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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 18 de mayo de 2012

Santa Sede

Benedicto XVI nombró nuevo obispo auxiliar para Toronto
Se trata del presbítero y canonista Wayne Kirkpatrick

Mundo

La provincia eclesiástica de Madrid se solidariza con el obispo de Alcalá de Henares
Respaldo del cardenal Ruoco Varela, sus obispos auxiliares y el obispo de Getafe

Beato Juan Pablo II: la sabiduría de la Cruz en la coherencia entre magisterio y testimonio
Jornada de reflexión en el Vaticano organizada por la Universidad Lateranense

Especial María

Recemos el rosario con el corazón y no de modo mecánico
Entrevista al cardenal Prosper Grech, OAR

En la escuela de san Pablo...

Vivir "de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados" (Ascensión del Señor, ciclo B)
Comentario a la segunda lectura dominical

Espiritualidad

Llamados a comunicar
Comentario al evangelio de la Ascensión del Señor

El arte sacro entre Fides et Ratio
Reflexiones sobre el último libro de Rodolfo Papa


Santa Sede


Benedicto XVI nombró nuevo obispo auxiliar para Toronto
Se trata del presbítero y canonista Wayne Kirkpatrick
CIUDAD DEL VATICANO, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- El Santo Padre ha nombrado a Mons. Wayne Kirkpatrick como obispo auxiliar de la archidiócesis de Toronto (superficie 13.000; población 5.749.000; católicos 1.944.000; sacerdotes 839; religiosos 1.132; diáconos permanentes 123), en Canadá. El obispo electo nació en 1957 y fue ordenado sacerdote en 1984. Es bachiller en Filosofía por el Seminary of Philosophy en el Resurrection Collegue de Waterloo (Ontario) y en Teología Sacra en el Seminary of Theology del Seminario San Agustón de Toronto. Se licenció en Derecho Canónico en la Universidad de St. Paul en Ottawa (1988-1990); es nombrado Prelado de Honor de Su Santidad en 1999.

Después de su ordenación ha desempeñado los siguientes cargos: Vicerrector de la Catedral de St. Catherine (1984-1986); Vicepárroco de la parroquia de San Kevin de Welland y capellán de prisiones (1986-1988); Vicecanciller, vicepárroco de la catedral de la diócesis de St. Catherines y vicario judicial adjunto del Tribunal Regional en Toronto (1990-1995); canciller y tesorero de la misma diócesis y vicario judicial del Tribunal Regional en Toronto (1995); administrador de la parroquia de Santo Tomás de Aquino (1995-1997) y párroco de la misma (1997-2005); Vicario Judicial de la Diócesis de St. Catherines (1998-2012); consultor diocesano (1995-2004); miembro del consejo presbiterial (1999 - 2001); miembro del consejo directivo del Hospital Hotel Dieu (2001-2004); párroco de la catedral y moderador de la Curia (2005-2012); consultor del consejo ejecutivo de la Asociación anglófona de Derecho Canónico (2002-2006); miembro de la Junta Ejecutiva de Seguros de la Conferencia de Obispos Católicos de Ontario (2005-2008); presidente del Clergy Aid Society (2008); presidente del consejo presbiterial (2009).Fue elegido administrador diocesano de St. Catherines (2011).

Hace poco más de un año fue elegido presidente de la Canadian Canon Law Society.

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Mundo


La provincia eclesiástica de Madrid se solidariza con el obispo de Alcalá de Henares
Respaldo del cardenal Ruoco Varela, sus obispos auxiliares y el obispo de Getafe
MADRID, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- Ante los hechos suscitados entre el obispo de Alcalá de Henares y el ayuntamiento de dicha ciudad, los prelados de la provincia eclesiástica de Madrid emitieron hoy un comunicado de respaldo a monseñor Reig Pla, que reproducimos a continuación:

************

Algunos partidos políticos han promovido en estos días en determinados municipios, entre ellos el de Alcalá de Henares, mociones de censura sobre la predicación y la actuación del señor Obispo de Alcalá de Henares, Mons. D. Juan Antonio Reig Pla, en su calidad de Obispo Complutense.

Los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid desean hacer pública su cercanía fraternal a Mons. Reig Pla, así como su rechazo de las mencionadas mociones, que no pueden ser calificadas más que de lamentables injerencias en la vida de la Iglesia.

