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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 21 de mayo de 2012

Santa Sede

Benedicto XVI exonera de sus funciones al obispo de Trapani
Diócesis italiana queda a cargo de un administrador apostólico

Mundo

Obispo Joan Piris: El silencio no impide la comunicación, sino la hace más fecunda
Declaraciones del presidente de la comisión de comunicaciones del episcopado español

85 años de redención copiosa en América Central
Redentoristas crearán una nueva provincia en el subcontinente

Especial María

María creyente
Es modelo de todas las virtudes cristianas

Entrevistas

Jerusalén, ciudad que clama la paz
El patriarca latino cuenta la situación de los cristianos en Medio Oriente

"Ahora es cuando tenemos que evangelizar más con la música"
Entrevista con la cantautora paraguaya Silvia Mariella

Fe de erratas

Fe de Erratas
Rectificación en titular


Santa Sede


Benedicto XVI exonera de sus funciones al obispo de Trapani
Diócesis italiana queda a cargo de un administrador apostólico
CIUDAD DEL VATICANO, Lunes 21 mayo de 2012 (ZENIT.org).- El santo padre Benedicto XVI ha exonerado de sus funciones al obispo Francesco Miccichè (69), del cuidado pastoral de la diócesis de Trapani en Italia.

En información publicada este sábado 19 por la sala de prensa de la Santa Sede, se informa que el papa ha nombrado al arzobispo Alessandro Pilotti, emérito de Pisa (Italia) como administrador apostólico 'ad nutum Sanctae Sedis' de la misma sede.

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Mundo


Obispo Joan Piris: El silencio no impide la comunicación, sino la hace más fecunda
Declaraciones del presidente de la comisión de comunicaciones del episcopado español
MADRID, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- La Iglesia celebró este domingo 20, solemnidad de la Ascensión del Señor, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, convocada por por el papa Benedicto XVI con el tema “Silencio y Palabra, camino de Evangelización”. Monseñor Joan Piris, obispo de Lleida y presidente de la Comisión de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Española, envió un mensaje a los comunicadores a través de la agencia de noticias de dicha entidad eclesial.

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¿Cuál es el origen de esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?
Esta Jornada tiene su origen en el Concilio Vaticano II. El primer documento que se aprobó, en diciembre de 1963, el decreto Inter Mirifica, se refería precisamente a los medios de comunicación social y abundaba en la necesidad de utilizar y poseer medios de comunicación sobre todo para el anuncio del Evangelio en el mundo. Uno de los aspectos que proponía entonces, “para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social” (IM 18), era la convocatoria de una Jornada dedicada a los medios de comunicación, y desde 1967 se va convocando todos los años, con un mensaje del Santo Padre.

¿Qué objetivos se pretenden con ella?
Las jornadas en la Iglesia buscan ayudar al pueblo de Dios a comprender alguna de las realidades en las que se desenvuelve su condición de cristianos. En la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se busca que los fieles conozcan mejor el mundo de los medios de comunicación, cuáles son sus instrumentos, sus recursos, sus modos de actuación, y al mismo tiempo que sepan qué obligaciones tienen ellos y que derechos tienen ante las comunicaciones sociales. Por otro lado, esta Jornada es también una oportunidad para un encuentro cercano con los periodistas que se dedican a informar sobre la Iglesia. Esa información es más completa, más eficaz y más verdadera cuando se hace desde el reconocimiento mutuo y el respeto a los ámbitos de acción, las formas y los procedimientos que tiene tanto la Iglesia como los medios de comunicación. En torno a este día son muchos los obispos que tenemos encuentros con los medios para conocernos mejor, comprendernos mejor y poder así cumplir mejor nuestra función en la sociedad.

