tan necesitada y a la vez tan aceptada por la gente, que vale la pena darse y ofrecer un poco más de lo que se te pide. 

¿En qué han centrado su labor actualmente?

--P. Vicens: Por la realidad eclesial de nuestro país, el trabajo misionero lo hacemos desde la estructura de parroquias. Vivimos en la Isla de la Juventud, donde solo tenemos tres templos y poco más de veinte casas de Misión, donde se ofrece catequesis para los sacramentos y la liturgia de la Palabra. También se visitan otras cincuenta comunidades con las que apenas hacemos un primer contacto y se mantiene una constante visita casa por casa con el fin de evangelizar a las familias. En Regla, municipio de La Habana, tenemos nuestro segundo centro de Misión. Es una zona muy poblada y con poco espacio para las viviendas. Hemos concentrado nuestro trabajo en tres templos celebrando los sacramentos y dando atención especial a la catequesis y a la formación de laicos. En esta realidad, tenemos la peculiaridad de que Regla es el municipio principal de las manifestaciones de la santería (espiritualidad popular) y del sincretismo religioso del país. Esto significa que la Misión Redentorista se encuentra en la Isla de la Juventud --municipio especial, por su separación de la Isla grande--, y en Regla por su peculiar situación religiosa. Ambos desafíos los asumimos con la esperanza de poder transformar algo de esas realidades.

¿Tienen facilidades de las autoridades para realizar su misión?

--P. Vicens: El Estado, gracias a Dios, ha facilitado la entrada de misioneros. Cuando tenemos algún tipo de actividad que implica uso de lugares públicos se han mostrado bastante abiertos y colaboradores.

¿Qué obras tenían cuando salieron y qué han recibido al volver?

--P. Vicens: Nosotros teníamos en Santiago de Cuba, en el Reparto Vista Alegre, la parroquia La Sagrada Familia y en la capital teníamos el Santuario Nacional del Perpetuo Socorro.

Al llegar nos han ofrecido la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores --la única parroquia de la Isla de la Juventud--, y en Regla tenemos ahora una capilla erigida como parroquia Cristo Redentor, precisamente para que nosotros la atendiéramos.

Un mensaje para los cubanos ante la llegada del papa...

--P. Vicens: Nuestro mensaje a los cubanos que residen en la Isla y los que viven fuera de esta hermosa tierra caribeña: Cuba es un país noble, nuestra gente es como el terreno que guarda en su seno la gran semilla de la esperanza, del amor y de la fe. Estamos trabajando como obreros que no le tememos al sol, ni a la lluvia, ni al viento, porque estamos seguros que después de todo la redención será abundante. No miramos hacia atrás para ver lo que hemos hecho, sino que miramos hacia adelante, vivimos el presente haciendo todo lo posible por hacer germinar la semiente mejor, para ver un país reconciliado y desarrollado, espiritual, social y cómo no, económicamente. Que donde quiera que se encuentre un cubano reciba nuestra bendición misionera.

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Retos de la visita papal
Testimonio de monseñor Felipe Arizmendi Esquivel
GUANAJUATO, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo de un testigo de excepción de la visita de Benedicto XVI a México, el del obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel.

*****

+Felipe Arizmendi Esquivel

Este sábado fue de pausa y respiro para el Papa, para recobrar fuerzas por el agotador viaje y afinar detalles de los siguientes eventos. A los obispos del país y representantes de todos los países latinoamericanos, nos ofrecieron por la mañana un recorrido turístico y un concierto de música clásica religiosa.

Los fieles por todas partes siguen expresando su complacencia por esta visita. Algunos acumulan energías para la Misa multitudinaria del domingo. Otros, como lo vimos en su visita a Guanajuato, esperan horas y horas porque quieren ver al Papa, aunque sea por momentos instantáneos. No se limitan ni se dejan impresionar por quienes han hecho su profesión sistemática descalificar al Papa y a la jerarquía católica. Ven al Vicario de Cristo y no hacen comparaciones mediáticas con Juan Pablo II. Su fe, aunque no siempre sea sólida y coherente, les mueve a salir a las calles, gritar, aplaudir, caminar, peregrinar, esperar, sacrificarse, orar y confiar en la Iglesia. Saben que los casos de pederastia clerical entre nosotros son escasos y tienen plena confianza en sus sacerdotes. Por lo mismo, no es un asunto prioritario para el episcopado mexicano, y se le está atendiendo como lo debemos hacer. En la reciente aprobación de las Normas Básicas para la formación sacerdotal, se indica que deben ser excluidos definitivamente de los Seminarios quienes den indicios de una inadecuada madurez sexual y afectiva.

Resalto algunos de los retos que su presencia entre nosotros nos está planteando:

--Durante el vuelo de venida, dijo que viene a nuestro país a compartir las alegrías y esperanzas de este gran país, también ante las dificultades que vive. Dijo que viene para alentar y para aprender, para confirmar en la fe, en la esperanza y en la caridad y para confortar en el compromiso en favor del bien y de la lucha contra el mal. Esto nos reta a los pastores a compartir de cerca la vida de nuestro pueblo, animarle, escucharle, aprender de él, acompañarle para que su fe se exprese en un compromiso por el bien social.

--Se refirió al grave problema del narcotráfico y de la violencia. Dijo que es una gran responsabilidad de la Iglesia católica hacer lo posible contra este mal, destructivo para la humanidad y para nuestra juventud. En particular, dijo que nos corresponde educar las conciencias, educar a la responsabilidad moral y desenmascarar el mal; desenmascarar esta idolatría del dinero que esclaviza a los hombres; desenmascarar estas falsas promesas. Es un reto no sólo para los obispos, sino para todos cuantos somos esta Iglesia: padres de familia, educadores, comunicadores, políticos, líderes y muchos de los mismos narcotraficantes y violentos.

--Hizo una grave y muy preocupante afirmación: Tal vez hay en muchos católicos una cierta esquizofrenia entre la moral individual y la moral pública: individualmente, son creyentes católicos, pero en la vida pública siguen otros caminos que no responden a los grandes valores del Evangelio que son necesarios para el establecimiento de una sociedad justa. Es bueno educar para superar esta esquizofrenia, y tratar de hacer esto con la doctrina social de la Iglesia.

--En Guanajuato, en un acto simbólico y muy expresivo con los niños, nos urgió a protegerlos y cuidarlos, para que nunca se apague su sonrisa. No aludió explícitamente a los crímenes de pederastia clerical, pero en el fondo están estos y otros casos de sufrimiento de los niños. Por ello, nos urgió a todos no sólo evitar abusos, sino respetar y atender a todos los niños. Nos exigió a la Iglesia estar cerca de los niños y hacer cuanto debemos para que no se les apague su sonrisa. En el corazón del papa está una justa preocupación por la niñez, que debemos compartir.

Valoro y resalto también el gran servicio informativo que ha brindado sobre todo la televisión mexicana. Aunque no faltan comentarios ácidos de algunos de sus comunicadores, en general han colaborado con todo respeto a sentir más de cerca al papa y valorar sus reacciones y sus mensajes. Nuestro agradecimiento a todos.

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Benedicto XVI: "Dios quiere que seamos felices"
Discurso del papa a los niños en la plaza de la Paz de Guanajuato
GUANAJUATO, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Más de tres mil niños despertaron grandes sonrisas al papa Benedicto XVI durante su trayecto por esta ciudad, donde en ningún momento escondió la ternura y el amor por los pequeños que le manifestaron su entusiasmo, alegría y cariño.

Tras sostener una reunión privada con el presidente Felipe Calderón Hinojosa en la Casa del Conde Rul, el pontífice fue el protagonista este sábado 24 de marzo entre los niños, quienes le entonaron en dos ocasiones las canciones Caminos de Guanajuato y Cielito lindo.

En un discurso “muy dulce y tierno”, como calificaron, los asistentes el papa provocó las lágrimas de miles de asistentes que abarrotaron la plaza de la Paz, en donde subrayó la importancia de la alegría.

Ofrecemos el texto del discurso de Benedicto XVI a los niños.

*****

Queridos niños:

Estoy contento de poderlos encontrar y ver sus rostros alegres llenando esta bella plaza. Ustedes ocupan un lugar muy importante en el corazón del papa. Y en estos momentos quisiera que esto lo supieran todos los niños de México, particularmente los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre, que en estos meses, a causa de la sequía, se ha dejado sentir fuertemente en algunas regiones. Gracias por este encuentro de fe, por la presencia festiva y el regocijo que han expresado con los cantos. Hoy estamos llenos de júbilo, y eso es importante. Dios quiere que seamos siempre felices. Él nos conoce y nos ama. Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón, entonces nosotros podremos cambiar el mundo. Ese es el secreto de la auténtica felicidad.

Este lugar en el que nos hallamos tiene un nombre que expresa el anhelo presente en el corazón de todos los pueblos: «la paz», un don que proviene de lo alto. «La paz esté con ustedes» (Jn 20,21). Son las palabras del Señor resucitado. Las oímos en cada Misa, y hoy resuenan de nuevo aquí, con la esperanza de que cada uno se transforme en sembrador y mensajero de esa paz por la que Cristo entregó su vida.

El discípulo de Jesús no responde al mal con el mal, sino que es siempre instrumento del bien, heraldo del perdón, portador de la alegría, servidor de la unidad. Él quiere escribir en cada una de sus vidas una historia de amistad. Ténganlo, pues, como el mejor de sus amigos. Él no se cansará de decirles que amen siempre a todos y hagan el bien. Esto lo escucharán, si procuran en todo momento un trato frecuente con él, que les ayudará aun en las situaciones más difíciles.

He venido para que sientan mi afecto. Cada uno de ustedes es un regalo de Dios para México y para el mundo. Su familia, la Iglesia, la escuela y quienes tienen responsabilidad en la sociedad han de trabajar unidos para que ustedes puedan recibir como herencia un mundo mejor, sin envidias ni divisiones.

Por ello, deseo elevar mi voz invitando a todos a proteger y cuidar a los niños, para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza.

Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos. Cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano. Participen en la Misa del domingo, en la catequesis, en algún grupo de apostolado, buscando lugares de oración, fraternidad y caridad. Eso mismo vivieron los beatos Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, que conociendo a Jesús, en tiempos de la primera evangelización de México, descubrieron que no había tesoro más grande

que él. Eran niños como ustedes, y de ellos podemos aprender que no hay edad para amar y servir.

Quisiera quedarme más tiempo con ustedes, pero ya debo irme. En la oración seguiremos juntos. Los invito, pues, a rezar continuamente, también en casa; así experimentarán la alegría de hablar con Dios en familia. Recen por todos, también por mí. Yo rezaré por ustedes, para que México sea un hogar en el que todos sus hijos vivan con serenidad y armonía. Los bendigo de corazón y les pido que lleven el cariño y la bendición del Papa a sus padres y hermanos, así como a sus demás seres queridos. Que la Virgen les acompañe.

Muchas gracias, mis pequeños amigos.

©Librería Editorial Vaticana

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Donde Dios llora


Península arábiga: vi gente llorando con lágrimas de alegría al ver por fin su iglesia
Entrevista a monseñor Hinder, vicario apostólico en la región
ROMA, domingo 15 marzo 2012 (ZENIT.org).- El arzobispo Paul Hinder OFM Cap, es suizo de nacimiento, vive en Abu Dhabi y es responsable del mayor territorio católico en el mundo que abarca unos tres millones de kilómetros cuadrados, en los que hay aproximadamente dos millones de cristianos.

Mark Riedemann para “Dios llora en la tierra”, en cooperación con la fundación internacional pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó al arzobispo-vicario apostólico de Arabia.

¿De qué países estamos hablando cuando decimos países árabes?

--Mons. Hinder: Estos seis países serían los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Yemen, Arabia Saudita, Baréin y Catar. Luego hay otro vicariato apostólico en Kuwait, que es también parte de la península Arábiga.

A menudo se dice que hay muy pocos, si los hay, cristianos en estas áreas. ¿Puede contarnos sobre la presencia cristiana en estos países árabes?

--Mons. Hinder: En cierto sentido, es cierto que no tenemos cristianos oriundos del lugar, pero tenemos muchos cristianos católicos migrantes de todo el mundo, especialmente de las Filipinas y de la India. La mayoría de ellos estarán allí durante un tiempo relativamente corto, aunque hay un buen número de gente que han estado allí durante 30 ó 40 años. Todos necesitan un permiso temporal para vivir allí. Y, por supuesto, el culto público es limitado.

¿Así que hay libertad de culto pero no libertad de religión?

--Mons. Hinder: La libertad de religión en el sentido de los derechos humanos no se da, al menos no totalmente porque no se duda de que un ciudadano musulmán podría convertirse en un cristiano católico, o cambiar de alguna manera, su religión, pero nosotros somos libres, al menos en algunos países, para practicar la propia fe.

¿Cómo son las relaciones de los cristianos con la comunidad musulmana?

--Mons. Hinder: Yo diría que es más un ‘vivo al lado’ que ‘vivir con’ debido a la situación civil o la situación social de las personas que viven allí. Los cristianos están haciendo su trabajo. Son migrantes, entre otros migrantes. En algunos países, son una gran mayoría de la población y tienen, diría yo, una relación profesional con los musulmanes, pero en la vida ordinaria prefieren tener relaciones con su propio pueblo o dentro de su propia religión.

¿Me pregunto si el problema no es por el hecho de que se trata de trabajadores migrantes, mientras que en otros países del Medio Oriente, hay árabes cristianos, por así decirlo de la tierra?

--Mons. Hinder: Exactamente. Hay una gran diferencia entre estas dos realidades. Sin duda tiene que ver que nuestra gente, incluyéndome a mí, normalmente no hablamos árabe o no tan bien. Yo he sido colocado allí y no me esperaba eso. Por ello la interacción no es tan fácil, especialmente con los líderes religiosos. Un imán en alguno de los países no necesariamente habla inglés y eso se vuelve inmediatamente en un problema de traducción…, de lenguaje...

Usted mencionó que fueron colocados allí. ¿Fue un shock para usted cuando se le pidió que vaya a Arabia?

--Mons. Hinder: Me asusté cuando supe por primera vez que yo era un serio candidato para esto en Abu Dhabi; fue un momento difícil. En el momento de mi nombramiento ya no era una sorpresa.

Excelencia, usted ha alcanzado un hito histórico en el sentido de que ha ayudado y trabajado para introducir la primera iglesia católica en Catar. ¿Puede decirnos cómo sucedió esto?

--Mons. Hinder: Los méritos no son míos. Creo que esto se debe mucho a mi predecesor, el obispo Giovanni Bernardo Gremoli, quien ha hecho un trabajo maravilloso en los últimos 29 años; prácticamente todas las iglesias existentes en los diferentes países han sido renovadas o construidas por él. Luego a las personas que están en Catar, quienes trabajaron duro para lograr esto; y los católicos locales, algunos embajadores que han trabajado durante muchos años para preparar el terreno hasta que fuera posible. Yo ahora cosecho los frutos de las personas que han sembrado las semillas antes.

¿Qué signo de esperanza es la construcción de una iglesia que puede contener aproximadamente 2.700 fieles?

--Mons. Hinder: Tenemos que recordar que había iglesias aquí ya antes, como en 1939 en Baréin, y en los últimos años 60 o los 70 en los Emiratos Árabes Unidos y en el sultanato de Omán. Y no estamos hablando de la primera iglesia en la península, en Adén, donde la misión comenzó en el siglo XIX. Este es un signo de esperanza para los cristianos que viven en este país. Recuerdo ese día; era emocionante y vi gente llorando con lágrimas de alegría al ver por fin su iglesia; digamos que es un espacio para la fe y eso es algo muy importante como punto de referencia visible, donde la gente pueda reunirse y celebrar sin correr riesgos. También se muestra la apertura y la generosidad del Emir, y también es una señal de que les gustaría ser más abiertos, tolerantes y ser conscientes de las realidades del país.

Muchas conversaciones se han dedicado a encontrar la manera de conciliar y cómo avanzar juntos con la comunidad musulmana. Una de las propuestas es el fomento de la separación de fe y estado. ¿Es esta una posibilidad?

--Mons. Hinder: Me gustaría hacer una comparación. Jesucristo no vino a fundar un estado. Él no vino con las fuerzas militares. Él no vino con un proyecto social o político. Esto ocurrió 300 años después en el mundo cristiano, cuando el emperador Constantino abrió las posibilidades. En los primeros 300 años, los cristianos no existían como fuerza política, mientras que el nacimiento del Islam está muy estrechamente vinculado a un proyecto político y militar. No creo que será fácil de superar esto que está tan conectado con el principio del Islam. No digo que sea imposible porque, pienso yo, que aunque en el Corán hay elementos que pueden ser interpretados para el desarrollo de una mayor tolerancia respecto a otras religiones, por desgracia, también hay otros textos, especialmente en la doctrina islámica tradicional, donde tenemos obstáculos muy fuertes frente a esta situación. Afortunadamente, que dentro del mundo musulmán hay muchas personas que trabajan para esto, pero creo que va a tomar tiempo.

¿En el sentido de la moderación y la cooperación?

--Mons. Hinder: Sí, tendremos en Turquía un ejemplo de lo que es un estado laico, pero no es fácil para los cristianos de allí, porque la mentalidad está marcada por un origen musulmán o islámico.

¿Cuál es su esperanza para la iglesia católica en el Golfo de Arabia?

--Mons. Hinder: Mi esperanza es que nosotros, los católicos, no vivamos con miedo. Espero una mayor tolerancia. En realidad, no nos escondemos en la mayoría de los países. Realmente no tenemos problemas, por ejemplo, en Dubái. Si alguien cuelga un rosario con la cruz en el espejo de su automóvil no es algo que preocupe.

Realizada por Mark Riedemann para "Dios llora en la tierra", un programa semanal de radio y televisión producido por la Red católica de Radio y Televisión en conjunto con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.WhereGodWeeps.org / www.acn-intl.org

Traducido del inglés por José Antonio Varela V.

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El Proyecto Nasciturus (www.nasciturus.cl) es una iniciativa en defensa de la vida del niño que está por nacer. Con el fin de promover una conciencia a favor de la vida y su respeto como un derecho humano fundamental, se presenta esta página web como medio de formación e información para defender la vida. Todos aquellos que anhelan proteger, respetar y promover los derechos humanos están invitados a participar en la defensa del más fundamental de los mismos: la vida. Visítenos en www.nasciturus.cl y ayudemos al niño por nacer, salvándolo del aborto, enviando a otros ésta noticia.

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