La Provincia Eclesiástica de Madrid se adhiere plenamente al Comunicado hecho público por el Obispado de Alcalá de Henares el pasado martes, día 15 de mayo, cuyo texto se adjunta a la presente Nota. (ndr cfr. www.zenit.org/article-42222?l=spanish)

Madrid, 18 de mayo de 2012

Emmo. y Rvdmo. Mons. Antonio María Rouco Varela
Cardenal Arzobispo Metropolitano de Madrid

Excmo. y Rvdmo. Mons. Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo
Obispo de Getafe

Excmo. y Rvdmo. Mons. Fidel Herráez Vegas
Obispo Auxiliar de Madrid

Excmo. y Rvdmo. Mons. César Augusto Franco Martínez
Obispo Auxiliar de Madrid

Excmo. y Rvdmo. Mons. Juan Antonio Martínez Camino
Obispo Auxiliar de Madrid

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Beato Juan Pablo II: la sabiduría de la Cruz en la coherencia entre magisterio y testimonio
Jornada de reflexión en el Vaticano organizada por la Universidad Lateranense

Por Sergio H.Mora

ROMA, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- Una jornada de estudio y reflexión sobre 'La sabiduría de la Cruz en el magisterio de Juan Pablo II”, se realizó este martes 15 de mayo en la iglesia de 'Santo Stefano degli Abisini' en el Vaticano, junto a un momento de oración con el cardenal Angelo Comastri y ante la sepultura del beato Wojtyla.

Entre los diversos puntos abordados figura el pensamiento del papa polaco en sus encíclicas, como una gran contribución al Concilio Vaticano II; pero también su concepción de la persona, que no nacía de un libro sino de su experiencia pastoral. El punto fundamental entretanto fue su testimonio. Un pontífice que dio la parte que más convenció de su mensaje justamente en la debilidad, porque su testimonio de aceptación del sufrimiento quizás fue es el aspecto que las multitudes entendieron más.

El profesor Fernando Taccone, director de la cátedra Gloria Crucis de la Pontificia Universidad Lateranense, explicó a ZENIT que ellos realizan estos programas dos veces al año y que después los textos se publican para que sean accesibles al mundo científico y académico. El tema de Juan Pablo II fue elegido, añadió, “porque quisimos dar una clave desde el punto de vista de la experiencia del tema de la Cruz, vista en una persona, en su figura y en su pensamiento”.

Otro de los conferencistas, el profesor Gilfredo Marengo, del Pontificio Instituto Juan Pablo II sobre Matrimonio y Familia, dijo a ZENIT que en su conferencia quiso recordar tres encíclicas de Juan Pablo II: Redemptor Hominis, Dives in Misericordia y Dominun e vivificantem. “Estas fueron pensadas como su gran contribución a la recepción del Concilio Vaticano II, en la cual emerge una lectura profundamente unitaria del misterio de Cristo y del misterio del hombre, centrado en la redención”.

“Un tríptico trinitario y un intento -añadió-, de síntesis sobre un recorrido de reflexión de la vida de la iglesia, que él inicia en Cracovia en los años 70 y trae a Roma, la que después se desarrolla en otros textos hasta la Dominum et Vivificantem de 1986”, como una contribución peculiar a las enseñanzas del Vaticano II, especialmente de la constitución Gaudium et Spes, texto particularmente querido por el pontífice.

“Si queremos sugerir una posible fórmula sintética podríamos decir --prosiguió Marengo--, que a la luz de las encíclicas dedicadas al Concilio, la preocupación central de aquel evento eclesial fundamental, es reconducida por el papa al tríptico: Cristo-hombre-Iglesia.

Y también, como el concepto que Juan Pablo II había elaborado de la persona humana no nacía de un libro sino de su experiencia pastoral, “ha atraído a la gente --dijo Marengo--, porque era un testigo y un pastor antes que todo, un hombre que sintió una singular unidad entre la tarea particularmente institucional que el papa tiene en la iglesia y su humanidad”. Y recordó cómo en el texto del profesor Andrea Riccardi, se indica que esto es una paradoja. Un gobierno carismático es casi una contradicción entre gobierno-carisma, pero de hecho fue esto. Quizás esta fue su singular originalidad”.

El cardenal Georges Marie Cottier, OP, teólogo emérito de la Casa Pontificia, en su conferencia recordó el lema de Juan Pablo II: 'Totus Tuus', referido a la Virgen. “Recibido de san Luis María Grignon de Monfort en el Tratado de la verdadera devoción a María”. Y cómo el papa Wojtyla “tuvo conciencia de esto, tal como lo atestigua su lectura del atentado el día de la Virgen de Fatima”. Un papa que vio “un signo de la maternidad de María en nuestra época, marcada por las persecuciones y el derrumbarse de los totalitarismos”.