El lema de la Jornada de este año, en su 46ª edición, es Silencio y Palabra, camino de evangelización ¿no parece un poco contradictorio con el mundo mediático en el que vivimos?
Quizá lo parezca. Es verdad. Benedicto XVI con este lema y con el mensaje que lo explica está señalando a la Iglesia el camino de la evangelización que pasa por el silencio y la Palabra. Resulta menos sorprendente si recordamos la evangelización de Jesucristo, que consiste precisamente en esto. Antes de cada una de sus grandes decisiones o de sus grandes discursos, Él se retiraba al monte a orar, en el silencio de la noche: La Palabra iba precedida del silencio. Benedicto XVI, al hablar de esto a los cristianos, está señalando también un modo de actuar valioso para los medios de comunicación: si los mensajes no van precedidos por el silencio meditativo, quedan un poco vacíos; y si no dejan paso a otros mensajes, impiden el diálogo. El silencio no impide la comunicación, al revés, la posibilita y la hace más fecunda.

Los obispos de la Comisión de Medios de Comunicación que usted preside también han elaborado un mensaje para esta Jornada, ¿en qué se centran?
En este mensaje hemos querido señalar la importancia de la comunicación para la humanización de los hombres. Casi todo lo que conocemos del mundo, de la historia, de la sociedad en la que vivimos, la conocemos a través de los medios de comunicación. Ese conocimiento nos permite tomar mejores decisiones, nos va configurando como personas interrelacionadas y permite el desarrollo de la sociedad en la que vivimos. Una sociedad sin medios de comunicación es menos libre, transmite peor el conocimiento, y por tanto es menos humana.

En este sentido, hemos querido señalar que los medios de comunicación cumplen su misión cuando acercan a los hombres a la verdad. Cuando se comunica el error, o la mentira, o el desprecio a los otros, no se produce comunicación, sino incomunicación. No se produce humanización sino deshumanización. La libertad de expresión, como es natural, tiene su ámbito propio en la verdad y su límite propio en la mentira, y nunca ampara la mentira, la calumnia o el insulto.

Por último, ¿Cómo se celebra esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?
En España cada diócesis, cada obispo, organiza sus propias actividades de encuentro con los medios o de formación para los fieles. En este día concreto de la Jornada, en la Solemnidad de la Ascensión, la eucaristía se ofrece también con esta intención. El Concilio invitaba a los fieles a la oración por los medios de comunicación y ésta es una muestra verdadera de aprecio y de estima. También es tiempo para agradecer a las personas que trabajan en los medios de comunicación su esfuerzo y su servicio por poner al alcance de todos la verdad de lo que pasa en el mundo. En esta situación de crisis económica, son muchos los profesionales de la comunicación que están atravesando dificultades serias. En esta Jornada los tenemos en cuenta de manera especial. Las dificultades que ellos atraviesan nos afectan a todos, porque, como hemos dicho antes, sin su labor profesional y bien realizada, estamos incomunicados y la incomunicación es uno de los ingredientes de la deshumanización.

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85 años de redención copiosa en América Central
Redentoristas crearán una nueva provincia en el subcontinente
Por el padre Manuel Cruz, cssr*

ALAJUELA, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- A principios del siglo XX, el mundo vivía con expectación el acontecimiento de Cova de Iria: las apariciones de Nuestra Señora la Virgen del Rosario de Fátima, cuya devoción llegó a tierras centroamericanas, entre los años de 1940 y 1950. ¿Serían las apariciones de Nuestra Señora, un preludio del alumbramiento de la congregación del Santísimo Redentor en América Central?.


Las apariciones de Nuestra Señora ocurrieron un 13 de mayo de 1917, y según cuenta la historia, fue el luminoso y mariano día del 13 de mayo de 1927, cuando los presbíteros Félix Ruiz de Samaniego y Pedro del Palacio --ambos españoles--, desembarcaron del vapor “Galicia”, en el vivo y ardiente Puerto Limón, Costa Rica. Venían bajo la sombra de la gran persecución de don Francisco Plutarco Elías Campuzano, mejor conocido como Plutarco Elías Calles. Pero impulsados por el ardor del Espíritu Santo para predicar en el istmo centroamericano la “redención copiosa”: anunciar con viva voz la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.


