Mundo
17 de mayo del 2012

El cardenal Norberto Rivera afirma que la corrupción en México se produce "porque nos hemos alejado de Dios"

"Toda la descomposición social que vive nuestra patria es porque nos hemos alejado de Dios, porque nos negamos permanecer en el amor de Jesús, porque pensamos que el poder, el dinero, el placer son los verdaderos dioses que pueden llenar nuestras vidas, pero son una mentira, lo cierto es que nos llevan a la destrucción, a la insatisfacción y al desprecio de nosotros mismos". Así de claro se mostraba el cardenal Norberto Rivera, primado de México en una homilía.


 

México vive momentos especialmente convulsos, tanto por las elecciones presidenciales de este verano como por el dramático aumento de los casos de violencia y corrupción y la imposibilidad del Estado para frenar los numerosos problemas derivados del narcotráfico. En este contexto, la Iglesia se ha mostrado particularmente preocupada por esta situación. Después de recibir el espaldarazo de la visita de Benedicto XVI, los mensajes que lanza son claros: "No cumplimos el mandato del Señor de amarnos unos a otros y sembramos en cambio la discordia, el insulto, la descalificación, la venganza, en una espiral que termina convirtiéndose en violencia y destrucción".

El cardenal Rivera mostró así su preocupación: "Si el cristiano es aquel que ama como Cristo nos ha amado, entonces, que lejos estamos en México de ser cristianos, cuando lo que prevalece es el egoísmo, la maldad, la mentira y la corrupción, cuando no se respeta la vida, empezando por la más indefensa en el vientre de sus propias madres y continuando por la vida de tantos inocentes que a diario mueren en nuestra patria sin que la crueldad de estos crímenes nos indigne y conmueva".

Y concluía lanzando un mensaje a sus conciudadanos: "Con el único amor de verdad, los cristianos respondemos a nuestra vocación volcándonos al servicio desinteresado de nuestros hermanos. Sólo el amor nos salva. Sólo el amor es digno de fe, porque el amor es Dios mismo, es su realidad más íntima, es su Hijo que murió en la Cruz y resucitó para salvarnos".