El padre Ottaviano D'Egidio, superior general de los pasionistas, indicó que “la primera cosa, aún antes de sus enseñanzas es el testimonio de su vida”. Una enseñanza penetrada por la sabiduría de la Cruz. Y como el pensamiento del beato indicaba: “La sabiduría de la Cruz supera cualquier límite cultural que se quiera imponer”. Y concluyó recordando el “No tengan miedo. Abrir de par en par las puertas a Cristo”. Y precisó: “Si bien lo que le pedía a todos, él lo hizo primero”.

El rector de la Pontificia Universidad Lateranense, monseñor Enrico dal Covolo, SDB, subrayó: “Que él haya sido un 'escogido' en el sentido fuerte, bíblico del término, es una convicción cada vez más difundida en las personas que lo encontraron”. Y como un “Don y misterio lo fue tanto por su sacerdocio (…) y más en general en toda su vida”.

El sacerdote pasionista Ciro Benedettini, vicedirector de la sala de prensa de la Santa Sede, centró su exposición sobre la capacidad de Juan Pablo II de comunicar el mensaje cristiano, de volverse puente y mediador “viviendo sus sufrimientos como un cumplir la voluntad de Dios”. “Sea en el período de su vigor físico --recordó el padre Ciro--, cuando era llamado el 'atleta de Dios', o en el tiempo de la debilidad y la enfermedad. Más aún, la parte que más convenció de su mensaje fue justamente en la debilidad. Su testimonio de aceptación del sufrimiento quizás fue el aspecto que las multitudes mejor entendieron”.

El periodista vaticanista de la RAI, Aldo María Valli, recordó que se habló de la “fuerza débil” de Wojtyla. Un papa que nunca escondió sus problemas físicos, con la preocupación de algunos sobre lo que pudiera decir a los jóvenes un papa tan débil, cansado y enfermo. En cambio él superó cada previsión. Después de la aceptación del dolor viene la pregunta: ¿Por qué sufrimos?, lo que no es fácil de responder ni siquiera para un pontífice. “El papa abrió una brecha en el misterio del dolor, un misterio que se explica solamente en Jesucristo, quien no responde en modo abstracto sino con un llamado: sígueme”.

El periodista concluyó: “Este es el motivo por el cual el papa --si bien cada vez más anciano y cansado--, no se detuvo nunca y hasta el final quiso llevar el anuncio del evangelio al mundo”.

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Especial María


Recemos el rosario con el corazón y no de modo mecánico
Entrevista al cardenal Prosper Grech, OAR
Por Salvatore Cernuzio

ROMA, viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- “¿Tienen presente las dos fontanas con dos niveles que están en la Plaza de San Pedro? Aquellas en donde el agua moja el primer nivel y después baja al segundo? Así es la gracia de María: sobreabunda en Ella y después llega a nosotros”.

Este es uno de los significativos ejemplos que el cardenal agustino maltés, Prosper Grech, utilizó en la misa que celebró este miércoles 16 en la iglesia de 'Santa María de la Gracia en Fornaci', donde ha sido recibida la imagen de la Virgen de Fátima, que permanecerá hasta el 20 de mayo junto a las reliquias de los beatos Francisco y Jacinta.

El miércoles fue la jornada dedicada a los enfermos y a las personas que sufren. Al concluir su homilía, toda centrada en la oración del Ave María, el purpurado distribuyó el aceite sagrado para la unción de los enfermos, a los numerosos fieles enfermos que llegaron a la iglesia para venerar a la imagen peregrina.

“María es salud de los enfermos”, recordó el cardenal en su meditación. “Ella nos da la fuerza de soportar el sufrimiento y los males”; y al recordar la importancia de la oración invitó a los fieles a “no abandonarla en este mes mariano”, porque la Virgen “es la vía segura que lleva a Cristo, refugio seguro hacia la salvación”.

Entrevistado por ZENIT el cardenal explicó que “depende de nuestra fe” creer en el poder de intercesión de María y por lo tanto de la eficacia de la oración. “Se puede rezar a María sin fe –dijo--, y Ella en su misericordia puede también escucharnos”. Si bien solamente “a través de una relación personal con Cristo y después con su Madre” se puede llegar a “una oración que sale del corazón y que responde con el corazón de María”.