Las crónicas nos dicen que llegados a Puerto Limón, aquellos misioneros se encaminaron a la ciudad de Alajuela, en el Valle Central de la república costarricense. Allí, los misioneros fueron recibidos por el obispo de la ciudad, monseñor Antonio del Carmen Monestel, quien les ofreció una iglesita de pocas dimensiones, del siglo XIX. Esa iglesita, hoy en día, es un hermoso santuario dedicado al Santo Cristo de Esquipulas o de La Agonía, como se le conoce. Actualmente, es el segundo templo más importante de la ciudad de Alajuela y uno de los más visitados en el país; y es además, sede de la curia viceprovincial.


Los padres Samaniego y Del Palacio, como hijos genuinos de san Alfonso María de Ligorio, comenzaron la labor apostólica en Alajuela, con misas, confesiones, predicaciones y la administración de los sacramentos. En el cumplimiento de su deber, pasaron por muchas dificultades, que con la ayuda de Dios fueron superando con paciencia de santos.
El carisma de la congregación fue creciendo y desarrollándose poco a poco, como crece y se desarrolla una planta, que cumple con un ciclo vital constituido por varias etapas: la etapa germinativa de la semilla, echa sus primeras hojas, su tallo, raíces y ramificaciones; así, como una planta, fue creciendo y desarrollándose el carisma redentorista en América Central.


Como óleo santo, desde Alajuela, Costa Rica, fue derramándose el carisma de san Alfonso por los demás países del istmo. En 1928 en la república de Honduras se abre la primera fundación en la ciudad de Santa María de Comayagua (iglesia de San Francisco). En octubre de ese mismo año, llegaron los redentoristas a la abrasadora ciudad de San Miguel, república de El Salvador. Al año siguiente (1929), el 23 de julio, llegaron a la ciudad capital de San Salvador. Para ese año, ya está conformada la primera comunidad de misioneros redentoristas, perteneciendo jurídicamente a la Viceprovincia de Venezuela. Para el año de 1933, encontramos a las comunidades de Alajuela (Costa Rica), Tegucigalpa (Honduras) y San Salvador (El Salvador), adscritas a la ya restablecida Viceprovincia de México, junto a las de la Habana y Santiago de Cuba.


Los años 1950 y 1960, fueron de gran vigor impulsador en la expansión del carisma redentorista. La redención copiosa predicada por aquellos misioneros, fue tomando fuerza cada vez más por toda América Central. En los años de 1950, asistimos al nacimiento de la Viceprovincia de San Salvador. Era el 2 de febrero de 1955, cuando el padre general, Guillermo Gaudreau, creó la nueva Viceprovincia de San Salvador. La naciente Viceprovincia, comprendía para ese entonces, todos los países de América Central y “la perla del Caribe”, Cuba. El gobierno general de la Congregación, nombró como primer viceprovincial al presbítero Agapito Martínez (Manuel Cid Riesco).


Es en estos años que se abren nuevas comunidades en los países de Guatemala, Nicaragua y Panamá. En agosto de 1952, se establece la primera comunidad redentorista en la ciudad de Mazatenango, en la parroquia de San Bartolomé. Y entre 1958 a 1965, se establecen en la Ciudad de Guatemala. En febrero de 1955, se funda en la ciudad de Managua, Nicaragua, donde los redentoristas se hacen cargo de las parroquias del Santísimo Redentor y Santísima Trinidad. La república de Panamá, abrió sus puertas a los misioneros de san Alfonso en el año de 1964, en la antiquísima parroquia de Santa Librada en la ciudad de Las Tablas. Al año siguiente, encontramos a los redentoristas trabajando ardorosamente en Ciudad de Panamá, atendiendo las parroquias de La Asunción y San Gerardo María Mayela.

Actualmente, la Viceprovincia de San Salvador, se encamina a un paso muy importante: el paso a Provincia en la fecha que cuadra el calendario: 15 de julio de 2012, solemnidad del Santísimo Redentor, de acuerdo al decreto de erección y el Approbatur del gobierno general de nuestra Congregación.

