27.04.12

¿Dónde queda el derecho de los padres y de los niños?

A las 2:11 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad

 

El magistrado Juan Carlos Aparicio ha ordenado que Resurrección Galera vuelva a su antiguo puesto, como profesora de religión, en el CEIP Ferrer Guardia del barrio de La Cañada, en Almería. El mismo juez admite que la relación laboral que tenía la profesora era de naturaleza temporal, así que solo permanecerá en dicho puesto hasta el fin del curso escolar.

Es evidente que en ese colegio ya hay algún profesor o profesora de religión. Y no hace falta decir que no tiene sentido que haya que echar a quien está allí para que la señora Galera pase a dar clases. Así que lo más probable es que doña Resurrección aparezca por el colegio y se dedique a mirar al techo o las paredes de algún despacho. Solo faltaba que esa señora tuviera la poca diginidad de exigir que el profesor actual dejara su puesto.

Recordemos que la situación “objetiva” de esa mujer, según las palabras de Cristo y la doctrina de la Iglesia, es de adulterio. Es decir, convive con un hombre que no es su marido ante Dios. Para los tribunales, eso no es motivo para que la Iglesia no la renueve como profesora de religión. Para demostrar la aberración de semejante argumento jurídico, podemos imaginarnos lo que ocurriría si un sacerdote que se casa por lo civil decide recurrir a los tribunales por el hecho de que la Iglesia le retire del sacerdocio. ¿Llegaría el Constitucional a ordenar que sea readmitido como párroco o coadjutor en la parroquia donde “trabajaba"?

Suponiendo que Resurrección Galera llegara a entrar en una clase para dar la asignatura de religión, yo tengo muy claro lo que haría en caso de ser el padre de uno de sus posibles alumnos. Le ordenaría inmediatamente salir de dicha clase. Es decir, hay que pasar a la acción y no esperar que todo lo resuelvan los obispos. Somos los padres quienes al elegir la asignatura de religión católica para nuestros hijos ejercemos nuestro derecho constitucional a que sean educados según nuestras creencias y valores. Si los tribunales enloquecen, que asistan los jueces a las clases de religión. Pero nuestros hijos no tienen por que ser peones sacrificados de un tablero de ajedrez en el que se pone el juego nuestros derechos y nuestras obligaciones como padres.

Algunos ya estamos hartos de que este Estado “democrático” se haya convertido en un monstruo totalitario que dictamina qué, cómo, cuándo y quién puede educar a nuestros hijos en cuestiones sociales y morales. E incluso en algo tan fundamental como la fe católica.

Luis Fernando Pérez Bustamante