“¿Cuántas ‘Ave María’ hemos rezado en nuestra vida? se preguntó el purpurado que respondió: “Miles yo creo, y ¿qué es lo que rezamos? Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”. “María en aquel último momento –explicó--, nos toma por la mano, no solamente para confortarnos, sino para darnos la fe, para hacer ese salto hacia los brazos de Cristo, de manera que Ella nos presente a Jesús, y Jesús al Padre”. Y añadió que “la penitencia, el ayuno y la oración son las vías concretas de salvación indicadas por María”.

Durante la entrevista a ZENIT reafirmó dicho concepto: “Jesús ha predicado en el evangelio la penitencia por todos nuestros pecados, para así poder entrar en el Reino de Dios. Por ello su Madre nos invita en cada aparición a la confesión, como un acto de verdadera y sincera contrición, así como también a la oración”.

La oración en particular es un acto fundamental de la vida del cristiano, especialmente cuando va dirigida a la Virgen: “Lo que no osamos pedir al Padre o por miedo o por falta de fe –dijo--, lo ponemos en las manos de nuestra mamá”.

El purpurado añadió que por ese motivo Ella diversas veces “nos indicó el rosario como un instrumento fuerte en las manos del cristiano, instrumento al cual es necesario retornar. Una vía no solamente de oración, sino también de meditación”.

En el tercer misterio glorioso por ejemplo, decimos: el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles... Padre Nuestro... Ave María.. etc. ¿Pero qué significado tiene esto para nosotros? ¿Estamos realmente reflexionando sobre el hecho de que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, sobre la Iglesia y por lo tanto sobre mi? Es necesario entrar plenamente en el significado de estas palabras”, indicó.

A la pregunta sobre el significado del mes mariano, tiempo de gracia en el cual florecen tantas iniciativas que llevan elevan el corazón a María, el cardenal Grech respondió que se trata de “un tiempo rico de oportunidades para nosotros, porque se descubre la devoción por la Madre de Dios que en la iglesia católica empezó desde el inicio, y seguirá siempre en cuanto está íntimamente unida al Señor”.

Al concluir, el alto prelado dedicó un pensamiento hacia los enfermos y personas que sufren, y que tuvieron el miércoles una jornada dedicada a ellos: “En mi escudo cardenalicio están escritas las palabras “In te Domine speravi” y naturalmente “non confundar in aeternum”. O sea, “Oh, Dios, espero en ti, y a Ti me confío para no perderme para siempre”. Esta debería ser nuestra oración continua. Confiemos nuestra oración a María, la Madre, para que la ofrezca a Jesús”, concluyó.

Traducido por Sergio H. Mora

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En la escuela de san Pablo...


Vivir "de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados" (Ascensión del Señor, ciclo B)
Comentario a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- Nuestra columna "En la escuela de san Pablo..." ofrece el comentario y una aplicación para la solemnidad de la Ascensión del Señor.

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Pedro Mendoza, LC

"Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones de Cristo. Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres. ¿Qué quiere decir ‘subió’ sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. El mismo ‘dio’ a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo". Ef. 4,1-13

Comentario

El pasaje de este domingo corresponde a la parte exhortativa de la carta a los Efesios (4,1–6,20), que según la costumbre paulina, viene después de la parte doctrinal (2,1–3,21).

El primer tema de la exhortación gira en torno a la unidad del espíritu que debe reinar entre los miembros del cuerpo de Cristo, la unidad de la Iglesia en el amor y la paz. Comienza san Pablo indicando los presupuestos de la unidad: la humildad y la mansedumbre (4,1-3). Exhorta en primer lugar a que "viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados". Ahora bien, ¿en qué consiste una vida "digna de la vocación"? La respuesta está contenida en todo lo que viene a continuación, pero ante todo en la humildad, la mansedumbre, la paciencia, el perdón y la tolerancia recíproca con vistas al logro de un alto objetivo: conservar en paz "la unidad del Espíritu". Para el apóstol la humildad es la actitud del hombre, que se inclina a lo bajo, insignificantemente pequeño, pero sobre todo al servicio. Es la muerte del yo natural, que desde nuestros primeros padres quiere vivir cada vez más a su antojo. Íntimamente ligada con la humildad está la mansedumbre, representada por la suavidad de ánimo que renuncia conscientemente a la utilización de la violencia y de la dureza.