Tras ochenta y cinco años de presencia en América Central, el estado o panorama de nuestra Unidad Viceprovincial es el siguiente: ocho comunidades canonicamente erigidas (desde las cuales se atienden once parroquias) y dos centros de formación (teniendo presencia en el noviciado bubregional “San Alfonso” en Colombia). Contamos con un equipo misionero itinerante (EMICAR) apoyado intensamente por los hermanos del equipo misionero laico redentorista (EMILAR). Se cuenta también, con presencia misionera en la Habana, Cuba.

Echando la mirada hacia atrás, contemplamos la “estela luminosa” que han dejado los redentoristas en América Central, esparciendo el carisma de san Alfonso María de Ligorio. Han sido 85 años de ardoroso apostolado, expresado en la predicación de misiones. Esta labor la dirige con mucho empeño nuestro EMICAR y EMILAR. Atendiendo parroquias, tanto en el área urbana como rural, y haciendo presencia en aquellos lugares donde están los más necesitados, impregnándolos del espíritu misionero heredado de nuestro santo fundador y de aquellos pioneros de la Viceprovincia.

Es por eso, que en este tiempo de transición, al acercarse la fecha memorable en que nuestra amada Viceprovincia de San Salvador, será elevada a Provincia, con el nombre de ´América Central´, damos infinitas gracias a Dios nuestro Padre, a Jesús Santísimo Redentor, y a nuestra Madre la Virgen del Perpetuo Socorro, por estos 85 años de redención copiosa, de presencia misionera en todos los países del istmo: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Nuestras ´Prioridades Pastorales y Plan Pastoral´, nos recuerdan que somos en América Central, una gran comunidad misionera internacional. Que seguimos a Jesucristo Redentor anunciando el evangelio a los más pobres y abandonados. Y que cada miembro de la congregación en estas tierras, contribuye a la realización de la misión y del carisma congregacional, y que junto a nosotros, hay muchos laicos, mujeres, hombres, jóvenes y niños, que comparten nuestro ser redentorista.

Los redentoristas en América Central, hemos heredado la gran riqueza de nuestra madre la Congregación del Santísimo Redentor: ser un carisma específico en la iglesia santa, católica y apostólica, y que gracias al esfuerzo y trabajo de muchos cohermanos, contamos con un proyecto de evangelización que contemplan nuestras Constituciones y Estatutos. Somos en América Central, ´Herederos de una tradición´, y por ello estamos llamados a ´renovar nuestra misión´.

*Superior Viceprovincial de América Central de la Congregación del Santísimo Redentor

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Especial María


María creyente
Es modelo de todas las virtudes cristianas
Por el padre José Antonio Ubillús, CM*

LIMA, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- Durante el mes de mayo, dedicado a María, los católicos estamos invitados a pensar y a meditar en quien encarna como nadie los valores cristianos y el seguimiento de Jesús: su madre María. Y lo debemos hacer ojeando su rastro en el evangelio. Escasas se nos hacen ciertamente las referencias explícitas a María en el Nuevo Testamento.

Por contraposición quizá, su figura ha sido sobredimensionada en la piedad popular, especialmente a partir de la Edad Media. Entre uno y otro extremo, el Concilio Vaticano II ha querido centrar la significación de la Virgen en el conjunto de nuestra fe y ha colocado así su presencia en el misterio de Cristo y de la Iglesia: “Uno solo es nuestro mediador, sostienen los Padres conciliares, según las palabras del Apóstol: Porque uno es Dios, y uno también el Mediador entre Dios y los hombres Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos (1 Tim. 2, 5-6).

Sin embargo, la misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de este, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta “ (LG 60; cf. Ibid. 52, 53, 55, 62).

