15.05.12

Pontificia Academia para la Vida, ¿un diálogo sincero?

A las 3:11 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : El Vaticano
Del Vatican Insider (ITA)

La cúpula de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) invitó a sus integrantes a sostener un “diálogo sincero” tras la polémica de las últimas semanas. Una asamblea fallida, un congreso cancelado, cruce de cartas y un intenso debate en la prensa han caracterizado una crisis anunciada. Ahora los miembros críticos de ese organismo del Vaticano se muestran abiertos a conversar, pero su desconfianza permanece y replican: lo que ha faltado es diálogo.

En una nota pública del 10 de mayo último as autoridades de la PAV pidieron que “las recientes incomprensiones” sean consideradas como una oportunidad para examinar y reafirmar la identidad de la academia, como lo reportó el Vatican Insider.

Ese comunicado buscó responder a los cuestionamientos lanzados por un grupo de miembros notables que expresaron su “firme desacuerdo” y “seria preocupación” por la deriva en la academia, empeñada –según ellos- en promover con sus actividades institucionales una agenda contraria a las enseñanzas de la Iglesia católica.

Dos días antes y en un intento por bajar la tensión el presidente de la PAV, Ignacio Carrasco de Paula, había enviado a todos integrantes una misiva en la cual se disculpó por los mensajes el contenido de algunas cartas anteriores que pudieron ser considerados como faltas de respeto. Calificó a los mismos como “frases desafortunadas que, si se malentendieron, podrían haber ofendido la sensibilidad de algunas personas”.

Esos escritos “no buscaban mostrar ninguna falta de respeto y, ciertamente, tampoco a aquellos con los que hemos venido colaborando de cerca por años”, insistió Carrasco al tiempo de subrayar su compromiso, “ahora más que nunca”, con el Evangelio de la vida.

Pero ni las disculpas del presidente ni la nota posterior que llamó a un “diálogo sincero” dejaron conformes a todos. En declaraciones a este sitio web Christine de Marcellus Vollmer, presidente de la Alianza Latinoamericana para la Familia, se mostró dispuesta a dialogar porque “esa es la razón de ser de la academia y es lo que ha faltado últimamente”.

Para Vollmer la condición necesaria para abrir cualquier diálogo es el respeto a la igual dignidad de cada uno de los involucrados y no que una de las partes se imponga a la otra. Y eso, dijo, es justamente lo ocurrido con algunos oficiales de la PAV, quienes en lugar de promover el diálogo interno han impuesto sus propias ideas.

Aunque nadie pronuncia abiertamente su nombre, muchos creen que parte del problema resida en el actual canciller de la academia: Renzo Pegoraro. Por su cargo a él le tocó coordinar los dos eventos de la discordia: la asamblea plenaria de febrero pasado, calificada como “la peor de la historia” por el profesor Josef Seifert, y el congreso sobre células madre, previsto para el mes de abril y cancelado en medio de una encendida polémica.

En respuesta a la solicitud de “diálogo sincero” los críticos avanzaron propuestas concretas: que la academia deje atrás temas ya resueltos por el magisterio de la Iglesia, como las células madre y la fecundación asistida. Que no privilegie siempre a las “ciencias duras” con exponentes abiertamente contrarios a la doctrina católica y dé más espacio a la lucha cultural a favor de la vida. Y que la próxima asamblea plenaria, enmarcada en el Año de la Fe, se dedique al estudio de la “ciencias de persuasión” que ofrezcan más herramientas a los líderes católicos para promover la cultura de la vida en la sociedad contemporánea.

Resulta evidente que, en la crisis misma, se esconden dos visiones distintas del rol que debe jugar la Pontificia Academia para la Vida. El debate subsiste entre quienes ven a ese organismo como un espacio para discutir con el mundo científico sin poner por delante la doctrina y quienes desearían que fuese una vanguardia en la lucha a favor por los valores católicos “no negociables”. Mediar entre las dos posiciones se ha vuelto casi una misión imposible. En estos términos la polémica está muy lejos de poder considerarse como cerrada.