Asegura que sus palabras fueron tergiversadas

Mons. Bitar asegura que nunca dijo que había que expulsar a los proabortistas de Argentina

 

En una carta a los católicos de la diócesis, el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró «no punible» el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este tema «tan doloroso» fueron tergiversadas «por ignorancia periodística o por mala voluntad» y que repercutieron en todo el país. Manifestó en este sentido que «nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’«.

12/04/12 7:22 PM


(Aica) El prelado asegura que “esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.

Tras ratificar que con el aborto “paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte”, se dirigió a las mamás embarazadas: “Un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”.

“Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo”, subrayó.

Texto completo de la carta

“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado” (Jeremías 1,5)

 Queridos hermanos:

 A raíz de la notoriedad que tomaron opiniones vertidas en una breve entrevista periodística realizada en Cerro Monje (San Javier) el pasado Viernes Santo, y conociendo que algunas de mis palabras acerca de un tema tan doloroso como es el aborto fueron tergiversadas (por ignorancia periodística o por mala voluntad), deseo en primer lugar, reiterar el contenido del mensaje del pasado 25 de marzo, “Día del Niño por nacer”:

 

“Saludo a todas las madres embarazadas, a quienes en nombre de Dios y de sus hijos les decimos ¡Gracias por el sí a la vida! ¡Gracias por dar al niño ya concebido en el seno materno la oportunidad de nacer!

Unido a la comunidad Diocesana, manifiesto el más absoluto rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia, que abre paso para “legalizar” el aborto -muerte- de niños en el seno de la madre, concebidos en una violación.

Paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte.

Cuando por estos días el país se conmovió por el asesinato de un niño de seis años de manos de su madre ¿no es una contradicción que se autorice la muerte de inocentes que no pueden defenderse?

Cuando en estos días hacemos memoria de los crímenes del terrorismo de Estado en los años de la dictadura militar ¿no es una contradicción que un Estado democrático no defienda los “derechos humanos” de los más pequeños e indefensos y autorice, e incluso pueda llegar a obligar a médicos a destruir vidas inocentes? ¿No estamos ante las puertas de un “silencioso” pero sangriento genocidio?

Querida mamá embarazada: “un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”. Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo.”

 

En segundo término, manifiesto que nunca dije que “los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria”. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista.

 

En tercer lugar, si lo que ha impresionado a algunos es el término “genocidio”, esta palabra significa “muerte masiva de personas”. Si consideramos que el aborto “legal” provoca más de 50.000.000 de víctimas por año, constatamos que supera   las muertes de todas las guerras del siglo XX, inclusive las dos guerras mundiales. (Datos: Fundación “Nueva Cristiandad”, sep.1994). Por eso, en la oración del Viernes Santo en Cerro Monje, pedimos “que esta triste realidad se aleje (no se haga presente) de/en nuestra patria”.

 

Es oportuno recordar parte del mensaje de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina de agosto del año pasado: “Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente.” (159 Reunión Comisión Permanente de la C.E.A. 18/08/11).

Asimismo el Padre Víctor M. Fernández, Rector de la UCA escribió en noviembre pasado: “El derecho a la vida es el más elemental. Si se lo niega, se debilitan todos los demás. Es verdad que hay otras faltas de respeto a la vida, por ejemplo la lucha de los pobres, los privados de salud para acceder a una atención adecuada, la violencia, la inseguridad, y tantas otras formas de desprecio a la vida humana. Pero si en lugar de enfrentar esos graves problemas sociales optamos por atentar contra la vida por nacer, no hacemos más que agregar muerte a ese panorama sombrío. Tratemos de apuntar más alto y de sostener un profundo respeto por la dignidad de los más débiles. No es inocente ni inofensivo abrir la puerta al aborto. Algunos lo festejan alegremente, pero una lógica de muerte sólo provocará más muerte y tristeza” (La Nación, 03/11/11)

 

Por último, comparto algunos cuestionamientos, que sé que ustedes también los tienen:

 

Llama la atención el silencio de muchos profesionales de la salud, que conocen bien que el embrión es una vida humana distinta y no un pedazo de la mujer, o un órgano más del cual se puede prescindir.

Llama la atención el silencio de organismos de Derechos Humanos y grupos ecologistas. Da la impresión que los “derechos” son sólo para algunos y no para todos. ¿Cómo reaccionarían, por ejemplo, si en Argentina se estableciera la pena de muerte para violadores o traficantes de droga? ¿Qué decir de aquellos que sólo defienden animales y plantas, pero callan acerca de los niños no nacidos?

Llama la atención el silencio de muchas autoridades políticas, de muchos medios de comunicación, de instituciones sociales e incluso de representantes de otros credos religiosos.

 

Como argentinos a lo largo de la historia, hemos pagado caro el silencio. En esta encrucijada, si nosotros no hablamos ¿quién hablará?, ¿quién será voz de las criaturas que no tienen voz?

 

Con mi bendición pastoral.