“El Concilio, afirma Benedicto XVI, quería decirnos esto: María está tan unida al gran misterio de la Iglesia, que ella y la Iglesia son inseparables, como lo son ella y Cristo. María refleja a la Iglesia, la anticipa en su persona y, en medio de todas las turbulencias que afligen a la Iglesia sufriente y doliente, ella sigue siendo siempre estrella de la salvación. Ella es su verdadero centro, del que nos fiamos, aunque muy a menudo su periferia pesa sobre nuestra alma…En María, la Inmaculada, encontramos la esencia de la Iglesia de un modo no deformado. De ella debemos aprender a convertirnos nosotros mismos en “almas eclesiales” –así lo expresaban los Padres- para poder presentarnos también nosotros, según la palabra de San Pablo, “inmaculados” delante del Señor, tal como él nos quiso desde el principio (cf. Col 1, 21; Ef 1, 4)” (Homilía del Santo Padre Benedicto XVI durante la solemne concelebración eucarística en la Basílica de San Pedro – Jueves 8 de diciembre de 2005 – 40 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II).

Aparece entonces la figura de María ante nosotros no ya basada en milagros o apariciones, no exaltada hasta la frontera del mito por un amor desmedido. No aislada del conjunto de la humanidad de la que forma parte, sino como la mujer recia y materna del Evangelio, indisolublemente unida a Cristo, llena de su Espíritu, miembro de la comunidad eclesial, modelo de las mejores virtudes cristianas. Aparece, en suma, ante nosotros María como la Virgen que cree, que ora, que ofrece y que ama.

Aspectos estos que propongo meditar con el fin de que podamos acercarnos a Cristo acompañados por su Madre:

Es la Virgen de la Anunciación, la Virgen del sí claro, personal, responsable, comprometido, la Virgen que personifica al “resto de Israel” del Antiguo Testamento, y que hace posible desde su confianza el dinamismo de la nueva creación en Cristo.

La Virgen que cree es la Virgen oyente, abierta a Dios, la Virgen que acoge a Cristo antes con su fe, como el Verbo y la Palabra de Dios, que con su propio cuerpo. “Porque ha creído” recibe la alabanza de su prima Isabel. Porque cree, “guarda todas las cosas en su corazón”; porque cree sigue a Jesús dentro del grupo de los discípulos (Mt. 12, 46); y porque cree, el mismo Jesús la proclama dichosa (Lc. 11, 28).

Desde esa contemplación de la Virgen que cree y que escucha, también la Iglesia valora cada vez más la escucha de la Palabra de Dios y aprende a ser discípula tratando de leer el mensaje de Dios tanto en la oración y la liturgia como en la creación y en la vida. Quiere ser la Iglesia como María, una comunidad de fe, que cree y oye. Podemos, por eso, meditar y aprender en maría a creer en Dios y a escucharlo cada día. Revivamos por ello esos momentos en que ella creyó (Nazaret, el Templo…).

Son diversos momentos de un retrato evangélico en el que María responde a la iniciativa de Dios con su oración personal y comunitaria: Oración de alabanza en el Magnificat, oración de súplica en Caná, oración contemplativa en el Templo de Jerusalén y oración comunitaria en la espera del Espíritu.

Es la Virgen de la Presentación y del Calvario, la Virgen que ofrece su vida con la de Cristo para la salvación de todos los hombres. Es la Virgen de todo el Evangelio, llena de un Espíritu, que es espíritu de amor, María está tanto abierta al plan salvador de Dios como cercana a los hombres.

Es la mujer que, después de la angustia de la muerte de su Hijo y después de la alegría de verlo resucitado, no se retira para rumiar sola los acontecimientos, sino que se abre a la comunidad, se une a la Iglesia en oración y la acompaña, como acompañaba antes a su Hijo Jesús.

Es, en definitiva, María la mujer de la caridad, la mujer que ama. Y así ha sabido sentirla siempre el pueblo cristiano cuando ha acudido confiado a ella en busca de consuelo, apoyo y esperanza.

Que esta contemplación de María, la primera del grupo de los creyentes, nos afiance en la fe, nos adentre en la oración, nos anime a la ofrenda y nos empuje al amor.


*Congregación de la Misión - Vicentinos

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Entrevistas


Jerusalén, ciudad que clama la paz
El patriarca latino cuenta la situación de los cristianos en Medio Oriente
Por Salvatore Cernuzio

CROTONE, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org). - De Jerusalén a la Calabria, región del sur de Italia. La devoción mariana puede crear un largo puente que va desde Tierra Santa a la ciudad italiana que se asoma en el mar Jónico. Lo ha demostrado el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Fuad Twal, con la visita que hizo a la ciudad de Crotone para rendir homenaje a la Virgen de Capocolonna, histórica devoción que está radicada en el corazón de los crotoneses.

En esta ciudad, monseñor Twal concedió una entrevista a ZENIT, “de la cual -dijo-, soy un asiduo lector desde hace varios años.”

Beatitud, usted declaró que Jerusalén tiene una vocación específica: ser una ciudad de paz. ¿Qué impedimentos encuentra?
-Mons. Twal: Como todas las vocaciones humanas, no siempre son alcanzables, debido a la voluntad y a la libertad humana. Es necesario recordar además que en Jerusalén no existe solamente la dimensión espiritual que nos une a todos, sino también intereses privados, la agenda de los políticos y tantos otros factores que uniéndose impiden alcanzar plenamente la paz. Hoy existen períodos de calma, pero la verdadera paz, aquella que da plena libertad de movimiento, la plena libertad de acceso a los lugares sacros, la plena libertad de vivir de los cristianos de Medio Oriente, hasta ahora nunca existió.

¿Cuál es la situación de los cristianos en Tierra Santa, considerando también los recientes episodios de vandalismo de algunos jóvenes israelíes hacia símbolos e imágenes sagradas?
-Mons. Twal: Estos eventos son siempre tristes que lamentablemente los cristianos de Jerusalén siempre tuvieron que soportar. Los cristianos en Jerusalén son casi todos parte integrante de la población árabe y palestina: sufren y se alegran con la población local y aspiran al mismo objetivo, o sea a la paz. Una paz que, como decía antes, se traduce en justicia, en libertad de expresión, de movimiento, de trabajo, en aquella libertad que al fin de cuentas nunca tuvieron.

Tenemos poblaciones cristianas que vinieron desde el exterior –-últimamente por ejemplo, numerosos filipinos-–, que llegaron a Jerusalén como mano de obra, que se encuentran ahora en una posición vulnerable porque podrían ser expulsados de un momento a otro. Por este motivo, la iglesia intenta darles un buen servicio religioso o asesoría legal, para ayudarlos a vivir y que no olviden su propia identidad cristiana.

Usted dijo que está “fuertemente preocupado” más por el fenómeno de la emigración de la población cristiana que por la inmigración. ¿Continúa la fuga de los cristianos desde estas tierras?
-Mons. Twal: Lamentablemente sí. La salida de los cristianos de Tierra Santa se puede definir como una verdadera hemorragia humana. Nosotros sufrimos mucho por esto, porque somos pocos y por lo tanto, una sola persona que se vaya tiene su peso. También muchos judíos --familias enteras--, dejan el país, así como tantos musulmanes que no están contentos de la situación contingente. Pero ellos son muy numerosos en la zona, por lo que una familia que se va o diez, no es particularmente preocupante. Nosotros los cristianos en cambio somos pocos, y la emigración a este ritmo puede representar un riesgo...

¿A que se debe todo esto?
-Mons. Twal: A la ocupación, a la situación política, a la difícil condición de vida, a la falta de trabajo, de confianza. Es casi normal que surja esta posibilidad de emigrar, porque el único remedio verdadero y radical, la paz, está aún lejos.

¿Cuándo la población cristiana no parte, como reacciona?
-Mons. Twal: En la sociedad civil, sea judía o árabe, hay numerosos grupos compuestos por cientos de madres que perdieron a sus familiares más queridos. Son madres no solamente cristianas, sino también musulmanas, judías, palestinas, de todas las nacionalidades, que se reúnen porque cansadas de la venganza y de la violencia, piden solamente la paz. A su lado tenemos tantas congregaciones religiosas contemplativas, que no salen de sus monasterios, pero que a través de la oración constante ofrecen una contribución más fuerte y eficaz.

En esa dirección, son muchas las realidades y los movimientos --eclesiásticos o no--, que están trabajando para reforzar las raíces y la presencia de los cristianos en Tierra Santa. ¿Qué piensa de esto?
-Mons. Twal: ¡Que todos son bienvenidos!. Quiero agradecer de manera especial al Movimiento Cristiano de Trabajadores que se ha comprometido más directamente con la iglesia local. No todos los otros movimientos lo están de la misma manera... Es una lástima, porque creo que todos son una riqueza del Espíritu Santo, y por lo tanto si se integraran más mejorarían muchas situaciones. Confieso que no veo por parte de todos la misma buena voluntad, por esto quiero hacer un llamado a que sean más sensibles a las necesidades de la iglesia local, de la población y de sus sufrimientos. Cada uno tiene que hacer un examen de conciencia y reflexionar si puede hacer algo más de cuanto está ya haciendo.

¿Cuáles son las iniciativas y proyectos que la Santa Sede están llevando adelante y que tienen que ser apoyadas?
-Mons. Twal: Las instituciones, las escuelas, las universidades antes que todo. También la construcción de habitaciones para jóvenes matrimonios cristianos palestinos, con la ayuda de la cooperación italiana. Los proyectos de este tipo son indispensables y espero que se repitan. Desde el año pasado hemos instituido además una universidad, gracias al apoyo del santo padre y de la conferencia episcopal italiana.

¿Se refiere a la Universidad Católica en Jordania inaugurada hacia finales de 2011, como un deseo expresado por el santo padre en la visita de 2009?
-Mons. Twal: ¡Exactamente! Una persona graduada y bien preparada puede garantizar a sí mismo y a los otros un futuro mejor. La formación es un elemento fundamental: significa preparar a las nuevas generaciones, preparar líderes más responsables, abrir la mente de los jóvenes a las novedades y a la colaboración con los otros. También la población de Jordania lo ha entendido, a tal punto que la universidad que ha abierto sus puertas en octubre del año pasado ya tiene 300 alumnos.

¿En qué está empeñado el patriarcado de Jerusalén?
-Mons. Twal: En todo: desde la participación al sínodo de la nueva evangelización de octubre, y al encuentro de las familias en Milán, así como a la visita del papa en el Líbano y en el congreso eucarístico internacional de Dublín. ¡Todo tiene que volver a partir de Jerusalén!

Una pregunta casi obligatoria en este mes mariano: ¿cómo se vive en Tierra Santa la devoción a la Virgen?
-Mons. Twal: Tenemos necesidad de María. Somos vulnerables en este momento y estamos buscando una ayuda y una protección. Seguramente no confiamos en los políticos, con ellos no hay esperanza. En cambio la Virgen nunca nos ha desilusionado, porque es verdaderamente nuestra madre. Y es aún más sensible ante nuestros problemas pues ella era de Nazaret, o sea es una “parroquiana” nuestra...

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"Ahora es cuando tenemos que evangelizar más con la música"
Entrevista con la cantautora paraguaya Silvia Mariella
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- La música es gran transmisor de contenidos, de alegría, y es arte a la vez. Entre las estrategias de la nueva evangelización, la música va a ser una herramienta fundamental para alcanzar nuevos públicos, o para llenar de entusiasmo y esperanza a los creyentes en sus momentos de prueba y de incertidumbre.

ZENIT conversó con la cantautora paraguaya Silvia Mariella, quien como parte de una peregrinación por Grecia, Tierra Santa y Roma, cantó en un concierto organizado días atrás por la embajada del Paraguay ante la Santa Sede. 

¿Qué importancia le ves a la música, en el llamado del papa a la nueva evangelización?
- Silvia Mariella: Cuando uno lee la palabra de Dios, uno encuentra en el Antiguo Testamento los salmos, y ve que el pueblo de Israel es un pueblo que canta, que alaba, que danza. Y aquellos que conocen la cultura judía pueden entender más aún, que es un pueblo que manifiesta su alegría y su tristeza a través de los cantos. Jesús cantaba los salmos, leemos que al salir de la última cena cantaba los salmos. La música es un elemento muy importante dentro de la evangelización ya que si uno pregunta a alguien si le gusta la música..., yo todavía no he escuchado a alguien que te diga que no. Puede ser que los estilos sean diferentes, pero la música eleva el alma, llena, consuela. Y dentro de la evangelización lo mas importante no es la musica, sino la palabra de Dios hecha canción, que pueda llegar al alma. La música es muy importante para la evangelización porque podemos evangelizar a niños, jóvenes y familias, y es una herramienta que se puede utilizar muy bien en la nueva evangelización.