El Apóstol señala a continuación el fundamento de la unidad (vv.4-6). En tres escalas tripartitas coloca su idea sobre la unidad del cuerpo en el Espíritu, pasando por la unidad del Señor, hasta llegar a la unidad de Dios. Después de indicar el fundamento de la unidad, san Pablo nos presenta el papel realizado por Cristo en la construcción de su cuerpo (vv.7-16). Es a través de Cristo que hemos recibido todos los dones de la gracia. Aparentemente, el Apóstol desarrolla aquí un argumento tomado de la Sagrada Escritura, para demostrar que Cristo es el dador de los dones celestiales. Pero no parece aquí atenerse al propio texto de la Escritura, sino a una interpretación rabínica, que entendía estas palabras del salmo como aplicadas a Moisés, que subió al Sinaí, recibió la ley y la llevó como un don a los hijos de los hombres. Intenta mostrar que el "bajado" del cielo sólo puede ser el que ha bajado del cielo a esta tierra, Jesucristo. La subida se describe como realizada "por encima de todos los cielos, para llenarlo todo".

Después del paréntesis 4,8-10 se reanuda la idea fundamental de 4,7, detallándose la plenitud de los dones. Como dones no aparecen aquí, como se hubiera podido esperar según 4,7, las diversas gracias, que a cada uno se le distribuyen, sino los portadores de dones: apóstoles, oradores inspirados (= "profetas"), misioneros (= "evangelistas"), pastores y doctores, como si todo el hombre fuera un puro servicio y, por lo tanto, un puro don. Hay que notar que aquí aparecen solamente los que en la Iglesia se llaman autoridades. Ellos son en primer lugar los "dones" del Cristo resucitado. Pero a continuación reaparecen todos, ya que estos servicios fundamentales han sido donados" para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo" (v.12).

Y así tenemos ambas cosas: la clara división entre los que tienen cargo y dignidad en la Iglesia, y aquellos para los cuales existen esos dones del ministerio. Con la "unidad de la fe" hay que lograr el "estado de hombre perfecto", "la madurez de la plenitud de Cristo" (v.13). Y esto, según se detalla en el v.14, tendrá como consecuencia la firmeza en medio de un mundo lleno de tentaciones. Esta firmeza sólo puede ser la consecuencia de una profunda vida de fe.

Aplicación

Vivir "de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados".

Este domingo celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor, con la cual se concluye el período pascual de las apariciones del Señor. La fiesta de la Ascensión nos invita a tener presente dos aspectos importantes. En primer lugar, la Ascensión nos reclama a dirigir nuestra mirada al cielo, donde Jesús glorificado se encuentra sentado a la derecha del Padre. Y, en segundo lugar, esta fiesta nos hace tomar conciencia de lo que ella significa para nosotros como compromiso: la misión de los discípulos, y en ellos la de todos los creyentes en Cristo, recibe su última confirmación antes de su subida al cielo. Él nos envía a transformar el mundo según el diseño de Dios, impulsados con la fuerza del Espíritu Santo.

Las lecturas nos evocan este misterio de la Ascensión del Señor. La primera lectura de los Hechos de los apóstoles nos narra la última aparición del Señor a sus discípulos antes de subir a los cielos. Del mismo modo el pasaje del Evangelio de san Marcos nos recuerda el último encuentro de Jesús resucitado con sus apóstoles, al término del cual Jesús es elevado al cielo donde está sentado a la derecha del Padre. El Apóstol por su parte, en la carta a los Efesios, valiéndose de una referencia de un salmo sobre "el subir al cielo", nos habla de la subida al cielo de Jesús desde donde nos comunica todos sus dones.

En el relato de Lucas, recogido en los Hechos de los apóstoles (1,1-11), en la última aparición del Señor y antes de su Ascensión a los cielos, Jesús nos asegura el don del Espíritu Santo en el cumplimiento de la misión que Él nos confía: "recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (v.8). De este modo nos reclama al compromiso que tenemos como cristianos: ser testimonios de Él entre nuestros hermanos, haciéndoles partícipes de la salvación que Él nos ha alcanzado.

El Evangelio de san Marcos recrea el mismo acontecimiento presentado en los Hechos de los apóstoles: la última aparición y la misión que Cristo confía a sus discípulos antes de su Ascensión a los cielos (16,15-20). Esta misión, por una parte, se presenta desproporcionada a la capacidad humana de los discípulos: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (v.15). Pero, por otra parte, les asegura la asistencia de Jesús en el cumplimiento de la misma, indicando las señales y prodigios que en su nombre realizarán para llamar a la conversión a todos los hombres. Conscientes de la grandeza de la misión que Jesús les confía y de sus propias limitaciones, los apóstoles están llamados a colaborar con todas sus fuerzas, pero sobre todo a apoyar su entrega en el poder y en la acción de Cristo, de quien son siempre instrumentos en su obra de salvación.

