29.05.12

Un amigo de Lolo - Decálogo del periodista - 5

A las 12:43 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo
Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Por otra parte, el Decálogo del periodista que escribió Lolo nos informa, a todas aquellas personas que, de una u otra forma, nos dirigimos a los lectores, que hay una forma cristiana de comportarse y aunque a veces podamos incurrir en ciertas extralimitaciones, la intención final ha de ser la que refiere el beato Manuel Lozano Garrido.

Decálogo del periodista según Manuel Lozano Garrido, Lolo

5.- El buen peregrino de la palabra pagará con moneda de franqueza, la puerta que se le abre en la hospedería del corazón.

A la hora de escribir es bien cierto que puede recaer, sobre quien lo haga, la tentación de la sinceridad cuando ha de prevalecer la de la franqueza.

No siendo un exceso de finura distinguir entre una virtud y la otra lo bien cierto es que es bueno saber que mientras cuando alguien dice que va a ser sincero lo que está pensando es que va a decir lo que le conviene al otro escuchar y a él decir, quien dice que va a ser franco sabe que dirá la verdad, aunque le perjudique y, es más, lo hará, si lo hace con franqueza, si le perjudica pues tal es el proceder de quien actúa, precisamente, poniendo en práctica tal virtud.

Conviene, pues, ser franco a la hora de transmitir determinado pensamiento o echo del que hayamos tenido conocimiento. En realidad no resulta tan sencillo llevar a cabo tal forma de actuar porque lo más común, entre personas del común y entre comportamientos ordinarios, es hacer las cosas según nos conviene sean vistas. Hace falta, pues, un plus de virtud para decir sí donde es sí y no donde es no como muy dijo Jesús por si, a lo mejor, a alguno se le ocurría decir según su propia conveniencia estando la misma alejada de la verdad.

La franqueza cabe, incluso, en el caso muy particular es siervo de la palabra porque es, en efecto, peregrino de la misma. Y, por serlo, la tiene como un santuario que visita y a la que dedica tiempo de una oración especial como es la que pide aliento y ánimo para encarar lo difícil que sucede o las asechanzas que no dejan que sucedan lo que, de por sí, tenía que ser procurado.

Andamos, además, por la tierra extraña de la palabra por la que caminamos sabiendo que es dificultoso atender lo que nuestro corazón nos pide y, por otra parte, hacer frente a la verdad ha de salir a la luz de nuestras manos.

Es probable que, llevados de lo políticamente correcto y del respeto humano tengamos la tentación de quedar bien con aquello que escribimos. A lo mejor hasta creemos que el fin justifica los medios y maniobramos con aviesas intenciones llevadas de nuestros particulares intereses. Pero tal forma de actuar no puede ser la voluntad de Dios porque en el Creador todo es Verdad y todo es Franqueza.

Si queremos, además, que se abra la puerta de la que escribe el hermano Lolo y que es la del corazón no podemos hacer como si no importara lo que decimos o como si se fuesen a echar en saco roto las palabras que damos al aire de la vida. Muy al contrario ha de ser porque al corazón ajeno hemos de tratarlo como al nuestro y, por eso mismo, querer sembrar inexactitudes o, simplemente, falsear lo que pasa por bien propio no es buena cosa para un desarrollo espiritual mínimanente presentable. Además, ya que estamos de paso por las almas de otros ha de ser bueno y benéfico para ellas (y, así, para nosotros mismos) que nuestra palabra sea palabra de certeza y de franqueza.

Dios, seguramente, lo tendrá por muy bueno.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán