30.03.12

Eppur si muove - ¿La guerra del aborto?

A las 12:03 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Los partidarios de ser matarifes de seres humanos no están de acuerdo con ciertas verdades que, por serlo, deben o deberían doler.

Por ejemplo, el obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández ha dicho algo que ha puesto el dedo en la llaga. Y, como se refiere al tema del aborto, no han tardado ni un segundo en criticar lo que ha puesto sobre la mesa que es que el aborto es algo así como una sangría similar a la que se produce en una guerra.

Se ha referido, en concreto, a cifras que se han producido en Andalucía pero bien podemos multiplicarlas por unos cuantos dígitos. Ha sido esto:
 

“En Andalucía, cerca de 200.000. En Córdoba, en torno a 12.000. Cifras de los últimos diez años. Se trata de una verdadera sangría. Más muertos que en la guerra, una guerra silenciosa en contra de la vida, que además es presentada en tono de progreso. Nunca la muerte de un ser humano puede ser un progreso. Con la falta que nos hace repoblar nuestras tierras con sangre nueva ante el envejecimiento acelerado de la población.”

Y ha dicho, según parece, gran verdad que habrá, además, que multiplicar por mucho para que en tal resultado se incluya lo que corresponde a España y al resto del mundo.

La realidad en la que nos ha tocado vivir es aquella en la que la “progresía” entiende que el aborto es algo muy bueno y que se debe promover como si fuera un derecho más de la mujer. Además, se considera, una gran mayoría de personas así lo creen, que tampoco es tan importante que muera quien no ha nacido porque, al fin y al cabo, aún no ha nacido. Y tal aberración humana es tenida como ortodoxa con relación al pensamiento único que impera en occidente.

Quien actúe en contra, escriba en contra, piense en contra y diga en contra de tal mantra moderno está ganándose la enemistad (pues lo consideran enemigo a muerte) de todos aquellos que, bien se creen tal barbaridad, bien no quieren pasar por pasados de moda y manifiestan, así, acuerdo con las políticas abortistas que siguen, aquí mismo, gobiernos de izquierdas y, también, de las denominadas derechas que lo son, únicamente, para robar el voto a los votantes incautos que se crean determinados cuentos.

Por eso lo que ha dicho el obispo de Córdoba es tan importante. Lo es porque, simplemente, es verdad: el aborto es como una guerra porque, como en la misma, se producen muchos muertos y tal cosa es lo que pasa cuando alguien, ajeno a la vida que mata, decide que un ser humano no debe ver la luz del día que es lo mismo que arrogarse el derecho de vitae et necis del que disponía el paterfamilias romano con sus hijos y que le permitía poder matarlos (que, por cierto, desapareció con el emperador Justiniano por influencia, no casualmente, del cristianismo). Y eso, se diga lo que se diga, es una gran perversión del actuar humano.

Pero don Demetrio Fernández sabe que el aborto es, como él mismo dice, una guerra silenciosa. No se escuchan los cañonazos ni lo misiles sobrevuelan nuestras cabezas pero sí actúan otros instrumentos mortales que lo son con el ser humano que, en el seno materno, no espera para nada que alguna mortal medicina o arte mecánico termine con su vida sin haber visto la luz del día.

Por eso es como una guerra y, por eso mismo, hay que combatir en esta batalla con las armas, pacíficas, de las que disponemos y que han de ser la contundencia en el rechazo al aborto, a todo el aborto, y la no contemplación ante actitudes farisaicas de determinados políticos que quieren hacer como si no pero que, en realidad es que sí…

El obispo de Córdoba, ya zaherido en otras ocasiones por los progres, eclesiales o no, está en lo cierto y los que nos consideramos hermanos suyos e hijos de Dios sólo podemos darle las gracias por poner las cartas sobre la mesa y no esconder ninguna en la manga como hacen otros tramposos de la política y de la vida.

Y si, además, se pone a favor del movimiento pro-vida pues mucho mejor para la vida, para tal movimiento y para las conciencias limpias y no ensangrentadas.

Eleuterio Fernández Guzmán