Como refiere el Apóstol en la carta a los Efesios, la misión que Cristo nos ha confiado produce frutos maravillosos en los destinatarios de la misma: todas las personas llegan a formar un solo cuerpo, el cuerpo mismo de Cristo resucitado (4,1-13). Entonces los miembros de este cuerpo alcanzamos la plena unidad, en un solo espíritu, el Espíritu Santo, y nos ponemos al servicio de un solo Dios, que es "Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos" (v.6). Vivamos, pues, este misterio de la Ascensión llenos de gozo por los dones que Cristo nos ofrece y por toda su acción en nuestras vidas, buscando vivir siempre "de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados" (v.1).

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Espiritualidad


Llamados a comunicar
Comentario al evangelio de la Ascensión del Señor
Por el padre Jesús Álvarez, ssp

ROMA, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- Con motivo de la celebración este domingo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que coincide con la solemnidad de la Ascensión del Señor, ofrecemos a nuestros lectores el comentario al evangelio del presbítero español Jesús Álvarez García, de la Sociedad de San Pablo --conocidos como los paulinos--, quien ha desarrollado su ministerio a través de los medios de comunicación social en Argentina, Chile, Perú y en su pais natal.

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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba su mensaje con los milagros que lo acompañaban. (Mc. 16,15-20).

La Ascensión nos garantiza que Jesús ha vencido todo lo que amenaza la vida humana: el dolor, el odio, la guerra, la muerte, que no son la última palabra sobre el hombre. Esos males desaparecerán total y súbitamente con la resurrección, para quienes pasan por la vida haciendo el bien, a imitación de Cristo.

“Subir al cielo” equivale al éxito total y final de la existencia; éxito que Jesús nos mereció también a nosotros con su encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección; éxito que equivale a un salto inaudito en calidad de vida.

En el testamento de Jesús el día de su Ascensión, nos dejó una consigna inaplazable para todos sus discípulos de ayer, de hoy y de siempre: compartir, en unión con Él, su misión de evangelizar, al alcance de todos mediante la oración, el sufrimiento ofrecido, el ejemplo, la palabra, la acción y con todos los medios a nuestro alcance, como pueden ser también las redes sociales de Internet. Evangelizar a “todas las gentes” empieza por el hogar, el trabajo, el centro de estudios…

Alcanzamos a todo el mundo, de forma misteriosa, pero real, con la celebración eucarística, que nos hace posible compartir con Cristo su misión evangelizadora y salvadora universal: “Cuerpo y Sangre ofrecidos por ustedes y por todos los hombres”. Él nos garantiza: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto”, aunque no sepamos dónde, ni cómo, ni cuándo ni a quién llega la acción salvífica de Cristo en cada eucaristía.

Por otra parte, estaba reservada a nuestros tiempos, a nosotros, la extraordinaria posibilidad de realizar al pie de la letra el mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo a predicar el evangelio", pues a través de los medios de comunicación social (cuya Jornada Mundial celebraremos el domingo), es posible llevar la Palabra salvadora de Dios a los rincones más remotos y oscurecidos del mundo.

Esos medios, que la iglesia llama “admirables”, maravillosos, ofrecen a Cristo y a su mensaje nuevos púlpitos y templos, nuevos areópagos; nuevas y rapidísimas autopistas digitales que dan pies de luz al Maestro universal, que por ellas avanza a la velocidad de la luz por todo el orbe.

Jesús no se encarnó, trabajó, predicó, sufrió, murió y resucitó sólo para transmitirnos una doctrina o una moral, sino ante todo para enseñarnos una forma de vivir, de amar, de obrar y de morir, y para acompañarnos todos los días de nuestra vida en camino a la Casa de su Padre y de nuestro Padre.

Ésa es nuestra esperanza infalible fundada en la piedra angular y roca firme: Cristo resucitado. Esperanza de una “tierra nueva y un cielo nuevo”, donde reine la paz y la justicia, la verdad y la libertad, el amor, el deleite y la alegría con eterna novedad y eterna juventud. Allí no habrá más llanto ni dolor. ¡Comuniquemos esto!

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El arte sacro entre Fides et Ratio
Reflexiones sobre el último libro de Rodolfo Papa
por Tommaso Evangelista*

ROMA, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- La lectura de la inseparable relación entre arte y fe, y el análisis de las dinámicas contemporáneas arroja nueva luz sobre el actual sistema del arte y sobre la esencia más profunda de la pintura proponiendo una vía de salida y una ayuda a la liturgia.