Hemos visto que das unas enseñanzas dentro de los conciertos, ¿esto es un estilo nuevo en los cantantes católicos, no?
- Silvia Mariella: Jesús dijo vayan y proclamen la buena nueva a toda la creación. Y podemos entonar mucha música pero es muy importante la prédica, aunque ya la música es una predicación, estamos llamados a proclamar el evangelio, a anunciar la buena nueva. Queremos que la gente entienda que no son simples espectadores; y justamente cuando predicamos queremos que se entienda que Dios quiere hacer algo en sus vidas a través de la música, que Dios no quiere que estén allí para dar un aplauso, sino quiere hacer algo en sus corazones, por eso tratamos de que entiendan el mensaje que trae la canción.

Como compositora, ¿cuáles son los temas que te inspiran actualmente?
- Silvia Mariella: La mayor fuente de inspiración es la Biblia. Allí sabes que no te vas a equivocar, porque la palabra no se equivoca. Y ahora quiero escribir sobre el amor a la vida. Hay mucha gente triste, demasiada gente deprimida, mucha gente en el mundo entero que está acabando con su vida. También quisiera escribir más sobre la familia, porque me preocupa y veo que los jóvenes van perdiendo los valores. La gente está demasiado encerrada --los medios son buenos siempre que se los use con el sano equilibrio--, pero sin darnos cuenta también el enemigo es muy astuto y quiere que cada uno se encierre con su computadora, con su Facebook... Pienso que tenemos que anunciar muchas cosas, ahora es cuando más tenemos que evangelizar.

Acabas de llegar de Tierra Santa y ahora en Roma, ¿en estos lugares te has sentido inspirada a escribir algo?
- Silvia Mariella: Es increíble, porque estuve también en Grecia y es muy linda, pero allí las piedras no hablan. En cambio en Tierra Santa, hay piedras y ruinas y todo te habla de Dios, de su presencia. Me he sentido llamada al compromiso, por todo lo que hay que hacer, a estudiar más... Hubieron situaciones que me tocaron vivir, como la fiesta de un niño judío cuando cumplió los 13 años, el Bar-Mitzvá. Y pude ver la alegría, cómo cantan y danzan; y veía a la mamá del niño cómo danzaba y cantaba y en ese momento imaginaba a la Virgen María, y pensaba que así debe haber danzado ella cuando Jesús cumplió 13 años. Tierra Santa me ha inspirado canciones de alabanza, que lleven a animar al pueblo, como esa música judía, hebrea, que es música de Dios.

¿Y aquí en Roma, en el Vaticano?
- Silvia Mariella: Aquí sobretodo, el amor a la iglesia, y el poder recordar que esta es la iglesia de Cristo y que sobre esta piedra él edificó su iglesia. Aquí hubo algo que me inspiró, y fue cuando visité la Basílica de san Pablo y vi las cadenas que lo ataron: habrán cadenas pero nada nos tiene que detener. Me inspira la carta de Pablo a los Filipenses: "Mis cadenas han hecho progresar el evangelio", y Dios quiera que pueda hacer una canción sobre eso.

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Fe de erratas


Fe de Erratas
Rectificación en titular
ROMA, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- Por un error tipográfico, en la Newsletter de Zenit del viernes 18 de mayo, hubo un error en la sigla de la orden religiosa del cardenal agustino Prosper Grech.

Dice:

Entrevista al cardenal Prosper Grech, OAR

Debe decir:

Entrevista al cardenal Prosper Grech, OSA


Les agradecemos por su comprensión.

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