Hay personas que se pasan la vida poniendo libros en una biblioteca y otras que ponen una biblioteca entera en un libro. Discorsi sull’arte sacra (Cantagalli 2012) de Rodolfo Papa se coloca en esta segunda categoría y es, efectivamente, una summa del sistema del arte puesta al servicio del auténtico arte sacro. Papa escribe una obra tan singular como indispensable, fruto de su rica experiencia de veinte años como historiador del arte y artista, pero también con intervenciones en el ámbito de la filosofía, historia, crítica del arte, teniendo siempre como puntos de referencia los textos del magisterio. Su obra es singular porque difícilmente en la actual literatura sobre el arte, se encuentre un volumen que combine con lucidez la lectura de las condiciones actuales con un descubrimiento y actualización de los escritos del pasado. A su vez, su obra es indispensable porque evitando el camino de las infinitas redefiniciones del arte fruto de saberes particulares y, por lo tanto, ulteriores nuevas fragmentaciones teóricas, busca salir del relativismo presente para proponer estables y lógicos modelos de referencia.

La estructura escogida para analizar este complejo sistema es la del discurso, como género literario y forma expresiva, que permite la focalización en diversos puntos y contemporáneamente el avance hacia un objetivo final que es el de la definición de los fundamentos del arte sacro. Los capítulos afrontan diversas cuestiones particulares que incluyen reflexiones teoréticas y exempla extraidos de la historia del arte que ayudan a contextualizar y definir los razonamientos. Se ha concedido una gran atención al esclareciemiento de los términos lingüísticos, indispensables en la economía del análisis, mientras que el uso abundante de citas --nunca simples referencias sino indicaciones funcionales al texto--, permiten, por una parte, seguir la relación entre escritura e imagen en la historia del cristianismo y por otra, conocer textos contemporáneos de estudiosos que, aunque lejos del cristianismo, llegan a intuir la solución del problema.

El objetivo del texto es el de llegar a definir el arte sacro y sus propiedades intrínsecas en una época que no solo ha perdido el concepto de arte, devenido líquido y subjetivo, sino también la noción de lo sacro, una verdadera apostasía por la cual Papa individua orígenes y consecuencias. Razonando así, el autor llega a proponer una definición general, tomada de los textos clásicos, que no presenta como dogma sino que la injerta en las actuales especulaciones demostrando que todavía es posible reflexionar en términos positivos en el estatuto epistemológico del arte: ars est recta ratio factibilium. Esta enunciación es la premisa para la individuación de al menos cuatro caracteres fundamentales propios del arte sacro (y en modo especial del arte de la pintura): universalidad, belleza, figuratividad y narratividad.

En Discorso sulle Arti, después de haber analizado diversas contribuciones de los teóricos y críticos actuales (Warburton, Shiner, Danto, Belting, Didi-Huberman), Rodolfo Papa muestra la dificultad para arribar a enunciados estables y omnicomprensivos, y propone la célebre frase de santo Tomás para la cual el arte es la correcta forma de hacer las cosas según la razón (recta ratio) y declina al plural la cuestión: “si el término arte es declinado al plural, como un género que comprende varias especies, la cuestión de su definición aparece soluble, incluso en la situación contemporánea”. En esta óptica la “specie” de la performance o de la instalación o incluso el body art tendrá necesidad de un estatuto propio y de peculiares reglas que alguien deberá proporcionar y así se garantizará, por diversidad, la identidad y la definibilidad, por ejemplo, de la pintura y la posibilidad de afirmar lo que es arte y lo que no lo es. Observando el sistema desde este punto de vista, también el arte llamado “contemporáneo” con sus rituales de producción, fruición e historización aparece ya cristalizado, y la aparente multiformidad se demuestra ya codificada y globalizada por el mercado que desde el 'Pop Art' en adelante, es expresión vacía de esta aparente creatividad.

Naturalmente, no todos los géneros pueden estar al servicio de la iglesia y a ese respecto Papa muchas veces se centra en las intrínsecas diferencias y en sus peligros. Revivals diatópicos y diacrónicos, utópicos y ucrónicos, la recuperación del “pensamiento salvaje” y de un primitivismo original, instancias liberales, libertinas y neopaganas, la búsqueda del irracionalismo y del esoterismo son todos caminos recurrentes desde el Iluminismo en adelante con el fin de introducir formas nacidas en diversos sistemas de arte para desquiciar la estructura interna y descristianizar el arte. A diferencia de la recuperación de la cultura greco-romana en el Renacimiento, recuperación tendiente a cristianizar los elementos paganos, el anacronismo propio de ciertas vanguardias históricas no tiene relación con la iglesia pero apunta a una cultura arcaica y a una visión distorsionada de lo sacro.

Interesante y original, el 'Discurso sobre la Luz' evidencia cómo en el arte contemporáneo se ha pasado “de una visión metafísica a una materialista” por culpa del abandono y/o del exceso de la luz. Si en pintura la claritas, la claridad y el esplendor, cede el lugar al color, o a la materia que no comunica más visiones celestes sino que cada vez más se enfoca en las bajezas humanas, en arquitectura sucede lo contrario: el exceso de luminosidad conduce a una desmaterialización que rechaza la dimensión creatural de la realidad. Indispensable, el 'Discurso sobre las imágenes y sobre el cuerpo' parte de una paradoja: aún viviendo en una “sociedad de la imagen” la imagen (y el cuerpo) resulta muchas veces ausente incluso en el ámbito litúrgico, donde más que nunca es reclamada la presencia, ya que la religión cristiana comienza realmente con el encuentro con la corporeidad de Cristo, del Dios hecho hombre. La única imagen hoy es la tecnológica que tiene fines mucho menos elevados. La imagen satinada, retocada, técnicamente perfecta (“photoshopeada”), nos habla de un mundo que ha perdido la búsqueda de una experiencia interior, que rechaza la complejidad y la apertura que solo un arte que trata de superar los límtes de la imitación puede garantizar. Desde este punto de vista, es de rechazar la fotografía, en cuanto evidencia excesiva de lo real que anula la mediación personal y, en consecuencia, el hiperrealismo: a diferencia de la perspectiva nacida para representar el mundo y la historia sacra, cuanto más cercana temporalmente y espacialmente al usuario, educando el sentido de la vista, la imagen de hoy aparece desencarnada y no adecuada a la devoción.

Fundamental resulta la recuperación de la belleza que Papa considera en los términos ontológicos de los “trascendentales”: la belleza es integral, armonía y esplendor (integritas, proportio y claritas) y está asociada a la bondad y al bien. La belleza trasciende al hombre y es capaz de revelarle algo de la realidad, en este sentido comunica también la verdad; el hombre, por su parte, es naturalmente proclive a acogerla y encontrarla. Tampoco el arte, especialmente si está al servicio de la liturgia, puede prescindir de la belleza, dado que las obras de arte deben expresar la infinita belleza divina y orientar el alma hacia Dios. Son desechables, entonces, las actuales concepciones relativistas de la belleza (belleza como ausencia, como desarmonía) o las estéticas de lo feo así como no existe un mal absoluto, pues el mal es la falta de un bien, así tampoco puede existir la fealdad absoluta que es la pérdida de lo bello o su no perfecto desarrollo. El 'Discurso sobre el arte sacro' es la conclusión de los discursos precedentes pues confirmar la centralidad de las imágenes sacras aparece siempre más fundamental en una sociedad “líquida” o “neotribal” que ha perdido todo ligamen con lo trascendente. Como ha escrito Joseph Ratzinger, la crisis del arte es un “síntoma de la crisis existencial de la persona” y por tanto poner algunos puntos ciertos en un momento tan confuso no puede ser más que un factor positivo. El capítulo es muy complejo y explicativo gracias a la constante referencia a los textos del magisterio pontificio de los cuales emerge claramente cómo el arte debe celebrar la infinita belleza divina poniéndose al servicio de la liturgia, iluminada por la fe, evitando el excesivo simbolismo y el exagerado realismo.

El arte sacro, a diferencia de las más variadas expresiones creativas que parecen durar el tiempo de una exposición en un contexto saturado de novedad y provocaciones, es siempre vivo y se renueva continuamente en el surco de la tradición. Dadas tales caracterísiticas fundamentales e imprescindibles como la universalidad, la belleza, la figuratividad y la narratividad, la libertad del artista (de fe) es muy amplia. Papa, un verdadero artista al servicio de la iglesia, nos muestra con este texto cómo hay todavía caminos por recorrer y cuán irracional es hablar de la “muerte del arte”. Y también, en el hipotético caso de que todo este saber se destruya y que las dimensiones del sentimiento, del instinto, de la arbitrariedad sustituyan a la proficua relación entre Fides y Ratio, retomando el parágrafo 'El arte en la espiritualidad' (en referencia a la imagen de la Divina Misericordia), es reconfortante saber que todavía hay un Otro, más allá de críticos y teorías, que continúa comunicándose a través de imágenes.

*Historiador del arte, periodista cultural, experto en didáctica museográfica.

Traduccion de P. Pedro Gómez, OSB

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